Capítulo 45

Las noches no han sido fáciles desde que Louis llegó a nuestras vidas. La verdad es que no hemos pasado muchas buenas noches, y esta madrugada no es la excepción. El llanto de nuestro bebé resuena en el cuarto, cortando el silencio de la noche y recordándonos que aún estamos en las primeras etapas de esta nueva rutina. Me incorporo lentamente, sintiendo el cansancio acumulado, y miro a Edward, que ya está despertando al sonido del llanto.

—Lo siento, Louis está llorando de nuevo —le digo en voz baja, tratando de no alterar demasiado el ambiente tranquilo de la madrugada.

Edward, con una expresión de cansancio pero también de determinación, se levanta de la cama. Se estira para deshacer el sueño, y se dirige hacia la cuna de Louis. Yo me quedo en la cama, observándolo mientras él toma a nuestro hijo en brazos con la habilidad de un padre experimentado.

—Déjame encargármelo —me dice, notando mi preocupación en el rostro—. Tú descansa un poco más.

Asiento, agradecida por su disposición a tomar la iniciativa. Aunque estoy agotada, veo a Edward con admiración mientras se ocupa de Louis. Se mueve con confianza y ternura, cambiándole el pañal con destreza mientras nuestro pequeño sigue llorando, su pequeño rostro enrojecido por el esfuerzo.

—Todo va a estar bien, pequeño —le susurra Edward con una voz suave y calmada, tratando de consolar a Louis mientras cambia el pañal. Su voz es un bálsamo en la noche, una promesa de que todo se solucionará.

Una vez que termina con el cambio de pañal, Edward levanta a Louis y lo mece con cuidado. Los movimientos de su brazo son suaves y rítmicos, intentando calmar a nuestro hijo. Puedo ver el esfuerzo en su rostro, pero también el amor y la paciencia que pone en cada gesto.

—Está casi listo —me dice, sonriendo con ternura—. Solo necesita un poco de tiempo para calmarse.

Lo observo mientras continúa meciendo a Louis, notando cómo el llanto empieza a disminuir gradualmente. Me siento un poco más tranquila al ver cómo Edward maneja la situación con tanta dedicación. Me recuesto en la cama y cierro los ojos, permitiéndome unos momentos de descanso mientras escucho el suave murmullo de la noche y el arrullo de Edward.

El tiempo parece dilatarse mientras Edward sigue meciendo a Louis. Finalmente, el llanto se convierte en un murmullo más tranquilo, y nuestro hijo parece relajarse en los brazos de su padre. Edward lo coloca de nuevo en su cuna con cuidado, asegurándose de que esté cómodo y seguro.

—Ya está todo bien —le dice a Louis con una voz suave—. Ahora puedes descansar tranquilo.

Me levanto lentamente de la cama, estirando los músculos adoloridos y acercándome a la cuna. Coloco mi mano en la pequeña cabeza de Louis, acariciándolo con ternura. Aunque estoy cansada, el amor por nuestro hijo me da fuerzas.

—Gracias por hacerlo —le digo a Edward, mirándolo con gratitud. Me siento afortunada de tener a alguien tan atento y dedicado a mi lado.

Edward me sonríe y se acerca a mí, abrazándome con cariño. Nos quedamos allí un momento, disfrutando de la cercanía y el consuelo que nos brindamos mutuamente. La experiencia de ser padres es agotadora, pero también profundamente gratificante.

—Vamos a intentar dormir un poco más —sugiere Edward con una sonrisa cansada—. Podemos enfrentar esto juntos.

Asiento, y ambos regresamos a la cama. La noche sigue avanzando, y aunque el sueño se ha convertido en un lujo raro, el amor y el apoyo que compartimos hacen que cada momento valga la pena. Nos acomodamos en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda mientras el sueño comienza a invadirnos de nuevo.

El sonido de los llantos de Louis nos despierta nuevamente. Abro los ojos y miro el reloj en la mesita de noche: son las 7 de la mañana. La fatiga se siente como una manta pesada, pero la necesidad de atender a nuestro bebé es la prioridad. Me levanto con cuidado, intentando no hacer mucho ruido para no despertar a Edward, y me acerco a la cuna.

