No sabía en que punto se habían quedado dormidos, lo único que supo Hester al despertar es que él ya no estaba, y era mejor, le daba tiempo a pensar y reflexionar, claro que había actuado por impulso, si algo tenía era su terquedad.
Se pone de pie y muerde su labio, sentía extraño en medio de sus piernas, suponía que era normal. Camina lento hasta el baño, abre las llaves de la tina y una vez lista, entra, nada más hacerlo siente como sus músculos se relajan, cierra los ojos intentando no pensar, pero era inevitable recordar sus besos o sus caricias, jamás pensó que todo resultaría así.
Debía analizar todo, si bien se arrepentía de haber actuado por la rabia, no así de haber compartido la cama con él.
Estas últimas semanas se habían llevado bien, se habían contado algunas cosas e incluso creyó que podrían considerarse amigos, pero la realidad era otra, cada que ocurría algo él tenía la bendita costumbre de culparla, algo que la molestaba mucho, ¿tan difícil era confiar en su palabra?, ¿debería decirle aquello? Suspira, ahora no sabía si quería verlo, no porque lo odiará o algo por el estilo, más bien porque no sabía como actuar, ¿normal?, ¿evasiva?, ¿cómo si nada hubiese pasado? Se frota el rostro desesperada, ¿cómo hacían las personas para tener sexo casual?
Se baña cuando comienza a sentir el agua enfriarse, sale envuelta en la toalla, casi chilla del susto cuando lo ve parado en medio del cuarto, eso sí, le daba la espalda.
- Lamento interrumpir, no sabía si querías verme –susurra dándole la espalda, Hester sentía el corazón cerca de la garganta–, te traje el desayuno, no es tan bueno como los que preparas tú pero creo que al menos es comible, ¿no tiene buena pinta? –estaba nervioso, m*****a sea, ¿cómo es qué ella podía hacerlo sentir de tantas maneras distintas?
- Gracias –no puede evitar reír, había estado tan nerviosa de verlo que esto la había tranquilizado–. En realidad no quería verte, pero no es porque este enojada o algo por el estilo, así que tranquilo –le aclara tras verlo tensarse, lo ve relajarse–, estoy en toalla, así que puedes girarte, si quieres –aquello salió sin más, quiso darse un golpe en la frente, pero se mantuvo firme.
- Siento que debí decir algo anoche, pero no supe muy bien qué –menciona sin girarse.
- Somos dos, aunque hay algo que quiero decirte, dame cinco minutos –se apresura para sacar ropa, se viste con rapidez y se sienta en el sillón–. Listo, ven –palmea el lugar a su lado, ve a Faddei moverse dubitativo, pero al final se sienta a su lado.
- Te escucho –Hester no puede evitar sonreír, parecía un niño a punto de ser regañado.
- No sé fingir, eso debe quedarte muy claro, contigo cerca es fácil porque reaccionó a lo que haces, pero lejos creo que lo hago fatal, quizás esa chica, Claire; pudo descubrir algo y se lo dijo a otra persona y bueno, esas cosas se riegan como la pólvora, lamento que eso te traiga problemas, de verdad que sí –jugaba con sus manos–, ahora, debes entender que no me gusta que duden de mí, he cumplido hasta ahora todo lo que me has pedido, dime algo –alza la vista para verlo directo a los ojos–, ¿qué ganaría con mentir? Mi abuela dice que las mentiras tienen patas cortas, mentir sería tonto, a final de cuentas las consecuencias serían para mí, ¿crees que me gusta que me estes gritando? Claro que no, entonces te enojas, me enojó, me retas y te retó y es un ciclo sin fin, sé que tienes mucha responsabilidad, no sé de organizaciones ni nada por el estilo pero supongo que no es fácil, así que entiendo que quieras cuidar y controlar todo en esta casa, pero no a mí, te lo dije hace tiempo, soy un ser humano, estaremos juntos en esto al menos otros 10 meses, no nos queda de otra más que confiar uno en el otro, ¿estás de acuerdo? –mordía su labio con nerviosismo, eso había distraído a Faddei, recordaba lo bien que se sentían, lo cálidos que eran y lo rojos que quedaban.
- Lo lamento –dice bajo, Hester por poco no le había oído–, estoy tan acostumbrado a que me traicionen que me cuesta confiar, en Mark no confíe hasta pasados tres años –y ahora era su mejor amigo y mano derecha–, pero supongo que tienes razón –suspira, tenía que admitir que su carácter no era lo mejor–, intentaré confiar más en ti, sólo debes tenerme paciencia, ¿te parece? –ella asiente sonriendo.
- Hecho –extiende su mano, él la estrecha y sonríe, la ve ponerse de pie y tomar la bandeja con el desayuno que constaba con dos panes tostados cubiertos de chocolate, fruta y jugo–. Se ve muy bueno –se sienta a su lado, le da una de las tostadas–, hagamos las paces con comida, estoy mejor después de comer –choca su hombro de manera juguetona, él ríe y ella no puede evitar sonreír, era bastante más atractivo cuando sonreía.
