Elowen, con una mirada cargada de calidez, observó a Ylva y Ethan mientras se preparaban para partir.—Me hubiera gustado compartir más tiempo con ustedes —dijo, su voz suave pero sincera.Ylva sonrió con amabilidad y asintió.—Esto no es un adiós, es un hasta luego, porque volveremos. Ha sido un verdadero placer conocerlas a ti y a tus hermanas —respondió.Luego Elowen, les indicó que la siguieran. Los condujo hacia dos árboles imponentes, cuya corteza estaba adornada con un misterioso círculo dorado que brillaba tenuemente, como si fuera un portal escondido. El aire alrededor de ellos se sentía más denso, lleno de una energía mágica que hacía que todo pareciera más vivo.Ylva, aún asombrada por todo lo que estaba descubriendo, no pudo evitar mirar a Ethan con cierta confusión.—¿Y por qué no ir directamente a Lycandar? —preguntó, ladeando la cabeza—. ¿O es que quieres mostrarme a propósito cada criatura mítica que existe?Ethan soltó una pequeña risa, entre divertido y resignado.—N
Ylva seguía absorta, sintiendo una conexión que parecía unirla a esa tierra, cuando una voz clara y melodiosa rompió su concentración.—Bienvenidos a Arvandor. La reina los espera —dijo una Elfa que apareció frente a ellos.Su cabello negro, largo y liso, caía como un manto hasta su cintura, enmarcando un rostro sereno y elegante. Sus ojos eran de un tono verde, que parecían captar cada detalle. Vestía una túnica sencilla pero hermosa, que brillaba ligeramente al moverse.La Elfa los guio hacia el palacio, y al entrar, Ylva quedó aún más maravillada. El interior era un espectáculo inimaginable. Las paredes del gran salón estaban formadas por árboles antiguos, cuyos troncos curvados y entrelazados creaban arcos naturales que se alzaban hasta lo alto.El trono de los Reyes Elfos se encontraba al final del salón, elevado sobre una plataforma hecha de cristal puro que parecía fluir como agua congelada en el tiempo. El trono mismo era impresionante. Ylva no pudo evitar detenerse para abso
Una vez dentro de la habitación, Ylva se sentó en el borde de la cama y miró a Ethan con seriedad.—Ethan, ¿qué quiso decir ese Elfo? ¿Está alucinando o qué? ¿En qué parte de su linaje soy prima? —dijo Ylva, con un tono serio en su voz.Pero antes de que pudiera continuar, Ethan tenía otros planes, así que se acercó a ella con una mirada cargada de deseo y empezó a besarla con una pasión desmedida. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que hizo que el corazón de Ylva latiera con fuerza e incluso olvidara lo que estaba diciendo. A pesar de no entender del todo lo que pasaba con Ylva sobre su verdadero origen, él quería que ella no se sintiera abrumada con tantas cosas. Las manos de Ethan empezaron a recorrer el cuerpo de su amada con urgencia, provocando en ella una sensación de deseo y anhelo. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.—Mejor descansemos —susurró él—. No pienses en nada, solo en mí. Ella solo a
El cielo, ahora oscuro, proyectaba un azul profundo que se colaba por los ventanales del palacio, decorado con las luces titilantes de las estrellas y los brillos mágicos que iluminaban Arvandor. Mientras caminaban hacia el comedor, ya que le habían anunciado que la cena estaba lista. Ylva levantó la mirada hacia el cielo nocturno y, con curiosidad, preguntó:—¿Qué hora es? Cuando llegamos era temprano, ¿tan rápido oscureció? Ethan, con una sonrisa, miró a su alrededor como si estuviera calculando.—Debe ser alrededor de las nueve de la noche —respondió con tranquilidad.Ylva se detuvo un segundo, sus ojos abriéndose ligeramente en sorpresa, mientras un rubor subía lentamente por sus mejillas. Al recordar los momentos que habían compartido, una sensación cálida y avergonzada se apoderó de ella.—¿Las nueve? —murmuró, llevándose una mano a la frente como si estuviera intentando procesar el tiempo perdido—. Entonces… ¿Dormimos bastantes horas? —añadió, con un tono que intentaba sonar c
