Tras volver a casa ya entrada la noche, pregunto por ella, le pareció muy raro no verla en la cocina, y no es que sólo ahí pudiese estar, pero esperaba con ansias una de sus deliciosas cenas.
- Ella no ha salido en todo el día, Katerina le llevó la comida, pero apenas la tocó –Faddei lo mira desconcertado, ¿estaba enojado por lo de anoche? Creyó que tras hablar todo estaba bien, pero bueno, no sabía cómo funcionaba la cabeza de Hester. Suspira antes de camina hacia la habitación, llama a la puerta, pero no hay respuesta, quizás se durmió, piensa antes de volver a llamar, Katina sale con una bandeja casi completa.
- La señora no se siente bien, ha pedido que nadie la moleste –Faddei asiente tras suspirar, camina hacia su habitación cabizbajo, quizás podría enviarle un mensaje, no era lo que hubiese querido pero peor era no hacer nada, ¿no?
Con esa idea entra en su habitación, saca su móvil y comienza a redactar un mensaje de, ¿disculpa?, ¿preocupación? Suspira escribiendo y borrando varias veces el mensaje, a veces sentía que era muy tosco o hacía demasiadas preguntas, suspira y opta por decirle que se mejoré pronto y que esperaba verla por la mañana, así como las buenas noches. Si debía ser sincero, se sentía muy idiota por sentirse nervioso debido al comportamiento de Hester.
Hester mira su teléfono cuando suena, se tensa al ver el remitente, lo deja boca abajo y suspira, se sentía muy tonta pero no podía evitar sentirse así, como traicionada, lo que era ilógico porque lo de ellos no era más que un mero contrato que más temprano que tarde, terminaría.
Quizás el problema radicaba aquí, a apenas comenzaban a llevarse bien y creyó que todo era diferente, pero eso sin duda le hizo abrir los ojos de repente, su trato no había cambiado, sólo eran dos extraños que vivían en paz pero no había mayor relación que ese contrato. También sentía que se había fallado a sí misma, había actuado de manera impulsiva y estas eran las consecuencias. No quería verlo, oírlo ni tenerlo cerca porque se sentía inestable, no sabía cómo debía sentirse y mucho menos, como debía actuar.
Al día siguiente fue igual, Hester se rehusó a salir o ver a alguien en todo caso, y por alguien se refería a él.
- Hester, ¿podemos hablar? –pregunta tras llamar a la puerta, intenta abrir la manija pero esta no cede, debió imaginar que le pondría seguro. Volvió a llamar pero no hubo respuesta, así que se fue, quizás si lo intentaba más al rato podría funcionar, pero no, Hester parecía empeñada en quedarse encerrada ahí toda la vida.
Si debía ser sincero, esa situación comenzaba a rebasarlo, así que hizo lo único que creyó no hacer jamás: llamar a alguien para que lo ayudara.
- Aquí tiene señor –le dice Dimitri entregándole un trozo de papel, en el venía el número de Lola, la mejor amiga de su esposa, esperaba que esa visita la animara.
- Gracias –el hombre asiente antes de salir, Faddei marca el número sin perder el tiempo, se sentía nervioso y ansioso, ¿qué le diría? Quizás que habían peleado y ella no lo quería perdonar, quizás ella pudiera darle un consejo sobre cómo conseguir su perdón, sonríe de lado de manera burlona, jamás pensó estar en esta situación, pero Hester era diferente a otras mujeres con las que había estado, sabía que podía comprarlas con regalos caros, pero ella no era así.
- Bueno –la voz de una alegre mujer fue lo primero que lo recibió.
- Hola, soy Faddei Grigoryev –estaba derecho en su silla, sentía como si hubiese hecho algo de verdad muy malo y esperara una reprimenda, cosa irónica porque manejaba a una de las mafias más fuertes de Long Beach y sus alrededores.
- ¡Oh por Dios! –la escucha chillar, en automático aleja el móvil de su oído, era mejor en altavoz–, jamás pensé que un tipo como tú me hablaría, ¿pasa algo con Hest? –su tono había cambiado, suspira.
- Ella está bien, sólo que tuvimos una pequeña discusión que terminó en una pelea, bueno, no pelea pero ella no me habla –quería azotar la cabeza contra el escritorio, ¿por qué estaba tan nervioso? Parecía un idiota tratando de explicarse.
