Ylva seguía absorta, sintiendo una conexión que parecía unirla a esa tierra, cuando una voz clara y melodiosa rompió su concentración.—Bienvenidos a Arvandor. La reina los espera —dijo una Elfa que apareció frente a ellos.Su cabello negro, largo y liso, caía como un manto hasta su cintura, enmarcando un rostro sereno y elegante. Sus ojos eran de un tono verde, que parecían captar cada detalle. Vestía una túnica sencilla pero hermosa, que brillaba ligeramente al moverse.La Elfa los guio hacia el palacio, y al entrar, Ylva quedó aún más maravillada. El interior era un espectáculo inimaginable. Las paredes del gran salón estaban formadas por árboles antiguos, cuyos troncos curvados y entrelazados creaban arcos naturales que se alzaban hasta lo alto.El trono de los Reyes Elfos se encontraba al final del salón, elevado sobre una plataforma hecha de cristal puro que parecía fluir como agua congelada en el tiempo. El trono mismo era impresionante. Ylva no pudo evitar detenerse para abso
Una vez dentro de la habitación, Ylva se sentó en el borde de la cama y miró a Ethan con seriedad.—Ethan, ¿qué quiso decir ese Elfo? ¿Está alucinando o qué? ¿En qué parte de su linaje soy prima? —dijo Ylva, con un tono serio en su voz.Pero antes de que pudiera continuar, Ethan tenía otros planes, así que se acercó a ella con una mirada cargada de deseo y empezó a besarla con una pasión desmedida. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que hizo que el corazón de Ylva latiera con fuerza e incluso olvidara lo que estaba diciendo. A pesar de no entender del todo lo que pasaba con Ylva sobre su verdadero origen, él quería que ella no se sintiera abrumada con tantas cosas. Las manos de Ethan empezaron a recorrer el cuerpo de su amada con urgencia, provocando en ella una sensación de deseo y anhelo. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.—Mejor descansemos —susurró él—. No pienses en nada, solo en mí. Ella solo a
El cielo, ahora oscuro, proyectaba un azul profundo que se colaba por los ventanales del palacio, decorado con las luces titilantes de las estrellas y los brillos mágicos que iluminaban Arvandor. Mientras caminaban hacia el comedor, ya que le habían anunciado que la cena estaba lista. Ylva levantó la mirada hacia el cielo nocturno y, con curiosidad, preguntó:—¿Qué hora es? Cuando llegamos era temprano, ¿tan rápido oscureció? Ethan, con una sonrisa, miró a su alrededor como si estuviera calculando.—Debe ser alrededor de las nueve de la noche —respondió con tranquilidad.Ylva se detuvo un segundo, sus ojos abriéndose ligeramente en sorpresa, mientras un rubor subía lentamente por sus mejillas. Al recordar los momentos que habían compartido, una sensación cálida y avergonzada se apoderó de ella.—¿Las nueve? —murmuró, llevándose una mano a la frente como si estuviera intentando procesar el tiempo perdido—. Entonces… ¿Dormimos bastantes horas? —añadió, con un tono que intentaba sonar c
Ylva Mistral, una hermosa joven que apenas acaba de cumplir sus 18 años, su cabellera blanca como la nieve, y sus ojos de un azul intenso, se encontraba inmersa en un sueño que parecía tan real como la vida misma. Estaba en un lugar encantador, un prado vasto y lleno de flores de colores brillantes que ondeaban suavemente con la brisa. Mariposas de alas iridiscentes danzaban en el aire, creando un espectáculo etéreo bajo el cielo claro y azul. El clima era perfecto, cálido y acogedor, envolviendo a Ylva en una sensación de paz y felicidad.En medio de este paraíso floral, se encontraba una loba de extraordinaria belleza. Su pelaje era de un blanco puro con reflejos plateados que brillaban bajo la luz del sol. Sus ojos eran de un azul profundo, como dos zafiros que reflejaban sabiduría y misterio. La loba irradiaba una majestuosidad serena, y su presencia llenaba el lugar de una energía tranquila y poderosa.Ylva se acercó lentamente, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La
