Ylva Mistral, una hermosa joven que apenas acaba de cumplir sus 18 años, su cabellera blanca como la nieve, y sus ojos de un azul intenso, se encontraba inmersa en un sueño que parecía tan real como la vida misma. Estaba en un lugar encantador, un prado vasto y lleno de flores de colores brillantes que ondeaban suavemente con la brisa. Mariposas de alas iridiscentes danzaban en el aire, creando un espectáculo etéreo bajo el cielo claro y azul. El clima era perfecto, cálido y acogedor, envolviendo a Ylva en una sensación de paz y felicidad.
En medio de este paraíso floral, se encontraba una loba de extraordinaria belleza. Su pelaje era de un blanco puro con reflejos plateados que brillaban bajo la luz del sol. Sus ojos eran de un azul profundo, como dos zafiros que reflejaban sabiduría y misterio. La loba irradiaba una majestuosidad serena, y su presencia llenaba el lugar de una energía tranquila y poderosa. Ylva se acercó lentamente, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La loba, con una mirada gentil, permitió que la joven se acercara aún más. Había una conexión inexplicable entre ellas, una sensación de pertenencia y familiaridad. —Estás creciendo, pequeña Ylva —dijo la loba con una voz suave y melodiosa—. Pronto dejarás de ser una adolescente y te convertirás en una joven mujer. Ylva sintió una punzada de tristeza en su corazón. No quería perder este mundo onírico ni la compañía de la loba que se había convertido en su confidente en sueños. —¿Estarás en mis sueños para siempre? —preguntó Ylva, su voz temblando ligeramente. La loba inclinó la cabeza, sus ojos reflejando una mezcla de cariño y sabiduría. —Todo dependerá de ti, Ylva. Si no me olvidas, siempre podrás verme. Para que siempre me recuerdes, dame un nombre. Ylva, emocionada y decidida a mantener ese vínculo, pensó por un momento, observando el resplandor del pelaje de la loba. Finalmente, con una sonrisa en los labios, dijo: —Te llamaré Luna, porque eres tan hermosa como nuestro astro que nos ilumina cada noche. La loba asintió con aprobación, y la conexión entre ambas se sintió aún más fuerte. En ese momento, Ylva supo que, sin importar lo que sucediera, siempre tendría a Luna en su corazón y en sus sueños. Luego de unos minutos, Luna, la majestuosa loba, ladeó la cabeza y miró a Ylva con una sonrisa en sus ojos brillantes. —¿Sabes lo que significa tu nombre, Ylva? —preguntó Luna con voz suave y profunda. Ylva asintió, sus ojos iluminados por el conocimiento que había adquirido en sus libros sobre lobos y la naturaleza. —Sí, mi nombre significa “loba” en nórdico antiguo. Es un nombre que siempre me ha hecho sentir una conexión especial con los lobos. La loba dejó escapar un suave aullido de satisfacción, apreciando la sabiduría y el cariño en las palabras de Ylva. —Eres una niña muy inteligente Ylva. De repente, el sueño de Ylva se vio interrumpido de manera abrupta. Sintió un peso sobre ella y escuchó risas traviesas. Abrió los ojos solo para encontrarse con sus hermanos, que se habían lanzado encima de ella con energía desenfrenada. —¡Ylva! ¡Despierta! —gritó su hermano mayor—. ¡Vamos a llegar tarde al colegio! —¡Vamos, vamos! —añadió su hermana menor, tirando de la manta. Ylva, aún aturdida por el sueño, se incorporó rápidamente. La imagen de Luna y el hermoso prado todavía permanecían frescos en su mente, pero la realidad se imponía con la urgencia de sus hermanos. —¡Está bien, está bien! —dijo Ylva entre risas y bostezos—. Ya me estoy levantando, no me dejan disfrutar de mi hermoso sueño. —¿Has soñado de nuevo con lobos? —pregunto con una sonrisa su hermano mayor. —Ylva deberías de irte a vivir al bosque —bromeó su hermana pequeña. —¡Qué envidiosos son ustedes! —exclamó Ylva y ambos jóvenes dieron una carcajada que resonó en toda la habitación. Con una última mirada soñadora, Ylva dejó el mundo onírico atrás y se preparó para enfrentar otro día en el mundo de los humanos, algo que ella no le gustaba mucho.Ethan Volkov, un