Hester había pedido de manera explícita que no la molestaran, no tenía ganas de nada.
- Señora –llama Katina, era de las pocas que entraban a su habitación–, sé que pidió que nadie la molestara, pero han venido a verla –dice alto, silencio es lo único.
- Hester Valentine Grigoryev, abre ahora mismo –aquella voz la hizo saltar, se sienta y mira la puerta como si pudiera ver a través de ella, se apresura para abrir la puerta.
- Lola –la abraza sonriendo, su amiga le devuelve el abrazo, se sentía tan feliz.
- Qué es eso de qué no quieres salir de aquí, ¿eh? –la mira alzando una ceja, Hester la lleva dentro, hasta unos pequeños sillones individuales.
- No me siento con ganas –dice bajo, muerde su labio, no podía decirle la verdad.
- No sé qué te hizo ese hombre, pero me llamó pidiendo ayuda para que lo perdonaras, si fuera yo le habría hecho comprarme dos o tres tiendas, pero siendo tú, sé que un lo siento no es suficiente, cuéntame –Hester se sorprende al escuchar aquello, ¿él la había llamado?, ¿de verdad estaba preocupado? Siente sus mejillas volverse rojas.
- Es... complicado –dice con desinterés, estaba en serios problemas.
- Soy experta en lo complicado –Hester suspira, sabía que no había salida.
- Sabes que a veces no tengo el mejor carácter, y pues él tampoco, peleamos, nos dijimos algunas cosas, yo sobre su trabajo, él sobre lo que ando haciendo ahora y entre todo eso, pues intimamos –intentaba con todas sus fuerzas no ponerse roja, se supone que no era la primera vez.
- ¿Y fue brusco? Porque ahorita mismo lo busco para darle una paliza –sentencia seria.
- No, no –niega–, en realidad fue considerado, pero no sé cómo sentirme por haber dejado que mi carácter me gobernara –admite suspirando por lo bajo–, pero ese no es el problema, porque lo hablamos y todo bien, y me sentía tranquila hasta que me llegó una noticia de ese portal de chismes, y me sentí insegura –eso no era del todo mentira–, estaba con una modelo guapísima y entrababan a un edificio –dice bajo jugando con sus manos.
- ¿Era un hotel? Grandísimo descarado, pero ya verá –niega sosteniendo su mano para que se quede sentada.
- No, es más como una reunión, a veces no quiero acompañarlo y lo entiende –eso había visto después.
- ¿Y le diste permiso? –saca su móvil y comienza a buscar la noticia.
- Él es libre de hacer lo que mejor lo haga ver –muerdo mi labio, parecía que no importaba lo que sentía él al respecto ni le importaba mi sentir.
- Por Dios Hester Alice Valentine Grigoryev, ¿has visto la fecha de esta noticia? –gira su teléfono para mostrarme, había agrandado esa parte, siento mi cara roja de la vergüenza al ver que esa noticia es de mucho antes de casarnos–, ¿y no se te ocurrió preguntarle mujer? Estoy segura de que ese hombre no saldría con otra mujer, aunque fuese la mujer más hermosa de todo el mundo, si quisiera eso no se habría casado contigo, debes tenerte un poco más de fe –me abraza mientras comienzo a llorar, me sentía como una tonta ahora.
- Oh Lola, me siento tan estúpida, creí que tendría más sentido común –ella me abraza consolándome, mi teléfono suena y miro con sorpresa el número–. Hola Amelie, ¿todo bien? –era raro que la llamaran, solían mandarle mensajes diciéndole como estaba su abuela. Se gira a ver a Lola pálida–, entiendo, ahora voy, gracias –susurra antes de colgar.
- ¿Pasó algo con la abuela? –se acerca a su amiga, parecía que se caería en cualquier momento.
- Sí, se puso mal de repente, tengo que ir –se gira a tomar un suéter, sale seguida de su mejor amiga.
- ¿Pasa algo señora? –pregunta Sergei cuando la ve salir con premura.
