CLVIII Uno a la vez
Libi partió el día en que todo sería mejor llevando a Espi de regreso al jardín. Su hija sabía defenderse de otros niños, eso había quedado claro y necesitaba continuar con su proceso de educación y socialización. Ella quiso ir con su corbata y maletín.

Libi pasó luego a la consulta de su psiquiatra porque su actual estado psicoemocional no era algo de lo que pudiera hacerse cargo por su cuenta, sobre todo con el desbordado enojo que sentía, luego fue con el abogado.

El patán de Irum tenía razón, realmente necesitaba uno porque el panorama no pintaba demasiado bien, pero tenía tiempo para prepararse, la audiencia de formalización sería en tres días.

No fue al taller, pero el taller fue a ella, representado por Marcelo.

—Es una situación complicada.

—Estoy hasta el cuello. Todo estaba tan bien, pero se está derrumbando poco a poco y siento que no puedo hacer nada para evitarlo.

—¿Sabes qué necesitas? Un abrazo de Marcelo.

Ella se dejó envolver por los cálidos brazos de Marcelo.
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