Escucharla hablar le estaba generando mucho estrés además de rabia, ella que sabía.
- Además, debes saber que soy la única mujer a la que ha amado y que amara, tú sólo eres una mera herramienta, y es tan así que cuando ese falso matrimonio terminé, se divorciara de ti para casarse conmigo –dice con suficiencia y burla–, y por si tienes alguna duda –le ve sacar su móvil, claro que dudaba un poco, Faddei se había portado muy lindo con ella, además, esta mujer podría estar loca.
Le entrega el móvil mientras se reproduce un vídeo, aquello la deja de piedra, y bueno, también había sentido que su corazón se rompía, podía ver como la abrazaba y le decía que en efecto, se casaría con ella cuando el contrato con Hester terminara, si aquella mujer dijo algo más no lo supo, fue como si su cuerpo entrara en automático, se sentía adormilada y todo el camino se mantuvo en un silencio sepulcral, su corazón dolía, quizás porque se había hecho la idea de que quizás todo entre ellos era diferente, porque le había pedido que fuese sincero con ella y creía, que algo como esto, era justo lo que debió haberle contado; había querido mantener las esperanzas al ver como la trataba y como se había portado con su abuela, sin embargo, aquello no era más que parte de la pantalla que debían proyectar, la de una pareja amorosa que se apoya en todo, ahora se sentía muy tonta por haber albergado esperanzas, no quería pensar, no quería volver a esa casa que no era suya y que nunca lo sería, así que había vuelto con su abuela, había avisado a su mejor amiga donde estaba y lo había apagado, sólo quería estar en paz como en antaño, quizás su vida no era perfecta pero le gustaba.
- Vendré mañana temprano abuela, cuídate mucho, ¿sí? –su abuela asiente acariciando su mejilla, Hester sonríe cerrando los ojos, le gustaba mucho esa paz.
Por la noche, muy a su pesar volvió, casi se había arrastrado de vuelta a ese lugar al que jamás podría llamar hogar, y quizás eso era lo de menos, podría ser una pequeña choza de madera en medio de la nada, pero siempre que hubiera afecto y calidez sería hermoso.
Al entrar a la casa, Faddei estaba en medio de la entrada y lucía molesto, pero poco le importaba como se sintiese, suficiente tenía con su propio dolor, verlo así la altero de una manera sorprendente, fue como si su cuerpo reaccionara de nuevo por sí sólo, había pensado en ir directo a su cuarto y no salir de ahí hasta mañana bien temprano y desaparecer en compañía de su abuela, pero claro, la vida la odiaba demasiado y tenía que habérselo encontrado.
Al verla entrar se había sentido aliviado, aunque ese alivio duro poco al ver la mirada de Hester, parecía alterada y eso lo puso en alerta, algo había pasado, estaba muy seguro.
- ¿Qué hiciste ahora Hester?, ¿y por qué no has vuelto a casa en todo el día? –le mira furioso, Hester parecía temblar, ¿tenía miedo? Se veía rara–, en realidad no has vuelto a casa en todos los días, te recuerdo que tienes obligaciones y que no puedes estar haciendo eso, ¿sabes el gran escándalo que eso causaría?
- Estuve con mi abuela –su tono había salido duro, casi brusco–, ¿dónde más podría estar?, ¿o con quién crees que podría reunirme? –lo mira con ira contenida, su tono era ácido.
- ¿Y eso te da derecho a irte nada más por qué sí? Apagaste tu teléfono, ¿sabes lo estúpido y peligroso que es eso? –había levantado la voz. Las últimas preguntas lo habían descolocado, no entendía porque decía aquello.
Hester sentía que no podía más, estaba harta de esto, de él, de esta situación y en general de toda esa m****a que le había caído de repente.
