Capítulo 15

Hester solía ir y venir a casa de su abuela, a veces la acompañaba Lola y otras ella sola, podía ver que estaba mejor y la enfermera era buena con ella, así que estaba tranquila.

- ¿Listo Hest? –Lola le sonríe mientras termina de arreglarse, la aludida asiente y tras ponerse un suéter sale, hacía un poco de fresco y no quería enfermarse.

- Me siento muy tranquila con lo de mi abuela, la siguiente semana le toca revisión, pero la veo mucho mejor –Lola asiente de acuerdo.

- Hester, Dolores –la voz de Faddei las hace saltar–, buenos días.

- Buenos días –le sonríe Lola, a su lado nota a un hombre bastante atractivo, le sonríe coqueta, .. sabía apreciar la belleza masculina–, buenos días caballero desconocido –dice tras terminar de bajar las escaleras.

- Buenos días, Dolores, Hester –les sonríe a ambas, ambas eran hermosas, cada una a su manera, Hester era más una belleza clásica, mientras que Lola era exótica, sus rasgos eran por demás llamativos.

- Aquí tenemos dos problemas, uno, estoy en desventaja ya que no sé tu nombre, y dos, que me llamas Dolores cuando podrías llamarme –sonríe coqueta mientras juega con su móvil.

- Eso se soluciona, soy Mark Sloan, un gusto –le guiña un ojo coqueto, Lola comienza a reír.

- Falta que tu segundo nombre sea Everett –lo mira divertida–, vamos, dime tu nombre real, prometo no buscarte en todas las redes sociales –le guiña un ojo.

- Mark Every, un placer –toma su mano y la besa con galantería.

Hester se había acercado a Faddei, ambos veían el intercambio, él parecía fastidiado y ella sonreía, Lola siempre tuve ese efecto en los hombres, era tan segura de si misma porque conocía su belleza, por eso era tan sociable, todo lo contrario a ella, aunque mucho se debió a que siempre estaba trabajando, si debía ser sincera, ella habría querido tener una cuarta parte de la confianza de su mejor amiga. De reojo Faddei mira a Hester, ella parecía encantada e incluso, podría jurar ver un brillo de ilusión, estaba seguro de que si ella se lo propusiera, tendría el mismo efecto que su amiga, un tipo como Mark podría acercarse a ella sin ningún problema, y por alguna razón, eso no le gusto, su estado de ánimo bajo hasta volverse agrio.

- ¿Acabaste Don Juan? –Faddei tenía cara de pocos amigos, quería largarse de ahí, por alguna razón quería darle un puñetazo a su amigo, algo injusto, sin duda.

- Sí –sonríe tras anotar su número en el móvil de la morena.

- Cuando tenga tiempo libre y me sienta mal, lo llamaré doctor Sloan –sonríe con burla antes de acercarse a Hest.

- Te veo después querida –la acerca a él y la besa lento, si bien eso había tomado a Hester por sorpresa, no hizo nada para apartarse, después de todo había público, era probable que el amigo supiera del acuerdo, pero Lola no, así que debía fingir.

- Sí, ten un buen día –le sonríe mientras acomoda su corbata. 

- Hasta luego Dolores –la aludida asiente mientras entrelaza su brazo con el de su amiga, ambas salen, como cada día que su amiga venía, se iban en su coche.

- Finges muy bien –susurra Mark sonriendo con suficiencia.

- Dolores no sabe nada, debe ser creíble –le mira mal mientras caminan al despecho.

- Si tú lo dices –se encoge de hombros, pero no agrega más, podía ver que su amigo estaba molesto, ¿la razón? Con Faddei jamás se sabía.

El día transcurrió normal, desayunaron, comieron y hablaron un poco, para Lola, Adelei era como su propia abuela, ella no había conocido a sus abuelos, y esa mujer la había acogido como su nieta, así que estaba feliz de poder pasar tiempo con la mujer.

- Nos vemos mañana abuela –Hester besa su mejilla, seguida de ella, Lola. Ambas salen tras despedirse de la enfermera.

De vuelta a casa, Hester se lleva la mano a la boca y le hace una seña a su amiga para que se detenga, esta se orilla y su amiga sale disparada antes de vomitar.

- ¿Hest? –Lola se había bajado para ver cómo estaba, temía que fuera grave.

- Me siento mal –se limpia la boca antes de incorporarse– como mareada y débil, quizás me enferme –se sostiene de su amiga, la ayuda a subir al auto.

- Vamos al hospital, si es algo grave, se lo puedes contagiar a la abuela –Hester asiente, iba tan bien que no quería que volviese al hospital.

Una vez llegaron, su amiga pidió una silla de ruedas, explicó a grandes rasgos lo que le pasaba y pronto la pasaron para revisarla.

- Te haremos algunos laboratorios –ella asiente extendiendo su mano, cierra los ojos al sentir el pinchazo, no porque le diera miedo ni nada, era más porque temía vomitar, y eso le daría mucha pena–, no descartó un embarazo a pesar de indicar que tienes tu periodo normal, pero ya sabes que a veces pasa –Hester lo vio como si le hubiese salido un tercer ojo, sólo habían estado una vez juntos, ¿podría tener tan mala suerte? Esperaba que no, a qué clase de vida lo traería, eso era insensato de su parte, sin contar que quedaba menos para que el trato llegase a su fin, no podría criar a un niño sola y menos siendo un Grigoryev, su vida siempre estaría en constante peligro, Faddei tenía muchos enemigos y eso la hacía blanco, igual que un hijo.

