100 - Yo... yo disparé.

Anaís desesperada en medio del caos, el sonido de las explosiones resonando en su mente como un eco interminable. Al salir afuera del templo, se encontró rodeada de un panorama desolador: el templo, que había sido el escenario de su boda, ahora se convertía en un campo de batalla. Las paredes temblaban, los escombros caían y el aire estaba impregnado de gritos de terror y dolor.

Su corazón se detuvo al darse cuenta de que Ernesto no había salido aún. La angustia se apoderó de ella mientras miraba a su alrededor. Personas heridas, hombres ensangrentados, víctimas de un ataque que no podía comprender. Su mente se llenó de preguntas: ¿por qué todo esto estaba sucediendo? ¿Por qué no podía ser feliz, aunque fuera solo por un día?

En sus brazos, Lía, su pequeña hija, parecía ajena al caos. Anaís la miró con amor, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a descender por sus mejillas. La inocencia de su bebé contrastaba con la brutalidad de lo que estaba ocurriendo a su alrededor, y un dolor p
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