- Sí, sí me da derecho m*****a sea, soy una persona libre, no soy una puta mascota que puedas tener encerrada –había alzado la voz, casi había gritado, él se había quedado sorprendido por su arrebato, parecía desquiciada–. ¿Y sabes qué? Estoy harta de esta m****a, de ti y de tu maldito temperamento de los mil demonios, estoy harta de que me veas más como un objeto que como una persona, harta de tus secretismos, de tus planes donde no me incluyes, de tu falta de sinceridad, estoy harta de todo m*****a sea, mi vida no era perfecta, pero estaba tranquila hasta que apareciste y todo se fue a la m****a –su cuerpo temblaba por la rabia, y si era sincera, por el dolor, le dolía esto porque había creído que al menos la veía como un ser humano, ya ni siquiera como mujer o una futura compañera, un ser humano. También estaba mal por el bebé, ¿qué iba a hacer? Pese a su enojo y dolor, aún era parte de la decisión acerca del bebé.
- Cuida como me hablas –sentencia con voz autoritaria–, no me hagas enojar Hester –dice serio, eso parece alterarla más.
- Claro, claro, se me olvidaba que él único que puede enojarse eres tú, siempre tú y tú, ¿y yo?, ¿cuándo puedo hacerlo yo? –le apunta con el dedo, se sentía en el borde, quería puro gritar y llorar, también golpearlo, no supo en que momento su mano terminó de impactar en la mejilla de Faddei, quizás cuando recordó aquel vídeo, o quizás era todo lo que se había acumulado en su interior, no pensó que él era más grande y siendo dueño de la mafia, seguro le daría una paliza sin dudarlo, quizás no, pero su mente no estaba siendo razonable.
Hester miraba su mano sin poder creer que lo había hecho, ni siquiera se atrevía a ver a Faddei, ahora el miedo se hacía presente en cada centímetro de su piel. Él la observa con sorpresa más que cualquier otra emoción, jamás lo habían abofeteado, claro que había peleado y recibido unos cuantos golpes, pero esto era diferente. Jamás habría permitido que nadie lo abofeteara jamás, pero por alguna razón, que fuese Hester no lo molestaba, y tampoco es que fuese a dar saltos de alegría, pero algo en su mente le decía que algo muy grave estaba pasando para que ella recurriera a la violencia física.
- Hester, ¿qué demonios tienes? Mi paciencia tiene un límite –dice más duro de lo que quería, eso termina por romper la poca cordura que le quedaba, nada le importaba ya, estaba harta.
- ¿Sí?, ¿y qué harás al respecto? ¿Quieres devolverme la bofetada? –grita acercándole su mejilla–, porque lo que es yo, estoy harta de que me uses a tu antojo, por qué no vas corriendo con tu amada exnovia y me dejas de una m*****a vez en paz, ¿o para qué sigues conmigo? Divórciate de una buena vez y terminemos con esto, estoy harta, que venga esa y soporte todo esto, yo no –la rabia y el dolor no permitían que su cuerpo parase de temblar, no sabía si era la rabia la que la mantenía de pie cuando lo único que deseaba era irse a su cuarto, o de ese lugar, aunque era más factible irse a su habitación.
La cara de Faddei pasó por varias emociones, unas que Hester no quiso analizar, sólo quería que este maldito interrogatorio terminara, desearía tanto volver a los brazos de su abuela, en ellos encontraba paz.
Se limpia una traicionera lágrima con fuerza, no lloraría delante de él, se negaba en rotundo a mostrarse más patética de lo que ya lo hacía, sólo le quedaba su dignidad y la mantendría lo más que pudiese, que la hubiese comprado no significaba que ella se dejara pisotear, ya vería como le iría si lo intentaba de nuevo.
