El sol se alza lentamente en el horizonte, anunciando el inicio de un nuevo día. La luz suave de la mañana entra por las cortinas, iluminando la habitación y despertándome de un sueño profundo. A mi lado, Sam todavía duerme plácidamente, con una mano descansando sobre su vientre, donde nuestro pequeño Louis crece cada día más. Sonrío al recordar la fiesta de revelación del día anterior, el momento en que el humo azul llenó el aire y confirmamos lo que ambos habíamos soñado: íbamos a tener un niño.
Con cuidado, me levanto de la cama, tratando de no despertarla. Hoy es un día importante, no solo porque me he decidido a hacer algo que he estado planeando en mi cabeza durante semanas, sino porque es el momento de asegurarme de que todo esté perfecto para nuestra familia en crecimiento. Después de darme una ducha rápida y vestirme, bajo las escaleras y me preparo un café. Necesito la energía para lo que tengo en mente hoy. Mientras disfruto de la tranquilidad de la mañana, saco mi teléfono y reviso las notas que hice sobre las camionetas que estuve mirando. Sam y yo habíamos hablado varias veces sobre la necesidad de un vehículo más grande y seguro, especialmente ahora que pronto seremos tres. Una camioneta parece la opción más lógica, algo espacioso y confiable, ideal para un futuro padre de familia. Tomo el último sorbo de café y dejo una nota en la mesa para Sam, por si se despierta antes de que regrese. Quiero que sea una sorpresa, así que solo menciono que salí a hacer algunos recados. Salgo de la casa, sintiendo el aire fresco de la mañana en mi rostro, y me dirijo hacia el concesionario que había visto en el centro de la ciudad. El tráfico es ligero, y mientras conduzco, mi mente se llena de imágenes de cómo será nuestra vida con Louis. Visualizo los viajes familiares, las salidas al parque, e incluso los días en que lo llevaré a sus primeras prácticas de fútbol o béisbol. Esas imágenes me llenan de una mezcla de emoción y nerviosismo; ser padre es una responsabilidad enorme, pero es una que estoy ansioso por asumir. Llegando al concesionario, estaciono y bajo del coche. Me encuentro con un vendedor llamado Marcos, quien me había estado ayudando a encontrar la camioneta perfecta durante las últimas semanas. —Buenos días, Edward —dice con una sonrisa mientras se acerca a mí—. ¿Listo para tomar una decisión hoy? Asiento con determinación, dispuesto a dar el siguiente paso. —Sí, Marcos. Creo que hoy es el día —respondo. Me conduce hacia la sección donde tienen las camionetas que había estado considerando. Caminamos entre las filas de vehículos, y cada uno parece más impresionante que el anterior. El primero que veo es un SUV en color gris metálico, con un diseño robusto y elegante. Es espacioso y tiene todas las características de seguridad que estuve buscando, pero algo en mí me dice que siga mirando. —Este es un excelente modelo —comenta Marcos—. Tiene asientos de cuero, un sistema de navegación de última generación, y es uno de los más seguros en su categoría. —Es impresionante —admito, pero no puedo dejar de pensar que quiero algo más especial para nuestra familia. Marcos asiente, entendiendo que todavía estoy en busca de algo que me haga sentir que es el indicado. Continuamos caminando hasta que llegamos a una camioneta en color azul oscuro. Es un poco más grande que el anterior, con un interior lujoso y detalles que muestran calidad en cada centímetro. —Este modelo ha sido muy popular entre las familias —dice Marcos, abriendo la puerta del conductor para que pueda inspeccionarlo. Me subo y me siento al volante, dejando que mis manos recorran el suave cuero del volante y observando cómo la luz del sol refleja en el tablero pulido. Este vehículo no solo es seguro, sino que también tiene una sensación de confort y lujo que me imagino disfrutando con Sam y Louis. —Me gusta mucho este —le digo a Marcos, comenzando a sentir que esta podría ser la elección correcta. —Tiene una gran capacidad de carga, ideal para todos los accesorios de bebé que tendrás que transportar pronto —añade con una sonrisa. Salgo del vehículo y lo examino desde afuera, visualizando a Sam y a mí manejando por la ciudad, con Louis en la