Capítulo 16 Eren Eardwulf en escena Parte 2

~Coincidencias Incómodas~

DUUUN DUUUN

{El número que usted marcó…}

Golpeo de nuevo el escritorio y desisto de llamarle.

Si tanto quiere renunciar que renuncie.

¿Por qué le voy a rogar? Es ella quien me traicionó primero al largarse de esta forma sin decírmelo de frente primero.

Hablando de renunciar será mejor que me deshaga de todo de buena vez…

Abro el cajón de abajo en mi archivero. Está lleno de tantos objetos y basura que he acumulado por cinco malditos años. Ni siquiera sé por qué tengo tantas cosas para empezar, cuando me siento molesto tiendo a tirar cosas viejas y limpiar, es un hábito que tengo de toda la vida. Si quieres deshacerte de las malas vibras entonces debes tirar todo lo que te ata a esas malas vibras.

En cuanto meto la mano para sacar el primer objeto, una oleada de recuerdos me invade, uno a uno, no son simple basura… Es la basura de todo lo que he vivido con esa escritora de cuarta.

En el primer cajón guardo un libro que por ser libro mi cuerpo se rehúsa a tirar, no es porque tenga un significado especial ni nada, claro, es lo que me digo en la mente pero ese libro también tiene que ver con esa mal agradecida. Incluso un block de cuadros de papel con pegatinas, una máscara ridícula… Joder, ¿no hay nada aquí que no me recuerde a ella?

Decidido me propongo a echar cada cosa en el basurero sin embargo mi mano se niega a comenzar. Debe ser porque son tantas cosas que ni siquiera me imagino por dónde empezar.

En el fondo del cajón veo una liga de tela marrón, sus adornos son lo que parece ser margaritas bordadas a mano rodeando a un girasol.

Cinco años… cinco años lleva al menos esa cosa en mi cajón. Si alguien viera eso me preguntaría por qué tengo algo que seguramente le pertenece a una mujer, ni siquiera yo recuerdo por qué la guardé ahí.

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Hace Cinco años – Venganza por Fluffy.

En cuanto llego a mi oficina me encuentro con la señora Brown con un quitamanchas a punto de atacar la mancha en mi tapete.

— ¡Señora Brown! ¿Qué cree que está haciendo?

—Joven Eardwulf, como le dije, conseguí un quitamanchas buenísimo que…

—He dicho que nadie la toque. Así se va a quedar hasta que quien lo ensució venga a limpiarla.

—Pero si ya está limpia señor, solo quedó el color. Con esta quita manchas le aseguro que se va a desaparecer mejor que la que dejaba el fantasma de Canterville.

—Y yo dije que no, esa mancha se queda.

La señora Brown lleva trabajando con la familia como ama de llaves de casi toda la vida, incluso antes de que yo naciera.

—Bah, no creo que la pobre jovencita se haya vomitado adrede. Nada más quiere conservar la mancha para continuar con su guerra sin sentido.

También es de las pocas personas que me pueden reprender sin que les devuelva con intereses el insulto.

—Señora Brown, no quiero hacerle la guerra a la joven beca… digo, a la joven de 19 años. Lo que hago es darle una lección de vida de que si la haces la pagas.

— ¡Es justo eso lo que hace una guerra, jovencito!

—Como sea. ¿Se sentirá más tranquila si mando a quitar el tapete?

***

En mi oficina quedó solo el pedazo de asfalto rugoso y duro…

—Se ve horrible—Digo despreciando el espacio vacío y frío.

—Pues con un buen piso puede verse muy bien, Er.

Dice una voz detrás de mí. Es una voz molesta y joven, mi hermano menor Edward.

— ¿Qué quieres, Ed?

—Me contó un pajarito (La señora Brown) que tu tapete favorito tuvo que jubilarse de emergencia.

— ¿Y eso te afecta?

—No, de hecho a nadie le gustaba ese tapete. Decían que hace parecer tu oficina una habitación privada o la cueva de un cavernícola.

— ¿Ah sí? ¿Quién dijo eso?

—En realidad todos, hasta el abuelo.

Así que solo vino a regodearse con la desgracia de destino en que terminó Fluffy.

—Pues tendrás que acostumbrarte a que parezca el tapete de una cueva de cavernícolas porque ahora está en mi habitación.

— ¿Cómo?

—Ahora si no tienes nada más que decir, creo que es mejor que te vayas o llegarás tarde al kínder, pequeño becario.

