Agradecimientos a mis queridos lectores, gracias a los que decidieron leer mi historia y sentirse desnuda ante la mirada del duque. Después de todo, esta historia nos enseñó que cada ser humano tiene algo que sanar, que perdonar y que superar.
Si tuviera que empezar a contar mi historia sería desde el día que me subí en aquel avión, con rumbo a una vida mejor para recuperar lo que me habían quitado. Mi único propósito en aquella travesía era trabajar duro, pero el destino me tenía algo diferente preparado, enamorarme del nieto de la anciana que cuidaba, y el problema no era eso, sino quien era él.Detrás de cada persona siempre hay un libro lleno de vivencias, el mío estaba lleno de borradores que fueron acabando con mi autoestima, con la confianza en los hombres, hasta que llegó él y decidió ponerme la vida en bandeja, era yo la que tenía que jugar con esta y ver lo que se sentía al estar en la cima más alta y viéndolo todo desde arriba. Pero había un problema en todo esto, y es que no era la mujer que él necesitaba, porque Lars era el duque de Baden, un diamante en todo su esplendor y yo solo una piedra barata que no pegaba ni con cola con él.Mientras su arrolladora mirada me observaba, mi alma danzaba en lugares descono
MARTINASi pudiera explicar la manera en la que me sentía y sin sacarlo todo fuera, creo que algo en mí se repondría y al menos parecería más segura de mí misma. Y es que a veces el problema es ese. Porque cuanto más me prometo dejar lo que me rompe a un lado, más acabo rota.El día que supe que estaba embarazada de aquel hombre que me engañó, fue el día más feliz de mi vida porque pensé que había encontrado al hombre ideal, el que me haría feliz y al fin formaría una familia la cual jamás tuve.Con el corazón encogido bajé la mira al recordar todo lo que me había pasado en estos dos últimos meses, en como mi vida soñada desapareció y sola me dejó en la soledad de mis temores.Flashback—Ya que la señora Martina Navarro no puede demostrar que puede mantener a su hijo de doce meses, y darle una buena...En ese momento no necesité escuchar más, porque supe que me iban a quitar la custodia de mi pequeño. Por el siempre hecho de ser pobre. A veces la vida y la justicia no son justa.—Pued
MARTINABajo la atenta mirada de él, tomé fuerzas que ya no tenía y me presenté como era debido, sin dejar de morder el interior de mi mejilla con lascivia cada vez que guardaba silencio.—Siento ser indiscreto, pero es necesario hacerle esta pregunta, señorita Navarro.Mis ojos se encontraron con los suyos—. ¿Qué es lo que la trajo a cambiar de país para trabajar en un empleo como este?Con esa voz me ponía cardiaca. Y joder, no quería sentirme así. Me lo prometí a mí misma.—Un cambio de aires. Eso es todo. Señor Hoffmann.Este no parecía muy convencido y no sé si lo hacía a propósito o realmente era así su manera de mirar a todo el mundo. Pero me detalló a tal punto que me sentí desnuda ante su mirada y creo que, no se creyó ninguna de mis palabras.—Su pequeña nota me sorprendió bastante, de hecho, estaba casi suplicando que le diera este trabajo.—Discúlpeme si insistí tanto en lo que escribí— bajé la mirada.—Una cosa. Si vas a estar trabajando para mí y en mi casa, debes saber
LARSSé que las mentiras y la verdad nunca se acaban llevando bien, desde el primer instante que empiezas a mentir tu cuerpo segrega un sentimiento de culpabilidad que a largo plazo esté nos hará ser lo que nunca quisimos ser. Unos mentirosos.No sé cómo ni porque sucedió, pero nada más ver a Martina, pude ver la desnudez de su alma y automáticamente sabía que algo más la había llevado a mudarse de país para trabajar en un trabajo que, quizás, no se necesite de tanto para conseguir uno igual en donde vivía.Y yo me pregunto; ¿por qué Alemania? A caso tiene algo más que le trajo hasta a mí y no solo fue coincidencia. Y me estaré volviendo loco y realmente fue pura casualidad de la vida. Fuese como fuera, no estaba interesado en romperme la cabeza para averiguar algo que no me concierne. Mientras cuide bien a mi abuela, y sea cuidadosa en lo que hace con ella, entonces no habrá problema.—¡Abuela, no! — negué mientras la mirada gris de la chica nos observaba sin comprender nada.Le di e
