LARSParecía que estaba viviendo una pesadilla la cual necesitaba despertar. No era cierto que cabía esa posibilidad de que Martina estuviera sufriendo un aborto. No, ahora que al fin habíamos empezado a ser felices.El instructor de la excursión nos llevó al hospital más cercano de la zona y atendieron a mi mujer, no sabría lo que podía suceder ahí dentro o que iban a hacerle, pero fuera lo que fuese, los quería sanos a los dos.Mientras esperaba alguna noticia, mi móvil empezó a sonar una y otra vez.—¿Lars, hijo? — escuché la voz de mi madre nada más contestar. Me ardía el pecho.—¿Que ocurre, madre? — pregunté por qué sabía que algo había pasado por ahí. Ya que la desesperación de su voz me anunció lo peor.Leo, ¿era mi hijo?—¿Mi hijo está bien?—Sí, él está bien, pero... — se detiene y rompe en llanto.Y comprendí de quien se trataba sin necesidad de oír más.—Mi abuela...—Lo siento, hijo.Y el médico aparece y se presenta mientras me explica que no han podido hacer nada por el
MARTINA¿Qué es la vida para el ser humano? ¿Qué es lo que tanto amamos de esta que nos cuesta abandonarla?No sé, ya sea de algún modo u otro, por cualquier motivo, siempre hay algo tan importante que nos obliga a querer quedarnos en ella.De alguna manera y según fueron pasando los días, pude comprender y ojalá algún día cualquier persona que haya pasado por una pérdida como la que tuve, pueda entender que en este mundo no se pierde nada, si no se gana un ángel en la otra vida.Así hice yo y gané a mi dolor, superé a mi perdida. Y terminé por sonreír porque había alguna razón por la cual debía serlo. Y en esta ocasión, Lars necesitaba verme completa porque él no solo perdió lo que yo perdí, sino que también a su abuela. A la mujer que hizo todo para unirme a su nieto y que cerró los ojos cuando vio que hizo realidad lo que quería.Meses después—Es hora, mi amor, ¿estás preparada? — llegó a mí y me sacó del trance en el que me encontraba. Habían pasado meses desde aquel día que jamá
LARS El dolor siempre debe acompañarnos y hacernos ver que cada cambio es sufrible. Cambiar duele, creer duele, amar duele, asimilar los hechos duele e incluso olvidar duele, pero no hay dolor más poderoso que tirar la toalla ante el mismo dolor del que estábamos hablando. —Cada día peso más, en serio, papá— oí a Martina hablando con su padre que estaba de visitas. Se quedará hasta que su hija de a luz a mi segundo hijo. Con una sonrisa entré hasta donde estaban y pasé mi mano por su abdomen y ella se sobresaltó, ya que no me oyó llegar. —Ya te queda poco, amor. Su padre sonrió por la complicidad de nuestras palabras y después solté un beso rápido sobre sus labios. —Papi— Leo llega hasta mí corriendo y lo alzo en voladas. Sonríe a carcajadas, ya que le encantaba que diera vueltas con él en el aire. —Oye, mi amor. Nuestros invitados estarán al caer, ¿no? —Supongo que habrán aterrizado. Mario me llamó antes de abordar su jet. —Vale, solo que quiero tenerlo todo listo para cuando
Si tuviera que empezar a contar mi historia sería desde el día que me subí en aquel avión, con rumbo a una vida mejor para recuperar lo que me habían quitado. Mi único propósito en aquella travesía era trabajar duro, pero el destino me tenía algo diferente preparado, enamorarme del nieto de la anciana que cuidaba, y el problema no era eso, sino quien era él.Detrás de cada persona siempre hay un libro lleno de vivencias, el mío estaba lleno de borradores que fueron acabando con mi autoestima, con la confianza en los hombres, hasta que llegó él y decidió ponerme la vida en bandeja, era yo la que tenía que jugar con esta y ver lo que se sentía al estar en la cima más alta y viéndolo todo desde arriba. Pero había un problema en todo esto, y es que no era la mujer que él necesitaba, porque Lars era el duque de Baden, un diamante en todo su esplendor y yo solo una piedra barata que no pegaba ni con cola con él.Mientras su arrolladora mirada me observaba, mi alma danzaba en lugares descono
