102 - Enfrentar a Lucrecia.

El ambiente en la clínica era tenso, pero al mismo tiempo, Anaís sintió que una ligera brisa de esperanza comenzaba a filtrarse a través de su angustia. Después de lo que parecía una eternidad, el médico salió de la habitación de Ernesto con una expresión seria pero aliviada.

— Señora, el señor Santos se encuentra fuera de peligro — anunció, su voz clara entre el murmullo de la sala de espera.

Anaís sintió que un peso enorme se levantaba de su pecho. Finalmente, podía respirar en paz. La angustia que la había acompañado desde el momento en que vio a su esposo lleno de heridas comenzó a desvanecerse. Se dejó caer en una silla cercana, sintiendo que las lágrimas de alivio comenzaban a formarse en sus ojos.

En ese momento, Rogelio se acercó, junto con un hombre más que Anaís no reconoció de inmediato.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Rogelio, su expresión era de preocupación genuina —. ¿Qué te dijo el médico?

Anaís avanzaba lentamente hacia luz de la paz, sintiendo que la calma comenzab
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