— Yo…— susurro llegando a la prueba de embarazo que muestra el signo más en ella. — Kim, dime de una vez antes que me dé un ataque. — Es positivo… yo… estoy embarazada. — susurro y casi de inmediato, siento como me toman de la mano y me atraen hacia un torso duro. Su mirada molesta había impedido que celebrará el embarazo y de inmediato bajo el teléfono donde Lu, mi mejor amiga, celebraba la buena noticia. — Entonces es cierto… — Señor Delacroix, yo puedo explicarle porque no estaba en mi lugar de trabajo — murmuro asustada. — Entonces eres tú quien va a darme un hijo. — susurra mostrándome más sorpresa que enojo en sus ojos. El asombro me invade y siento yo un fuerte golpe que me desubica ante sus palabras. — ¿Qué yo le voy a dar qué? — Tú tomaste mi reserva de esperma. Tú… eres la madre de mi primer hijo. Vas a ser la madre de mi hijo, señorita Morgan. Oh, rayos. ¿La reserva era de mi jefe? ¿Realmente voy a tener al hijo del CEO? No, esto debe ser una broma. Yo… no puedo estar embarazada de mi jefe mujeriego. Eso, no puede ser posible, ¿o sí?
Leer másSonriente, observó como Alessandro decora él mismo la habitación de las bebés. Algo que me emociona ver y más, cuando no usa camisa para hacerlo. Su cuerpo y como observa atentamente cada cosa para buscarle el lugar perfecto me da una vista increíble y también, me conmueve bastante.— Me encanta que me veas así, cariño mío — murmura Alessandro sin dejar de buscarle un lugar a tanta ropa en el armario de las niñas.— Bueno, hay muchas cosas buenas que ver en usted, señor mío.— En ti también, amor. — dice Alessandro colocando sus manos en mi gran vientre.— Te amo, mi amor. Pero, eres un mal mentiroso. Parezco un pingüino e incluso, camino como un pingüino. — Un pingüino hermoso. Tanto que no puedo dejar de mirarte— susurra Alessandro para después darme un beso.
Tres horas despuésLa emoción nos invade y a antes de siquiera notarlo, tres autos ya han llevado ropa de las bebés, coches de paseo que se pegan lado a lado o de frente, caminadores y muchas cosas más que aunque aún no nacen, ya hemos comprado e incluso, hablamos en una tienda para escoger las cunas y los cambiadores.También, compramos los portabebés que sirven como silla para tenerlos en el auto y varias cosas más que sin duda, no sabía que necesitaría. Pero, Gabriela insistía que si debíamos comprarlo.— Jamás creí sentir tanta emoción al momento de comprar algo. — dice Gabriela feliz.— Creo que más emocionadas están las trabajadoras de las tiendas. Sin duda, hoy tuvieron su mejor venta.— Bueno, había muchas cosas hermosas así que…— ¡Kim! &iexc
Meses despuésAunque creí que sería relajante, trabajar en casa, no fue así. Estudiar para ser una abogada internacional, trabajar en los negocios familiares, pasar tiempo con Asher y el resto de la familia, y tener en mi interior dos bebés, no es algo increíble.— Señora Delacroix, sería bueno que se tomara un descanso, sus hombros están tensos y sus piernas están cargadas.— Bueno, tener ocho meses de embarazo de gemelos, no es algo fácil. Pero, no te preocupes, estaré con las piernas elevadas, para que no se carguen tanto.— Sería mejor si descansa.— Y eso es lo que vas a hacer. — dice Alessandro intentando quitarme el computador.— No, por favor. Estoy terminando de realizar mi examen para ser una abogada internacional y no puedo detenerme ahora.— Kim…— Te prometo que d
Dos meses despuésLa emoción me invade, mientras yo imploro que mi vientre no se vea con la toga de graduación. Porque sí, mis tres meses de embarazo de gemelos, se muestran un poco. Tanto que se nota que estoy embarazada. — Estas hermosa. — dice Alessandro y yo niego.— Se me ve el vientre muy abultado. Estaré recibiendo el diploma como abogada por el que tanto luche, embarazada. La única mujer embarazada que se gradúa bastante atrasada de su promoción.— Bueno, también eres la única reina que recibirá su diploma y no te veo alardeando de eso. — dice Alessandro restándole importancia a lo que yo le digo y por ello, le lanzó un rímel.— Te odio.— Me amas. Pero, finjamos que, si me odias y más cuando estoy acostando en la cama, dispuesto a desvestirme, si mi esposa lo pide.— Calla, Delacroi
