Si tuviera que empezar a contar mi historia sería desde el día que me subí en aquel avión, con rumbo a una vida mejor para recuperar lo que me habían quitado. Mi único propósito en aquella travesía era trabajar duro, pero el destino me tenía algo diferente preparado, enamorarme del nieto de la anciana que cuidaba, y el problema no era eso, sino quien era él. Detrás de cada persona siempre hay un libro lleno de vivencias, el mío estaba lleno de borradores que fueron acabando con mi autoestima, con la confianza en los hombres, hasta que llegó él y decidió ponerme la vida en bandeja, era yo la que tenía que jugar con esta y ver lo que se sentía al estar en la cima más alta y viéndolo todo desde arriba. Pero había un problema en todo esto, y es que no era la mujer que él necesitaba, porque Lars era el duque de Baden, un diamante en todo su esplendor y yo solo una piedra barata que no pegaba ni con cola con él. Mientras su arrolladora mirada me observaba, mi alma danzaba en lugares desconocidos. Ante él, siempre me sentía desnuda, y me hacía ser lo que no quería mostrar a nadie, me ocultaba bajo una fachada falsa, y lo único que conseguía con eso fue dejarlo mirar en lo más profundo de mi ser. Fue un error caer, y los errores se suelen pagar con precios elevados. Yo, ... A mis veintidós años en un país ajeno en busca de esa esperanza para volver a recuperar a mi bebé. De valientes, es decir: Yo no me merezco esto. Pero de ganadores, es decir: Merezco una oportunidad. Y yo no sabía en qué punto poner. ¿Valiente o ganadora?
Leer másLARS El dolor siempre debe acompañarnos y hacernos ver que cada cambio es sufrible. Cambiar duele, creer duele, amar duele, asimilar los hechos duele e incluso olvidar duele, pero no hay dolor más poderoso que tirar la toalla ante el mismo dolor del que estábamos hablando. —Cada día peso más, en serio, papá— oí a Martina hablando con su padre que estaba de visitas. Se quedará hasta que su hija de a luz a mi segundo hijo. Con una sonrisa entré hasta donde estaban y pasé mi mano por su abdomen y ella se sobresaltó, ya que no me oyó llegar. —Ya te queda poco, amor. Su padre sonrió por la complicidad de nuestras palabras y después solté un beso rápido sobre sus labios. —Papi— Leo llega hasta mí corriendo y lo alzo en voladas. Sonríe a carcajadas, ya que le encantaba que diera vueltas con él en el aire. —Oye, mi amor. Nuestros invitados estarán al caer, ¿no? —Supongo que habrán aterrizado. Mario me llamó antes de abordar su jet. —Vale, solo que quiero tenerlo todo listo para cuando
MARTINA¿Qué es la vida para el ser humano? ¿Qué es lo que tanto amamos de esta que nos cuesta abandonarla?No sé, ya sea de algún modo u otro, por cualquier motivo, siempre hay algo tan importante que nos obliga a querer quedarnos en ella.De alguna manera y según fueron pasando los días, pude comprender y ojalá algún día cualquier persona que haya pasado por una pérdida como la que tuve, pueda entender que en este mundo no se pierde nada, si no se gana un ángel en la otra vida.Así hice yo y gané a mi dolor, superé a mi perdida. Y terminé por sonreír porque había alguna razón por la cual debía serlo. Y en esta ocasión, Lars necesitaba verme completa porque él no solo perdió lo que yo perdí, sino que también a su abuela. A la mujer que hizo todo para unirme a su nieto y que cerró los ojos cuando vio que hizo realidad lo que quería.Meses después—Es hora, mi amor, ¿estás preparada? — llegó a mí y me sacó del trance en el que me encontraba. Habían pasado meses desde aquel día que jamá
LARSParecía que estaba viviendo una pesadilla la cual necesitaba despertar. No era cierto que cabía esa posibilidad de que Martina estuviera sufriendo un aborto. No, ahora que al fin habíamos empezado a ser felices.El instructor de la excursión nos llevó al hospital más cercano de la zona y atendieron a mi mujer, no sabría lo que podía suceder ahí dentro o que iban a hacerle, pero fuera lo que fuese, los quería sanos a los dos.Mientras esperaba alguna noticia, mi móvil empezó a sonar una y otra vez.—¿Lars, hijo? — escuché la voz de mi madre nada más contestar. Me ardía el pecho.—¿Que ocurre, madre? — pregunté por qué sabía que algo había pasado por ahí. Ya que la desesperación de su voz me anunció lo peor.Leo, ¿era mi hijo?—¿Mi hijo está bien?—Sí, él está bien, pero... — se detiene y rompe en llanto.Y comprendí de quien se trataba sin necesidad de oír más.—Mi abuela...—Lo siento, hijo.Y el médico aparece y se presenta mientras me explica que no han podido hacer nada por el
MARTINALos latidos de mi corazón retumban en mis oídos, había un gran silencio y perfectamente escuché la respiración de Lars mezclada con mi ritmo cardiaco.Abrí los ojos y el día había llegado. Apenas habíamos descansado como era debido, pero estaba más que contenta al despertar.—Buenos días— saludé al ver que este pasó su mano por la espalda después de incorporarme.—Buenos días, mi cielo.Sonreí inclinándome a él para besarlo. Sus ojos azules eran más claros a esta hora de la mañana y con los reflejos de los rayos del sol le hacían un sombreado a su figura sobre la tela de las sábanas.—Hoy empieza nuestra luna de miel.—Estoy deseando llegar a Tokio—Y yo enseñarte ese lugar.Reconozco que fue más que una boda, Lars me regaló el privilegio de experimentar uno de los momentos más hermosos que pasa el ser humano a lo largo de su vida. Y yo me grabé a fuego todo y cada uno de los instantes que vivimos ayer.El vuelo introductorio en helicóptero, después de descansar el primer día