Ethan Volkov, un joven de apenas 24 años vivía en una cabaña rústica escondida en lo profundo del denso bosque en el estado de Washington. Rodeado de árboles centenarios y la fauna silvestre, había encontrado un refugio en la naturaleza, lejos del caos de la vida humana y de la manada que había dejado atrás. La cabaña, aunque sencilla, estaba cuidadosamente mantenida, con muebles de madera tallada y una chimenea de piedra que creaba un ambiente acogedor.Una tarde, mientras Ethan afilaba un cuchillo de caza junto a la chimenea, sintió una presencia familiar. Al levantar la vista, vio a un lobo majestuoso transformarse en la figura de su padre, Iván Volkov. La preocupación era evidente en los ojos azules de Iván, un reflejo del vínculo que los unía, a pesar de la distancia que Ethan había impuesto.—Hijo —dijo Iván, con voz profunda y cargada de emociones—, por fin te he encontrado. ¿Cómo has estado?Ethan se puso de pie y abrazó a su padre. Aunque había decidido aislarse, la visita de
Ylva se encontró nuevamente en el hermoso prado de sus sueños. El lugar estaba tan encantador como siempre, con flores de colores vibrantes que ondeaban suavemente con la brisa y mariposas de alas iridiscentes que danzaban en el aire. La sensación de paz y felicidad envolvía el lugar, y el clima era cálido y acogedor.Frente a ella estaba Luna, la majestuosa loba de pelaje blanco y plateado que brillaba bajo la luz del sol. Luna, con su tamaño imponente y ojos azules profundo, irradiaba una majestuosidad que llenaba el prado de energía tranquila y poderosa.Ylva no podía evitar admirar a Luna con emoción, sintiendo una profunda conexión con la loba.—Eres tan hermosa y grande —dijo Ylva, con los ojos llenos de admiración—. Estoy segura de que no eres una loba cualquiera. ¿De dónde vienes?Luna inclinó la cabeza, sus ojos reflejando sabiduría y misterio.—Vengo del Reino de Lycandar, Ylva.El corazón de Ylva se llenó de curiosidad. Quería saber más sobre este reino misterioso.—¿Cómo e
En el corazón del continente de Erandor se encuentra el Reino de Lycandar, una majestuosa ciudad alejada de los seres humanos. Un vasto territorio dominado por licántropos y hombres lobo. Sus extensos bosques y montañas proporcionaban el refugio perfecto para estas criaturas, que vivían en armonía con la naturaleza y bajo el liderazgo de un poderoso rey Lycan. Aunque parecía una ciudad sacada de la época medieval, con sus elegantes edificios de piedra, mansiones señoriales y encantadoras casas, también contaba con muchas comodidades modernas.Una loba esbelta y ágil, Sarai, que trabajaba como mensajera para la Corte Imperial, corría a gran velocidad a través del denso bosque que rodeaba la ciudad. Su pelaje gris plateado brillaba bajo la luz de la luna mientras esquivaba ramas y saltaba sobre raíces con una gracia incomparable. Sarai llevaba consigo una carta urgente, y sabía que cada segundo contaba.Finalmente, llegó a la imponente fortaleza que servía como sede del poder en Lycan
Elena no podía evitar recordar las palabras de aquella mujer misteriosa que se había presentado en su vida muchos años atrás. La mujer le había advertido que Ylva experimentaría una transformación al cumplir 15 años. Aunque la mujer había tratado de olvidarlo, los eventos recientes le hacían recordar esas palabras. Después de que Ylva fue dada de alta del hospital, Elena se mantuvo más atenta a cualquier señal de cambio en su hija. Sin embargo, los días pasaban y parecía que la fiebre había sido solo un episodio aislado. A pesar de que los médicos no lograron encontrar una explicación para la fiebre, Elena trató de convencerse de que todo estaba bien.El único cambio evidente que notó en su hija fue algo inesperado. Al llegar a casa tras su estancia en el hospital, experimentó su primera menstruación, algo que para la mayoría de las jóvenes ocurre a una edad más temprana. Esto la sorprendió y, en cierto modo, la inquietó, pero no le dio mucha importancia, pensando que era simplemente