silla de bebé en el asiento trasero. Veo a Sam sonriendo mientras ella y Louis duermen, con música suave de fondo en un viaje largo por carretera. —Creo que esta es la indicada —digo finalmente, sintiendo que es la mejor elección. Marcos asiente y comenzamos a hablar de los detalles, desde el financiamiento hasta las opciones adicionales que puedo agregar para hacerla aún más perfecta. Después de un rato, todos los documentos están en orden, y me encuentro firmando el contrato de compra. La sensación de satisfacción me invade al saber que estoy un paso más cerca de asegurar que mi familia tenga todo lo que necesita. —Felicidades, Edward. Has hecho una excelente elección —me dice Marcos mientras me entrega las llaves. —Gracias, Marcos. No puedo esperar a ver la cara de Sam cuando se la muestre. Con las llaves en mano, subo a la camioneta y enciendo el motor. El rugido suave y poderoso me llena de confianza mientras salgo del concesionario. Decido dar un pequeño paseo por la ciudad antes de regresar a casa, disfrutando del manejo suave y la comodidad que ofrece. Cada giro del volante se siente seguro y controlado, y no puedo evitar sonreír al pensar en todas las aventuras que nos esperan. Finalmente, después de una breve parada en una tienda para comprar algunos detalles adicionales para la camioneta, regreso a casa. Estaciono en el camino de entrada, ansioso por mostrarle a Sam nuestra nueva adquisición. Entro a la casa con una sonrisa y la encuentro en la sala, leyendo un libro. Al verme, deja el libro a un lado y me sonríe. —¡Hola, amor! —dice, levantándose para saludarme—. ¿Cómo te fue con los recados? —Tengo algo que quiero mostrarte —respondo, sin poder contener la emoción en mi voz. Ella me sigue hacia la puerta, curiosa por lo que estoy a punto de revelarle. Cuando salimos al exterior y ve la nueva camioneta estacionada, sus ojos se abren de par en par. —¡Edward! —exclama, llevándose las manos a la boca—. ¡Es hermosa! —Es nuestra —le digo, entregándole las llaves—. Quería asegurarme de que tengamos un vehículo seguro y cómodo para cuando Louis llegue. Sam me abraza con fuerza, sus ojos llenos de emoción. —Es perfecta, Edward. Muchas gracias. —Nada es demasiado cuando se trata de ti y de nuestro hijo —respondo, sintiendo una oleada de amor y protección hacia ella. Nos subimos juntos en la camioneta, y Sam toma asiento en el lado del pasajero, explorando cada detalle con entusiasmo. Mientras salimos del camino de entrada para dar un paseo por el vecindario, ambos nos sentimos más preparados para el futuro, sabiendo que estamos construyendo la vida que siempre hemos soñado. Mientras conducimos por el vecindario, disfrutando del suave andar de la nueva camioneta, Sam no puede dejar de sonreír. Sus ojos brillan con una mezcla de emoción y sorpresa mientras examina cada detalle del interior. —No puedo creerlo, Edward. Realmente es perfecta —dice, deslizando sus manos por el asiento de cuero. —Quería que tuviéramos algo especial para nuestra familia —respondo, sin poder contener la satisfacción en mi voz—. Y pensé que sería un buen momento para estrenarla. ¿Qué te parece si vamos a comer algo? Sam asiente entusiasmada. —Me parece una gran idea. Además, estoy hambrienta —dice mientras se acaricia suavemente el vientre. Decidimos ir a un restaurante cercano que ambos disfrutamos. Es un lugar tranquilo, con una atmósfera acogedora y un menú que ofrece todo tipo de platos deliciosos, desde opciones saludables hasta indulgencias tentadoras. Perfecto para satisfacer nuestros antojos. Durante el trayecto hacia el restaurante, hablamos de todo un poco. De cómo será la vida cuando Louis esté con nosotros, de los planes para la habitación del bebé y de las próximas ecografías. Cada palabra refuerza la conexión entre nosotros, una conexión que se ha fortalecido aún más desde que supimos que seríamos padres. Cuando llegamos al restaurante, estaciono la camioneta y ayudó a Sam a bajar, ofreciéndole mi mano mientras ella sale del asiento. Caminamos juntos hacia la entrada, y me doy cuenta de lo mucho que me encanta verla tan feliz y radiante. La maternidad realmente le sienta bien. Nos reciben en la puerta y nos conducen a una