Capítulo 14

Hester había pedido de manera explícita que no la molestaran, no tenía ganas de nada.

- Señora –llama Katina, era de las pocas que entraban a su habitación–, sé que pidió que nadie la molestara, pero han venido a verla –dice alto, silencio es lo único.

- Hester Valentine Grigoryev, abre ahora mismo –aquella voz la hizo saltar, se sienta y mira la puerta como si pudiera ver a través de ella, se apresura para abrir la puerta.

- Lola –la abraza sonriendo, su amiga le devuelve el abrazo, se sentía tan feliz.

- Qué es eso de qué no quieres salir de aquí, ¿eh? –la mira alzando una ceja, Hester la lleva dentro, hasta unos pequeños sillones individuales.

- No me siento con ganas –dice bajo, muerde su labio, no podía decirle la verdad.

- No sé qué te hizo ese hombre, pero me llamó pidiendo ayuda para que lo perdonaras, si fuera yo le habría hecho comprarme dos o tres tiendas, pero siendo tú, sé que un lo siento no es suficiente, cuéntame –Hester se sorprende al escuchar aquello, ¿él la había llamado?, ¿de verdad estaba preocupado? Siente sus mejillas volverse rojas.

- Es... complicado –dice con desinterés, estaba en serios problemas.

- Soy experta en lo complicado –Hester suspira, sabía que no había salida.

- Sabes que a veces no tengo el mejor carácter, y pues él tampoco, peleamos, nos dijimos algunas cosas, yo sobre su trabajo, él sobre lo que ando haciendo ahora y entre todo eso, pues intimamos –intentaba con todas sus fuerzas no ponerse roja, se supone que no era la primera vez.

- ¿Y fue brusco? Porque ahorita mismo lo busco para darle una paliza –sentencia seria.

- No, no –niega–, en realidad fue considerado, pero no sé cómo sentirme por haber dejado que mi carácter me gobernara –admite suspirando por lo bajo–, pero ese no es el problema, porque lo hablamos y todo bien, y me sentía tranquila hasta que me llegó una noticia de ese portal de chismes, y me sentí insegura –eso no era del todo mentira–, estaba con una modelo guapísima y entrababan a un edificio –dice bajo jugando con sus manos.

- ¿Era un hotel? Grandísimo descarado, pero ya verá –niega sosteniendo su mano para que se quede sentada.

- No, es más como una reunión, a veces no quiero acompañarlo y lo entiende –eso había visto después.

- ¿Y le diste permiso? –saca su móvil y comienza a buscar la noticia.

- Él es libre de hacer lo que mejor lo haga ver –muerdo mi labio, parecía que no importaba lo que sentía él al respecto ni le importaba mi sentir.

- Por Dios Hester Alice Valentine Grigoryev, ¿has visto la fecha de esta noticia? –gira su teléfono para mostrarme, había agrandado esa parte, siento mi cara roja de la vergüenza al ver que esa noticia es de mucho antes de casarnos–, ¿y no se te ocurrió preguntarle mujer? Estoy segura de que ese hombre no saldría con otra mujer, aunque fuese la mujer más hermosa de todo el mundo, si quisiera eso no se habría casado contigo, debes tenerte un poco más de fe –me abraza mientras comienzo a llorar, me sentía como una tonta ahora.

- Oh Lola, me siento tan estúpida, creí que tendría más sentido común –ella me abraza consolándome, mi teléfono suena y miro con sorpresa el número–. Hola Amelie, ¿todo bien? –era raro que la llamaran, solían mandarle mensajes diciéndole como estaba su abuela. Se gira a ver a Lola pálida–, entiendo, ahora voy, gracias –susurra antes de colgar.

- ¿Pasó algo con la abuela? –se acerca a su amiga, parecía que se caería en cualquier momento.

- Sí, se puso mal de repente, tengo que ir –se gira a tomar un suéter, sale seguida de su mejor amiga.

- ¿Pasa algo señora? –pregunta Sergei cuando la ve salir con premura.

- Dile a Yakov que vamos a salir, es una emergencia –dice mientras pasa de largo.

- El señor se lo llevó –eso la hace detenerse de golpe.

- Yo te llevó –le susurra suave su amiga, Hester asiente y salen, afuera estaba aparcado su Audi R8, suben y antes de que terminase de ponerse el cinturón, ella ya ha arrancado.

Veía por la ventana sin ver, rezaba poder llegar a tiempo, se maldecía por haber estado tanto tiempo metida en su habitación cuando pudo haberlo pasado con ella, si hubiese estado quizás, niega, no podía martirizarse con aquellos pensamientos.

En menos de quince minutos llegaron al hospital, Hester casi salió disparada del auto directo a la entrada, corrió a las escaleras y sin importarle nada más subió como alma que lleva el diablo hasta el piso tres, casi había llegado sin aliento al área de las enfermeras.

- Necesito informes de Rosemary Valentine –digo intentando regular mi respiración.

- Tuvo un infarto, están intentando reanimarla, pero... –niego, eso no podía estar pasando, su abuela no.

La enfermera no agregó nada más, debía esperar a su doctor, daba vueltas llorando y retorciéndose las manos.

- Familiares de la señora Valentine –eso la hizo saltar, camina hacia él casi al borde de la histeria.

- Soy yo, soy su nieta –lo miraba con desesperación.

- Su estado es muy crítico, necesita una operación urgente y no contamos con el especialista, traerlo sería costoso y –ella niega, de dónde demonios iba a sacar el dinero si no había comenzado a trabajar.