—En primera es una Universidad, en segunda no soy becario…

— ¿Tienes horario privilegiado? ¿Te pagan a pesar de no estar en la oficina en el horario completo? Felicidades, Ed, eres un becario.

—Eres demasiado… un poco juzgón.

—Anda usa la palabra que ibas a usar hermanito, conmigo no tienes que hacerte el hipócrita minimizando los insultos. Así puedo mandarte por un tubo con más intenciones.

—Algún día alguien te va a decir que eres un ma…ndón.

— ¿Lo ves? No tienes los malditos huev0s para decir las cosas sin minimizarlas con palabras bonitas. 

Edward cierra el puño y mirando el suelo se da la vuelta hacia la puerta. Gira el pomo y antes de salir me remata con sus palabras.

—Dices que soy un hipócrita pero tú no tienes los hue…cos para quitarte esa cara de nada me perturba. ¿Y sabes qué? Me habría encantado estar aquí cuando pasó lo de la vomitada porque así podría ver tu verdadera cara. La que si se perturba por un corriente tapete digno para tu departamento de soltero no para una oficina que has remodelado a tu gusto porque no tienes vida aparte de lamerle los zapatos al abuelo para que te haga editor en jefe.

TOCTOC

— ¡PASE!

—Señor Eardwulf, disculpe. Traigo la propuesta para la nueva historia y…

La joven e irritante becaria mira el suelo sorprendida.

— ¿Te preguntas que pasó? La vomitada arruinó el tapete para siempre eso es lo que pasó.

—Disculpe por eso, se…

—Ese tapete lo elegí cuidadosamente cuando me designaron mi oficina. Me ha acompañado por años y tuvo que jubilarse ¿Quieres saber en dónde quedó?

—No, señor Eardwulf. Entiendo que esté molesto…

—Para nada estoy molesto. Solo que he estado pensando en la mejor forma de que me pagues los daños sin tener que cobrarte el dinero directamente.

— ¿Si?

—Para empezar esto quedó horrible desde que se tuvo que remover un elemento tan importante de mi oficina. Me vas a acompañar el sábado después de que cierre la oficina a buscar materiales para reemplazar en el piso.

—Sí, señor.

Señor… Me irrita tanto que me llame así.

Al final nos vimos frente al parque, es Noviembre así que las casas entre calles se ven decoradas la mitad aún en colores de otoño y la otra parte comienza a transformarse en luces de colores para la navidad. Estamos cerca de Diciembre, ¿entonces por qué carajo lleva un vestido de verano?

Cadence Beckham nuevamente me vuelve a asombrar con sus actos fuera de lugar cuando llega con un vestido color celeste con flores de margaritas y unos horribles zapatos de piso color beige. Su cabello recogido en una coleta de caballo con una liga que si hacía juego con los motivos de Margaritas.

¡Caraj…justo cuando pensé que no podía verse más infantil!

Todo se complicó más cuando por su torpe andar al cruzar la calle se tropezó y su cabello quedó enredado entre las mancuernas de mi traje.

Justo entre su liga y su cabello ¿Cómo diantres logró eso? Si no era lo suficientemente incómodo esa posición me estaba pisando con sus zapatos de anciana quejándose a cada segundo “auch, me duele” “auch, si lo jala así me voy a quedar calva” puras quejas sabe hacer esa mujer.

Luego de pasar más de media hora con esa faena por primera vez noté mejor su cabello suelto. Debido a la liga apretada dejó una onda natural en medio de su cabello. Tal vez con un ligero rizado de puntas se vería un poco más decente.

En el centro comercial solo había tapetes sin embargo ninguno me convencía, solo quería uno igual a Fluffy u otra cosa distinta.

— ¿Solo le interesa que sea tapete?

— ¿Por qué lo preguntas?

—Mi abuela suele decirme que cuando alguien se deshace de algo viejo lo mejor es que al reemplazarlo sea con algo distinto. Ya que, al poner algo igual solo se está atrayendo las mismas vibras mientras que con algo nuevo se puede comenzar de nuevo para algo mejor.

Hmmm… Tiene lógica con ese pensamiento.

—Quiero poner algo distinto, acompáñame a elegirlo ya que tú fuiste quien lo arruinó.

—Sí, si me permite sugerirlo, creo que en lugar de un tapete quedaría mejor poner un piso que haga juego con la temática de su oficina.

— ¿Como cuál?