mesa cerca de la ventana, desde donde podemos ver el jardín exterior. Es un lugar perfecto para disfrutar de una comida tranquila y hablar sin interrupciones. Sam elige una ensalada con pollo a la parrilla, y yo opto por un plato de pasta con mariscos. Mientras esperamos la comida, seguimos hablando de Louis. Sam está especialmente emocionada por el hecho de que pronto tendremos la próxima ecografía, donde podremos ver cómo sigue creciendo. —No puedo esperar a ver su carita —dice Sam, acariciando su vientre con ternura—. Siento que cada día está más activo. —Debe estar practicando para ser un pequeño atleta —respondo en tono de broma, mientras me inclino para besarla en la frente. La comida llega rápidamente, y nos sumergimos en los sabores y texturas de los platos. El ambiente relajado del restaurante nos permite disfrutar de cada bocado mientras seguimos soñando despiertos sobre nuestro futuro como padres. De repente, mientras estamos en medio de la conversación, Sam se detiene y pone una mano en su vientre. Su expresión cambia a una mezcla de sorpresa y alegría. —¿Qué pasa? —le pregunto, preocupado por el cambio repentino en su expresión. Sam me mira con una gran sonrisa antes de tomar mi mano y colocarla sobre su vientre. —Louis acaba de patear —dice con emoción. La sorpresa y la emoción me invaden cuando siento un pequeño movimiento bajo mi mano. Es una patadita suave, pero firme, como si nuestro hijo quisiera recordarnos que él también está aquí con nosotros, compartiendo este momento. —Lo siento —susurro, más para Louis que para Sam. Es una sensación increíble, algo que nunca había experimentado antes. Sentir a nuestro hijo moverse dentro de Sam me llena de una profunda conexión con él. Es como si, en ese instante, todo lo demás desapareciera y solo existiera este pequeño ser que está creciendo en su vientre. —Es un niño fuerte —digo, todavía maravillado por la sensación. —Lo sé —responde Sam, acariciando mi mano sobre su vientre—. Cada vez que lo siento moverse, me recuerda lo cerca que estamos de tenerlo en nuestros brazos. Nos quedamos un momento en silencio, disfrutando de esa conexión con Louis, sintiendo su presencia en cada pequeño movimiento. Es un recordatorio de lo real que es todo esto, de lo pronto que nuestras vidas cambiarán para siempre. Finalmente, cuando Louis parece haberse calmado, continuamos con nuestra comida, aunque ahora con una nueva chispa de emoción. Cada vez que hablo de nuestro hijo, siento una oleada de orgullo y felicidad. No puedo esperar para conocerlo, para ser su padre y enseñarle todo lo que sé. Después de terminar, Sam y yo decidimos pedir un postre para compartir. Optamos por una tarta de chocolate, algo indulgente para celebrar este día especial. Mientras disfrutamos del postre, seguimos hablando de los nombres que habíamos considerado antes de decidirnos por Louis, riendo al recordar algunas de las ideas más extravagantes que habíamos propuesto. Cuando terminamos, me siento satisfecho no solo por la comida, sino también por todo lo que hemos compartido hoy. Pago la cuenta y ayudó a Sam a levantarse, asegurándome de que esté cómoda mientras caminamos de regreso a la camioneta. En el trayecto de vuelta a casa, Sam se queda en silencio, mirando por la ventana, con una mano sobre su vientre. Puedo ver en su rostro que está tan emocionada como yo por todo lo que está por venir. —¿En qué piensas? —le pregunto, mientras giro el volante para tomar el camino hacia nuestra casa. Sam sonríe suavemente antes de responder. —Estaba pensando en lo afortunados que somos —dice, girando su cabeza para mirarme—. Tenemos tanto por lo que estar agradecidos, y cada día que pasa, me doy cuenta de lo mucho que te amo, Edward. Eres el mejor compañero que podría pedir para esta aventura. Sus palabras tocan algo profundo en mí. No hay nada que pueda describir lo que siento en este momento. —Y yo a ti, Sam. No puedo esperar para ver lo increíble madre que serás. Louis va a tener tanta suerte de tenerte. La emoción en sus ojos es palpable, y sé que no soy el único que se siente así. Ambos estamos comprometidos a hacer de esta nueva etapa de nuestras vidas algo especial, algo que Louis recordará