Capítulo 23

Esa mañana no pudo ver a Hester a los ojos, si bien sabía que no había hecho nada malo, sentía que decirle los haría retroceder, así que le dijo que había sido una reunión larga, que había dormido unas horas en una sala de reuniones evitando molestarla tan de madrugada, ella pareció sospechar algo pero terminó por creerle, ¿por qué le ocultaría algo después de arreglar todo?

Esa tarde se reunió con Mark y le relató a grandes rasgos lo que había pasado.

- Esa mujer me tiene harta, si me dejarás encargarme de ella –dice él molesto, aunque sabía porque la dejaba vivir, aún necesitaban el control que ella tenía sobre los enemigos.

- Sólo debo ser paciente y mucho más listo, me siento como un imbécil por haber caído en ese juego, cualquiera pudo notar la trampa –dice antes de vaciar su vaso, el cantinero le sirve otro.

Cerca de media noche ambos se retiraron, lo que más le gustaba a Faddei de volver a casa era verla dormir con el centenar de cobijas encima, él alzaba unas dos mantas, se acostaba cerca de ella y las abrazaba, le daba mucha paz aquello.

Los siguientes días Faddei parecía un hombre diferente, sonreía casi todo el tiempo, le hablaba a la bebé en ruso, estaba al pendiente de hasta el último pensamiento que tenía, y podían llamarla loca, pero algo dentro de ella le decía que algo ocultaba.

No fue hasta un día que visitaron a su abuela, que Lola le hizo ver aquello.

- No fue emocionante como se enteró –no habían podido verse por cuestiones de trabajo, además de que Lola había estado muy ocupada con Mark–, pero bueno, que se le hará, son cosas que pasan –Hester asiente, le había dicho que se le bajó la presión y se enteró en el hospital, que mentira no era, quizás habían faltado algunos detalles, pero no podía decirle.

- Sí, igual estaba emocionado –ahora sabía que sí le hacía ilusión tener a la bebé, en ese momento no supo descifrar su rostro ni sus acciones, le había dicho de manera tajante que no deseaba que abortara, ¿por qué? En primera instancia no lo sabía, pero ahora sí.

- Oye Hest, sabes que te quiero mucho y jamás he buscado hacerte ningún mal, espero que no creas que soy una metiche pero –hace una pausa viendo a Faddei hablar por teléfono dentro de la casa, ellas estaban en el jardín, su abuela tomaba una siesta–, ¿no lo notas como raro? No es que lo conozca mucho, pero siento que esta raro, ¿me explico? –sí, parecía muy pobre esa explicación, pero Hester entendía a que se refería.

- También lo he pensado, hoy le voy a preguntar, espero que sea algo relacionado con la bebé lo que lo tiene así –Lola asiente, podría ser por eso, nunca había visto a un hombre tan feliz con la llegada de un bebé como ese hombre.

Casi al anochecer se despidieron de la abuela y Lola, ella saldría con Mark a bailar.

El camino fue silencioso mientras Faddei revisaba algunas cosas, sabía por Katina y las demás, que las empresas que tenía, servían para tapar su faceta como mafioso, y era entendible, si los políticos u otra gente tenía empresas de fachada, ¿por qué la mafia no? Y no es que justificara nada, todo estaba muy mal, pero a final de cuentas ahora esa era su vida y le gustara o no, la de su hija.

Nada más llegar Faddei la ayuda a bajar y la acompaña a la habitación, era ahora o nunca.

- ¿Necesitan algo? Iré al despacho a revisar unas cuantas cosas –y ahí estaba de nuevo, solía estar atento pero en cuanto se quedaban a solas, huía, no volvía hasta que ella dormía.

- Faddei –lo mira seria, pudo verlo tensarse–, no sé si crees que soy tonta o que me hago la tonta, he intentado estar tranquila y no meterme en tus asuntos, pero llevas varios días con una actitud muy rara, si no me quieres decir esta bien, sólo ten en cuenta que habíamos hablado de esto en dos ocasiones y todo terminó mal porque decidiste ocultarme cosas, no soy de palo ni mucho menos, siento y cada vez que creo conocerte, damos veinte pasos hacia atrás, la verdad eso es muy frustrante y cansado para mí, así que esta es tu oportunidad de decirme las cosas, porque te recuerdo que estoy gestando y soy un manojo de hormonas, no puedo asegurarte como resultará todo si me llego a enterar después y por otra persona –lo mira tranquilo, pero él podía sentir la sutil amenaza en su tono de voz, suspira, ella tenía razón, él temía que ella no le creyese y que todo se fuera a la borda, pero era mejor que él le explicara a que viniera la loca de Clarisse y se lo dijera de un modo que haría que todo se fuese a la m****a.