- Dile a Yakov que vamos a salir, es una emergencia –dice mientras pasa de largo.
- El señor se lo llevó –eso la hace detenerse de golpe.
- Yo te llevó –le susurra suave su amiga, Hester asiente y salen, afuera estaba aparcado su Audi R8, suben y antes de que terminase de ponerse el cinturón, ella ya ha arrancado.
Veía por la ventana sin ver, rezaba poder llegar a tiempo, se maldecía por haber estado tanto tiempo metida en su habitación cuando pudo haberlo pasado con ella, si hubiese estado quizás, niega, no podía martirizarse con aquellos pensamientos.
En menos de quince minutos llegaron al hospital, Hester casi salió disparada del auto directo a la entrada, corrió a las escaleras y sin importarle nada más subió como alma que lleva el diablo hasta el piso tres, casi había llegado sin aliento al área de las enfermeras.
- Necesito informes de Rosemary Valentine –digo intentando regular mi respiración.
- Tuvo un infarto, están intentando reanimarla, pero... –niego, eso no podía estar pasando, su abuela no.
La enfermera no agregó nada más, debía esperar a su doctor, daba vueltas llorando y retorciéndose las manos.
- Familiares de la señora Valentine –eso la hizo saltar, camina hacia él casi al borde de la histeria.
- Soy yo, soy su nieta –lo miraba con desesperación.
- Su estado es muy crítico, necesita una operación urgente y no contamos con el especialista, traerlo sería costoso y –ella niega, de dónde demonios iba a sacar el dinero si no había comenzado a trabajar.
- Llame a quien tenga que llamar –la voz de Faddei la hace voltear con sorpresa–, el costo no es importante, traiga a ese especialista del modo que sea, pero debe salvarla, ¿estamos claros doctor? –su tono serio y esa frialdad habitual en él surtieron el efecto que deseaba, el pobre docto asintió caminando hacia la recepción.
- ¿Cómo supiste que estaba aquí? –lo miraba con sorpresa.
- Tu amiga me aviso –la abraza, esperaba algo de lucha por su parte, pero no fue así.
- Gracias, de verdad gracias –podía escuchar su llanto amortiguado por su pecho.
Lola sonrío, sin duda alguna ese hombre estaba loco de amor por su amiga, seguro traería al mismo Dios de poder, ahora traería a un especialista, podría decirse que era parecido.
En todo lo que duró ese proceso Faddei no se despego de Hester, tardaría unas tres horas en llegar, ella se había quedado junto a la cama de su amada abuela.
- Hest, me voy, cualquier cosa me marcas –abraza a su amiga, ella asiente agradecida.
- Gracias por avisarme –dice él sincero, Lola asiente sonriendo antes de salir–. Va a estar bien, dicen que es el mejor cardiólogo del país, debe ser cierto –ella asiente sin dejar de ver a su abuela.
- Ella estaba estable, muy bien antes de que mi padre hiciera todas esas idioteces –había comenzado a llorar de nuevo, Faddei la abrazaba suave, siempre había estado sola, su padre no la ayudaba con nada que tuviese que ver con su amada abuela.
- Ahora no estás sola Hest, me tienes a mí, ella saldrá de esta y tendrán muchos momentos por delante –ella asiente, estaba muy agradecida, incluso se sentía mal por como lo había ignorado, ¿lo odiaba? No, ¿se había sentido herida? Quizás, aunque había sido por tonta.
Esas tres horas se le hicieron eternas, en ese lapso Faddei le hablaba de cosas diferentes intentando distraerla, había sonreído mucho a pesar de no sentirse animada.
Una vez que estuvo todo listo se la llevaron para comenzar con la operación, según le dijeron harían una reparación de varias partes del corazón, eso hasta que tuvieran uno, como ahora estaba en estado crítico pasaba a ser prioridad en la lista de espera, no quería pensar que su marido había tenido algo que ver, pero esta vez no objetaría nada, no quería perderla.
