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Embarazada del CEO
Embarazada del CEO
Por: Lala-Sula
Capítulo 1: Una traición, un nuevo plan

El cansancio me mantiene caminando como zombi, hoy, pude salir temprano del trabajo porque mi querido jefe, el señor Delacroix, iba a tener una cita con una proveedora que solo le provee sexo casual. Cosa que pasa muy a menudo y con varias “proveedoras”, lo que realmente sorprende es que me hayan cancelado la clase a las siete de la tarde, la cual era un parcial de derecho administrativo.

Una de las clases más agotadoras que como futura abogada, tengo. Agotada por tener clases antes y después del trabajo, agradezco a dios por dormir tres horas más de las cuatro que diariamente puedo dormir y entrando al apartamento que comparto con mi prometido Dante, suspiro aliviada.

Caminando con pocas ganas, me dirijo a nuestra habitación (la única de nuestro pequeño apartamento) y abro la puerta dispuesta a tirarme a la cama y dormir. Sin embargo, la escena que ven mis ojos, me quita todo sueño y agotamiento que pueda tener.

— Kim… yo… puedo explicarte. — dice completamente desnudo mientras intenta ayudar a escapar a su amante.

Molesta, herida y con el instinto asesino encendido, suspiro profundo para mantener la decencia y me siento en la silla donde tiro a un lado el sostén de la mujer.

— Adelante, explícamelo —ordenó cerrando la puerta de la habitación donde básicamente hago guardia para que la chica no se marche.

El olor a sexo se encierra en la habitación recordando la traición de mi prometido, pero reuní la fuerza interna que he acumulado en todos estos años y me mantengo firme. Cosa que sorprende a la basura frente a mí que sin duda, no espero que le dejara explicar.

— Yo…— susurra y la chica lo golpea ligeramente mientras se cubre con las sábanas que compre de mi dinero.

Malditos ambos.

— Primero deja ir a Lucía, después, podremos…

El asco me invade al saber que tiene el mismo nombre de mi mejor amiga y solo imaginarla maldiciendo y asegurando que se cambiará el nombre, me hace sonreír. Sin embargo, mi sonrisa no es dulce, lo sé por cómo ambos retroceden.

— Kim, ¿qué piensas hacer con eso? — pregunta asustado y es cuando noto que mientras divagaba, había sacado de entre mis pechos, la navaja Suiza que siempre cargo por sí alguien intenta abusar de mí en las noches solitarias que caminó regreso a casa.

— Oh, ¿esto? — pregunto curiosa — depende de ustedes.

— Kim… estas estudiando para ser abogada, cometer un asesinato seria…

— ¿De verdad crees que los mataría? — pregunto en tono burlón — Jamás me ensuciaría a ese nivel mis manos. — digo y ambos suspiran aliviados — como mucho, lo que podría hacer sería apuñalarte un testículo o lacerar tu miembro. No morirías, pero sería una increíble herida que te haría recordarme. — murmuro y él traga duro.

— Kim, no juegues con eso.

— Tú jugaste conmigo, ahora, creo que es mi momento de jugar con ambos, ¿no es así, Lucía?

— Yo… pido disculpas. Pero por favor, déjeme ir. Le juro que no lo volveré a ver — dice desesperada.

— Puedes seguir viéndolo. Pero no aquí. Vete, tú no me traicionaste, sino él — murmuro y la chica toma toda su ropa dispuesta a irse, pero yo no permito que siquiera toque la puerta.

— Dijiste que me podía ir.

— Claro que sí, pero jamás dije que fuera por la puerta. Todo aquí lo he pagado yo. Desde la sabana con la que estás envuelta, hasta la puerta por la que piensas salir. Así que, no quiero que sigas ensuciando lo que pago. Si te vas, hazlo por la ventana y sin usar mis sábanas.

— Pero… es muy alto.

— Si tuviste la osadía de meterte con un hombre comprometido, debes tener la valentía de saltar de un décimo piso, ¿no crees?

— Kim, no seas irracional. — pide Dante y yo deseo realmente tener el valor de gritarle algo más que un testículo.