Louis está inquieto, moviéndose y llorando con intensidad. Lo recojo con ternura y lo coloco en mis brazos, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo. Lo acomodo contra mi pecho, y pronto el llanto comienza a disminuir mientras lo alimento.

—Shhh, tranquilo, amor —susurro, acariciándole la cabeza mientras lo alimento—. Todo está bien.

Me tomo un momento para disfrutar de este vínculo especial que compartimos. La tranquilidad que siento al tener a Louis en mis brazos me reconforta, a pesar de la falta de sueño. Mientras lo amamanto, escucho el suave sonido de Edward moviéndose en la cama.

Edward se sienta y se acerca a nosotros con una sonrisa somnolienta. Sus ojos aún están medio cerrados, pero su expresión muestra un amor profundo por nuestro hijo.

—Buenos días —dice, su voz todavía cargada de sueño—. ¿Cómo está nuestro pequeño hoy?

—Está bien, sólo tenía hambre —respondo con una sonrisa—. Estaba llorando y necesitaba ser alimentado.

Edward se sienta a mi lado y observa con cariño cómo Louis se alimenta. Luego, me mira con una expresión de consideración.

—¿Qué te parece si lo bañamos después de que termine de comer? Creo que le hará bien y nos ayudará a empezar el día con energía renovada.

Asiento, agradecida por la sugerencia. El baño matutino puede ser un buen comienzo para el día, tanto para Louis como para nosotros. Sigo amamantando a Louis hasta que termina, y luego lo envuelvo con suavidad en una manta.

Edward se levanta y se prepara para el baño, mientras yo me encargo de preparar todo lo necesario. Coloco una pequeña bañera en el baño, lleno de agua tibia, y preparo una toalla suave y una manta para envolver a Louis después del baño.

Cuando todo está listo, Edward viene con Louis en brazos. Lo coloco con cuidado en la bañera y comienzo a bañar a nuestro bebé con movimientos suaves. Edward se queda a mi lado, ayudándome y asegurándose de que todo esté en orden.

Louis parece disfrutar del agua tibia, y sus llantos se convierten en suaves balbuceos. Edward se inclina para mirarlo de cerca, sonriendo mientras observa la interacción.

—¿No es increíble cómo algo tan pequeño puede traer tanta alegría? —pregunta Edward, acariciando la cabeza de Louis mientras lo baña.

—Es asombroso —respondo, sonriendo—. Cada momento con él es especial.

Cuando terminamos de bañar a Louis, lo envolvemos en una toalla suave y lo secamos con cuidado. Lo vestimos con un conjunto cómodo y abrigado, y Edward se encarga de preparar una pequeña bolsa con todo lo que necesitamos para el día.

—¿Qué te parece si salimos a dar un paseo después del desayuno? —sugiere Edward—. Creo que un poco de aire fresco nos vendría bien.

—Me parece una excelente idea —digo—. Podemos disfrutar del tiempo juntos y darle a Louis una pequeña aventura.

**Capítulo 45 - Narrado por Sam (continuación)**

El día comienza a decaer mientras el sol se oculta lentamente en el horizonte, y la emoción en nuestra casa aumenta con la llegada de la familia. Hoy es un día especial, ya que nuestra familia viene a conocer a nuestro pequeño Louis por primera vez. La casa está llena de una energía vibrante, y me siento emocionada por compartir este momento con nuestros seres queridos.

Edward y yo hemos estado preparando todo para la llegada de nuestros familiares. La casa está limpia y ordenada, con algunos bocadillos y bebidas listos para recibir a nuestros invitados. Louis duerme plácidamente en su cuna, ajeno al bullicio que se avecina. Lo hemos vestido con un conjunto suave y cómodo, esperando que todos lo encuentren tan adorable como nosotros.

La primera en llegar es mi madre, que entra con una sonrisa radiante y un ramo de flores en la mano. La veo avanzar hacia nosotros con una mezcla de ternura y emoción en su rostro.

—¡Hola, cariño! —exclama mientras me abraza—. No puedo esperar a ver a mi nuevo nieto.

—Hola, mamá —respondo, devolviéndole el abrazo—. Estoy tan feliz de que estés aquí.