Tras ocho largas horas, la operación terminó con éxito.
- Salió muy bien, estará en observación, pero seguro podrá irse a casa en una semana o dos, veremos cómo evoluciona –le sonríe, Hester sentía tanto alivio que comenzó a llorar.
- Gracias doctor –Faddei extiende su mano y se la estrecha mientras con la otra, la abraza. El doctor asiente antes de irse.
- Volver a casa, seguro ya no hay una casa a la que volver, y bueno, llevarla a la tuya –ella niega mientras suspira, quizás podría decirle a Lola que la reciba unos días en lo que consigue donde quedarse.
- No te preocupes por eso Hest, un paso a la vez –asiente, no podía evitarlo pero tenía razón, lo importante es que estaba bien y fuera de peligro.
Los días siguientes fueron buenos, su abuela despertó y salvo sentirse un poco adolorida, estaba mucho mejor.
- ¿Eres feliz querida? Creo que es algo apresurado tu matrimonio, pero si eres feliz y estás bien, me quedo tranquila –le susurra apretando su mano.
- Claro que sí abuela, es un gran hombre –era cierto, no tenía ninguna obligación hacia su abuela, pero había movido sus contactos para que estuviera bien, y eso hacia difícil sentir odio u otro sentimiento por él.
- Ya tengo todo listo –ambas mujeres se giran para verlo con sorpresa y confusión–. Le compré una pequeña casita cerca de la playa para que este relajada hasta que le consigan su nuevo corazón, tendrá una enfermera de planta y pasa que está cerca de la casa, la llevaría con nosotros, pero suele haber mucho ajetreo y usted, necesita calma –le sonríe, la verdad era que era demasiado peligroso, a pesar de la seguridad no podía contar con que no intentaran hacerle algo por ser parte de esa casa.
- No debiste molestarte hijo –la abuela niega.
- No es ninguna molestia, lo hago con gusto, así Hest no estará preocupada por usted cuando no pueda estar con usted –rodea la cintura de su esposa y le sonríe, ella parecía querer llorar, por instinto acaricia su mejilla con ternura.
- Gracias –dice bajo, sentía un nudo en la garganta.
- No es nada, de verdad –ella asiente y se gira a su abuela sonriendo, eso había querido siempre, una casa cerca de la playa, con un jardín grande y quizás un gato.
Una vez que le dieron el alta la llevaron a la nueva casa, era de una planta para que no tuviera que subir y bajar escaleras, era espaciosa y estaba bien decorada.
- Que hermoso jardín, lo cuidaré muy bien –la amable mujer había apretado el brazo de él mientras le sonreía.
- Lo es abuela –sonríe al ver cada detalle, se gira a verlo y le sonríe con gratitud antes de volver la vista hacia su abuela. Ahora su tiempo se dividía en estar con Faddei y su abuela, la enfermera era muy amable y la mantenía al tanto.
- Vaya, vaya, que animado estamos hoy –Mark sonríe ante la actitud tan relajada de su amigo.
- Hester me habla de nuevo y todo está tranquilo en la casa, eso es suficiente para estar de buenas –se encoge de hombros, Mark había ido a su casa para tratar algunas cosas de la mafia.
- El amor hace maravillas mi querido amigo –tras decir aquello, Faddei lo miro como si fuera la persona más desagradable del mundo.
- Claro que no, no volveré a enamorarme jamás –dice de manera tajante, lo único que traía eran problemas y dolor, él sólo había hecho lo que le correspondía como su esposo, era parte del trato.
