Capítulo 39- Un sentimiento nuevo

El sonido de los pájaros cantando me libera de mi sueño, por primera vez no he despertado con la sensación de que he olvidado algo importante.

Sonriendo me levanto de la cama y veo que la habitación está vacía. No es la primera vez que duerme fuera de la habitación que compartimos como esposos, tampoco debería ser algo extraño. Pero siento como si algo hubiera cambiado.

Hace unas semanas, antes de su cumpleaños desde que hicimos la promesa de cada uno quitarse un mal hábito por un mes, él comenzó a dormir en la habitación sin faltar una sola noche. Además, todas las mañanas me mira antes de despertar, cuida mi sueño y se preocupa si tengo pesadillas.

Esta noche no durmió en la habitación, estoy segura porque su esencia no es tan fuerte como suele quedar con un momento que esté en la habitación.

¿Le molestó que no llegáramos hasta el final ayer?

Me llevo las manos a la cara y siento calientes mis mejillas. Ahora que lo recuerdo ayer hicimos más que comernos un pastel.

‘Me alegra que no hayas olvidado lo que hiciste ayer, creí que como sueles ser lo olvidarías al amanecer’

Pues no, lo recuerdo todo, hasta el momento en que esa sensación nueva y lujuriosa fue demasiado para contenerla en mi cuerpo y perdí la conciencia. No sé qué me pasó ayer que lo dejé hacerme esos actos obscenos sin más.

‘Es porque también tú lo deseas, Cady. Ambas lo hacemos’

Puede ser… Después de todo soy una mujer sana de 24 años y a pesar de todo si me gustan los cuerpos masculinos. Ery no es de mal ver y cuando no es un absoluto cretino es agradable… A veces.

‘Mejor acepta que nuestra pareja es imposible de resistir’

No me gusta él. Pero tampoco me desagrada tanto como antes.

‘¡Es un progreso muy grande! ¡Al menos aceptas que no es tan malo como parece!’

CLANK, CLANK

— ¡Cady Cad!

Hershey abre la puerta y se nota preocupada. Luego se detiene un momento y sonriendo picaronamente me señala el cuello.

—Me dijo Jerome que el Alfa actúa un poco extraño hoy.  Pero esas marcas que llevas por todas partes son prueba de que el Alfa lo disfrutó anoche.

¿Cuáles marcas?

En cuanto me veo al espejo observo con detenimiento mi cuello que está lleno de puntos rojos y mi pecho igual. También tengo algunos en los hombros, estoy arrodillada en la cama y noto también puntos rojos como si me hubieran picado mosquitos en mis piernas.

¡Son chupetones!

Mi rostro se pone de color carmesí y me tapo el cuerpo entero con una cobija.

— ¡Hershey, deberías tocar la puerta antes de entrar!

La mujer de tez morena y ojos de un color casi verde se ríe animosamente.

—Por favor, somos amigas, Luna. Siempre hablamos de nuestras aventuras en la cama, además es todo un orgullo para el Alfa que su manada sepa que tiene una vida activa y muy animada con su Luna.

—Será un orgullo pero no me agrada ser un espectáculo público.

— ¿Entonces ya te hizo el mete y saca?

— ¡NOOOO! ¡SOLO FUERON FAJES!

— ¿Fajes?

—Precalentamos el horno de leña pero no hemos cocinado ahí…

— ¿Entonces aún nada? Con razón el Alfa está de mal humor.

— ¿Otra vez está explotando a sus guerreros?

—Oh, no. Para nada, de hecho todos están agradecidos con nuestra Luna porque ya no ha hecho esa clase de actos para desquitarse cuando está molesto.

— ¿Entonces qué sucedió con el Alfa?

—Desde muy temprano se le ha visto practicando y golpeando el saco sin descanso. Milo y Jerome quisieron acompañarlo pero está prohibido entrar, solo el Alfa puede entrenar hoy y por lo que han dicho todos ni siquiera ha comido.

Menudo Alfa más infantil.

No tengo idea de por qué esté molesto ahora pero no me quedaré aquí en cama averiguando por ósmosis.

***

— ¡Señora Bertha, buenos días!

—Luna, usted es tan importante como el sol…

—Dejemos formalidades por hoy. Quisiera saber qué gustos tiene el Alfa para comer así como la temperatura que suele tener su café.

La señora Bertha me observa en silencio y asiente.

—El Alfa detesta los sabores dulces y salados, prefiere los sabores lo más natural posible. El café no debe estar con sabor quemado ni saber demasiado a agua.

Me explica con paciencia y agradezco haber notado en el pasado los hábitos alimenticios de mi ex jefe. Ya que ambos son casi iguales hasta en ese aspecto cotidiano.

