Capítulo 41

El sol se alza lentamente en el horizonte, anunciando el inicio de un nuevo día. La luz suave de la mañana entra por las cortinas, iluminando la habitación y despertándome de un sueño profundo. A mi lado, Sam todavía duerme plácidamente, con una mano descansando sobre su vientre, donde nuestro pequeño Louis crece cada día más. Sonrío al recordar la fiesta de revelación del día anterior, el momento en que el humo azul llenó el aire y confirmamos lo que ambos habíamos soñado: íbamos a tener un niño.

Con cuidado, me levanto de la cama, tratando de no despertarla. Hoy es un día importante, no solo porque me he decidido a hacer algo que he estado planeando en mi cabeza durante semanas, sino porque es el momento de asegurarme de que todo esté perfecto para nuestra familia en crecimiento.

Después de darme una ducha rápida y vestirme, bajo las escaleras y me preparo un café. Necesito la energía para lo que tengo en mente hoy. Mientras disfruto de la tranquilidad de la mañana, saco mi teléfono y reviso las notas que hice sobre las camionetas que estuve mirando. Sam y yo habíamos hablado varias veces sobre la necesidad de un vehículo más grande y seguro, especialmente ahora que pronto seremos tres. Una camioneta parece la opción más lógica, algo espacioso y confiable, ideal para un futuro padre de familia.

Tomo el último sorbo de café y dejo una nota en la mesa para Sam, por si se despierta antes de que regrese. Quiero que sea una sorpresa, así que solo menciono que salí a hacer algunos recados. Salgo de la casa, sintiendo el aire fresco de la mañana en mi rostro, y me dirijo hacia el concesionario que había visto en el centro de la ciudad.

El tráfico es ligero, y mientras conduzco, mi mente se llena de imágenes de cómo será nuestra vida con Louis. Visualizo los viajes familiares, las salidas al parque, e incluso los días en que lo llevaré a sus primeras prácticas de fútbol o béisbol. Esas imágenes me llenan de una mezcla de emoción y nerviosismo; ser padre es una responsabilidad enorme, pero es una que estoy ansioso por asumir.

Llegando al concesionario, estaciono y bajo del coche. Me encuentro con un vendedor llamado Marcos, quien me había estado ayudando a encontrar la camioneta perfecta durante las últimas semanas.

—Buenos días, Edward —dice con una sonrisa mientras se acerca a mí—. ¿Listo para tomar una decisión hoy?

Asiento con determinación, dispuesto a dar el siguiente paso.

—Sí, Marcos. Creo que hoy es el día —respondo.

Me conduce hacia la sección donde tienen las camionetas que había estado considerando. Caminamos entre las filas de vehículos, y cada uno parece más impresionante que el anterior. El primero que veo es un SUV en color gris metálico, con un diseño robusto y elegante. Es espacioso y tiene todas las características de seguridad que estuve buscando, pero algo en mí me dice que siga mirando.

—Este es un excelente modelo —comenta Marcos—. Tiene asientos de cuero, un sistema de navegación de última generación, y es uno de los más seguros en su categoría.

—Es impresionante —admito, pero no puedo dejar de pensar que quiero algo más especial para nuestra familia.

Marcos asiente, entendiendo que todavía estoy en busca de algo que me haga sentir que es el indicado. Continuamos caminando hasta que llegamos a una camioneta en color azul oscuro. Es un poco más grande que el anterior, con un interior lujoso y detalles que muestran calidad en cada centímetro.

—Este modelo ha sido muy popular entre las familias —dice Marcos, abriendo la puerta del conductor para que pueda inspeccionarlo.

Me subo y me siento al volante, dejando que mis manos recorran el suave cuero del volante y observando cómo la luz del sol refleja en el tablero pulido. Este vehículo no solo es seguro, sino que también tiene una sensación de confort y lujo que me imagino disfrutando con Sam y Louis.

—Me gusta mucho este —le digo a Marcos, comenzando a sentir que esta podría ser la elección correcta.

—Tiene una gran capacidad de carga, ideal para todos los accesorios de bebé que tendrás que transportar pronto —añade con una sonrisa.

Salgo del vehículo y lo examino desde afuera, visualizando a Sam y a mí manejando por la ciudad, con Louis en la silla de bebé en el asiento trasero. Veo a Sam sonriendo mientras ella y Louis duermen, con música suave de fondo en un viaje largo por carretera.

—Creo que esta es la indicada —digo finalmente, sintiendo que es la mejor elección.