Hester solía ir y venir a casa de su abuela, a veces la acompañaba Lola y otras ella sola, podía ver que estaba mejor y la enfermera era buena con ella, así que estaba tranquila. - ¿Listo Hest? –Lola le sonríe mientras termina de arreglarse, la aludida asiente y tras ponerse un suéter sale, hacía un poco de fresco y no quería enfermarse. - Me siento muy tranquila con lo de mi abuela, la siguiente semana le toca revisión, pero la veo mucho mejor –Lola asiente de acuerdo. - Hester, Dolores –la voz de Faddei las hace saltar–, buenos días. - Buenos días –le sonríe Lola, a su lado nota a un hombre bastante atractivo, le sonríe coqueta, .. sabía apreciar la belleza masculina–, buenos días caballero desconocido –dice tras terminar de bajar las escaleras. - Buenos días, Dolores, Hester –les sonríe a ambas, ambas eran hermosas, cada una a su manera, Hester era más una belleza clásica, mientras que Lola era exótica, sus rasgos eran por demás llamativos. - Aquí tenemos dos problemas, uno,
Escucharla hablar le estaba generando mucho estrés además de rabia, ella que sabía.- Además, debes saber que soy la única mujer a la que ha amado y que amara, tú sólo eres una mera herramienta, y es tan así que cuando ese falso matrimonio terminé, se divorciara de ti para casarse conmigo –dice con suficiencia y burla–, y por si tienes alguna duda –le ve sacar su móvil, claro que dudaba un poco, Faddei se había portado muy lindo con ella, además, esta mujer podría estar loca.Le entrega el móvil mientras se reproduce un vídeo, aquello la deja de piedra, y bueno, también había sentido que su corazón se rompía, podía ver como la abrazaba y le decía que en efecto, se casaría con ella cuando el contrato con Hester terminara, si aquella mujer dijo algo más no lo supo, fue como si su cuerpo entrara en automático, se sentía adormilada y todo el camino se mantuvo en un silencio sepulcral, su corazón dolía, quizás porque se había hecho la idea de que quizás todo entre ellos era diferente, porq
El rostro de Faddei cambio de la rabia a estar sombrío tras escuchar aquello, eso le hizo preguntarse varias cosas, por su cabeza pasó el hecho que sí o sí, ambas tuvieron que encontrarse, de qué modo sabría Hester sobre Clarisse, ¿quién había buscado a quién? Niega, eso no importaba ahora, debía centrarse en que sabía.- No sé porque tienes que meterla a ella en todo esto –sisea molesto, eso hace que Hester se ponga morada del coraje.- ¿Yo la estoy metiendo en todo esto? Por favor, no me hagas reír –niega mientras sonríe–, eres increíble Grigoryev, lo haces ver como si yo la hubiese buscado y dicho que esto era falso, ¿eso crees que hice, eh? –resopla molesta–, seguro yo fui a verme con ella a escondidas tuyo para decirle que me divorciaría y que podían casarse, y además le dije que te citará para hablar de eso y claro, que te deshicieras de mí para casarte con ella, claro, así de maquiavélica soy, brillante, claro que sí –resopla rodando los ojos.- Hester –susurra amenazante, apre
Nada más llegar bajó casi corriendo y gritando que necesitaba a un doctor, una enfermera se acercó junto a un camillero, con cuidado la acostaron.- ¿Qué le pasó? –pregunta un doctor comenzando a revisarla, checa el pulso y los reflejos pupilares, así como su respiración y corazón.- Se desmayó de la nada, noté que le dolía la cabeza porque se frotaba las sienes y cerraba con fuerza los ojos y se desplomó –el doctor asiente, no parecía tener alguna afección cardíaca o respiratoria.- ¿Sabe si tiene alguna enfermedad? –Faddei niega, la verdad es que no sabía mucho de ella, podría llamar a Dolores, pero eso lo expondría y eso era lo último que necesitaba en este momento–. ¿Probabilidad de embarazo? –lo mira atento.- No, imposible –niega confundido, debía calmarse, era una pregunta de rigor.- Le haremos varios estudios para determinar qué fue lo que pasó, por favor aguarde en la sala de espera y en cuanto tenga los resultados se lo haré saber –Faddei iba a replicar, pero se detuvo perm
