Ylva, aun en estado de shock, negó con la cabeza.—Eso no es posible. Yo vivo en Vermont. Entré al bosque que está detrás de mi casa y solo me perdí en el camino. ¿Cómo carajos me puede decir que estamos en Maine? —dijo, su voz reflejando la incredulidad y confusión que sentía.Ethan la miró con comprensión, sabiendo que debía manejar la situación con delicadeza.—Sé que es difícil de creer, pero estamos en Maine. No sé cómo llegaste hasta aquí, pero te aseguro que no estás cerca de tu casa. Ylva trató de procesar la información. Sentía un torbellino de emociones y pensamientos en su mente. Sabía que había corrido mucho en su forma lobuna, pero no podía decirle eso a un extraño, ¿o sí?«No puedo decirle. Pensará que estoy loca… pero, ¿cómo es posible que haya llegado tan lejos solo corriendo?», pensó, tratando de encontrar una explicación lógica.La confusión era palpable en su rostro, pero decidió mantenerse en silencio por el momento, observando a Ethan con una mezcla de desconfian
De regreso a la cabaña, Ethan se dispuso a preparar la cena mientras Ylva lo observaba desde la mesa. La cocina estaba impregnada con los aromas de las hierbas frescas y el crepitar del fuego en la estufa. Ethan se movía con facilidad y destreza, demostrando su habilidad culinaria.Ylva no pudo evitar observarlo con detenimiento. La manera en que se movía, la concentración en su rostro… todo la fascinaba. Sentía una mezcla de admiración y curiosidad. Sin embargo, su mirada no pasó desapercibida para Ethan, quien, sintiendo sus ojos sobre él, decidió retomar las preguntas.—Ylva, hay algo que sigo sin entender —dijo Ethan, mientras cortaba vegetales—. ¿Por qué no quieres llamar a tu familia? ¿Acaso estás escondiendo algo?Ylva sintió un nudo en el estómago. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar esas preguntas, pero aún no estaba lista para compartir toda la verdad.—No, no estoy escondiendo nada… es solo que… —comenzó a decir, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. M
Al día siguiente, Ethan se resignó a la idea de que tendría que compartir su espacio con la hermosa mujer que había invadido su cabaña. Después de un desayuno sustancioso, que incluía huevos, tocino y tostadas, Ethan decidió que era hora de establecer algunas reglas.Era principios de septiembre, y el aire comenzaba a enfriarse, señalando la llegada del otoño. Ylva había estado a punto de empezar sus clases en la universidad, y el semestre académico ya había comenzado, pero obviamente es algo que ella no podría realizar. —Bueno, Ylva, si vas a quedarte aquí, hay algunas cosas que necesito que me ayudes a hacer en la cabaña —dijo Ethan mientras recogía los platos del desayuno.Ylva asintió, dispuesta a colaborar.—Claro, ¿en qué puedo ayudar?Ethan sonrió, agradecido por su disposición.—Aquí, en medio del bosque, hay muchas tareas que deben hacerse para mantener todo en orden. Primero, necesitamos recolectar la leña. El invierno se acerca, y es importante tener suficiente para manten
Los días pasaban en la cabaña, con Ethan e Ylva compartiendo tareas y momentos. Aunque ninguno de los dos sabía la verdadera naturaleza del otro, la atracción entre ellos se hacía cada vez más evidente.Cada mañana, Ethan se levantaba temprano para preparar el desayuno. Ylva, aún medio dormida, bajaba las escaleras y lo encontraba en la cocina, su presencia llenando el aire con una sensación de calidez y seguridad. —Buenos días, nevosa, dormilona —decía Ethan con una sonrisa, su voz suave despertando una chispa en los ojos de Ylva.—Buenos días, chef de la montaña —respondía ella, devolviéndole la sonrisa, sintiendo un pequeño cosquilleo en el estómago al ver su mirada.Mientras trabajaban juntos en las tareas diarias, había pequeños momentos que hacían que sus corazones latieran un poco más rápido. Un roce accidental de manos al pasar una herramienta, una risa al contar una broma, o una mirada furtiva que duraba un segundo más de lo habitual.Una tarde, mientras Ethan cortaba leña y