- Debió ser muy malo para que Hest este enojada contigo, ella tiene su carácter pero suele ser muy comprensiva, parte de su trabajo –esa seriedad lo ponía más ansioso que nada–, y, ¿en qué te puedo ayudar? Porque me imaginó que no esta llamada no es para saludar –mira el móvil sonriendo de lado, era extraño tener que pedir ayuda, pero no sabía que más hacer o decir para que Hester estuviera bien, o al menos volver a la rutina que tenían antes de esto.
- Sí, ¿podrías venir? Quizás no para hablar con ella de esto, podrías sólo animarla, ¿me ayudarías con eso? –el silencio en la línea lo preocupó, ¿había pedido algo imposible?
- Claro que sí, Dios, jamás pensé que iría a tu casa –lo que escuchaba era, ¿emoción? No puede evitar sonreír, esa chica era extraña–. Y claro que voy, sólo pásame tu dirección, estaría ahí en la tarde.
- Muy bien, saldré y no sé cuánto me tarde pero habrá personal esperándote –la escucho remover algunas cosas–, y gracias Dolores, de verdad –el ruido cesa.
- Lo que sea por Hest –susurra con cariño, asiento.
- Hasta luego –escucho su respuesta antes de colgar, por W******p le envió la dirección.
- Señor –dice nada más entrar al despacho–, está todo listo para que se vaya –Faddei asiente, era el momento.
- Vendrá una amiga de mi esposa, su nombre es Dolores, avisa al personal de entrada y en cuanto esté aquí, me notificas –el hombre asiente. Él toma su saco y sale del despacho, había estado trabajando, o al menos lo había intentado.
- Buen día señor –susurra Yakov, él solía estar a disposición de Hester, pero Gavrel estaba de descanso, así que Yakov lo sustituía.
- Buen día, ya sabes a dónde vamos –el hombre asiente mientras Faddei sube, le había enviado la dirección más temprano.
El lugar de encuentro era zona neutral, o al menos así solían decirle a esa pequeña cafetería con reservados, ahí lo esperaría ella, la mujer que más lo había hecho sufrir y que con el tiempo se dio cuenta que sólo era una interesada, había estado con muchas más del mismo calibre, pero al menos esas mujeres no tenían la intención de mantener aquello oculto.
Al llegar, un mesero lo lleva a uno de los reservados, le habían informado que ya lo esperaban.
- Faddy –hace una mueca ante el uso de ese apelativo, ¿cómo creyó que eso era tierno? Tomó aire e intento calmarse.
- Clarisse –le había costado un mundo decir su nombre sin asco, pero debía saber que deseaba.
- Nos pedí el desayuno –palmea el sitio a su lado–, me encargue de que preparen tu favorito, no lo he olvidado –le sonríe con ternura, muerde su mejilla interna y se sienta cerca, en ese momento sólo podía pensar en Hester cocinando para él, Clarisse jamás lo había hecho.
- Gracias –dice más a fuerzas que de ganas.
- ¿Recuerdas nuestras citas aquí? Era tan romántico –suspira con nostalgia–. Faddei, sé que estas molesto conmigo e incluso puede que me odies, pero jamás te olvide, te sigo amando tanto –se lleva las manos al rostro y comienza a llorar–, nunca quise dejarte, él me obligó, no tuve más remedio que acceder –Faddei suspira con fastidio, rueda los ojos con desagrado, como si fuese a creerle–. La prueba de que te amó es que lo maté para poderte dar el poder a ti, mi único amor –intenta sostener sus manos, Faddei las aleja, estaba harto de esa m****a falsa.
- Por favor Clarisse, no me tomes por estúpido –su tono ahora es frío–, ¿qué quieres? Y por favor se honesta, nada de estos dramas de amor y de hacerte la santa –escupe con asco.
- Bueno –seca las lágrimas y le mira con suficiencia–, quiero que me ayudes a obtener todo el control, como sabes, ese imbécil tenía socios y entre ellos está repartido el poder, lo quiero para mí sola, a cambio de eso, cuando tu matrimonio terminé, nos casaremos y uniremos ambas mafias creando la más fuerte e importante de todas, ¿qué te parece? –ella tenía la certeza que aceptaría, después de todo, esa ordinaria mujer no le servía más que para aparentar y obtener el poder de la mafia por completo, pero ella sabía del negocio. Tenerlo cerca hasta que eso pasara era primordial, ya vería si se quedaba con él o no.