Marcos asiente y comenzamos a hablar de los detalles, desde el financiamiento hasta las opciones adicionales que puedo agregar para hacerla aún más perfecta. Después de un rato, todos los documentos están en orden, y me encuentro firmando el contrato de compra. La sensación de satisfacción me invade al saber que estoy un paso más cerca de asegurar que mi familia tenga todo lo que necesita.

—Felicidades, Edward. Has hecho una excelente elección —me dice Marcos mientras me entrega las llaves.

—Gracias, Marcos. No puedo esperar a ver la cara de Sam cuando se la muestre.

Con las llaves en mano, subo a la camioneta y enciendo el motor. El rugido suave y poderoso me llena de confianza mientras salgo del concesionario. Decido dar un pequeño paseo por la ciudad antes de regresar a casa, disfrutando del manejo suave y la comodidad que ofrece. Cada giro del volante se siente seguro y controlado, y no puedo evitar sonreír al pensar en todas las aventuras que nos esperan.

Finalmente, después de una breve parada en una tienda para comprar algunos detalles adicionales para la camioneta, regreso a casa. Estaciono en el camino de entrada, ansioso por mostrarle a Sam nuestra nueva adquisición. Entro a la casa con una sonrisa y la encuentro en la sala, leyendo un libro. Al verme, deja el libro a un lado y me sonríe.

—¡Hola, amor! —dice, levantándose para saludarme—. ¿Cómo te fue con los recados?

—Tengo algo que quiero mostrarte —respondo, sin poder contener la emoción en mi voz.

Ella me sigue hacia la puerta, curiosa por lo que estoy a punto de revelarle. Cuando salimos al exterior y ve la nueva camioneta estacionada, sus ojos se abren de par en par.

—¡Edward! —exclama, llevándose las manos a la boca—. ¡Es hermosa!

—Es nuestra —le digo, entregándole las llaves—. Quería asegurarme de que tengamos un vehículo seguro y cómodo para cuando Louis llegue.

Sam me abraza con fuerza, sus ojos llenos de emoción.

—Es perfecta, Edward. Muchas gracias.

—Nada es demasiado cuando se trata de ti y de nuestro hijo —respondo, sintiendo una oleada de amor y protección hacia ella.

Nos subimos juntos en la camioneta, y Sam toma asiento en el lado del pasajero, explorando cada detalle con entusiasmo. Mientras salimos del camino de entrada para dar un paseo por el vecindario, ambos nos sentimos más preparados para el futuro, sabiendo que estamos construyendo la vida que siempre hemos soñado.

Mientras conducimos por el vecindario, disfrutando del suave andar de la nueva camioneta, Sam no puede dejar de sonreír. Sus ojos brillan con una mezcla de emoción y sorpresa mientras examina cada detalle del interior.

—No puedo creerlo, Edward. Realmente es perfecta —dice, deslizando sus manos por el asiento de cuero.

—Quería que tuviéramos algo especial para nuestra familia —respondo, sin poder contener la satisfacción en mi voz—. Y pensé que sería un buen momento para estrenarla. ¿Qué te parece si vamos a comer algo?

Sam asiente entusiasmada.

—Me parece una gran idea. Además, estoy hambrienta —dice mientras se acaricia suavemente el vientre.

Decidimos ir a un restaurante cercano que ambos disfrutamos. Es un lugar tranquilo, con una atmósfera acogedora y un menú que ofrece todo tipo de platos deliciosos, desde opciones saludables hasta indulgencias tentadoras. Perfecto para satisfacer nuestros antojos.

Durante el trayecto hacia el restaurante, hablamos de todo un poco. De cómo será la vida cuando Louis esté con nosotros, de los planes para la habitación del bebé y de las próximas ecografías. Cada palabra refuerza la conexión entre nosotros, una conexión que se ha fortalecido aún más desde que supimos que seríamos padres.

Cuando llegamos al restaurante, estaciono la camioneta y ayudó a Sam a bajar, ofreciéndole mi mano mientras ella sale del asiento. Caminamos juntos hacia la entrada, y me doy cuenta de lo mucho que me encanta verla tan feliz y radiante. La maternidad realmente le sienta bien.

Nos reciben en la puerta y nos conducen a una mesa cerca de la ventana, desde donde podemos ver el jardín exterior. Es un lugar perfecto para disfrutar de una comida tranquila y hablar sin interrupciones. Sam elige una ensalada con pollo a la parrilla, y yo opto por un plato de pasta con mariscos.