De regreso a casa y con mucho cuidados incluso de Asher, quien me presta su oso favorito para ayudarme a estar cómoda en la sala mientras veo televisión, observó como Gabriela da la nueva noticia a las amigas que no son amigas, pero por esta noticia, lo son solo para alardear de la no infertilidad de su hijo.Con solo media hora en el país, mi teléfono no deja de sonar por las notificaciones de mi embarazo, que llegan sin parar por ser esto, una noticia internacional que se esparció como polvo. Cuando se hicieron las nueve de la noche, Gabriela seguía hablando por teléfono, mientras Asher estaba profundamente dormido a mi lado.— Lo llevare a la cama. Ya regreso. — dice Alessandro, llevándolo a su cama.Sonriente y abrigada, caminó hacia el balcón de la casa, para observar la majestuosa ciudad que brilla bajo de nosotros. De un momento a otro, unos brazos, me rodean y por el
La sorpresa y las lágrimas, poco a poco cesan, mientras Asher da saltos en la cama sin saber realmente a lo que nos referimos. Cuando las lágrimas de felicidad desaparecen, Alessandro me abraza emocionado, para después, darme besos por todo el rostro mientras me agradece.— No lo hice sola. No necesitas ser tan agradecido, cuando tú también hiciste tu parte — murmuro sonriente y cuando estamos por besarnos, mientras nos decimos cuanto nos amamos con la mirada, Gabriela aparta a su hijo con brusquedad.— Debemos ir ya mismo al ginecólogo. Es importante saber que todo está bien. — dice Gabriela y de inmediato, la molestia de Alessandro por ser alejado de mí, desparece por sorpresa.— Es verdad, debemos ir ya mismo al ginecólogo. Necesitamos saber que todo está bien.— Es muy pronto.— Es mejor pronto que tarde. Vamos, el auto está listo y nos
Intento dormir un poco más, pero, alguien me mueve insistiendo que me despierte de un magnífico sueño donde soy un ave que vuela y tiene mucha energía, una que no siento en lo absoluto y lo peor es que no puedo dormir para tenerla, porque alguien quiere que despierte— Cariño, por favor, despierta. Ya llegó el médico.— Cinco minutos más, por favor — pido y es allí cuando siento una nalgada que me hace abrir los ojos.La sonrisa victoriosa de Alessandro, me hace desear golpearlo y es cuando estoy por hablar que alguien aclara la garganta.— Señora, he venido a revisar como esta.— ¿No podía hacerlo mientras duermo? — digo en un quejido.— Ya le tomé la presión y se encuentra bien. También, revise sus signos y como late su corazón, aunque está un poco acelerado, está dentro de lo nor
Narra KimRealmente creí que lo de la coronación, era algo simbólico. Pero, cuando nos entregan la corona y nos presentan como maestros de la familia, todos hacen una reverencia, incluyendo Gabriela. Algo que jamás creí ver en mi vida. Después de todo, una huérfana no podía aspirar a mucho, pero, ahora, lo tengo todo.Con el gran vestido y la corona sobre mi cabeza, podría decir que parezco de la realeza. Aunque, eso queda en el olvido, cuando como de costumbre, recibo el amor de mi familia y las felicitaciones de representantes de cada país.Cuando salimos de la iglesia, ya todos se encuentran con las linternas con flores moradas y unas alianzas. Sonriente, Asher, Alessandro y yo, tomamos una linterna y cerrando los ojos, pedimos nuestros deseos para después, dejarla elevarse en el aire.Los invitados, hacen lo mismo y en una mágica noche de enero, el cielo se ilumina con algo m&
Narrador OmnipresenteHoras despuésLos invitados, se sentaban en los asientos asignados dentro de la iglesia, mientras los novios, se observaban al espejo sonrientes. Lucían perfectos, como en un cuento de hadas. Su cuento de hadas, donde los monstruos, brujas y todo obstáculo, los había unido más.— Te ves hermosa — murmura Gabriela — Pero brillas demasiado al punto que me das jaqueca.— ¿Aún sigues ebria?— No, pero, el medicamento no ha ayudado a disminuir la resaca. Si hubiese sabido que esto iba a pasar. No hubiese tomado tanto. — se queja Gabriela.— No hables mucho, yo no estoy muy bien, no paro de vomitar.— Eso te pasa por estar revolviendo tragos. Por eso, es que estás peor. — le regaña Lucía.— No lo volveré a hacer.— Vamos, ya es hora y tenemos que marcharnos. Quizá