para siempre, incluso si no puede recordar estos primeros momentos. Al llegar a casa, estaciono la camioneta en el camino de entrada y nos dirigimos hacia la puerta. El día ha sido perfecto, y me siento más preparado que nunca para lo que nos espera. No importa cuántos desafíos puedan venir, sé que juntos podemos superarlos. Con Sam a mi lado, y ahora con Louis en camino, todo parece posible.Hoy es un día especial, uno que he estado esperando con una mezcla de nervios y emoción: nuestras primeras clases de maternidad.Edward y yo hemos hablado mucho sobre lo que significará ser padres, pero hoy es el día en que empezaremos a aprender cómo hacerlo. No puedo evitar sentir un poco de ansiedad, como si la realidad de todo esto se volviera más tangible con cada paso que damos hacia esa aula.La mañana comenzó como cualquier otra. Me desperté un poco antes de Edward y me quedé un momento en la cama, sintiendo las suaves pataditas de Louis. Es nuestro pequeño ritual, una manera de conectarme con él antes de que el día comience. Mientras acaricio mi vientre, pienso en lo rápido que ha pasado el tiempo. Apenas parece que fue ayer cuando descubrimos que estaba embarazada, y ahora estamos aquí, preparándonos para traer a nuestro hijo al mundo.Edward se despierta poco después y me encuentra sonriendo mientras sigo sintiendo a Louis moverse.—¿Listos para nuestra primera clase? —me p
Hoy marca exactamente diez días antes de la fecha en la que se espera que nuestro pequeño Louis llegue al mundo. Todo se siente surrealista. La casa está lista, la habitación del bebé está terminada con cada detalle cuidadosamente escogido por Sam y por mí. Pero a pesar de todo, la emoción y la anticipación no se detienen. La verdad es que no puedo dejar de pensar en cómo será finalmente conocer a nuestro hijo.Esta mañana, me despierto antes que Sam. El sol apenas comienza a asomarse por la ventana, llenando la habitación con una luz suave. Observo a Sam mientras duerme, su cuerpo ligeramente curvado hacia el lado, una mano descansando protectora sobre su vientre. No puedo evitar sonreír al verla así, tan tranquila, tan hermosa. Parece increíble pensar que pronto seremos padres.Decido levantarme con cuidado para no despertarla. Me deslizo fuera de la cama y me dirijo a la cocina. La rutina de preparar el desayuno se ha vuelto algo casi meditativo para mí en las últimas semanas. Sam
El sol apenas comienza a asomar por el horizonte cuando despierto, agitada y sudando. La incomodidad en mi vientre ha aumentado durante la noche y las contracciones, que antes eran esporádicas y ligeras, se han vuelto más intensas y regulares. Me giro en la cama, tratando de encontrar una posición que alivié el dolor, pero es imposible encontrar consuelo. Cada contracción parece más fuerte que la anterior, y no puedo ignorar la creciente presión.Miro a Edward, que duerme a mi lado, completamente ajeno a mi sufrimiento. Lo observo durante unos segundos, su respiración es tranquila y regular. Me siento un poco culpable por despertarlo, pero el dolor es demasiado intenso para soportarlo sola. Finalmente, decido que es hora de hacerlo.—Edward —digo con voz temblorosa, intentando no sonar demasiado desesperada—. Edward, despierta.Él se mueve lentamente, con una expresión de confusión en su rostro mientras abre los ojos.—¿Qué pasa, Sam? —pregunta, frotándose los ojos.—Creo que es hora
Las noches no han sido fáciles desde que Louis llegó a nuestras vidas. La verdad es que no hemos pasado muchas buenas noches, y esta madrugada no es la excepción. El llanto de nuestro bebé resuena en el cuarto, cortando el silencio de la noche y recordándonos que aún estamos en las primeras etapas de esta nueva rutina. Me incorporo lentamente, sintiendo el cansancio acumulado, y miro a Edward, que ya está despertando al sonido del llanto.—Lo siento, Louis está llorando de nuevo —le digo en voz baja, tratando de no alterar demasiado el ambiente tranquilo de la madrugada.Edward, con una expresión de cansancio pero también de determinación, se levanta de la cama. Se estira para deshacer el sueño, y se dirige hacia la cuna de Louis. Yo me quedo en la cama, observándolo mientras él toma a nuestro hijo en brazos con la habilidad de un padre experimentado.—Déjame encargármelo —me dice, notando mi preocupación en el rostro—. Tú descansa un poco más.Asiento, agradecida por su disposición a