El rostro de Faddei cambio de la rabia a estar sombrío tras escuchar aquello, eso le hizo preguntarse varias cosas, por su cabeza pasó el hecho que sí o sí, ambas tuvieron que encontrarse, de qué modo sabría Hester sobre Clarisse, ¿quién había buscado a quién? Niega, eso no importaba ahora, debía centrarse en que sabía.- No sé porque tienes que meterla a ella en todo esto –sisea molesto, eso hace que Hester se ponga morada del coraje.- ¿Yo la estoy metiendo en todo esto? Por favor, no me hagas reír –niega mientras sonríe–, eres increíble Grigoryev, lo haces ver como si yo la hubiese buscado y dicho que esto era falso, ¿eso crees que hice, eh? –resopla molesta–, seguro yo fui a verme con ella a escondidas tuyo para decirle que me divorciaría y que podían casarse, y además le dije que te citará para hablar de eso y claro, que te deshicieras de mí para casarte con ella, claro, así de maquiavélica soy, brillante, claro que sí –resopla rodando los ojos.- Hester –susurra amenazante, apre
Nada más llegar bajó casi corriendo y gritando que necesitaba a un doctor, una enfermera se acercó junto a un camillero, con cuidado la acostaron.- ¿Qué le pasó? –pregunta un doctor comenzando a revisarla, checa el pulso y los reflejos pupilares, así como su respiración y corazón.- Se desmayó de la nada, noté que le dolía la cabeza porque se frotaba las sienes y cerraba con fuerza los ojos y se desplomó –el doctor asiente, no parecía tener alguna afección cardíaca o respiratoria.- ¿Sabe si tiene alguna enfermedad? –Faddei niega, la verdad es que no sabía mucho de ella, podría llamar a Dolores, pero eso lo expondría y eso era lo último que necesitaba en este momento–. ¿Probabilidad de embarazo? –lo mira atento.- No, imposible –niega confundido, debía calmarse, era una pregunta de rigor.- Le haremos varios estudios para determinar qué fue lo que pasó, por favor aguarde en la sala de espera y en cuanto tenga los resultados se lo haré saber –Faddei iba a replicar, pero se detuvo perm
Hester se sentía un poco cohibida con toda la atención, sabía porque había tantas sirvientas al pendiente de cada cosa que hacía, temía que fuese a hacer alguna locura, no iba a mentir y decir que se sentía convencida de tener a ese pequeño a pesar de que Faddei se había negado en rotundo a que lo abortara, se sentía confundida y harta de sobre pensar todo, de buscar todas las posibles respuestas a las acciones de él, sólo quería estar en paz. - Faddei –había entrado unas horas después de haber llegado, necesitaba hacerle ver lo que era mejor sin pelear y sin alterarse. - Sé lo que quieres decir y no, no quiero que te deshagas de mi hijo –susurra suave tomando sus manos con delicadeza–, sé que todo esto es jodido, pero no saques conclusiones apresuradas, sé que no tengo derecho a decirte esto pero necesito que confíes en mí, sólo por esta vez, ¿puedes? –por primera vez Hester vio algo en los ojos de Faddei que no eran frialdad, indiferencia u odio, había algo cálido que, pese a lo q
El tiempo pasaba lento, o al menos así le parecía a Hester, no sabía cómo sentirse e incluso ir con su abuela no la hacía sentir mejor, sí, se distraía un rato, pero en cuanto se alejaba de ahí, todo parecía volverse gris, todo era igual. Cuando estaba en la mansión prefería mantenerse en su habitación, se lamentaba todo el tiempo y rara vez probaba bocado, sentía que todo le sabía a cartón, además sentía el estómago demasiado apretado para siquiera retener algo. - Señora, debe comer un poco –le susurra Katina acercándole un plato con fruta, no le había agregado nada más por temor a que le cayera mal, como la otra vez. - No quiero –se gira y se hace un ovillo, se abriga y mete las manos en medio de sus rodillas, cierra los ojos y se queda quieta, como si durmiera, la verdad es que ni siquiera lloraba ya, sólo se quedaba quieta, cual estatua. - Se lo dejaré aquí por si quiere comer –la mira con tristeza antes de salir, le preocupaba que casi no quisiera comer, estaba triste y por m