—Hmmm ¿qué tal un laminado que parezca madera? Es barato, se ve elegante y es muy fácil de limpiar además de que su textura a pesar de ser lisa no es resbalosa. Hay de muchos colores para escoger y es fácil de instalar.

—Digamos que me convences con el piso. ¿Qué color sugieres?

—Color avellana. Es de muchos colores en uno y parece madera de bosque.

Vaya, nada mal.

—También creo que se vería bien un gris… pero sus trajes ya son de ese tono.

—De acuerdo me llevaré este.  También le vendría bien un tapete, elígelo.

Mientras hablo con el vendedor Beckham observa cuidadosamente los tapetes de tamaño pequeño. Más que para cubrir el piso es para adornar así que no estaré reemplazando a Fluffy con algo igual, solo hará un pequeño acto de presencia.

—Enviaremos su compra en el lapso de tres días hábiles, ¿requiere alguien para que instale el piso?

—Por favor.

Mientras acabo de pagar la compra y anotan los datos del domicilio para la entrega, Beckham se la pasa metiendo su mano nerviosa en su bolso de mano sencillo. Lo hace varias veces así que parece haber perdido algo.

—….

— ¿Perdiste algo?

—Mi liga… después de que se atoró en sus mancuernas no me percaté que tal vez se cayó en algún lado.

¿Sus recursos son tan bajos que le afecta perder una liga para el cabello? Bueno, es una becaria en estudios universitarios, así que es lo más lógico.

—Quédate ahí por si hace falta algún dato más.

Sin decir nada más camino hacia el área de damas y busco algo que se le parezca. Ninguno es igual, sin embargo veo un broche para cabello con diseño de margaritas.

Bien, luego de desenredarlo de las mancuernas lo habré tirado en algún lado. Supongo que le debo algo para reemplazarlo…

Aunque ya me decidí por este modelo sé que no es lo mismo que una liga, de mala gana selecciono una grande color marrón de tela suave y elástica.

— ¿Le gusta? Es un diseño muy popular en la tienda—Dice una dependienta que al voltear a verla sus ojos verdes me llaman la atención— ¿Es para su novia?

—No tengo novia.

—Oh, creí que con lo guapo que es usted debe tener una.

—Pues no, no tengo una, estoy libre de compromisos tanto en ese aspecto como no tengo nada más que hacer después.

Esta noche el lobo saldrá a cazar.

Después de salir del centro comercial con un número de teléfono de otra mujer guapa me siento más relajado. Será mejor que me deshaga de la becaria antes de que note que vengo acompañado.

—Bien, entonces si ya no necesita nada más me retiro, Señor Eardwulf.

—Tienes que recibir en la oficina los materiales cuando lleguen y supervisar que quede impecable ese piso.

—Si…

—Por cierto, no creas que con esto queda saldada tu deuda. Luego pensaré en cómo cobrarte así que no ocupes tu agenda.

—Si…

Luego de eso saco la bolsa de compra y la pongo en su mano.

—Con esto no te debo más.

Extrañada y distraída recibe la bolsa sin abrirla, agradece en silencio mientras se despide de manera muy formal.  Después de que la veo cruzar la calle y que llega a salvo en la acera llamo a Liam para que pase a recogerme. Esta noche necesito a Ben para conquistar la noche.

***

BRRRR BRRRR

El endemoniado teléfono no para de sonar mientras estoy ocupado con otra mujer que me he ligado en alguna parte.

No le haré caso, más tarde le devuelvo la llamada.

BRRRR BRRR

—Hmmm… ¿No puedes apagarlo? —Dice una mujer cuyo nombre ni siquiera me sé.

—Ignóralo —Digo intentando concentrarme.

BRRR BRRR

—Me haces cosquillas, Eardwulf…

BRRRR BRRR

MALDICIÓN, CÓMO J$%#

— ¿Qué carajo quieres, Roberts---?

— ¡Wolf! ¡Ya no puedo más, quiero vacaciones!

Mientras la mujer me besa el cuello estoy aguantando las quejas de mi amigo. Suele mencionar al menos una vez al año que quiere unas vacaciones sin embargo luego acaba desistiendo al ver que no voy a ceder. No hay reemplazos para mi asistente personal, punto.

— ¿Para qué quieres vacaciones? —La mujer debajo me sigue desvistiendo.

—A diferencia de ti tengo una vida fuera que quiero experimentar.

— ¿Ah, sí? No me digas que te quieres hacer de una novia o algo así—La mujer me lame los pezones y aunque no es mala para el acto me está desesperando que sea tan empalagosa.