Mi padre llega poco después, con una expresión de alegría y un gesto de asombro en su rostro. Se acerca a Edward, le da una palmadita en la espalda y lo felicita. La calidez en la atmósfera es palpable mientras todos nos reunimos en la sala.

—¿Dónde está el pequeño Louis? —pregunta mi padre, mirando a Edward y a mí con una sonrisa ansiosa.

Edward se dirige a la cuna con cuidado, y me uno a él para mostrar a nuestro hijo a la familia. Louis comienza a moverse lentamente, abriendo los ojos y mirando a los recién llegados con curiosidad. Mis padres se agachan para ver al bebé, y puedo ver la emoción en sus rostros.

—¡Es tan hermoso! —dice mi madre, con lágrimas de alegría en los ojos.

—Sí, lo es —responde mi padre, admirando al pequeño—. ¡Es increíble cómo ha crecido nuestra familia!

La tarde avanza con animadas conversaciones y risas mientras todos disfrutan de la compañía. Mi hermano, que llega poco después con su familia, también está encantado de conocer a Louis. Se une a la conversación, compartiendo historias y anécdotas mientras nos acomodamos en la sala.

Louis se despierta y comienza a balbucear, lo que atrae la atención de todos. Mi hermana se acerca y se ofrece a sostener a Louis con cuidado. Veo la ternura en su mirada mientras lo sostiene, y me siento agradecida por la forma en que nuestra familia está abrazando a nuestro pequeño.

—¿Quieren que les muestre cómo hemos organizado su habitación? —ofrezco, con una sonrisa.

Todos aceptan con entusiasmo, y nos dirigimos a la habitación de Louis. Les muestro los detalles que hemos elegido para su espacio, desde los colores suaves en las paredes hasta los pequeños adornos y juguetes que hemos seleccionado. Mi madre y mi hermana admiran la habitación, haciendo comentarios sobre lo bonito y acogedor que se ve.

—Has hecho un trabajo maravilloso, Sam —dice mi madre, abrazándome—. Me alegra ver cómo todo está listo para Louis.

La tarde se llena de conversaciones alegres y momentos íntimos mientras compartimos historias, risas y recuerdos. Edward y yo aprovechamos para relajarnos y disfrutar de la compañía de nuestra familia. Los bocadillos y bebidas se sirven mientras todos se acomodan en el sofá y en las sillas, y la atmósfera se llena de calidez y amor.

Louis se vuelve el centro de atención, y todos están encantados de interactuar con él. La visita se convierte en una celebración del nuevo miembro de la familia, y no puedo evitar sentir una profunda gratitud por el apoyo y el amor que nos rodea.

A medida que la tarde avanza, nos tomamos un momento para relajarnos y disfrutar de la tranquilidad. Todos se preparan para irse, y se escuchan palabras de despedida llenas de cariño y buenos deseos.

—Gracias a todos por venir —digo, mientras abrazo a cada uno—. Ha sido maravilloso tenerlos aquí.

—Estamos encantados de conocer a Louis —responde mi padre—. Y esperamos poder pasar más tiempo con él.

Edward y yo nos quedamos con una sensación de felicidad mientras nuestros familiares se despiden y salen de la casa. La tarde ha sido una celebración maravillosa del amor y la conexión familiar, y me siento agradecida por cada momento que hemos compartido.

Cuando la casa se queda en silencio, Edward y yo nos sentamos en el sofá, cansados pero satisfechos. Miramos a Louis, que está dormido en su cuna, y nos damos cuenta de cuánto ha cambiado nuestras vidas en tan poco tiempo.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Edward, mirándome con ternura.

—Me siento increíble —respondo, tomando su mano—. Ha sido un día perfecto. Estoy tan feliz de compartir estos momentos con nuestra familia.

Edward me sonríe y nos abrazamos, sintiendo la conexión y el amor que nos une. A pesar de las dificultades y desafíos que hemos enfrentado, la llegada de Louis ha traído una nueva dimensión de alegría y satisfacción a nuestras vidas. La tarde con nuestra familia ha sido un recordatorio de lo afortunados que somos y de cuánto amor nos rodea.

Nos preparamos para pasar la noche con tranquilidad, sabiendo que, aunque la vida con un bebé puede ser intensa, cada momento vale la pena.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo