Al traspasar la barrera, sus ojos se abrieron de par en par al ver cómo el paisaje cambiaba de forma instantánea.Lo que antes era un bosque invernal, cubierto de nieve y envuelto en el frío silencioso, ahora era un hermoso paraíso.—Wow, esto es… es… hermoso —dijo Ylva extasiada.Los árboles estaban cubiertos de hojas verdes y flores de colores que parecían susurrar entre sí. Un cálido sol iluminaba todo el lugar, haciendo que pequeños rayos de luz bailaran sobre el suelo alfombrado de hierba fresca y flores silvestres. El aire era dulce, cargado con el aroma de flores y tierra húmeda, completamente opuesto al fresco y helado aire que había quedado atrás.Había un suave sonido de agua corriendo, probablemente de un riachuelo cercano, y el canto de aves llenaba el aire. Era como si hubiera entrado en otro mundo, un lugar donde la primavera nunca terminaba, un refugio eterno para la vida.—Esto… esto es increíble —murmuró Ylva, incapaz de apartar la mirada del escenario.—Bienvenida al
—Antes de que emprendan su viaje, ¿por qué no tomamos un poco de té? Les ayudará a relajarse y descansar un poco —dijo Elowen con una sonrisa.—Está bien —Ylva y Ethan asintieron mientras se sientan.Mientras Elowen se movía con la gracia de una anfitriona, Maris levantó una mano y con suaves movimientos hizo que las hojas de los árboles cercanos que estaban en el suelo comenzaron a moverse, doblándose y girando como si tuvieran vida propia. En cuestión de segundos, las hojas formaron pequeñas bandejas que llevaban delicadas tazas y una tetera con té humeante. Las hojas flotaron hasta cada uno de ellos, sirviendo el té con precisión y elegancia.Ylva observó toda la escena, completamente anonadada, sin apartar los ojos del espectáculo.Maris, notando su expresión, arqueó una ceja con diversión mientras se sentaba tranquilamente. Hacía mucho tiempo que no tenían un visitante que se asombrara de todo lo que pueden hacer. —¿Aún estás sorprendida? —preguntó, con una sonrisa que delataba
Elowen, con una mirada cargada de calidez, observó a Ylva y Ethan mientras se preparaban para partir.—Me hubiera gustado compartir más tiempo con ustedes —dijo, su voz suave pero sincera.Ylva sonrió con amabilidad y asintió.—Esto no es un adiós, es un hasta luego, porque volveremos. Ha sido un verdadero placer conocerlas a ti y a tus hermanas —respondió.Luego Elowen, les indicó que la siguieran. Los condujo hacia dos árboles imponentes, cuya corteza estaba adornada con un misterioso círculo dorado que brillaba tenuemente, como si fuera un portal escondido. El aire alrededor de ellos se sentía más denso, lleno de una energía mágica que hacía que todo pareciera más vivo.Ylva, aún asombrada por todo lo que estaba descubriendo, no pudo evitar mirar a Ethan con cierta confusión.—¿Y por qué no ir directamente a Lycandar? —preguntó, ladeando la cabeza—. ¿O es que quieres mostrarme a propósito cada criatura mítica que existe?Ethan soltó una pequeña risa, entre divertido y resignado.—N
Ylva seguía absorta, sintiendo una conexión que parecía unirla a esa tierra, cuando una voz clara y melodiosa rompió su concentración.—Bienvenidos a Arvandor. La reina los espera —dijo una Elfa que apareció frente a ellos.Su cabello negro, largo y liso, caía como un manto hasta su cintura, enmarcando un rostro sereno y elegante. Sus ojos eran de un tono verde, que parecían captar cada detalle. Vestía una túnica sencilla pero hermosa, que brillaba ligeramente al moverse.La Elfa los guio hacia el palacio, y al entrar, Ylva quedó aún más maravillada. El interior era un espectáculo inimaginable. Las paredes del gran salón estaban formadas por árboles antiguos, cuyos troncos curvados y entrelazados creaban arcos naturales que se alzaban hasta lo alto.El trono de los Reyes Elfos se encontraba al final del salón, elevado sobre una plataforma hecha de cristal puro que parecía fluir como agua congelada en el tiempo. El trono mismo era impresionante. Ylva no pudo evitar detenerse para abso