Pensar en estar de nuevo con ella le daba asco, pero debía calmarse y pensar con la cabeza fría, si aceptaba ese estúpido plan podría hacerse de la mafia rival de a poco, la usaría como ella lo había hecho y como intentaba hacerlo ahora.
- Acepto –sonríe de manera encantadora, ella le devuelve la sonrisa con orgullo, ya vería lo que le esperaba.
Hester había pedido de manera explícita que no la molestaran, no tenía ganas de nada. - Señora –llama Katina, era de las pocas que entraban a su habitación–, sé que pidió que nadie la molestara, pero han venido a verla –dice alto, silencio es lo único. - Hester Valentine Grigoryev, abre ahora mismo –aquella voz la hizo saltar, se sienta y mira la puerta como si pudiera ver a través de ella, se apresura para abrir la puerta. - Lola –la abraza sonriendo, su amiga le devuelve el abrazo, se sentía tan feliz. - Qué es eso de qué no quieres salir de aquí, ¿eh? –la mira alzando una ceja, Hester la lleva dentro, hasta unos pequeños sillones individuales. - No me siento con ganas –dice bajo, muerde su labio, no podía decirle la verdad. - No sé qué te hizo ese hombre, pero me llamó pidiendo ayuda para que lo perdonaras, si fuera yo le habría hecho comprarme dos o tres tiendas, pero siendo tú, sé que un lo siento no es suficiente, cuéntame –Hester se sorprende al escuchar aquello, ¿él la h
Hester solía ir y venir a casa de su abuela, a veces la acompañaba Lola y otras ella sola, podía ver que estaba mejor y la enfermera era buena con ella, así que estaba tranquila. - ¿Listo Hest? –Lola le sonríe mientras termina de arreglarse, la aludida asiente y tras ponerse un suéter sale, hacía un poco de fresco y no quería enfermarse. - Me siento muy tranquila con lo de mi abuela, la siguiente semana le toca revisión, pero la veo mucho mejor –Lola asiente de acuerdo. - Hester, Dolores –la voz de Faddei las hace saltar–, buenos días. - Buenos días –le sonríe Lola, a su lado nota a un hombre bastante atractivo, le sonríe coqueta, .. sabía apreciar la belleza masculina–, buenos días caballero desconocido –dice tras terminar de bajar las escaleras. - Buenos días, Dolores, Hester –les sonríe a ambas, ambas eran hermosas, cada una a su manera, Hester era más una belleza clásica, mientras que Lola era exótica, sus rasgos eran por demás llamativos. - Aquí tenemos dos problemas, uno,
Escucharla hablar le estaba generando mucho estrés además de rabia, ella que sabía.- Además, debes saber que soy la única mujer a la que ha amado y que amara, tú sólo eres una mera herramienta, y es tan así que cuando ese falso matrimonio terminé, se divorciara de ti para casarse conmigo –dice con suficiencia y burla–, y por si tienes alguna duda –le ve sacar su móvil, claro que dudaba un poco, Faddei se había portado muy lindo con ella, además, esta mujer podría estar loca.Le entrega el móvil mientras se reproduce un vídeo, aquello la deja de piedra, y bueno, también había sentido que su corazón se rompía, podía ver como la abrazaba y le decía que en efecto, se casaría con ella cuando el contrato con Hester terminara, si aquella mujer dijo algo más no lo supo, fue como si su cuerpo entrara en automático, se sentía adormilada y todo el camino se mantuvo en un silencio sepulcral, su corazón dolía, quizás porque se había hecho la idea de que quizás todo entre ellos era diferente, porq
El rostro de Faddei cambio de la rabia a estar sombrío tras escuchar aquello, eso le hizo preguntarse varias cosas, por su cabeza pasó el hecho que sí o sí, ambas tuvieron que encontrarse, de qué modo sabría Hester sobre Clarisse, ¿quién había buscado a quién? Niega, eso no importaba ahora, debía centrarse en que sabía.- No sé porque tienes que meterla a ella en todo esto –sisea molesto, eso hace que Hester se ponga morada del coraje.- ¿Yo la estoy metiendo en todo esto? Por favor, no me hagas reír –niega mientras sonríe–, eres increíble Grigoryev, lo haces ver como si yo la hubiese buscado y dicho que esto era falso, ¿eso crees que hice, eh? –resopla molesta–, seguro yo fui a verme con ella a escondidas tuyo para decirle que me divorciaría y que podían casarse, y además le dije que te citará para hablar de eso y claro, que te deshicieras de mí para casarte con ella, claro, así de maquiavélica soy, brillante, claro que sí –resopla rodando los ojos.- Hester –susurra amenazante, apre