—Para nada, lo que quiero es… abrir una pastelería.

— ¿Cómo?

—Una pastelería, Bro.

Me quedo en silencio debatiendo entre ser honesto y decirle que sus postres saben a cartón, luego lo veo muy ansioso y entusiasmado con la idea así que me trago esas palabras.

Al mismo tiempo la mujer sigue manoseándome sin parar y no me puedo concentrar ni en el teléfono ni en el acto sexual.

— ¿Y cuánto tiempo necesitas, “Bro”?

—Tres meses.

—Denegado.

— ¿Dos meses? —Se queda callado y vuelve a intentar— ¿Qué tal un mes?

—Dos semanas.

—En dos semanas apenas puedo encontrar un lugar decente e inaugurar…

—Dos semanas y medio, lo tomas o lo dejas—La mujer empieza a abrirme los pantalones y sin esperar a nada se mete mi miembro a la boca.

— ¡Dos semanas y medio es perfecto! —Mientras Liam celebra ya no sé si empujar a la mujer o dejar que siga.

Como ya pagué el hotel y la mujer ya está desnuda y preparada sería un desperdicio decirle que se vaya. Decido continuar.

Mientras jugueteo con su cuerpo empiezo a pensar seriamente en la petición de Liam.

Lo cierto es que ha sido mi amigo y me ha acompañado desde que somos unos niños, luego lo elegí como mi mano derecha y asistente. Incluso sabe defensa en caso de que lo requiera como guardaespaldas. No me conviene que esté inconforme y me crea un explotador laboral por nunca darle vacaciones a pesar de que prácticamente está jugando al recreo con lo suave que soy al designarle trabajos.

Mientras Liam Roberts celebra sus vacaciones inmerecidas necesito un reemplazo de inmediato, al menos que siga la agenda y haga acto de presencia porque un asistente te da la imagen de poder.  Mientras termino el acto mi cabeza ya está pensando en qué haré para su reemplazo.

DUUUN DUUUN

— ¿Diga?

—Beckham, ya decidí como me voy a cobrar el agravio en mi oficina.

***

Básicamente el acuerdo sería este, Ser mi asistente personal por dos semanas y medio mientras Liam tomaba sus vacaciones, después de eso queda como saldada su deuda. Suena bastante injusto para mí pero le sirve de lección para guardarse sus reacciones exageradas.

— ¿Entonces vas a tomar como mi reemplazo a la señorita de 19 años como tu asistente sin paga?

—Así es.

—Explotador infantil.

—Calla.

Mientras esperamos en el parque veo unos perros husky perseguir un platillo de juguete. El perro negro con pecho blanco y ojos azules casi grises, tiene una pareja más joven que este, una husky de color rojizo en su pelaje. Ambos perros juguetean animados mientras veo su sorprendente parecido a unos lobos.

Hasta los perros logran encontrar su pareja sin ningún esfuerzo.

—Si tanto te gustan esos perros ¿por qué no te compras uno de esa raza, Bro?

Nunca será fácil explicarle que lo que me atrae no es que sean perros sino…

— ¡Señor Eardwulf!

Vaya, ya era hora…

Si la imagen que me dio hace unas semanas cuando elegimos el piso para mi oficina, ese vestido color celeste con la falda hasta el piso, esta ropa que lleva es aún peor. Un vestido color marrón rojizo con camisa blanca debajo como si fuera vestido de una niña y los mismos zapatos de piso de la vez anterior.

Vaya vestido más infantil además de parecer pueblerina se ve mucho más joven, me hace sentir como si fuera uno de esos viejos rabo verde en citas compensatorias. Y yo no soy ningún asaltacunas, ni siquiera me interesa o me atrae físicamente, es una niña y me fastidia que parezca una becaria siguiéndome los talones.

—Oh, tú debes ser la pequeña becaria.

— ¿Becaria?

Me mira sorprendida como no pudiendo creer la forma de hablar de Liam. Acostúmbrate niña, hasta conmigo habla y dice lo que le da la gana.

—No soy becaria... -dice con una voz suave que fácilmente puede perderse con el viento.

— ¿De verdad? ¿Cuántos años tienes?

—19 años.

—Diantres, eres muy joven—voltea a verme y sé lo que está pensando ese imbécil—no me esperaba eso de ti, Bro…

A veces me pregunto por qué le pago a esta persona para ser mi asistente... Claramente no sabe respetar a su propio jefe.

—Bien, ve directo al grano mi estimado asistente. ¿O quieres que cancele tus vacaciones? ¿Mm?

