Capítulo veinte.

Al día siguiente, Ethan se resignó a la idea de que tendría que compartir su espacio con la hermosa mujer que había invadido su cabaña. Después de un desayuno sustancioso, que incluía huevos, tocino y tostadas, Ethan decidió que era hora de establecer algunas reglas.

Era principios de septiembre, y el aire comenzaba a enfriarse, señalando la llegada del otoño. Ylva había estado a punto de empezar sus clases en la universidad, y el semestre académico ya había comenzado, pero obviamente es algo que ella no podría realizar.

—Bueno, Ylva, si vas a quedarte aquí, hay algunas cosas que necesito que me ayudes a hacer en la cabaña —dijo Ethan mientras recogía los platos del desayuno.

Ylva asintió, dispuesta a colaborar.

—Claro, ¿en qué puedo ayudar?

Ethan sonrió, agradecido por su disposición.

—Aquí, en medio del bosque, hay muchas tareas que deben hacerse para mantener todo en orden. Primero, necesitamos recolectar la leña. El invierno se acerca, y es importante tener suficiente para manten
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