El tiempo transcurría normal, o al menos así lo sentía Hester, él era tan amable y considerado con ella, solía acompañarla a todas partes, incluso le había cuestionado sobre el trabajo, él le había informado que había adelantado cuanto había podido para poder estar con ella más tiempo, y lo que saliera, se encargaría Mark. Sabía por Lola que la estaba pretendiendo, su amiga no quería salir con él porque tenía fama de mujeriego, pero igual se mensajeaban de vez en cuando, aunque estaba segura de que Lola no tardaría en caer. - Aquí tienes –dice un muy feliz Faddei extendiéndole un plato con frutos rojos, a Hester se le habían antojado y él había corrido a buscarlos. - Gracias –le sonríe antes de comenzar a comer, la abuela veía todo complacida, si llegaba a fallecer, le alegraba que su amada nieta no se quedase sola. Hester no podía evitar sentirse feliz con cada detalle que él tenía hacía con ella, más pronto que tarde se dio cuenta que estaba enamorada de él, y también descubrió qu
Yakov se detiene frente al hotel, según le había dicho Clarisse, se estaba quedando ahí por algunos problemas que tenía con otros integrantes, para ella era mejor estar ahí que cerca de esos tipos, a él poco le importaba, quería que le dijera eso tan importante que no podía esperar a mañana temprano. - La señorita Capshaw lo espera, señor –asiente sin decir nada más, toma la tarjeta y sube hasta el piso que le indicaron. Clarisse había sido muy clara, entra sin más, no quería hacerlo, prefería estar junto a Hester y su bebé que ver la desagradable cara de su ex. Entra tras pasar la tarjeta, frunce el ceño cuando ve que esta a oscuras, rueda los ojos mientras camina buscando el maldito interruptor, parpadea cuando la luz se enciende y entonces la ve, luce lencería muy fina y delgada que no deja nada a la imaginación, le sonríe coqueta mientras se acerca contoneándose, la verdad es que no le generaba nada, menos cuando a su mente venía el recuerdo de su única noche con Hester, el calo
Esa mañana no pudo ver a Hester a los ojos, si bien sabía que no había hecho nada malo, sentía que decirle los haría retroceder, así que le dijo que había sido una reunión larga, que había dormido unas horas en una sala de reuniones evitando molestarla tan de madrugada, ella pareció sospechar algo pero terminó por creerle, ¿por qué le ocultaría algo después de arreglar todo?Esa tarde se reunió con Mark y le relató a grandes rasgos lo que había pasado.- Esa mujer me tiene harta, si me dejarás encargarme de ella –dice él molesto, aunque sabía porque la dejaba vivir, aún necesitaban el control que ella tenía sobre los enemigos.- Sólo debo ser paciente y mucho más listo, me siento como un imbécil por haber caído en ese juego, cualquiera pudo notar la trampa –dice antes de vaciar su vaso, el cantinero le sirve otro.Cerca de media noche ambos se retiraron, lo que más le gustaba a Faddei de volver a casa era verla dormir con el centenar de cobijas encima, él alzaba unas dos mantas, se ac
Hester había decidido no ir con su abuela hoy, estaba cerca de los siete meses y le costaba un poco de trabajo moverse, tenía hambre y sueño la mayor parte del tiempo, así que había decidido estar un rato en el jardín trasero con algo de comida. Miraba a los perros guardianes jugar, solían dejarlos salir unas horas por la mañana para que se distrajeran; mientras acariciaba su vientre, podía imaginarla como su madre o parecida a su abuela, quizás tendría algún rasgo de los padres de él, de los cuales le había hablado un poco, quizás sería buena idea pedirle una fotografía, al menos podría saber si ella tendría rasgos de ellos o de sus padres. Sonríe al sentir la pequeña patada, parecía más despierta cuando le hablaba alguno de los dos, se sentía muy dichosa. Se pone en alerta cuando ve a los perros correr hacia el frente, algo atípico de ellos. Su inquietud aumenta al escuchar el escándalo dentro de la propiedad, se gira para ver las puertas de cristal abrirse y dos hombres entrar,