LXXX La mascota

En menos de una semana Pepa se preparaba para ir a su segunda cita.

—Dos minutos y el pavo estará listo, cortar y servir. Y preparé la ensalada con semillas de sésamo que Libi quería.

—¿No te parece que esa falda está muy corta? —cuestionó Irum.

Le llegaba a mitad del muslo y con las prominentes nalgas emujando la tela, más corta se le veía.

—Qué descaro. Libi las usa más cortas y a ella no le reclamas.

—No es lo mismo, ella empezó a usar faldas cuando ya estaba conmigo, no fueron una burda artimaña de seducción. ¿A qué clase de hombre vas a atraer exhibiéndote de ese modo?

La llegada de Libi le ahorró a Pepa dar una explicación.

—Libi, ¿le parece que me veo bien? —se dio una vuelta, enseñando todo lo que no debía enseñar y aumentando la irritación de Irum.

—¡Estás bellísima, Pepa! Tienes unas piernas muy bonitas y largas. Qué te vaya muy bien en tu cita.

Pepa le sonrió con autosuficiencia a Irum antes de retirarse.

—Qué bien huele ese pavo. Empezaré a poner la mesa —Libi sacaba
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