Hester se sentía un poco cohibida con toda la atención, sabía porque había tantas sirvientas al pendiente de cada cosa que hacía, temía que fuese a hacer alguna locura, no iba a mentir y decir que se sentía convencida de tener a ese pequeño a pesar de que Faddei se había negado en rotundo a que lo abortara, se sentía confundida y harta de sobre pensar todo, de buscar todas las posibles respuestas a las acciones de él, sólo quería estar en paz. - Faddei –había entrado unas horas después de haber llegado, necesitaba hacerle ver lo que era mejor sin pelear y sin alterarse. - Sé lo que quieres decir y no, no quiero que te deshagas de mi hijo –susurra suave tomando sus manos con delicadeza–, sé que todo esto es jodido, pero no saques conclusiones apresuradas, sé que no tengo derecho a decirte esto pero necesito que confíes en mí, sólo por esta vez, ¿puedes? –por primera vez Hester vio algo en los ojos de Faddei que no eran frialdad, indiferencia u odio, había algo cálido que, pese a lo q
El tiempo pasaba lento, o al menos así le parecía a Hester, no sabía cómo sentirse e incluso ir con su abuela no la hacía sentir mejor, sí, se distraía un rato, pero en cuanto se alejaba de ahí, todo parecía volverse gris, todo era igual. Cuando estaba en la mansión prefería mantenerse en su habitación, se lamentaba todo el tiempo y rara vez probaba bocado, sentía que todo le sabía a cartón, además sentía el estómago demasiado apretado para siquiera retener algo. - Señora, debe comer un poco –le susurra Katina acercándole un plato con fruta, no le había agregado nada más por temor a que le cayera mal, como la otra vez. - No quiero –se gira y se hace un ovillo, se abriga y mete las manos en medio de sus rodillas, cierra los ojos y se queda quieta, como si durmiera, la verdad es que ni siquiera lloraba ya, sólo se quedaba quieta, cual estatua. - Se lo dejaré aquí por si quiere comer –la mira con tristeza antes de salir, le preocupaba que casi no quisiera comer, estaba triste y por m
El tiempo transcurría normal, o al menos así lo sentía Hester, él era tan amable y considerado con ella, solía acompañarla a todas partes, incluso le había cuestionado sobre el trabajo, él le había informado que había adelantado cuanto había podido para poder estar con ella más tiempo, y lo que saliera, se encargaría Mark. Sabía por Lola que la estaba pretendiendo, su amiga no quería salir con él porque tenía fama de mujeriego, pero igual se mensajeaban de vez en cuando, aunque estaba segura de que Lola no tardaría en caer. - Aquí tienes –dice un muy feliz Faddei extendiéndole un plato con frutos rojos, a Hester se le habían antojado y él había corrido a buscarlos. - Gracias –le sonríe antes de comenzar a comer, la abuela veía todo complacida, si llegaba a fallecer, le alegraba que su amada nieta no se quedase sola. Hester no podía evitar sentirse feliz con cada detalle que él tenía hacía con ella, más pronto que tarde se dio cuenta que estaba enamorada de él, y también descubrió qu
Yakov se detiene frente al hotel, según le había dicho Clarisse, se estaba quedando ahí por algunos problemas que tenía con otros integrantes, para ella era mejor estar ahí que cerca de esos tipos, a él poco le importaba, quería que le dijera eso tan importante que no podía esperar a mañana temprano. - La señorita Capshaw lo espera, señor –asiente sin decir nada más, toma la tarjeta y sube hasta el piso que le indicaron. Clarisse había sido muy clara, entra sin más, no quería hacerlo, prefería estar junto a Hester y su bebé que ver la desagradable cara de su ex. Entra tras pasar la tarjeta, frunce el ceño cuando ve que esta a oscuras, rueda los ojos mientras camina buscando el maldito interruptor, parpadea cuando la luz se enciende y entonces la ve, luce lencería muy fina y delgada que no deja nada a la imaginación, le sonríe coqueta mientras se acerca contoneándose, la verdad es que no le generaba nada, menos cuando a su mente venía el recuerdo de su única noche con Hester, el calo