MARTINASi pudiera explicar la manera en la que me sentía y sin sacarlo todo fuera, creo que algo en mí se repondría y al menos parecería más segura de mí misma. Y es que a veces el problema es ese. Porque cuanto más me prometo dejar lo que me rompe a un lado, más acabo rota.El día que supe que estaba embarazada de aquel hombre que me engañó, fue el día más feliz de mi vida porque pensé que había encontrado al hombre ideal, el que me haría feliz y al fin formaría una familia la cual jamás tuve.Con el corazón encogido bajé la mira al recordar todo lo que me había pasado en estos dos últimos meses, en como mi vida soñada desapareció y sola me dejó en la soledad de mis temores.Flashback—Ya que la señora Martina Navarro no puede demostrar que puede mantener a su hijo de doce meses, y darle una buena...En ese momento no necesité escuchar más, porque supe que me iban a quitar la custodia de mi pequeño. Por el siempre hecho de ser pobre. A veces la vida y la justicia no son justa.—Pued
MARTINABajo la atenta mirada de él, tomé fuerzas que ya no tenía y me presenté como era debido, sin dejar de morder el interior de mi mejilla con lascivia cada vez que guardaba silencio.—Siento ser indiscreto, pero es necesario hacerle esta pregunta, señorita Navarro.Mis ojos se encontraron con los suyos—. ¿Qué es lo que la trajo a cambiar de país para trabajar en un empleo como este?Con esa voz me ponía cardiaca. Y joder, no quería sentirme así. Me lo prometí a mí misma.—Un cambio de aires. Eso es todo. Señor Hoffmann.Este no parecía muy convencido y no sé si lo hacía a propósito o realmente era así su manera de mirar a todo el mundo. Pero me detalló a tal punto que me sentí desnuda ante su mirada y creo que, no se creyó ninguna de mis palabras.—Su pequeña nota me sorprendió bastante, de hecho, estaba casi suplicando que le diera este trabajo.—Discúlpeme si insistí tanto en lo que escribí— bajé la mirada.—Una cosa. Si vas a estar trabajando para mí y en mi casa, debes saber
LARSSé que las mentiras y la verdad nunca se acaban llevando bien, desde el primer instante que empiezas a mentir tu cuerpo segrega un sentimiento de culpabilidad que a largo plazo esté nos hará ser lo que nunca quisimos ser. Unos mentirosos.No sé cómo ni porque sucedió, pero nada más ver a Martina, pude ver la desnudez de su alma y automáticamente sabía que algo más la había llevado a mudarse de país para trabajar en un trabajo que, quizás, no se necesite de tanto para conseguir uno igual en donde vivía.Y yo me pregunto; ¿por qué Alemania? A caso tiene algo más que le trajo hasta a mí y no solo fue coincidencia. Y me estaré volviendo loco y realmente fue pura casualidad de la vida. Fuese como fuera, no estaba interesado en romperme la cabeza para averiguar algo que no me concierne. Mientras cuide bien a mi abuela, y sea cuidadosa en lo que hace con ella, entonces no habrá problema.—¡Abuela, no! — negué mientras la mirada gris de la chica nos observaba sin comprender nada.Le di e
MARTINAEse llanto me encogía el alma, es mi bebé, estaba llorando y yo necesitaba abrazarlo, olerlo.Abrí los ojos en medio de esa oscuridad y salí de la cama. Me lavé la cara y por unos segundos no me reconocí en el espejo. El reflejo que me mostraba este, no era el mío.Caminé por el largo pasillo y entro en esa cocina de diseño, en busca de un vaso de agua.Con el pijama desgastado y descalza tomé asiento en la isla de mármol y bajé la cabeza para sacar esas lágrimas que acuchillaban mi pecho—. Te extraño, mi amor. Mamá te extraña — susurré entre lágrimas mientras esa agua que salían de mis ojos caía sobre la fría isla.Temblando me llevé el vaso a los labios y le di un sorbo al agua. Me tranquilicé y puse rumbo a mi nueva habitación.Sé que estaba haciendo mal en ocultar mí verdad al duque, de hecho, el miedo que siento de que se entere y que acabe por echarme del trabajo, es más grande de lo que puedo llegar a imaginar. Estar aquí es la única esperanza que me queda de volver a v