- No sé si me vas a creer, pero te juro por mi madre, que así fue –se acerca a ella y se sienta a su lado, suspira derrotado–. ¿Recuerdas que hace tiempo te dije que la usaría como ella me usó a mí? –le ve asentir–, la parte que maneja de la mafia es muy importante, si bien puedo hacerme de cierto porcentaje, ella sigue siendo la socia mayoritaria –Hester asiente, esos términos podía entenderlos–. La noche que te dije que algo había surgido, era ella diciendo que había una emergencia, por lo regular son enfrentamientos con grupos pequeños o desacuerdos entre los mismos integrantes, creí que era algo similar o alguna especie de junta –sonríe con burla hacia el mismo–, llegue a donde me cito, la suite más cara y privada del hotel, ahí me di cuenta que era una trampa cuando se me insinuó, sin embargo la rechace, puede parecer difícil de creer, pero para mí ella hace mucho no significa nada, no desde que llegaste a mi vida –sostenía suave sus manos, en sus ojos podía ver la sinceridad, su corazón no había podido evitar saltar–. Al intentar irme de ahí sentí un pinchazo en el cuello y pronto comencé a ver borroso y a sentirme cansado, no supe que pasó hasta la mañana siguiente que desperté desnudo a su lado, ella insinuó que habíamos pasado la noche juntos pero te juro Hester, que no fue así, no he tocado a otra mujer más que a ti en todo este tiempo –Hester no sabía como sentirse, él había ido con ella y le había mentido, también esa mañana cuando le preguntó que pasaba. Muerde su labio y mira sus manos, sabía por Sergei y Katina lo mucho que había amado a su madre, así que si juraba por ella debía ser verdad–. Esta bien si no me crees, es justo –susurra tras unos minutos de silencio–, pero debes entender que aún me cuestan muchas cosas, y expresarme o compartir cosas de mi vida, es una de ellas –ella podía entender eso, tras haber sido traicionado por esa mujer y que todos le dieran la espalda, además de que en ese mundo no podías ser débil o te comerían vivo; pero si algo había notado ella era un cambio en él, ahora era un poco más cálido y atento con ella, quizás era por la pequeña, pero había un cambio.

- No puedes ocultarme cosas como esta Faddei, no si quieres que esto siga, sé que este mundo es difícil, pero yo no soy parte de, no voy a traicionarte de buenas a primeras porque no esta en mi naturaleza hacerlo, no tengo los recursos para hacer nada –sonríe de lado porque era verdad, no podría esconderse sin que él lo supiera–, creo que haberte demostrado que no me iré, y no porque me amenaces, ya te quedo claro eso, sino porque no deseo irme ahora, lo único que pido a cambio es que no me dejes en la oscuridad, que me trates como tu igual y que confíes en que no voy a interponerme en tus planes, incluso si eso significa reunirte con ella, no es que me agradé mucho la idea, pero este es tu mundo del que no sé nada y no sé si quiera saber, así que sólo te pido eso, ¿esta bien? –lo mira atenta, Faddei sonríe con alivio, sostiene suave su rostro.

- Lo haré porque quiero que esto funcioné, no volverá a pasar –susurra suave antes de besarla, esa idea había rondado muchas veces por su mente mientras la veía dormir, pero ahora que sabía que ella no se opondría es que se había atrevido a hacerlo. La siente corresponder y la llamarada fue instantánea, las manos y la ropa no duraron mucho en el mismo sitio, pronto se olvidaron de Clarisse, de la mafia y de cualquier malentendido, sólo fueron un hombre y una mujer disfrutando uno del otro.

A la mañana siguiente Hester abrió los ojos sintiéndose relajada, Faddei era un amante muy bueno, había sido cuidadoso de no lastimarla a ella ni a la bebé, estaba segura que se había controlado bastante.

Tras bañarse y vestirse había bajado a desayunar, Sergei le había informado que había salido, un mensaje en su móvil le había confirmado aquello así como su destino y lo que haría, no había podido evitar sonreír porque él estaba cumpliendo su trato, así que ella cumpliría su palabra y no interferiría.

Estaba de buen humor y todos lo notaban, Mark, quién lo conocía mejor que nadie; sabía que esa felicidad tenía nombre y apellido, y era Hester Valentine Grigoryev. Pero ese humor no duro mucho cuando uno de sus hombres vino a decirle que los estaban atacando una bodega en el este, al parecer eran los Kevyanos, como solían hacerse llamar, al instante supo que era obra de su ex quizás por su reciente rechazo.

- La bodega tiene dos salidas principales –había tenido que apresurarse con el plan–, debemos bloquearlas y usar la tercera entrada, la que esta cerca de la alcantarilla –los hombres asienten, salen tras tomar algunas armas cortas, eran mejores cuando de enfrentamientos cercanos se trataban.

Salen disparados en autos y motos, ya verían lo que los Grigoryev eran capaces de hacer.

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