LXXXVII Acompañante

Todavía a la espera de los documentos que debía entregarle Alejandro para revocar la interdicción, Irum aguardaba su regreso a empresas Klosse trabajando desde casa. Francamente todo estaba hecho un desastre, así pasaba cuando se les daba libertad a quienes no sabían administrarla.

La libertad y el libre albedrío debía ser dosificados o sus empleados acabarían convertidos en una pandilla de monos. Y los monos ya se habían reproducido lejos de su diligente y estricto mando.

Dejó el despacho a media mañana a tiempo de evitar una jaqueca por estrés. En el jardín, Libi le lanzaba una pelota a Canela y la cachorra se la llevaba de vuelta una y otra vez.

—¿No tienes clases hoy?

—Sí, pero me alejaré unos días de la universidad. El ambiente allí está algo denso.

—Esconderte aquí no resolverá nada.

—Tampoco escuchar todas las cosas que dicen sobre mí. Mira lo que le enseñé a Canela —Libi lanzó la pelota, la cachorra se la trajo de vuelta y cuando ella la sostuvo en lo alto, la cachorra se
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