De la suculenta cifra que Irum le había depositado a Libi en su cuenta bancaria, ella no había gastado ni un 2%, y cuando se fue de su casa con sus sueños rotos a cuesta, deseó devolverle todo lo que quedaba, pero había dejado su departamento por él y alguien más lo había rentado, necesitaba hospedaje y pagar un hotel era lo más rápido. "Considéralo una compensación por lo ocurrido", le decía su Lucy interior, la parte más sensata de su conciencia y a la que rara vez escuchaba. El inteligente y atractivo Irum, tan atento y cariñoso había resultado ser una est4fa. Ella merecía una compensación, aunque se sintiera como una interesada por conservar el dinero. Le haría falta para empezar de nuevo considerando que la mayoría de sus pertenencias se habían quedado en aquella casa. Esperaba que al menos él le permitiera ir a buscar sus pinturas, esas eran irremplazables. —¿Extrañas tu habitación? Canela la había despertado con sus chillidos. La cachorra caminaba hasta la puerta, la raspa
Irum Klosse, el hombre que no se equivocaba, acababa de cometer el que era hasta la fecha su más grande y terrible error. Camino al hotel donde Libi se hospedaba estaba considerando seriamente el cambiarse de nombre.Fue en la recepción donde se hizo patente que había cometido otro.—La señorita Arenquette dejó el hotel ayer, señor. ¿Puedo ayudarlo en algo más? Al anochecer ya tenía en su lista más de seis errores, así que se vio obligado a recapacitar. Irum Klosse sí se equivocaba, ¿sería también capaz de disculparse?〜✿〜Con el cabello al viento y bajo un pálido sol, Libi inhaló profundamente. Sus pulmones se llenaron de un aire frío y liviano que sabía al aliento de los árboles que la rodeaban. Eran tan grandes y ella tan pequeña. Sus problemas también se volvían más pequeños desde allí. Cada vez que se quedaba sola luego de que la vida la pateara en el suelo, ella acudía a Lucy y ésta no había sido la excepción.«Necesito inspiración para trabajar en unos cuadros, ¿podrías prest
Libi cruzó corriendo la arboleda que rodeaba la cabaña con todas sus fuerzas. Llevaba un tiempo sin hacer ejercicio y sus recientes malestares no le fueron de ayuda. Acabó tosiendo como tuberculosa, a punto de escupir un pulmón. Al menos Irum no se veía por ninguna parte. Y tan racional y cuerdo que le había parecido en un principio. En ciertos aspectos y, guardando las proporciones, era peor que Damien. Con Damien sabía qué esperar, la única incertidumbre era si acabaría dándole un puñetazo o una patada. Irum estaba mostrándose como alguien completamente impredecible y aquello la asustaba mucho más.Lo primero que haría al llegar a la cabaña de Lucy sería cerrar muy bien puertas y ventanas, beberse una cerveza fría y dormir hasta el día siguiente. La cabaña tenía dos pisos, una bella construcción de madera que había sido un piloto de las casas sustentables que empresas Sterling y su división inmobiliaria estaban diseñando. Se abastecía de electricidad a partir de paneles solares y
Estudiando artes, Libi había aprendido algo sobre diseño arquitectónico. Un fallo en los puntos clave de los cimientos era suficiente para hacer colapsar hasta la construcción más firme y sólida, sólo era cuestión de saber dónde atacar. Ciertamente, luego de pasar la noche en vela, Libi no estaba en condiciones de asociar aquellos detalles con los eventos de su propia vida, pero algo intuía. Poco a poco empezaba a desmoronarse. Un magnífico desayuno la esperaba en la mesa. Ella en la despensa no tenía ni la mitad de lo allí servido. Había fresas. Y crema.—Espero que lo disfrutes —le dijo Irum.Llevaba ropa diferente a la del día anterior y eso sólo significaba una cosa. —¿Cuánto tiempo más vas a quedarte aquí?—Eso depende de ti, Libi. Nos vamos o nos quedamos, pero no me iré de aquí sin ti.Su tono inflexible no daba lugar a la negociación, él ya había decidido por ambos. —Entonces llamaré a la policía.—Adelante. Con mis influencias podría conseguir que vinieran a rescatarme a
Despertar y sentirse tan cansada como al dormirse era señal de que todo iba terriblemente mal y así estaba Libi. Irum no la había acompañado en la cama y no supo qué pensar al respecto. En el velador encontró de regreso sus ansiolíticos y unos somníferos diferentes a los suyos. Volvió a encontrarse con Irum en el comedor, la esperaba para desayunar.—¿Cómo te sientes hoy, Libi?—Confundida. Y hambrienta. ¿No dormiste conmigo?—Seguiré en la habitación del segundo piso hasta que vuelvas a sentirte cómoda con mi cercanía, no quiero transgredir tus límites. Cuando quieras que durmamos juntos, sólo dilo y allí estaré. Muy racional y amable de su parte. Casi hacía parecer que ella estaba allí por voluntad propia, pensó Libi. —Mas tarde podríamos hacer algo que te guste —ofreció Irum, dispuesto a hacer tiempo en su agenda para ella—. Ir a pasear con Canela al parque, comer fuera, nadar en la piscina. —No sé nadar.—Yo podría enseñarte. El nado es un excelente ejercicio de fortalecimient
—Mueve los pies, Libi. No dejes de moverlos. —No vayas a soltarme.Irum la sostuvo de las manos y Libi pataleó hacia él con el afán desesperado de mantenerse a flote y sobrevivir. Logró llegar hasta él y lo aferró con fuerza, tosiendo y escupiendo agua.—Nunca vi a nadie con tan mala coordinación.Ni flotar lograba. Cuando se quedaba quieta, se iba hasta el fondo. —No... no sobreviviré a tus clases de nado... Mejor sigo enseñándote a cocinar.Irum era un estudiante destacado, a diferencia de ella, que acabaría reprobando y muerta, sólo así flotaría. —No te rindas tan fácilmente. Debes evitar respirar cuando te sumerjas y no entrar en pánico. Hagámoslo juntos.Libi inhaló a su máxima capacidad y se sumergió junto con Irum. Quiso salirse del agua en cuanto ésta le cubrió la boca, pero aguantó, soltando aire como un globo que se desinflaba. Incluso se atrevió a abrir los ojos y vio que Irum no se había sumergido.—¡Eres un tramposo! —Eres tú la que necesita aprender a nadar, no yo, p
—¿Cambió tu opinión sobre el auto?Irum leía en la sala, junto a la chimenea. Libi se sentó en el sillón frente a él, a buena distancia. —El tapiz de los asientos está muy bonito y no hace ruidos raros... Gracias, Irum. —La próxima vez iremos juntos y escogerás uno a tu gusto, un todo terreno para que me lleves a pasear cuando salgamos de vacaciones, ya que te gusta tanto conducir. Libi asintió, sin dejar de mirarse las manos, que no dejaban de sudarle. Se las secó en el vestido y fue a sentarse junto a Irum. Cuanto antes se lo contara, mejor.—Irum, tenemos que hablar de algo muy importante. Él dejó a un lado su libro y le prestó atención. Los ojos de Libi, hinchados por el llanto, le indicaron que el momento de la verdad había llegado. —¿Vas a confesarme con cuántos amigos de Lucy follaste?La mueca de repulsión de Libi lo hizo reír. —No es gracioso bromear con eso, ¿cierto? Espero que no lo olvides, cariño, porque a mí tampoco me divierte que alardees con ser una promiscua y
Irum no había tenido una gran figura paterna. Lo único que agradecía de su padre era la fortuna que había amasado y que le permitió crecer rodeado de comodidades hasta que empezó a ganar dinero por su cuenta y prescindió de ella. Lujos, privilegios y la mejor educación, Irum había desarrollado habilidades que lo hacían ser brillante en su área, de ahí venía su éxito. Irum era muy inteligente, de eso no había dudas, pero con Libi se sentía como un completo estúpido. Por más que lo intentaba, no lograba desentrañar y comprender los enigmas de su aparentemente simple, pero intrincado razonamiento. —¡¿Qué?! —Lo que oíste... No voy a casarme contigo. No era por presumir, pero él estaba seguro de que había decenas de mujeres que matarían por estar en el lugar de Libi. Bastantes se le insinuaban en cuanto tenían oportunidad y él las rechazaba con cortesía. Era evidente que las atraía su poder económico y aunque Libi no estaba interesada en posesiones materiales, se suponía que lo amab