Nada más llegar bajó casi corriendo y gritando que necesitaba a un doctor, una enfermera se acercó junto a un camillero, con cuidado la acostaron.- ¿Qué le pasó? –pregunta un doctor comenzando a revisarla, checa el pulso y los reflejos pupilares, así como su respiración y corazón.- Se desmayó de la nada, noté que le dolía la cabeza porque se frotaba las sienes y cerraba con fuerza los ojos y se desplomó –el doctor asiente, no parecía tener alguna afección cardíaca o respiratoria.- ¿Sabe si tiene alguna enfermedad? –Faddei niega, la verdad es que no sabía mucho de ella, podría llamar a Dolores, pero eso lo expondría y eso era lo último que necesitaba en este momento–. ¿Probabilidad de embarazo? –lo mira atento.- No, imposible –niega confundido, debía calmarse, era una pregunta de rigor.- Le haremos varios estudios para determinar qué fue lo que pasó, por favor aguarde en la sala de espera y en cuanto tenga los resultados se lo haré saber –Faddei iba a replicar, pero se detuvo perm
Hester se sentía un poco cohibida con toda la atención, sabía porque había tantas sirvientas al pendiente de cada cosa que hacía, temía que fuese a hacer alguna locura, no iba a mentir y decir que se sentía convencida de tener a ese pequeño a pesar de que Faddei se había negado en rotundo a que lo abortara, se sentía confundida y harta de sobre pensar todo, de buscar todas las posibles respuestas a las acciones de él, sólo quería estar en paz. - Faddei –había entrado unas horas después de haber llegado, necesitaba hacerle ver lo que era mejor sin pelear y sin alterarse. - Sé lo que quieres decir y no, no quiero que te deshagas de mi hijo –susurra suave tomando sus manos con delicadeza–, sé que todo esto es jodido, pero no saques conclusiones apresuradas, sé que no tengo derecho a decirte esto pero necesito que confíes en mí, sólo por esta vez, ¿puedes? –por primera vez Hester vio algo en los ojos de Faddei que no eran frialdad, indiferencia u odio, había algo cálido que, pese a lo q
El tiempo pasaba lento, o al menos así le parecía a Hester, no sabía cómo sentirse e incluso ir con su abuela no la hacía sentir mejor, sí, se distraía un rato, pero en cuanto se alejaba de ahí, todo parecía volverse gris, todo era igual. Cuando estaba en la mansión prefería mantenerse en su habitación, se lamentaba todo el tiempo y rara vez probaba bocado, sentía que todo le sabía a cartón, además sentía el estómago demasiado apretado para siquiera retener algo. - Señora, debe comer un poco –le susurra Katina acercándole un plato con fruta, no le había agregado nada más por temor a que le cayera mal, como la otra vez. - No quiero –se gira y se hace un ovillo, se abriga y mete las manos en medio de sus rodillas, cierra los ojos y se queda quieta, como si durmiera, la verdad es que ni siquiera lloraba ya, sólo se quedaba quieta, cual estatua. - Se lo dejaré aquí por si quiere comer –la mira con tristeza antes de salir, le preocupaba que casi no quisiera comer, estaba triste y por m
El tiempo transcurría normal, o al menos así lo sentía Hester, él era tan amable y considerado con ella, solía acompañarla a todas partes, incluso le había cuestionado sobre el trabajo, él le había informado que había adelantado cuanto había podido para poder estar con ella más tiempo, y lo que saliera, se encargaría Mark. Sabía por Lola que la estaba pretendiendo, su amiga no quería salir con él porque tenía fama de mujeriego, pero igual se mensajeaban de vez en cuando, aunque estaba segura de que Lola no tardaría en caer. - Aquí tienes –dice un muy feliz Faddei extendiéndole un plato con frutos rojos, a Hester se le habían antojado y él había corrido a buscarlos. - Gracias –le sonríe antes de comenzar a comer, la abuela veía todo complacida, si llegaba a fallecer, le alegraba que su amada nieta no se quedase sola. Hester no podía evitar sentirse feliz con cada detalle que él tenía hacía con ella, más pronto que tarde se dio cuenta que estaba enamorada de él, y también descubrió qu