104 - No es tu hijo.

Anaís salió de la mansión Guerrero con el corazón latiendo con fuerza. Había enfrentado a Lucrecia y había logrado que se hiciera justicia, pero al mismo tiempo, el peso de la situación la había dejado exhausta. Caminó hacia el coche donde Rogelio la esperaba, sintiendo que un torbellino de emociones la invadían. Sin embargo, cuando iba a abrir la puerta, escuchó una voz familiar que la llamaba.

— ¡Anaís! — gritó Jorge, alcanzándola.

Ella se detuvo, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. No tenía ganas de discutir, y menos en ese momento.

— No tengo ganas de discutir, Jorge — respondió, manteniendo su mirada fija en el suelo.

Jorge se detuvo a pocos pasos de ella, sintiendo que la tensión en el aire era casi palpable.

— Anaís, por favor... — dijo, su voz cargada de emoción —. No quiero molestarte. Solo... solo quiero pedirte perdón.

Anaís lo miró sorprendida. Jorge le había pedido perdón varias veces, pero esta vez, el tono de su voz y la forma en que lo miraba se veía difere
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