MARTINAEse llanto me encogía el alma, es mi bebé, estaba llorando y yo necesitaba abrazarlo, olerlo.Abrí los ojos en medio de esa oscuridad y salí de la cama. Me lavé la cara y por unos segundos no me reconocí en el espejo. El reflejo que me mostraba este, no era el mío.Caminé por el largo pasillo y entro en esa cocina de diseño, en busca de un vaso de agua.Con el pijama desgastado y descalza tomé asiento en la isla de mármol y bajé la cabeza para sacar esas lágrimas que acuchillaban mi pecho—. Te extraño, mi amor. Mamá te extraña — susurré entre lágrimas mientras esa agua que salían de mis ojos caía sobre la fría isla.Temblando me llevé el vaso a los labios y le di un sorbo al agua. Me tranquilicé y puse rumbo a mi nueva habitación.Sé que estaba haciendo mal en ocultar mí verdad al duque, de hecho, el miedo que siento de que se entere y que acabe por echarme del trabajo, es más grande de lo que puedo llegar a imaginar. Estar aquí es la única esperanza que me queda de volver a v
LARS—¿En qué piensas? — fruncí el ceño y niego con la cabeza, sin decir ni una sola palabra. Había tenido un cálido encuentro con Rose y después de eso me quedé pensativo y eso no me gustaba. Porque pensaba en quien no tenía que ocupar mi mente—. Pareces perdido, preocupado.—Estoy bien— me alcé de la cama y me alejé de ella. Entre en el baño de su casa y me lavé.Después de trabajar hasta las tantas de la tarde fui directamente a su departamento para descargar un estrés que no debió de tocarme las fibras nerviosas, y, en cambio, Martina alcanzó que me sintiera así.—¿Te vas? — preguntó al verme ya vestido.—Me voy. Nos vemos otro día— suelto un casto beso en su sien y me alejo sin mirar atrás.Entre Rose y yo teníamos claro algo, y es que no puede haber más que encuentros sexuales para pasarlo bien.—¡Ha sido un placer, Lars! — escuché al cerrar la puerta de su casa.Suspiro al entrar en mi coche y presioné mis sienes intentando aclarar la mente antes de llegar a casa.—No me debe i
MARTINAEsas palabras eran ciertas, tan llenas de verdad que no voy a negar una cosa que era evidente a simple vista. Mi talla cuarenta y cuatro no pegaba nada con ese atlético hombre, alto y con todo perfecto. Tampoco es que esté buscando gustar a nadie. Me amaba y no necesito ser amada por nadie más. De alguna manera era evidente que, yo no fuese su tipo ni pretendía serlo.Lars es una excepción de todo lo que había conocido. En la forma en la que se preocupa cuando no uso un abrigo adecuado, en cómo me pregunta si estoy bien o no. Y en otros detalles que hasta ahora ningún hombre me había mostrado esa parte de saber que alguien más se preocupaba por mí. Pero solo era eso. No había ni habrá nada más.—Maldición— salí corriendo a mí habitación después de darle sin querer al jarrón que decoraba uno de los muebles que yacía pegado a la pared de afuera de ese despacho, donde Lars se encontraba con aquel hombre. Que supuse que era su amigo.Por poco—me digo a mí misma al verme seguro ent
—¿Qué haces aquí? — pregunté e intento incorporarme.—Vine a devolverte la caja.Miré a esta que yacía sobre mi cama.—Gracias por el detalle, pero no puedo aceptarlo. Es demasiado para una mujer como yo.—¿Y qué clase de mujer eres tú?—Una simple. Ese abrigo le queda mejor alguien con cuerpo despampanante.Ladea la cabeza.—Sé que fuiste tú quien rompió ese jarrón que tanto apreciaba mi abuela y que me escuchaste.—Puedes descontarlo de mi sueldo.—En ese caso estarías más de ocho meses trabajando gratis.Ensanché los ojos.—Aun así, no lo haré.—Es muy considerado de su parte, como todo— miré a la caja, sé que estaba siendo sarcástica.Mi anormal comportamiento me lleva a querer matarme.—Estoy aquí para trabajar, Lars. No para gustarle a nadie, ni mucho menos a ti. Creo que tanto tú como yo tenemos los roles muy bien marcados.Se aleja de mí y camina hasta la ventana de la habitación—. Comprarte un abrigo no significa nada, necesito que no te enfermes para que tu trabajo se lleve