La emoción en el aire es palpable mientras me preparo para un momento tan esperado: recoger mi vestido de novia. Solo queda una semana para la boda, y cada detalle cuenta para hacer de este día algo inolvidable. La tienda de novias está a solo unos minutos en coche, y me encuentro revisando mi reloj con frecuencia, nerviosa y emocionada por lo que está por venir.El sol brilla suavemente en el cielo, y el tráfico es ligero, lo que me permite llegar a la tienda sin contratiempos. Me estaciono y respiro hondo, tratando de calmar los nervios que me recorren. Salgo del coche y me dirijo a la entrada de la tienda, donde la campanita suena al abrir la puerta, anunciando mi llegada.Dentro, el ambiente es elegante y acogedor, con una suave música romántica que llena el aire. Me recibe Laura, la diseñadora que ha estado a cargo de la creación de mi vestido. Su sonrisa cálida y su entusiasmo me hacen sentir inmediatamente en confianza.—¡Hola, Sam! —dice Laura, acercándose para darme un abrazo
Hoy es el día en que nos embarcamos hacia Santorini, y no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nervios. La boda está a solo una semana de distancia, y la realidad de lo que está por suceder comienza a hundirse en mí. Todo tiene que salir perfecto, y aunque estoy segura de que lo hará, hay una pequeña parte de mí que no puede evitar preocuparse por los detalles.Edward y yo nos hemos estado preparando para este día durante meses, y finalmente está aquí. Louis, que ahora tiene casi dos meses, está en su cuna, tranquilo, ajeno al ajetreo que se desarrolla a su alrededor. Observo cómo Edward revisa una lista en su teléfono, asegurándose de que no hayamos olvidado nada importante. Me siento en la cama, dándole el último sorbo a mi café, tratando de calmar las mariposas en mi estómago.—¿Todo listo? —pregunta Edward mientras guarda su teléfono en el bolsillo y se acerca para besarme en la frente.—Creo que sí —respondo con una sonrisa—. Aunque no puedo dejar de pensar en si nos hemos
Llegamos a Santorini en medio de un cielo despejado, con el sol resplandeciente reflejándose en el agua azul del mar Egeo. Al bajar del avión, siento la brisa cálida en mi rostro, un recordatorio perfecto de que estamos a punto de vivir uno de los momentos más importantes de nuestras vidas. Con Sam a mi lado y Louis en mis brazos, todo parece encajar a la perfección.Después de recoger nuestras maletas, nos dirigimos hacia la salida del aeropuerto, donde un taxi ya nos está esperando. El conductor, un hombre mayor con una sonrisa amable, nos ayuda a cargar las maletas en el maletero antes de indicarnos que subamos.El trayecto hacia el hotel es impresionante. Pasamos por pequeños pueblos encalados con casas de techos azules que se mezclan armoniosamente con el paisaje montañoso. El contraste de colores, el blanco de las paredes y el azul intenso del mar y el cielo, es simplemente asombroso. Sam no puede evitar sacar su cámara para capturar algunas fotos desde la ventana del taxi, y yo
Abro la puerta de la habitación donde me estoy preparando y me encuentro con Drake, quien tiene una expresión que mezcla diversión y seriedad, algo que raramente veo en él. Me toma del hombro y me da una palmada firme, un gesto que me reconforta un poco.—Vamos, Edward. Es ahora o nunca —dice con una sonrisa que trata de ocultar sus propios nervios.Caminamos juntos por los pasillos del hotel hacia el lugar donde se llevará a cabo la ceremonia. Todo está preparado para el gran momento. A lo lejos, puedo escuchar el murmullo de los invitados, el sonido del viento que se cuela por las ventanas, y el suave tintineo de la música que comienza a tocar, una melodía que me llena de emoción y ansiedad a partes iguales. El ambiente es electrizante, casi surrealista. El aire está cargado con la expectativa de lo que está por suceder.A medida que nos acercamos, siento que el corazón me late más rápido. Este no es un simple paso más en nuestra relación; es el paso definitivo. Sam y yo hemos pasad