- Llame a quien tenga que llamar –la voz de Faddei la hace voltear con sorpresa–, el costo no es importante, traiga a ese especialista del modo que sea, pero debe salvarla, ¿estamos claros doctor? –su tono serio y esa frialdad habitual en él surtieron el efecto que deseaba, el pobre docto asintió caminando hacia la recepción.

- ¿Cómo supiste que estaba aquí? –lo miraba con sorpresa.

- Tu amiga me aviso –la abraza, esperaba algo de lucha por su parte, pero no fue así.

- Gracias, de verdad gracias –podía escuchar su llanto amortiguado por su pecho.

Lola sonrío, sin duda alguna ese hombre estaba loco de amor por su amiga, seguro traería al mismo Dios de poder, ahora traería a un especialista, podría decirse que era parecido.

En todo lo que duró ese proceso Faddei no se despego de Hester, tardaría unas tres horas en llegar, ella se había quedado junto a la cama de su amada abuela.

- Hest, me voy, cualquier cosa me marcas –abraza a su amiga, ella asiente agradecida.

- Gracias por avisarme –dice él sincero, Lola asiente sonriendo antes de salir–. Va a estar bien, dicen que es el mejor cardiólogo del país, debe ser cierto –ella asiente sin dejar de ver a su abuela.

- Ella estaba estable, muy bien antes de que mi padre hiciera todas esas idioteces –había comenzado a llorar de nuevo, Faddei la abrazaba suave, siempre había estado sola, su padre no la ayudaba con nada que tuviese que ver con su amada abuela.

- Ahora no estás sola Hest, me tienes a mí, ella saldrá de esta y tendrán muchos momentos por delante –ella asiente, estaba muy agradecida, incluso se sentía mal por como lo había ignorado, ¿lo odiaba? No, ¿se había sentido herida? Quizás, aunque había sido por tonta.

Esas tres horas se le hicieron eternas, en ese lapso Faddei le hablaba de cosas diferentes intentando distraerla, había sonreído mucho a pesar de no sentirse animada.

Una vez que estuvo todo listo se la llevaron para comenzar con la operación, según le dijeron harían una reparación de varias partes del corazón, eso hasta que tuvieran uno, como ahora estaba en estado crítico pasaba a ser prioridad en la lista de espera, no quería pensar que su marido había tenido algo que ver, pero esta vez no objetaría nada, no quería perderla.

Tras ocho largas horas, la operación terminó con éxito.

- Salió muy bien, estará en observación, pero seguro podrá irse a casa en una semana o dos, veremos cómo evoluciona –le sonríe, Hester sentía tanto alivio que comenzó a llorar.

- Gracias doctor –Faddei extiende su mano y se la estrecha mientras con la otra, la abraza. El doctor asiente antes de irse.

- Volver a casa, seguro ya no hay una casa a la que volver, y bueno, llevarla a la tuya –ella niega mientras suspira, quizás podría decirle a Lola que la reciba unos días en lo que consigue donde quedarse.

- No te preocupes por eso Hest, un paso a la vez –asiente, no podía evitarlo pero tenía razón, lo importante es que estaba bien y fuera de peligro.

Los días siguientes fueron buenos, su abuela despertó y salvo sentirse un poco adolorida, estaba mucho mejor.

- ¿Eres feliz querida? Creo que es algo apresurado tu matrimonio, pero si eres feliz y estás bien, me quedo tranquila –le susurra apretando su mano.

- Claro que sí abuela, es un gran hombre –era cierto, no tenía ninguna obligación hacia su abuela, pero había movido sus contactos para que estuviera bien, y eso hacia difícil sentir odio u otro sentimiento por él.

- Ya tengo todo listo –ambas mujeres se giran para verlo con sorpresa y confusión–. Le compré una pequeña casita cerca de la playa para que este relajada hasta que le consigan su nuevo corazón, tendrá una enfermera de planta y pasa que está cerca de la casa, la llevaría con nosotros, pero suele haber mucho ajetreo y usted, necesita calma –le sonríe, la verdad era que era demasiado peligroso, a pesar de la seguridad no podía contar con que no intentaran hacerle algo por ser parte de esa casa.

- No debiste molestarte hijo –la abuela niega.

- No es ninguna molestia, lo hago con gusto, así Hest no estará preocupada por usted cuando no pueda estar con usted –rodea la cintura de su esposa y le sonríe, ella parecía querer llorar, por instinto acaricia su mejilla con ternura.

- Gracias –dice bajo, sentía un nudo en la garganta.

- No es nada, de verdad –ella asiente y se gira a su abuela sonriendo, eso había querido siempre, una casa cerca de la playa, con un jardín grande y quizás un gato.

Una vez que le dieron el alta la llevaron a la nueva casa, era de una planta para que no tuviera que subir y bajar escaleras, era espaciosa y estaba bien decorada.

- Que hermoso jardín, lo cuidaré muy bien –la amable mujer había apretado el brazo de él mientras le sonreía.

- Lo es abuela –sonríe al ver cada detalle, se gira a verlo y le sonríe con gratitud antes de volver la vista hacia su abuela. Ahora su tiempo se dividía en estar con Faddei y su abuela, la enfermera era muy amable y la mantenía al tanto.

- Vaya, vaya, que animado estamos hoy –Mark sonríe ante la actitud tan relajada de su amigo.

- Hester me habla de nuevo y todo está tranquilo en la casa, eso es suficiente para estar de buenas –se encoge de hombros, Mark había ido a su casa para tratar algunas cosas de la mafia.

- El amor hace maravillas mi querido amigo –tras decir aquello, Faddei lo miro como si fuera la persona más desagradable del mundo.

- Claro que no, no volveré a enamorarme jamás –dice de manera tajante, lo único que traía eran problemas y dolor, él sólo había hecho lo que le correspondía como su esposo, era parte del trato.

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