Habían comido aquello en silencio, no uno incómodo, más bien tranquilo. Después de eso habían bajado y gracias al cielo, ella había hecho un verdadero desayuno.
- Espero venir a comer, te aviso –dice mientras recoge algunos papeles, había una junta con algunos líderes y eso solía extenderse más de lo que le gustaría–, si sales lleva a los guardaespaldas, cualquier cosa me avisas –Hester nunca lo había visto así, parecía que no daba una con las cosas que necesitaba–, listo –sin ser consciente se acerca a Hester, la besa de manera casta a modo de despedida, cuando se da cuenta no puede evitar sentirse avergonzado, carraspea y sale sin más.
Hester no había podido ocultar su sorpresa, pero también una pequeña sonrisa así como el rubor en su mejilla, había decidido dar una vuelta por los jardines, quizás más tarde iría con su abuela, la extrañaba tanto, era la única madre que había conocido.
El sonido de su móvil la hizo saltar, se regañó de manera mental y abrió la notificación, era un sitio de chismes, solía verlo con Lola, lo que vio la dejó helada, era Faddei con alguna modelo entrando a un edificio, ni siquiera leyó más allá del encabezado, justo ahora se sentía estúpida por sentirse así tras acordar que confiarían el uno en el otro, pero verlo le había provocado, ¿celos? No, no y no, ella no debía sentirse atraída por él de ninguna manera, debía hacer de tripas corazón, enamorarse de él no le traería nada salvo un corazón roto.
Con un poco de pesar volvió a su habitación y se encerró, no quería pensar en nada.
Tras volver a casa ya entrada la noche, pregunto por ella, le pareció muy raro no verla en la cocina, y no es que sólo ahí pudiese estar, pero esperaba con ansias una de sus deliciosas cenas.- Ella no ha salido en todo el día, Katerina le llevó la comida, pero apenas la tocó –Faddei lo mira desconcertado, ¿estaba enojado por lo de anoche? Creyó que tras hablar todo estaba bien, pero bueno, no sabía cómo funcionaba la cabeza de Hester. Suspira antes de camina hacia la habitación, llama a la puerta, pero no hay respuesta, quizás se durmió, piensa antes de volver a llamar, Katina sale con una bandeja casi completa.- La señora no se siente bien, ha pedido que nadie la moleste –Faddei asiente tras suspirar, camina hacia su habitación cabizbajo, quizás podría enviarle un mensaje, no era lo que hubiese querido pero peor era no hacer nada, ¿no?Con esa idea entra en su habitación, saca su móvil y comienza a redactar un mensaje de, ¿disculpa?, ¿preocupación? Suspira escribiendo y borrando va
Hester había pedido de manera explícita que no la molestaran, no tenía ganas de nada. - Señora –llama Katina, era de las pocas que entraban a su habitación–, sé que pidió que nadie la molestara, pero han venido a verla –dice alto, silencio es lo único. - Hester Valentine Grigoryev, abre ahora mismo –aquella voz la hizo saltar, se sienta y mira la puerta como si pudiera ver a través de ella, se apresura para abrir la puerta. - Lola –la abraza sonriendo, su amiga le devuelve el abrazo, se sentía tan feliz. - Qué es eso de qué no quieres salir de aquí, ¿eh? –la mira alzando una ceja, Hester la lleva dentro, hasta unos pequeños sillones individuales. - No me siento con ganas –dice bajo, muerde su labio, no podía decirle la verdad. - No sé qué te hizo ese hombre, pero me llamó pidiendo ayuda para que lo perdonaras, si fuera yo le habría hecho comprarme dos o tres tiendas, pero siendo tú, sé que un lo siento no es suficiente, cuéntame –Hester se sorprende al escuchar aquello, ¿él la h
Hester solía ir y venir a casa de su abuela, a veces la acompañaba Lola y otras ella sola, podía ver que estaba mejor y la enfermera era buena con ella, así que estaba tranquila. - ¿Listo Hest? –Lola le sonríe mientras termina de arreglarse, la aludida asiente y tras ponerse un suéter sale, hacía un poco de fresco y no quería enfermarse. - Me siento muy tranquila con lo de mi abuela, la siguiente semana le toca revisión, pero la veo mucho mejor –Lola asiente de acuerdo. - Hester, Dolores –la voz de Faddei las hace saltar–, buenos días. - Buenos días –le sonríe Lola, a su lado nota a un hombre bastante atractivo, le sonríe coqueta, .. sabía apreciar la belleza masculina–, buenos días caballero desconocido –dice tras terminar de bajar las escaleras. - Buenos días, Dolores, Hester –les sonríe a ambas, ambas eran hermosas, cada una a su manera, Hester era más una belleza clásica, mientras que Lola era exótica, sus rasgos eran por demás llamativos. - Aquí tenemos dos problemas, uno,
