Capítulo dieciocho

Ylva, aun en estado de shock, negó con la cabeza.

—Eso no es posible. Yo vivo en Vermont. Entré al bosque que está detrás de mi casa y solo me perdí en el camino. ¿Cómo carajos me puede decir que estamos en Maine? —dijo, su voz reflejando la incredulidad y confusión que sentía.

Ethan la miró con comprensión, sabiendo que debía manejar la situación con delicadeza.

—Sé que es difícil de creer, pero estamos en Maine. No sé cómo llegaste hasta aquí, pero te aseguro que no estás cerca de tu casa.

Ylva trató de procesar la información. Sentía un torbellino de emociones y pensamientos en su mente. Sabía que había corrido mucho en su forma lobuna, pero no podía decirle eso a un extraño, ¿o sí?

«No puedo decirle. Pensará que estoy loca… pero, ¿cómo es posible que haya llegado tan lejos solo corriendo?», pensó, tratando de encontrar una explicación lógica.

La confusión era palpable en su rostro, pero decidió mantenerse en silencio por el momento, observando a Ethan con una mezcla de desconfian
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