joven de apenas 24 años vivía en una cabaña rústica escondida en lo profundo del denso bosque en el estado de Washington. Rodeado de árboles centenarios y la fauna silvestre, había encontrado un refugio en la naturaleza, lejos del caos de la vida humana y de la manada que había dejado atrás. La cabaña, aunque sencilla, estaba cuidadosamente mantenida, con muebles de madera tallada y una chimenea de piedra que creaba un ambiente acogedor.Una tarde, mientras Ethan afilaba un cuchillo de caza junto a la chimenea, sintió una presencia familiar. Al levantar la vista, vio a un lobo majestuoso transformarse en la figura de su padre, Iván Volkov. La preocupación era evidente en los ojos azules de Iván, un reflejo del vínculo que los unía, a pesar de la distancia que Ethan había impuesto.—Hijo —dijo Iván, con voz profunda y cargada de emociones—, por fin te he encontrado. ¿Cómo has estado?Ethan se puso de pie y abrazó a su padre. Aunque había decidido aislarse, la visita de
Ylva se encontró nuevamente en el hermoso prado de sus sueños. El lugar estaba tan encantador como siempre, con flores de colores vibrantes que ondeaban suavemente con la brisa y mariposas de alas iridiscentes que danzaban en el aire. La sensación de paz y felicidad envolvía el lugar, y el clima era cálido y acogedor.Frente a ella estaba Luna, la majestuosa loba de pelaje blanco y plateado que brillaba bajo la luz del sol. Luna, con su tamaño imponente y ojos azules profundo, irradiaba una majestuosidad que llenaba el prado de energía tranquila y poderosa.Ylva no podía evitar admirar a Luna con emoción, sintiendo una profunda conexión con la loba.—Eres tan hermosa y grande —dijo Ylva, con los ojos llenos de admiración—. Estoy segura de que no eres una loba cualquiera. ¿De dónde vienes?Luna inclinó la cabeza, sus ojos reflejando sabiduría y misterio.—Vengo del Reino de Lycandar, Ylva.El corazón de Ylva se llenó de curiosidad. Quería saber más sobre este reino misterioso.—¿Cómo e
En el corazón del continente de Erandor se encuentra el Reino de Lycandar, una majestuosa ciudad alejada de los seres humanos. Un vasto territorio dominado por licántropos y hombres lobo. Sus extensos bosques y montañas proporcionaban el refugio perfecto para estas criaturas, que vivían en armonía con la naturaleza y bajo el liderazgo de un poderoso rey Lycan. Aunque parecía una ciudad sacada de la época medieval, con sus elegantes edificios de piedra, mansiones señoriales y encantadoras casas, también contaba con muchas comodidades modernas.Una loba esbelta y ágil, Sarai, que trabajaba como mensajera para la Corte Imperial, corría a gran velocidad a través del denso bosque que rodeaba la ciudad. Su pelaje gris plateado brillaba bajo la luz de la luna mientras esquivaba ramas y saltaba sobre raíces con una gracia incomparable. Sarai llevaba consigo una carta urgente, y sabía que cada segundo contaba.Finalmente, llegó a la imponente fortaleza que servía como sede del poder en Lycan
Elena no podía evitar recordar las palabras de aquella mujer misteriosa que se había presentado en su vida muchos años atrás. La mujer le había advertido que Ylva experimentaría una transformación al cumplir 15 años. Aunque la mujer había tratado de olvidarlo, los eventos recientes le hacían recordar esas palabras. Después de que Ylva fue dada de alta del hospital, Elena se mantuvo más atenta a cualquier señal de cambio en su hija. Sin embargo, los días pasaban y parecía que la fiebre había sido solo un episodio aislado. A pesar de que los médicos no lograron encontrar una explicación para la fiebre, Elena trató de convencerse de que todo estaba bien.El único cambio evidente que notó en su hija fue algo inesperado. Al llegar a casa tras su estancia en el hospital, experimentó su primera menstruación, algo que para la mayoría de las jóvenes ocurre a una edad más temprana. Esto la sorprendió y, en cierto modo, la inquietó, pero no le dio mucha importancia, pensando que era simplemente