Desde esa noche, Ylva comenzó a tener sueños intensos y recurrentes. Sueños que giraban en torno a un hermoso reino y sobre todo, a Ethan y su loba Luna. Estos sueños eran tan vívidos que, al despertar, sentía como si hubiera estado realmente allí, corriendo bajo la luz plateada de la luna.A medida que pasaban los días, Ylva empezó a notar cambios en su cuerpo. Sentía un calor abrasador que surgía de la nada, su respiración se aceleraba y su pulso se descontrolaba cada vez que el aroma de Ethan invadía sus fosas nasales. El olor a madera y especias de su piel se volvía irresistible, haciéndola perder la concentración.Cada vez que Ethan estaba ocupado con sus tareas, Ylva se adentra más al bosque, tratando de encontrar alivio y respuestas. Al transformarse en loba, una mañana, notó que sus garras habían crecido y sus colmillos se alargaban. La sensación de poder y libertad era embriagadora, pero también aterradora.—¿Qué me está pasando? —se preguntaba en su mente, mientras corría a
Después de desayunar, los dos se prepararon para salir. El aire frío del invierno los envolvía mientras caminaban por el bosque, disfrutando del paisaje invernal. Sin embargo, ambos se detuvieron abruptamente cuando solo habían avanzado una distancia corta. Sus sentidos lobunos percibieron peligro, una sensación que les hizo tensarse al instante.Ethan reaccionó rápidamente, poniéndose en alerta. Miró a Ylva con seriedad, a la vez que caminó con rapidez para detenerse delante de ella, como un ángel guardián.—Quédate detrás de mí. Siento que algo anda mal —dijo con voz firme, sus ojos recorriendo el entorno en busca de cualquier amenaza.Ylva quiso decir las mismas palabras, pero se quedó callada. Le resultaba ilógico que una chica protegiera a un hombre, y aún más complicado porque no le había revelado su gran secreto.Mientras avanzaban con cautela, Ethan mantenía a Ylva cerca, dispuesto a defenderla de cualquier peligro. Ella, por su parte, sentía cómo sus instintos lobunos se agud
Los seis hombres lobo se lanzaron contra Ethan y Ylva. Ethan, siendo un buen luchador, logró dominar a algunos de ellos con fuerza y agilidad. Sorprendentemente, la joven también peleaba bien, a pesar de que nunca en su vida ha peleado. Sus movimientos eran precisos y llenos de energía, como si tuviera experiencia en combate.Sin embargo, al ver que estaban perdiendo, uno de los hombres lobo se transformó en una criatura imponente y feroz. Con un rugido ensordecedor, se abalanzó contra Ylva, listo para atacarla con furia. Ethan, al ver el peligro inminente, estaba a punto de transformarse para protegerla, pero lo que vio lo dejó petrificado.Ylva, en lugar de transformarse en su forma lobuna, extendió sus brazos y de su cuerpo comenzaron a surgir dagas de hielo. Las dagas se dispararon hacia el lobo gigante, impactándolo con una fuerza inesperada. La criatura retrocedió, aullando de dolor mientras intentaba arrancar las dagas congeladas de su piel.Ethan no podía creer lo que estaba v
Al día siguiente, Ylva se despertó lentamente, sintiendo una calidez a su alrededor. Al abrir los ojos, notó que era más tarde de lo que acostumbra a despertar. Se levantó, se aseó y se dirigió a la cocina. El desayuno ya estaba listo sobre la mesa y Ethan esperándola. —Buenos días —saludó él. —Buenos días —respondió Ylva algo apenada. Ambos comieron en silencio, la tensión palpable en el aire. Después de terminar el desayuno, Ethan respiró hondo y le indicó a Ylva que se sentara a su lado en el sofá.—Ylva, hay algo que necesito entender —dijo Ethan, mirándola a los ojos—. ¿Cómo hiciste lo de ayer? ¿Cómo… cómo hiciste eso? —preguntó Ethan, su voz llena de asombro.Ylva, solo pudo sacudir la cabeza.—No lo sé, Ethan. No lo sé… —respondió, sintiendo una mezcla de miedo y confusión sobre su verdadera naturaleza.—¿No sabes? —inquirió él, quería saber más de ella y esta vez no dejaría escapar la oportunidad de entender lo que pasaba con ella. —No lo sé, Ethan. No tengo idea de cómo s