LARSQue no te haya sucedido en ese momento no significa que no sucederá. Hay cosas que necesitan madurar, un tiempo para crecer y que podamos llegar a vivirlas, a saborearlas con toda su esencia. Hoy por hoy, es mejor dejar que el tiempo transcurra y esperar. Porque la espera habrá valido la pena después de ese tiempo transcurrido.—Hermano, felicidades— dijo Volker, nieto de mi tía, me abraza con una enorme sonrisa—. Bienvenido al club de los casados.Sonreí y miré a Mario que se acercó a nosotros, mientras tanto, Martina estaba con su amiga y mi abuela.—Gracias, y feliz de unirme a los casados.—No sabes lo intenso que es a veces— Mario comenta y levanta la copa—, brindo por tu felicidad, Lars. Te lo mereces. Y, por cierto, te nos adelantaste con ser padre— le dio un golpe a Volker y este sonrió.—Eso es verdad. A nosotros aún nos falta un par de años, nuestras queridas esposas tienen que graduarse para hacernos cumplir ese sueño.Curvé los labios al oírlos—. Amelia está que no ti
LARSLa belleza te puede cautivar, te puede engañar y te puede enloquecer, pero el alma y la personalidad de alguien es la que te hará enamorarte, y perder la cabeza en todo el sentido de la palabra.Antes de amar su físico, amé su interior, su forma de ser y la forma que la hacía única. Su mirada.—Te puedo decir que eres la mujer más hermosa que jamás antes haya visto. Y te puedo decir que no hay hombre que no se enamore de ti— besé el hombro de Martina, estaba frente al espejo viendo su reflejo con el vestido de novias puesto.Ella sonrió y giró sobre sus talones para ajustarme bien la corbata. El nudo me apretaba y este no se ponía como me gustaría. Sé que son los nervios, pero un día como hoy, eran necesarios.—Estás para no dejarte salir de esta habitación— dijo sonriendo. Los invitados nos esperaban en el castillo y ella y yo nos tomamos nuestro tiempo para prepararnos a solas. Con besos y caricias.—Nos hemos saltado todos esos mitos que dicen en las bodas y una de ellas es qu
MARTINAEstaba de acuerdo en algo y es que hay cosas que uno debe solucionar uno mismo y sin ayuda de nadie. Quise darle ese, empujó a madre e hijo y creo que, desde aquel día, Lars cambió su actitud con la mujer que le dio la vida. Y la señora Zelinda también. Porque escuché todo lo que le había contado Lars y ella se quedó a cuadros.Flashback.—No sabía que ellos dos no estaban bien— dijo la señora sorprendida por la información que le había dado su nieto.—No querían que nadie supiera que se les había acabado el amor.Al menos, él intentó cambiar la forma en la que su abuela pensaba de su madre.Fin del flashback.Las náuseas volvieron a mí y pronto tendremos la primera ecografía, estaba nerviosa por ello. Además, este embarazo estaba siendo diferente al de Leo. Esta vez, tenía al padre de mi bebé conmigo y no dejaba de mimarme a todo rato. Con sus miradas y yo desnuda ante ellas y con sus palabras me hacía sentir completa.Por el momento nadie sabía de mi embarazo, solo él y yo y
LARSIr de compras era lo que más detestaba, de hecho, tenía gente que trabajaba para mí para hacer esas cosas. Pero estar con Martina en medio de una tienda probándose prendas tenía sus ventajas. Entre ellas ponérmela bien dura mientras mis ojos se daban un festín con su cuerpo.Mientras se ponía el segundo modelo, y después de ese momento tan subido de tono, su móvil sonó y vi que le entró un mensaje de mi madre.Llegaré en cinco minutos, gracias, hija.Presioné los labios e intenté tomármelo bien, para no tener una discusión con ella.Hice caso omiso y esperé tanto a mi madre entrar por la puerta de la tienda como a Martina salir del probador.Con una sonrisa, y un vestido rojo de noche llegó a mí con un brillo intenso en su mirada.—¿Te gusta?—Me gusta, pero para la intimidad— oí a las dependientas saludar a alguien y supe que era ella. Miré hacia donde estaba la mujer que me dio la vida y después volví mis ojos hacia Martina.—Es tu madre, que causalidad— dijo nerviosa.No conte
MARTINAYo no sabía que era lo que me deparaba el futuro, pero fuera lo que fuese, lo quería todo al lado de Lars. Él era y es el motor que me empujó a volver a confiar, el querer lo mismo que él y de alguna manera tenía que aprender que, después de todo, tanto él como yo fuimos un camino para la vida de nuestros hijos. Bueno, de mi Leo y nuestro segundo hijo.—¿Estás embarazada? — su pregunta sonó como si no fuera real que, si no fuera por los síntomas y la misma confirmación del médico, lo hubiera puesto en duda.Asentí emocionada porque el corazón me latía contra el esternón con mucha fuerza.—Vamos a ser padres de nuevo.Se deslizó una lágrima sobre su perfecto rostro y fue la primera vez que lo había visto llorar. No sé si, después de esto, su guerra interna acabaría o no.—Es tan de verdad que acojona— sonreí por su comentario y me abrazó mientras hundía su nariz en el hueco de mi cuello.Creo que no pudo acabar mejor la noche. Esa noticia no solo calmó nuestra discusión, sino q