—No, claro que no, oh gran amo y señor... —Hace ademanes como si me quisiera besar los pies— por favor permita que su humilde sirviente goce al fin de unas vacaciones.

—Bien entonces entrégale la agenda y lárgate— digo a regañadientes y casi cerca de su oído para que la becaria no escuche como mi propio sirviente se burla y me hace gestos de doble sentido.

—De acuerdo, señorita becaria le hago entrega de la agenda del "señor" Eardwulf—Me mira sabiendo que lo quiero rematar por esa burla— asegúrese de que atienda a todas sus citas y parte del trabajo de un asistente es ser de ayuda para su amo todo el día. Si tiene alguna duda, en la parte de atrás está una carta para usted con anotaciones y sugerencias para hacer una buena asistencia.

Le guiña el ojo y quiero golpearlo por tener los hu...Huesos de echarme en cara que soy un degenerado por traer una asistente tan joven cuando él claramente se la está comiendo por los ojos.

—Muchas Gracias, Señor Roberts.

Está vez es Liam quien casi se va de trasero al suelo al escuchar que lo llamara señor. Lo admito, eso casi me suelta una risilla pero supe contenerla. Lo ayudo a sostenerse mientras hablamos nuevamente en privado.

— ¿Me llamó "señor"? Pero si soy más joven que Wolf por medio año...

—Sí, sí, ahora vete. Déjame las llaves del automóvil.

— ¡No voy a dejar a Mercy en tus garras!

—Mercy se queda conmigo o tú la haces del chófer sin gozar de tus preciadas vacaciones ¿Que dices?

Me mira pálido y hace las cuentas en su mente o algo pues al final solo suspira resignado.

—De acuerdo pero quiero monitoreo de Mercy cada dos horas. Si veo que está incómoda aunque sea un poco vendré por ella.

Mercy es el nombre de su Mercedes al que ama y protege como si fuera lo más valioso de su vida. No lo juzgo porque yo hago exactamente lo mismo con mis dos Bentley, Ben y Tyley.

Mercy según palabras del mismo Liam es una hembra y mis dos automóviles son hembra y macho uno negro y la otra roja.

Entiendo su preocupación, me negué a traer a Ben o a Tyley no vaya a ser que le vomite encima como a Fluffy.

— ¿Señor Eardwulf?

—...

—Aquí dice que a las 10am tiene que recoger su saco en la tienda...

Ah es cierto, hoy debo pasar al centro comercial.

—Vamos.

—Si...

La becaria vomitona me sigue por la calle del parque para pasar por el estacionamiento privado donde está Mercy.

La joven vestida como si fuera a un día de campo con sus demás compañeros becarios me sigue como pollito y le señaló el automóvil mientras presiono el botón para apagar la alarma.

—Escucha, niña. Si ensucias o te vomitas en este auto te regresas caminando desde dónde sea que estemos ¿Entiendes?

—Sí, señor...

Hasta su forma de responder con la cabeza viendo al suelo me fastidia.

— ¿Qué crees que haces?

—Abrir la puerta ¿No vamos a subir?

—Esa es la puerta trasera. Ve en el asiento de copiloto.

—Ah...

Cierra la puerta con extremo cuidado, tanto que queda mal cerrada y debo rematar con un golpe de cadera.

Beckham cierra los ojos como si la hubiera regañado y a regañadientes abro yo mismo la puerta de copiloto.

Si fuera una cita con una dama guapa haría ese gesto con gusto pero no con esa niñata que no tiene siquiera iniciativa.

Después de que sube cierro la puerta no vaya a ser que también la cierre mal y me dirijo a mi lugar.

En cuanto subo me percato que huele a cigarro y abro las ventanas con los botones.

—Recuerda lo que te dije.

—Si...

Echo a andar el automóvil y en mi interior rezo que no le dé por vomitarse aquí.

En el camino incomodadamente silencioso, Beckham mantiene las manos arrugando el plisado de su vestido feo.

Una vez llegamos al centro comercial me niego a entrar por la puerta principal y que me vean con esa joven de zapatos de piso horribles.

No quiero que crean que mi familia ha bajado de categoría como para traer una asistente desaliñada con ropas viejas así que la hago entrar por otro lado para no ser vistos.

El lugar por el que entramos se encuentra muy cerca de la isla de perfumería.

La hago caminar rápido antes de que las dependientas noten mi presencia.

Luego me dirijo hasta el área de caballeros pasando primero por la zona de ropa para mujer.

En ese momento me detengo, veo un traje de mujer y señalo este haciendo que una de las dependientas se acerque a mí.

—Eardwulf, cuánto tiempo sin verte por aquí.

—Necesito un traje para dama. Es para mí asistente —la señalo con el brazo y ella me voltea a ver como si fuera un marciano— Si vas a ser mi asistente debes vestir como alguien digno de un Eardwulf.

— ¿Que talla eres, pequeña asistente?

—Median...

—1.56cm de altura, 80-84cm de pecho, 80cm de cintura y 84cm de cadera.

Ambas mujeres, la becaria y la dependienta que ahora veo en su gafete que se llama Karla, se me quedan viendo.

— ¿Y bien?

—Sí, señor Eardwulf.

Sale con ella unos minutos en lo que pasó a recoger mi saco  y traje entallados a mi medida de una marca de diseñador y mientras me pruebo el saco para comprobar que es exactamente como se pidió. La dependienta me muestra a la becaria con la ropa que le ha puesto.

En el momento que entra y su reflejo aparece entre los espejos no puedo evitar mirarla.

Bien decía alguien por ahí que no existe una mujer fea sino mal arreglada, el traje color negro hace que sus ojos color ámbar se vean más amarillos y su cabello tiene un tono más claro.

Antes de que la joven siquiera hable camino de nuevo al área de damas y busco entre los zapatos uno adecuado para su traje. Encuentro el par perfecto y le indico que se siente.

— ¿Señor Eardwulf? ¿También quiere que me cambie de zapatos?

Ni siquiera le respondo, en cuanto se sienta le quito esos horribles zapatos de piso y viendo sus piernas perfectamente torneadas bajo la falda de cintura alta llegando ligeramente hasta su rodilla. El corte de lápiz atenúa bastante bien la forma de su cuerpo y sus piernas muestran su forma curveada.

Definitivamente unos zapatos de tacón le quedarán perfectos.

Sostengo su pie acomodando el zapato, apreciando como se convierte en alguien más adulta y elegante con solo unos pocos cambios.

— ¿Señor Eardwulf?

Su voz suave y dulce como un susurro hace que mis manos se pongan rígidas. ¿Cuánto tiempo he estado arrodillado con el zapato en la mano?

—Me llevo este par, se los deja puestos.

Luego de ese breve momento no me siento seguro de lo que ha pasado.

Solo se ve mejor eso es todo, no hay forma de que una becaria de 19 años me sea atractiva.

Al salir del centro comercial descubro que Beckham no sabe caminar con zapatos de tacón, aunque se ve mejor con unos puestos su forma de caminar es aún más torpe. Sin embargo me doy cuenta demasiado tarde pues justo cuando vamos por la acera se tropieza sobre mí. Si cabello se enreda en mi mancuerna  y es justo en ese instante que me percato de un aroma que lleva siguiéndome todo el día de forma sutil hasta que por ese tropiezo he descubierto su origen.

Es ella, su aroma debe ser por su champú, como frutos rojos en medio de un bosque.

Que delicioso aroma...

Quizá por el aroma de cigarro en mi traje la primera vez no me percaté de ello al igual que el cigarro de Liam impregnado en Mercy.

Con la ráfaga de aire acabo de descubrir que me gusta ese olor tan encantador que me hipnotiza...

— ¿Señor Eardwulf? Me duele...

Su cabello enredado no deja que mire hacia arriba. Que desastre de mujer es esta.

—Espera...

—Duele... Hmm...

—Oye, deja de hacer ruido o voy a cortarlo con unas tijeras de tajo.

Miento, jamás me atrevería a cortar su cabello salvo para preservar un mechón con ese olor que me vuelve loco.

¿Qué diantres me pasa?

Solo tiene 19 años, es infantil, ni siquiera es guapa... ¡Deja de pensar en tonterías!

Con brusquedad comienzo a desenredar su cabello aferrado a mi mancuerna y cuando termino nuevamente hay un silencio incómodo entre los dos.

Nuevamente la llevo hasta el estacionamiento y nos subimos sobre el automóvil, está vez dejo que se suba sola no voy a tratar como hago a una verdadera mujer a esa niña.

— ¿Qué sigue?

— ¿Eh?

—En la agenda, ¿Acaso no hablo en tu idioma?

—Ah... —de inmediato saca la agenda y lee lentamente— Revisar la exhibición de material editorial en la librería...

—Bien. Vamos allá.

Manejo nuevamente de mala gana. En el camino no puedo evitar ver de reojo a Beckham, sus piernas descubiertas de la rodilla para abajo me hacen arrepentirme de elegir un corte tan pegado pues de solo sentarse se nota más la forma de su cuerpo y cuando aferra sus manos como cuando arrugaba su feo vestido hace que se levante un poco.

—A partir de ahora llevarás ese traje como si fuera tu uniforme cuando vengas conmigo, sin excepciones. ¿Está claro?

—Sí, señor...

Señor, señor, de verdad me fastidia tanto que me llame señor...

—Y mira hacia el frente que un copiloto es alguien que debe estar alerta. No soy tu chofer.

—Sí, señor Eardwulf.

—Señorita Beckham, no tengo inconveniente si me llamas por mi nombre a secas.

—Oh, no podría hacer eso.

¿Por qué carajos no?

—Mi abuela me enseñó que hay que respetar a nuestros mayores...

Tú abuela seguro se refiere a gente de la tercera edad, tonta. No me metas en el mismo saco de un anciano.

—Y también que hablarle de manera formal y por su apellido a alguien denota el respeto que se le tiene a esa persona.

Esas últimas palabras hacen que la incomodidad disminuya.

Básicamente está diciendo que me llama así porque me admira y me tiene respeto.

Nada mal, becaria. Entonces llámame como quieras.

—Bien, entonces dime señor si está bien para ti.

—...

—Ya casi llegamos. Prepárate para bajar y ponte esos lentes oscuros que compré en el mostrador cuando pagué la ropa. En el segundo que entres llévalos puestos y te los puedes quitar hasta que los empleados te hayan saludado.

— ¿Y eso para que...?

—Solo haz lo que se te ordena.

—Sí, señor Eardwulf.

En cuanto aparco a Mercy la joven suspira y se pone los lentes oscuros. Así se ve además de más adulta como una verdadera asistente de ejecutivo.

—No abras la boca y solo sigue mis indicaciones.

—Sí.

—Ahora abre la puerta.

De solo abrir la puerta los empleados nos miran y me saludan con el debido respeto. El gerente de la librería les indica que continúen con sus labores y me tiende la mano para estrecharla.

—Es un placer tener a un Eardwulf en nuestras instalaciones. Pase por favor, les he dicho a los empleados que deben tener la mejor exhibición de su material.

—Ahora, quítate las gafas oscuras.

La joven me mira aún con los lentes y se ve tan ridícula con su falta de personalidad que nuevamente me da molestia.

— ¿No sabes seguir órdenes? Creo que será mejor si te cobro el tapete en efectivo...

— ¡Lo haré bien, señor Eardwulf!

Los ojos color ámbar se asoman tímidamente por debajo del armazón negro.

Lo hace fatal.

¿Cómo es posible que alguien se vea tan mal quitándose unas gafas de sol?

Gruñendo me quito los míos mostrándole lo que es tener presencia y elegancia.

Sus lentes se enredan con su cabello.

— ¿Vas a quedarte ahí parada, Beckham?

—Disculpe, señor.

—Si vas a ser mi asistente debes ser eficiente y no causarme más problemas, ¿Entendido?

—Sí, señor.

De regreso en el camino la becaria sigue leyendo la agenda como si fuera un libro.

—Solo necesitas saber el itinerario de tres semanas.

—...

No responde.

No pasa mucho rato cuando llegamos a nuestro siguiente destino. Otra librería más apartada de la ciudad aun así es una de las mejores librerías.

—Disculpe señor Eardwulf, nos llegó mucha mercancía y no pudimos acomodar todo.

—No me importa si les llegó mucho o poco, Eardwulf tiene acciones en este lugar, hagan que se exhiba todo.

— ¿Puedo...Sugerir algo?

Dice la becaria levantando la mano.

—Adelante, señorita Beckham.

—Lo que necesita es un cambio de distribución entre ellos o puede fusionar las torres de libros haciendo una forma más...

Bla, bla, bla no para de hablar. Aunque estoy a punto de rechazar su opinión que no lleva a ningún lado, Beckham mueve los libros mientras sigue hablando. En cuanto ya explicó mejor la estrategia ha movido cinco series en una sola torre, no se ve nada mal, hasta logra ganar algo de atención visual.

Increíble, no sabía que supiera este tipo de cosas.

—Maravilloso, su asistente es muy hábil para hacer display.

—Si, por eso es mi asistente— digo disimulando.

Así caben todas las novelas y no se ven fuera de lugar, incluso las acomodó por género y colores.

Como si fuera la escalera de una torre se puede ver todas las novelas de licanos de un lado y en otra torre las historias de duques y CEO.

Nada mal para ser una becaria de 19 años.

Después de que nos despedimos del personal y el gerente, pregunto a Beckham en la salida en dónde aprendió eso.

—Trabajé medio tiempo por dos años en una librería.

Bien, admito que nunca me molesté en leer su currículum. De todos modos mi abuelo ya se había empeñado en hacerle contrato.

— ¿Ese fue el único trabajo que has tenido?

—Sí, necesitaba algo que se pudiera mantener con mis estudios mientras cuido un poco de la salud de mi abuela. Fui mesera pero por algún motivo se me da pésimo.

¿Vive con su abuela? Tampoco es que me importe mucho que hace ni si tiene una familia, solo me pareció un dato curioso la mención de una señora mayor que esté cuidando. Estudia y cuida de su abuela, seguro por eso no tiene casi recursos.

—Bien, ¿Que más viene en la agenda?

—Cena con Karla Torres.

—Ah, no necesitas venir a ese compromiso.

—Entiendo. ¿Sería esto todo lo del día? ¿Puedo retirarme?

—De acuerdo, pero ya es tarde como para que vayas en autobús, te llevo a tu casa.

—...

— ¿En dónde vives?

Tampoco es que me preocupe por llevarla a salvo a su casa, es solo que por su excelente desempeño en la tienda quiero ahorrarle la caminata desde el parque para tomar el autobús y acabe llegando más tarde, mañana debe estar también temprano.

Cuando llegamos al complejo de departamentos no me parece un mal lugar. Pensé que por sus bajos recursos viviría en una zona más austera.

—Aquí puede dejarme, muchas gracias.

—Bien.

Echo a andar el automóvil y retiro el freno, piso el acelerador listo para otra noche de cacería.

Con Cadence Beckham fuera del camino, estaciono a Mercy en el garaje de la familia Eardwulf y me dirijo directo hacia Ben.

Te extrañé, compañero.

***

PRESENTE

Todo el camino sentí el aroma intenso de algo dulce, olfateé por toda mi ropa descubriendo que ese aroma estaba impregnado en mi ropa. El aroma a frutos rojos, a pesar de no estar cerca su presencia me persigue como si fuera una estela que me envuelve. Lo peor de todo es que ese olor no me parece desagradable, por el contrario me hace sentir un cosquilleo en mi nuca recorriendo mi columna vertebral, salivo por la boca deseando hundirme en su cabello para poder apreciar ese aroma.

Esa noche fue la primera en que la cacería no salió como esperaba, con aquel aroma persiguiéndome me costó concentrarme en la mujer frente a mí, aunque llegamos al hotel algo me distrajo completamente cuando, al buscar en mi bolsillo el preservativo, mi mano encontró algo más… Una liga para cabello con flores bordadas a mano. Pensé en devolvérsela sin embargo las coincidencias extrañas evitaron que lo hiciera, al pasar de los días consideré que sería tonto devolverle algo que ya había dado por perdido meses atrás así que la guardé en este cajón.

Tiempo después, mucho tiempo después, me enteré de la importancia sentimental que tenía esas flores bordadas para Cadence Beckham. Fueron bordadas a mano por su abuela al igual que las flores en el vestido celeste, La señora Beckham en ese tiempo se encontraba en un estado delicado. Para cuando supe todo eso ya había fallecido.

Sostengo la bolsa de basura y tomo el objeto que pertenece a esa mujer ingrata dispuesto a tirarla e iniciar con la purga de ese cajón. Mi mano se niega a soltarla y luego de intentarlo diez veces más sin éxito, aviento esa cosa en el cajón y vuelvo a cerrarlo.  ¿Qué demonios me pasó? ¿Por qué es tan difícil dejar ir toda esa basura?

Debe haber al menos algo ahí que si pueda tirar, con uno que empiece podré provocar una reacción en cadena para deshacerme de todo sin segundos pensamientos.

Cadence Beckham, deberías regresar al menos para devolverle esta importante liga a su dueña…

Maika Maese

Cronológicamente esto sucede mientras Cady espera ver aunque sea una regañiza de su Editor favorito por renunciar. La renuncia sucede a las 10 de la mañana y todo transcurrirá en un lapso de 10am a 5:26pm y lo que sucede después.

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