El doctor le aseguró que pediría los resultados con carácter de urgente, así que junto a su mejor amiga esperaron en la sala de espera durante una hora, una que se le hizo eterna, ¿y si tenía algo grave y ya había contagiado a su abuela? Esa idea, y la del embarazo, la aterraban de sobre manera.

- ¿Qué tengo doctor? –pregunta nada más entrar al consultorio.

- Debes alegrarte, no es nada malo –ella quería suspirar, pero si no era nada grave, sólo quedaba la otra opción–, es una buena noticia, estás embarazada –aquello se sintió como un balde de agua fría, con cuidado se sienta, sentía su cuerpo entumecido.

- Eso es maravilloso, seguro Faddei se pondrá contentísimo –siente los brazos de su mejor amiga–, llámalo para decirle, anda –la anima.

- Esta en una junta, no quiero molestarlo –aquella mentira había salido sin más, debía fingir que esto la ponía contenta–, además quiero prepararle algo especial, noticias así no se dan por teléfono –dice suave mientras sonríe, o lo intenta.

- Tienes razón, pero debes contarme como se lo dijiste, ¿está bien? –Hester asiente de manera mecánica.

- Gracias, con permiso –dice Hester casi en un susurro, Lola parecía muy feliz, a diferencia de ella. En silencio se subió al auto, su mente perdida en sus pensamientos, esto era demasiado que procesar, su relación no era la indicada para traer a este pequeño, ¿podría tenerlo?, ¿Faddei lo querría? Después de todo, esto no era más que un trato, uno que tenía fecha de caducidad–. Gracias –sonríe de manera forzada a su amiga, ella le devuelve la sonrisa antes de marcharse.

Hester camina al interior de la mansión, tenía frío, pero no sabía si era ella la que lo estaba o la casa lo era.

- Bienvenida señora –Katina le sonríe siguiéndola hasta la habitación.

- Por favor, que nadie me moleste –la mujer asiente antes de que se encierre de nuevo, había ocurrido algo con el señor de nuevo, estaba muy segura, sólo no sabía qué.

Faddei no entendía que ocurría, ¿había dicho o hecho algo mal de nuevo? Ella no parecía estar ahí, la notaba nerviosa, como preocupada, pero por más que intentaba que le dijera que tenía, ella se negaba y terminaba por esconderse en su habitación.

Hester no sabía si debía decirle o no, si tenerlo o no, eran tantas las dudas que tenía en su mente que sentía ganas de gritar de la frustración, ¿por qué no podía ser todo fácil? Maldecía a su padre por venderla, a ese maldito cerdo por comprarla y a Faddei por haberla rescatado, aunque esa frase se quedaba corta, también maldecía a sus hormonas y su mal genio por haber caído ante los encantos de ese ruso, lo maldecía también por saber besar tan bien y... Se maldice de manera mental por pensar en esas cosas mientras busca una solución a todo.

Al tercer día recibió una llamada extraña, aunque supo identificar de quién se trataba al escuchar la voz, era Claire, la amable mujer de la agencia, le había pedio que se vieran para tomar un café o algo, al inicio ella había pensado en excusas para no asistir, pero tras meditarlo un momento, era una buena idea que saliera y se distrajera con alguien alejado de  todo este desastre que era su vida, amaba muchísimo a Lola, pero ella seguro le estaría recordando lo del bebé y preguntando si se lo había contado a su marido. Claire no sabía nada y no tenía por qué saberlo, así que podría pasar un tiempo hablando de temas triviales sin preocuparse por nada. Al final aceptó, quedaron de verse al día siguiente en una cafetería bastante popular, se sentía agradecida por la distracción.

Al día siguiente se vistió con algo elegante pero cómodo, salió de la habitación en busca de Yakov, este la esperaba en el auto, al verla le abre la puerta y la ayuda a entrar, una vez dentro ella le da la dirección de la cafetería y se ponen en marcha, le había avisado a Sergei que saldría unas horas, por si Faddei volvía no comenzara a buscarla como loco.

Tras uno minutos llegaron, se estacionó enfrente y tras bajar, Yakov arrancó para buscar estacionamiento. Hester camina hacia el interior, Claire le dijo que estaría en el reservado cuatro, era mejor así ya que alguien podría reconocerlas, ella había estado de acuerdo.

Un amable mesero la guio hasta el lugar, tras agradecerle se marchó y ella entró, Claire estaba sentada mirando su móvil, se veía diferente y no supo decir por qué.

- Al fin –dice Claire con fastidio cuando la ve, eso hace a Hester fruncir las cejas confundida, ¿acaso había entendido mal la hora? Hace memoria y niega para sus adentros, era la hora correcta.

- Lamento si llegue tarde –se sienta con cuidado y la mira, Claire se gira a verla y luce una sonrisa de superioridad que no le había visto antes.

- Da igual –rueda los ojos–, sólo te pedí venir porque quiero que sepas la verdad, para empezar no me llamó Claire, sino Clarisse y bueno, soy la ex de tu ahora esposo, estuvimos a punto de casarnos hace unos años, pero pasaron algunas cosas y ya no fue posible –Hester la veía con sorpresa, ¿podría ser que ella le habló a Faddei para decirle que habían descubierto lo del falso matrimonio? Tenía sentido, ese día con la que más había hablado era con ella, no entendía que pretendía esa mujer–, de no ser por eso, no te habrías casado con él, porque seamos sinceras, sólo mírate, una pobre chica salida de quién sabe dónde, no tienes la madera para estar con un hombre como Faddei –la mira con burla, lo que le faltaba.

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