Recuerdo lo extraño que me pareció cuando lo vi por primera vez, fue en mi primer año en la empresa. A los 20 años, no solía convivir con él salvo en lo necesario. Como si fuéramos invisibles para el otro, sin embargo fue imposible.

***

HACE CUATRO AÑOS

Después de ganar el concurso de nuevo talento y recibir un contrato exclusivo en publicaciones Eardwulf, mi trabajo fue puesto en exhibición. En realidad fue mi primer y único éxito.

Aun así, me sentía orgullosa por mi logro tanto como el director de la universidad que decidió añadirme como embajadora de la universidad para los visitantes e inversionistas. No era algo que me agradara mucho porque tenía cierto conflicto con estar cerca de jóvenes y adultos de género masculino exceptuando por supuesto al señor Bingley en quien confiaré toda mi vida.

—Beckham, tú darás el discurso para el señor Ermenrich Eardwulf, después de todo fue gracias a él que tenemos el programa que da bienvenida a nuevos talentos en literatura.

Algo difícil para mí casi toda la vida era decirle no a algo por mucho que deseara negarme. Así que me involucré en un desastre de los buenos.

Preparé un discurso emotivo y fue aprobado por el director y casi todo el profesorado en el plantel.  Al principio creí que solo estaría encargada de escribirlo, de haber sabido que también me considerarían para decirlo en voz alta me habría hecho la loca para no entregar algo que les gustara tanto como para hacer que yo misma lo dijera en voz alta y en público.

 Entre los asistentes estaban el Director General o más bien la cabeza de la editorial, El Señor Ermenrich Eardwulf quien a pesar de ya ser un veterano de alto calibre conserva una personalidad humilde y una serenidad tal que te inspira confianza. También casi como si fuera su segunda hombrera venía pegado aquel hombre alto e indeseable de ojos azules.

— En nombre de nuestra universidad quiero agradecer la presencia de un hombre admirable cuyo interés en las artes literarias ha sido un gran aporte financiero para mejorar las instalaciones y calidad del plantel. ¡Reciban con un cálido aplauso al señor Ermenwulf!

Se hizo un silencio total y uno de los profesores me miró como si hubiera dicho una blasfemia. Fue entonces cuando noté que en medio de mis nervios llamé al hombre mezclando “Ermen” con “Wulf” de Eardwulf… Ermenwulf.

¡Por favor, que se abra el piso y me trague!

Avergonzada hasta la médula casi me llevo las manos a la cara mientras cambiaba de colores como camaleón. Fue entonces cuando un aplauso se hizo presente.

CLAP, CLAP

Vi sorprendida hacia el lugar donde cierta persona aplaudía, su rostro no tenía expresión alguna sin embargo sus palabras fueron un gran aliento para ese momento.

—Me agrada el nombre que le ha dado esa becaria a mi abuelo, Ermenwulf.

El hombre sereno y sin mostrar enojo conmigo se acerca al podio y me agradece el discurso. Respiro con un poco más de tranquilidad mientras el hombre toma mi lugar para hablar.  Fui salvada por aquel de quien jamás habría esperado apoyo.

Después de que terminó la asamblea de bienvenida de los jóvenes de nuevo ingreso miré hacia donde estaba “Él” por supuesto, él no me miraba a mí sin embargo yo sí que le veía de reojo tantas veces que incluso noté cuando iba a salir de la sala de conferencias.

—Señor Eardwulf, gra…

—Señorita Beckham, ese fue un discurso demasiado soso para alguien que tiene un año de experiencia con nosotros. Además ese pánico escénico suyo casi arruina la conferencia completa.

Patán. Solo quería agradecerle.

—El discurso fue aprobado por el director y más de seis profesores, a ellos no les pareció que fuera malo.

—Hay una brecha entre lo malo y mediocre, Beckham.  Lo tuyo fue de lo más mediocre.

¡Es de lo peor ese tipo!

—Por fin la encuentro, Beckham—  Mira a mi querido y odioso editor reverenciando como si fuera Dios—  Es todo un honor tener un graduado con honores como usted en el campus.

¿Se graduó aquí?

— En realidad solo fue la mitad, la otra parte la hice en el extranjero.

Presumido de mier---

— Es uno de nuestros mejores estudiantes. Le serviría mucho aprender de él, Señorita Beckham.

— Para nada, con ese discurso tan bueno estoy seguro que será también el orgullo de ustedes— Dice el muy hipócrita aunque algo me dice que es sarcasmo puro.

— Bueno, los dejo un momento. Seguro necesitarán un momento para compartir experiencias.