Ylva despertó lentamente, con la mente nublada y la vista borrosa. Se dio cuenta de que estaba en una habitación desconocida, rodeada de paredes de un blanco inmaculado y con el suave sonido de aparatos médicos zumbando a su alrededor. Antes de que pudiera procesar completamente dónde se encontraba, la puerta se abrió y entraron sus hermanos, Federico y Elsie.—¡Ylva! —exclamó Federico con alegría, corriendo hacia su cama.—¡Estás despierta! —añadió Elsie, con una gran sonrisa.La alegría de sus hermanos fue contagiosa, y Ylva no pudo evitar sonreír. Ver sus rostros aliviados le dio una sensación de calidez y consuelo.—¡Mamá, papá, Ylva está despierta! —gritó Federico, llamando a sus padres con emoción.No pasó mucho tiempo antes de que Elena, entrara apresuradamente en la habitación, seguida de cerca por Thomas. La preocupación en sus rostros se transformó en alivio al ver a Ylva despierta y consciente.—Ylva, cariño, ¿cómo te sientes? —preguntó Elena, acercándose a la cama y tomand
Ylva respiró hondo mientras cruzaba las puertas de su nueva escuela en Vermont. Los pasillos estaban llenos de estudiantes, y la sensación de empezar de nuevo en un lugar desconocido la hacía sentir una mezcla de nerviosismo y emoción.Mientras caminaba hacia su casillero, una chica con cabello negro, ondulado y largo, y ojos dorados como el oro, se acercó a ella con una sonrisa amistosa.—Hola, ¿tú debes ser la nueva estudiante, verdad? —preguntó la chica con entusiasmo.Ylva se sorprendió por el saludo directo y no pudo evitar mostrar su desconcierto.—Sí, soy Ylva —respondió, tratando de sonar segura.La chica notó la sorpresa en el rostro de Ylva y soltó una risa suave.—¡Te estábamos esperando! Después de todo, Vermont no es un lugar muy grande. Aquí todo se sabe rápidamente. Soy Isabel Whitmore, ¡encantada de conocerte! —dijo, extendiendo una mano y luego dándole un abrazo amistoso.Ylva sintió que Isabel estaba inusualmente helada al tacto, pero antes de poder procesar ese pens
Las semanas pasaron y Ylva se adaptaba cada vez más a su nueva escuela. Las clases iban bien y comenzaba a sentirse más cómoda con sus compañeros. Sin embargo, un día, todo cambió cuando el profesor anunció que harían una evaluación en parejas. —Voy a asignarles sus parejas para este examen —dijo el profesor mientras leía la lista—. Ylva Mistral y David Whitmore. Ylva se sorprendió al escuchar su nombre junto al de David. Desde su llegada, apenas habían cruzado miradas, y mucho menos palabras. Sin más opción, recogió sus cosas y se dirigió a la mesa donde estaba sentado David, pues él no mostró ninguna intención de moverse, así que Ylva tomó asiento junto a él. Mientras empezaban a organizarse para el examen, Ylva escuchó claramente una queja en la voz de David. “Huele a perro mojado, qué tormento” Confundida, Ylva se giró hacia él, mirándolo directamente. David levantó la vista de sus papeles y la miró con frialdad. —¿Qué es lo que ves? —preguntó, su tono seco y distante. Ylva
En el corazón del Reino de Lycandar, la majestuosa fortaleza de la manada del Imperio estaba envuelta en la calma de la noche. Las estrellas brillaban en el cielo y una ligera brisa susurraba entre los árboles del bosque que rodeaba el castillo.Aldric, con su imponente figura y su cabello blanco como la nieve, caminaba por los silenciosos pasillos. Se detuvo frente a la puerta de la habitación de su pequeña hermana, Katrina. Tocó suavemente antes de abrir la puerta y entrar.Katrina, con solo 15 años, estaba sentada en su cama, mirando por la ventana con una expresión de preocupación. Su cabello blanco pero a diferencia del de su hermano tenía algunos mechones dorados caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos reflejaban la luz de la luna con un brillo melancólico.—Katrina, ¿qué haces despierta a estas horas? —preguntó Aldric en voz baja, acercándose a su cama.Katrina levantó la vista y esbozó una pequeña sonrisa al ver a su hermano mayor.—No puedo dormir, Aldric —respondi