El dolor de cabeza se concentra y maldigo conocer tanto de leyes y saber que por muy qué lo merezca, no debo dañarlo o arruinaría mi vida.

Que desgracia que asesinar teniendo motivos, amerite ir a prisión. — me quejo mentalmente.

— Váyanse y háganlo antes que llegue a tres, o no me importará acabar con sus vidas — digo levantándome de la silla para que salgan

La primera que lo hace es la tal Lucía, pero Dante no se va. El miedo que me tuvo cuando mencioné como lo iba a herir, desaparece.

— Esta también es mi casa. — asegura y yo camino hacia la mesa ratón donde saco un arma y le apunto quitando el seguro de la misma.

— Uno y tr..— digo ignorando su queja, pero el segundo número no es terminado cuando desaparece de mi vista

Disparo el arma saliendo de esta burbujas que explotan desapareciendo de mi vista, como toda esperanza que pude tener con Dante, el matrimonio que sería en dos meses y la cita en el hospital de fertilidad para mañana, quedan en el olvido ante nuestra eminente separación. Ahora estaría sola y así, todos mis sueños se irían al piso.

(…)

— M*****a sea ese bastardo — grita Lu, mi mejor amiga mientras camina de un lado al otro.

Sin saber, salí del apartamento que me asfixiaba y cuando quise notar hacía donde me dirigía, estaba en el apartamento de Lu, quien queda tres pisos bajo el mío. Ya le había contado todo y aunque no estaba llorando, se mostraba mi sufrimiento, uno que le había hervir de ira.

— Hasta aquí han llegado mis dos sueños, casarme y tener un hijo. — murmuro decepcionada.

— Maldito bastardo. Debiste llamarme, yo le hubiese dado unas cuantas bofetadas y posiblemente, le habría cortado su polla, para que no tenga como ser infiel — asegura Lu.

— Deja eso así. Dañarlo solo nos traerá problemas y no ayudará en nada

— Pero lo que más rabia me da es que la m*****a se llamara como yo. Que asco. Definitivamente, mañana iremos a cambiar mi nombre. No puedo llamarme como la golfa con la que se acostaba el prometido de mi mejor amiga. — se queja y yo sonrió negando ante su comentario.

— Dejemos ir esto. Lo bueno fue que no tuve a mi lado a un mal hombre ni le di a mi hijo un mal padre. — murmuro — Lo único es que sin él a mi lado, no me darán la muestra de esperma y yo… no seré madre nunca. — murmuro con dolor y Lu me abraza.

Lucía, es una ginecóloga recién graduada que está trabajando en el hospital donde ella me ayudó a agilizar el proceso de inseminación. Dante, tiene un problema con su esperma y no es posible tener hijos. Por lo que, íbamos a casarnos para poder cumplir con los requisitos para que nos den un esperma congelado. Pero ahora… siendo soltera y sin posibilidad de casarme, no me podrán dar el esperma y mi deseo de ser madre, quedaría en el olvido.

— Aun no es el final. Yo puedo ayudarte en eso. Solo debo robar unas muestras y ya. — dice Lu intentando levantar mi ánimo.

— No digas locuras, eso no es legal y si de enteran, podrías perder la posibilidad de ejercer tu carrera. Una que recién empiezas.

— No te preocupes, nadie lo sabrá. Podemos ir mañana a las cinco de la mañana, a esa hora desechan los espermas que ya no cumplen con su función y como soy nueva, casi siempre me toca hacer cosas insignificantes como esta.

>> Podemos tomar una muestra que relativamente sirva y yo podría inseminarte. Nadie lo sabrá y si alguien te ve allá, dirás que quieres saber cuándo podrían darte la muestra. Así, podremos fingir que fuiste por información y no, para ser inseminada ilegalmente.

Dudo ante su plan loco, pero analizando mis posibilidades, no tengo muchas. Ya tengo treinta años y sigo sin conseguir un bien hombre. Dante, es la quinta pareja que me es infiel y la verdad, no quiero una sexta. Así que, lo mejor es que acepte la inseminación. Después de todo, ¿qué puede salir mal?

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