El sol matutino bañaba los jardines del palacio de Arvandor con una luz cálida y suave, mientras las flores llenaban el ambiente con los colores más vivos. Tari estaba sentada en un banco de madera tallada, rodeada de la serenidad de la naturaleza, con una taza de té entre sus manos y una expresión relajada. Parecía estar esperando pacientemente a Ylva y Ethan.Al llegar, Ylva no pudo contenerse. Cruzó los brazos y la miró directamente, con un tono ligeramente molesto.—¿Podrías dejar de darle tantas vueltas al asunto? Desde el desayuno siento como si estuvieras intentando retrasar todo —dijo, sin rodeos.Tari levantó la vista hacia Ylva, con una sonrisa tranquila que sólo parecía aumentar la frustración de la licántropa.—Qué impaciente eres, querida Ylva —respondió, en tono divertido—. Debes cultivar un poco más esa cualidad. La paciencia es una virtud esencial para una reina.Ylva bufó, visiblemente molesta por el comentario.—La paciencia y yo jamás nos hemos llevado bien, Tari, y
Tari se levantó con gracia del banco en el jardín, dejando atrás el aire relajado que había mantenido hasta entonces. Sus ojos brillaban con intensidad, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar tuvieran un peso histórico que no podía ignorarse.—Incluso los humanos tienen una profecía, ¿cierto, Ylva? —dijo, con un tono serio pero sereno—. Es más antigua de lo que muchos recuerdan y se remonta al principio de todo.Caminó unos pasos, su mirada perdida entre las flores del jardín como si estuviera viendo escenas de un pasado distante.—En el principio, todo estaba en perfecta armonía. El Dios de los humanos, junto con el dios que creó cada especie, convivían en paz, al final eran como hermanos. Cada ser en la tierra recibía dones, poderes concebidos con un propósito bueno, para traer equilibrio y prosperidad a los mundos. Pero... —se detuvo un momento como si meditara.Tari giró lentamente hacia Ylva y Ethan, su expresión ahora más seria.—Fue entonces cuando la oscuridad e
Tari los guió más allá del Palacio, atravesando los hermosos jardines que parecían no tener fin. Con cada paso, el entorno comenzaba a transformarse. Las flores by el ambiente cálido de los jardines dieron lugar a un bosque que parecía emerger de otro tiempo, envuelto en penumbras y un aire misterioso. Los árboles eran altos y retorcidos, con ramas que se entrelazaban como si quisieran atrapar la luz. Ylva miró a su alrededor, sintiendo un leve escalofrío al adentrarse más en el bosque. Tari, sin detener su paso, habló. —Este bosque —dijo, su voz serena pero profunda—. Aunque su apariencia pueda parecer inquietante, nos ha permitido vivir en tranquilidad. Es como si protegiera nuestro lugar, asegurándose de que nada ni nadie interfiera con lo que construimos aquí. —Ya veo —respondió Ylva—. ¿Exactamente a donde vamos? —Un dragón los llevará hasta Lycandar, así que los llevaré hasta la frontera. Ylva asintió y el silencio se hizo presente entre ellos el cual era interrumpido ún
Draco se enderezó después de su elegante inclinación, su porte majestuoso y el aura imponente que lo rodeaba aún eran perceptibles incluso en su forma humana. Sus ojos verdes destellaban con intensidad, mientras su túnica, que parecía fluir como si estuviera hecha de escamas vivas, se movía ligeramente con el viento.Tari avanzó unos pasos hacia él, girándose ligeramente para que Ylva y Ethan lo observaran.—Permítanme presentarles a Draco —dijo con calma, su voz resonando con el mismo aire sereno que siempre la caracterizaba—. Él es el príncipe del Reino Drakengar.Draco inclinó ligeramente la cabeza una vez más, con un gesto cortés pero también cargado de autoridad.—Es un honor conocerlos —dijo, su voz profunda y llena de una calidez que no encajaba del todo con su figura imponente—. Bienvenidos a nuestro reino y a estas tierras que protegemos junto con los elfos.Ylva miró a Draco, aún impactada por la transformación que había presenciado. Ethan, aunque más acostumbrado a situacio