Escucharla hablar le estaba generando mucho estrés además de rabia, ella que sabía.- Además, debes saber que soy la única mujer a la que ha amado y que amara, tú sólo eres una mera herramienta, y es tan así que cuando ese falso matrimonio terminé, se divorciara de ti para casarse conmigo –dice con suficiencia y burla–, y por si tienes alguna duda –le ve sacar su móvil, claro que dudaba un poco, Faddei se había portado muy lindo con ella, además, esta mujer podría estar loca.Le entrega el móvil mientras se reproduce un vídeo, aquello la deja de piedra, y bueno, también había sentido que su corazón se rompía, podía ver como la abrazaba y le decía que en efecto, se casaría con ella cuando el contrato con Hester terminara, si aquella mujer dijo algo más no lo supo, fue como si su cuerpo entrara en automático, se sentía adormilada y todo el camino se mantuvo en un silencio sepulcral, su corazón dolía, quizás porque se había hecho la idea de que quizás todo entre ellos era diferente, porq
El rostro de Faddei cambio de la rabia a estar sombrío tras escuchar aquello, eso le hizo preguntarse varias cosas, por su cabeza pasó el hecho que sí o sí, ambas tuvieron que encontrarse, de qué modo sabría Hester sobre Clarisse, ¿quién había buscado a quién? Niega, eso no importaba ahora, debía centrarse en que sabía.- No sé porque tienes que meterla a ella en todo esto –sisea molesto, eso hace que Hester se ponga morada del coraje.- ¿Yo la estoy metiendo en todo esto? Por favor, no me hagas reír –niega mientras sonríe–, eres increíble Grigoryev, lo haces ver como si yo la hubiese buscado y dicho que esto era falso, ¿eso crees que hice, eh? –resopla molesta–, seguro yo fui a verme con ella a escondidas tuyo para decirle que me divorciaría y que podían casarse, y además le dije que te citará para hablar de eso y claro, que te deshicieras de mí para casarte con ella, claro, así de maquiavélica soy, brillante, claro que sí –resopla rodando los ojos.- Hester –susurra amenazante, apre
Nada más llegar bajó casi corriendo y gritando que necesitaba a un doctor, una enfermera se acercó junto a un camillero, con cuidado la acostaron.- ¿Qué le pasó? –pregunta un doctor comenzando a revisarla, checa el pulso y los reflejos pupilares, así como su respiración y corazón.- Se desmayó de la nada, noté que le dolía la cabeza porque se frotaba las sienes y cerraba con fuerza los ojos y se desplomó –el doctor asiente, no parecía tener alguna afección cardíaca o respiratoria.- ¿Sabe si tiene alguna enfermedad? –Faddei niega, la verdad es que no sabía mucho de ella, podría llamar a Dolores, pero eso lo expondría y eso era lo último que necesitaba en este momento–. ¿Probabilidad de embarazo? –lo mira atento.- No, imposible –niega confundido, debía calmarse, era una pregunta de rigor.- Le haremos varios estudios para determinar qué fue lo que pasó, por favor aguarde en la sala de espera y en cuanto tenga los resultados se lo haré saber –Faddei iba a replicar, pero se detuvo perm
Hester se sentía un poco cohibida con toda la atención, sabía porque había tantas sirvientas al pendiente de cada cosa que hacía, temía que fuese a hacer alguna locura, no iba a mentir y decir que se sentía convencida de tener a ese pequeño a pesar de que Faddei se había negado en rotundo a que lo abortara, se sentía confundida y harta de sobre pensar todo, de buscar todas las posibles respuestas a las acciones de él, sólo quería estar en paz. - Faddei –había entrado unas horas después de haber llegado, necesitaba hacerle ver lo que era mejor sin pelear y sin alterarse. - Sé lo que quieres decir y no, no quiero que te deshagas de mi hijo –susurra suave tomando sus manos con delicadeza–, sé que todo esto es jodido, pero no saques conclusiones apresuradas, sé que no tengo derecho a decirte esto pero necesito que confíes en mí, sólo por esta vez, ¿puedes? –por primera vez Hester vio algo en los ojos de Faddei que no eran frialdad, indiferencia u odio, había algo cálido que, pese a lo q
El tiempo pasaba lento, o al menos así le parecía a Hester, no sabía cómo sentirse e incluso ir con su abuela no la hacía sentir mejor, sí, se distraía un rato, pero en cuanto se alejaba de ahí, todo parecía volverse gris, todo era igual. Cuando estaba en la mansión prefería mantenerse en su habitación, se lamentaba todo el tiempo y rara vez probaba bocado, sentía que todo le sabía a cartón, además sentía el estómago demasiado apretado para siquiera retener algo. - Señora, debe comer un poco –le susurra Katina acercándole un plato con fruta, no le había agregado nada más por temor a que le cayera mal, como la otra vez. - No quiero –se gira y se hace un ovillo, se abriga y mete las manos en medio de sus rodillas, cierra los ojos y se queda quieta, como si durmiera, la verdad es que ni siquiera lloraba ya, sólo se quedaba quieta, cual estatua. - Se lo dejaré aquí por si quiere comer –la mira con tristeza antes de salir, le preocupaba que casi no quisiera comer, estaba triste y por m