Mientras esperamos la comida, seguimos hablando de Louis. Sam está especialmente emocionada por el hecho de que pronto tendremos la próxima ecografía, donde podremos ver cómo sigue creciendo.

—No puedo esperar a ver su carita —dice Sam, acariciando su vientre con ternura—. Siento que cada día está más activo.

—Debe estar practicando para ser un pequeño atleta —respondo en tono de broma, mientras me inclino para besarla en la frente.

La comida llega rápidamente, y nos sumergimos en los sabores y texturas de los platos. El ambiente relajado del restaurante nos permite disfrutar de cada bocado mientras seguimos soñando despiertos sobre nuestro futuro como padres.

De repente, mientras estamos en medio de la conversación, Sam se detiene y pone una mano en su vientre. Su expresión cambia a una mezcla de sorpresa y alegría.

—¿Qué pasa? —le pregunto, preocupado por el cambio repentino en su expresión.

Sam me mira con una gran sonrisa antes de tomar mi mano y colocarla sobre su vientre.

—Louis acaba de patear —dice con emoción.

La sorpresa y la emoción me invaden cuando siento un pequeño movimiento bajo mi mano. Es una patadita suave, pero firme, como si nuestro hijo quisiera recordarnos que él también está aquí con nosotros, compartiendo este momento.

—Lo siento —susurro, más para Louis que para Sam.

Es una sensación increíble, algo que nunca había experimentado antes. Sentir a nuestro hijo moverse dentro de Sam me llena de una profunda conexión con él. Es como si, en ese instante, todo lo demás desapareciera y solo existiera este pequeño ser que está creciendo en su vientre.

—Es un niño fuerte —digo, todavía maravillado por la sensación.

—Lo sé —responde Sam, acariciando mi mano sobre su vientre—. Cada vez que lo siento moverse, me recuerda lo cerca que estamos de tenerlo en nuestros brazos.

Nos quedamos un momento en silencio, disfrutando de esa conexión con Louis, sintiendo su presencia en cada pequeño movimiento. Es un recordatorio de lo real que es todo esto, de lo pronto que nuestras vidas cambiarán para siempre.

Finalmente, cuando Louis parece haberse calmado, continuamos con nuestra comida, aunque ahora con una nueva chispa de emoción. Cada vez que hablo de nuestro hijo, siento una oleada de orgullo y felicidad. No puedo esperar para conocerlo, para ser su padre y enseñarle todo lo que sé.

Después de terminar, Sam y yo decidimos pedir un postre para compartir. Optamos por una tarta de chocolate, algo indulgente para celebrar este día especial. Mientras disfrutamos del postre, seguimos hablando de los nombres que habíamos considerado antes de decidirnos por Louis, riendo al recordar algunas de las ideas más extravagantes que habíamos propuesto.

Cuando terminamos, me siento satisfecho no solo por la comida, sino también por todo lo que hemos compartido hoy. Pago la cuenta y ayudó a Sam a levantarse, asegurándome de que esté cómoda mientras caminamos de regreso a la camioneta.

En el trayecto de vuelta a casa, Sam se queda en silencio, mirando por la ventana, con una mano sobre su vientre. Puedo ver en su rostro que está tan emocionada como yo por todo lo que está por venir.

—¿En qué piensas? —le pregunto, mientras giro el volante para tomar el camino hacia nuestra casa.

Sam sonríe suavemente antes de responder.

—Estaba pensando en lo afortunados que somos —dice, girando su cabeza para mirarme—. Tenemos tanto por lo que estar agradecidos, y cada día que pasa, me doy cuenta de lo mucho que te amo, Edward. Eres el mejor compañero que podría pedir para esta aventura.

Sus palabras tocan algo profundo en mí. No hay nada que pueda describir lo que siento en este momento.

—Y yo a ti, Sam. No puedo esperar para ver lo increíble madre que serás. Louis va a tener tanta suerte de tenerte.

La emoción en sus ojos es palpable, y sé que no soy el único que se siente así. Ambos estamos comprometidos a hacer de esta nueva etapa de nuestras vidas algo especial, algo que Louis recordará para siempre, incluso si no puede recordar estos primeros momentos.

Al llegar a casa, estaciono la camioneta en el camino de entrada y nos dirigimos hacia la puerta. El día ha sido perfecto, y me siento más preparado que nunca para lo que nos espera. No importa cuántos desafíos puedan venir, sé que juntos podemos superarlos. Con Sam a mi lado, y ahora con Louis en camino, todo parece posible.

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