Una vez dentro de la habitación, Ylva se sentó en el borde de la cama y miró a Ethan con seriedad.—Ethan, ¿qué quiso decir ese Elfo? ¿Está alucinando o qué? ¿En qué parte de su linaje soy prima? —dijo Ylva, con un tono serio en su voz.Pero antes de que pudiera continuar, Ethan tenía otros planes, así que se acercó a ella con una mirada cargada de deseo y empezó a besarla con una pasión desmedida. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que hizo que el corazón de Ylva latiera con fuerza e incluso olvidara lo que estaba diciendo. A pesar de no entender del todo lo que pasaba con Ylva sobre su verdadero origen, él quería que ella no se sintiera abrumada con tantas cosas. Las manos de Ethan empezaron a recorrer el cuerpo de su amada con urgencia, provocando en ella una sensación de deseo y anhelo. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.—Mejor descansemos —susurró él—. No pienses en nada, solo en mí. Ella solo a
El cielo, ahora oscuro, proyectaba un azul profundo que se colaba por los ventanales del palacio, decorado con las luces titilantes de las estrellas y los brillos mágicos que iluminaban Arvandor. Mientras caminaban hacia el comedor, ya que le habían anunciado que la cena estaba lista. Ylva levantó la mirada hacia el cielo nocturno y, con curiosidad, preguntó:—¿Qué hora es? Cuando llegamos era temprano, ¿tan rápido oscureció? Ethan, con una sonrisa, miró a su alrededor como si estuviera calculando.—Debe ser alrededor de las nueve de la noche —respondió con tranquilidad.Ylva se detuvo un segundo, sus ojos abriéndose ligeramente en sorpresa, mientras un rubor subía lentamente por sus mejillas. Al recordar los momentos que habían compartido, una sensación cálida y avergonzada se apoderó de ella.—¿Las nueve? —murmuró, llevándose una mano a la frente como si estuviera intentando procesar el tiempo perdido—. Entonces… ¿Dormimos bastantes horas? —añadió, con un tono que intentaba sonar c
Ylva Mistral, una hermosa joven que apenas acaba de cumplir sus 18 años, su cabellera blanca como la nieve, y sus ojos de un azul intenso, se encontraba inmersa en un sueño que parecía tan real como la vida misma. Estaba en un lugar encantador, un prado vasto y lleno de flores de colores brillantes que ondeaban suavemente con la brisa. Mariposas de alas iridiscentes danzaban en el aire, creando un espectáculo etéreo bajo el cielo claro y azul. El clima era perfecto, cálido y acogedor, envolviendo a Ylva en una sensación de paz y felicidad.En medio de este paraíso floral, se encontraba una loba de extraordinaria belleza. Su pelaje era de un blanco puro con reflejos plateados que brillaban bajo la luz del sol. Sus ojos eran de un azul profundo, como dos zafiros que reflejaban sabiduría y misterio. La loba irradiaba una majestuosidad serena, y su presencia llenaba el lugar de una energía tranquila y poderosa.Ylva se acercó lentamente, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La
Ethan Volkov, un joven de apenas 24 años vivía en una cabaña rústica escondida en lo profundo del denso bosque en el estado de Washington. Rodeado de árboles centenarios y la fauna silvestre, había encontrado un refugio en la naturaleza, lejos del caos de la vida humana y de la manada que había dejado atrás. La cabaña, aunque sencilla, estaba cuidadosamente mantenida, con muebles de madera tallada y una chimenea de piedra que creaba un ambiente acogedor.Una tarde, mientras Ethan afilaba un cuchillo de caza junto a la chimenea, sintió una presencia familiar. Al levantar la vista, vio a un lobo majestuoso transformarse en la figura de su padre, Iván Volkov. La preocupación era evidente en los ojos azules de Iván, un reflejo del vínculo que los unía, a pesar de la distancia que Ethan había impuesto.—Hijo —dijo Iván, con voz profunda y cargada de emociones—, por fin te he encontrado. ¿Cómo has estado?Ethan se puso de pie y abrazó a su padre. Aunque había decidido aislarse, la visita de