Capitulo cuarenta y dos.

Ylva seguía absorta, sintiendo una conexión que parecía unirla a esa tierra, cuando una voz clara y melodiosa rompió su concentración.

—Bienvenidos a Arvandor. La reina los espera —dijo una Elfa que apareció frente a ellos.

Su cabello negro, largo y liso, caía como un manto hasta su cintura, enmarcando un rostro sereno y elegante. Sus ojos eran de un tono verde, que parecían captar cada detalle. Vestía una túnica sencilla pero hermosa, que brillaba ligeramente al moverse.

La Elfa los guio hacia el palacio, y al entrar, Ylva quedó aún más maravillada. El interior era un espectáculo inimaginable. Las paredes del gran salón estaban formadas por árboles antiguos, cuyos troncos curvados y entrelazados creaban arcos naturales que se alzaban hasta lo alto.

El trono de los Reyes Elfos se encontraba al final del salón, elevado sobre una plataforma hecha de cristal puro que parecía fluir como agua congelada en el tiempo. El trono mismo era impresionante.

Ylva no pudo evitar detenerse para abso
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