¡No, no se vaya y me deje con este neandertal!

Estar con ese tipo de un lado era algo de lo más incómodo. Así me pasé el resto de la tarde sin poder evitar que estuviera casi detrás de mis talones de un lado a otro. Hasta que llegó el momento del almuerzo y finalmente creí que me daría un respiro cuando le perdí de vista un momento.

Té de manzanilla y camelias con unas cucharadas de miel, unas magdalenas y una sopa de verduras. Era lo que me alcanzaba con el dinero que llevaba en el bolsillo.

Era también la comida a la que me había acostumbrado todo el tiempo, nunca me pareció demasiado austera y me caía bien al estómago.

— ¿Llamas a eso una comida?

Casi me atraganté con el té y por suerte no me quemé en la mano cuando este se desparramó con el susto de ultratumba que me pegó al hablarme por detrás en mi momento más tranquilo.

Luego, sin si quiera preguntarme primero se sentó justo frente a mí en la banca de la cafetería. No bastando con lo poco educado que era tomó una de mis magdalenas y la mordió.

—Esta cosa es demasiado dulce, sin embargo no es azúcar de verdad sino un sustituto hecho a base de puros químicos.

Por amor de… ¡nadie quiere escuchar sus sermones, señor!

—Además de los colorantes artificiales que claramente son dañinos…

Mientras me suelta un sermón de aquellos tomo unas cucharadas de sopa.

— ¿Y qué verduras tienen ese color? Eso es de plástico.

¡Por favor que ya se largue!

Continué tomando mi té y solo para demostrarle de forma presencial que me importaba una m****a lo que dijera me metí un buen bocado de la magdalena con unos sorbos de té.

—Entonces Ermenwulf, ¿eh?

— ¡PFFFT! —Evitando escupir el té por los lados me ensucié la camisa por la parte del cuello.

—Mandaré a cambiar la placa de su oficina y haré que diga “Ermenwulf”

Quería reprocharle o responderle que fue un error por mi pánico escénico, sin embargo me quedé callada cuando vi la pequeña curva en la comisura de sus labios. Debería ser un crimen tener un rostro tan apuesto y unos ojos como un hermoso mar nocturno con esa personalidad tan nefasta y retorcida.

Continuó fastidiando el resto del día, hasta que finalmente acabé golpeando por primera vez una almohada hasta el cansancio durante la sesión de terapia con el señor Bingley. “De todos modos olvidaré probablemente todo mañana” pensé con esperanza. Incluso si se burla con lo de Ermenwulf no me afectará porque no recordaré la vergüenza que pasé hoy, así ha sido por todo un año que solía olvidar días enteros sin razón alguna.

Sin embargo, para mi gran sorpresa, al día siguiente mis recuerdos seguían intactos y para mi mayor bochorno “’El” continuó visitando la universidad con tanta frecuencia que ya parecía ser otra vez un estudiante ahí. Sin embargo continué dejando todo en los límites de lo profesional. Él por otro lado a veces hasta me remarcaba errores en los ensayos y era como el editor que nunca fue conmigo cuando se debía con mis historias en la editorial.

Quizá porque nunca tomó mi trabajo en serio. Quien sabe, al final pareció decepcionarle mucho cuando dejé mis estudios en la universidad a los 22 años. Me faltaba muy poco para graduarme sin embargo me fue imposible continuar.

Y fue él quien me criticó más duramente incluso sobre el señor Bingley y Sarah.

Me llamó una pretenciosa y que me sentía una escritora a pesar de no tener los estudios completos. Fue algo demasiado doloroso de escuchar sin embargo pude pasar sobre eso hasta que dejó de afectarme.

***

‘Cady, ya estamos en el campo de entrenamiento’

La voz de Chiara me aleja de mis pensamientos sobre el pasado. Definitivamente no quiero volver a esos días fríos peleando sin razón contra él por su hostilidad.

Camino hacia la puerta y al abrir me encuentro con él golpeando el saco sin camisa puesta. Abro los ojos como platos y regreso rápidamente con el corazón desbocado. Respiro hondo y decidido vuelvo a abrir.

¡BAM! ¡BAM!

Sus golpes al saco son limpios y veloces.

Ya le había visto destazar a unos renegados, también una que otra muestra de su fuerza sin embargo es la primera vez que le veo golpeando un saco sin nada puesto, mostrando sus músculos y sudor.

‘Cady, estás babeando igual que yo’

¡No es cierto!

Sacudo la cabeza intentando quitarme cualquier pensamiento impuro de la cabeza y toco su hombro.

—Traigo bocadillos, Alfa— Digo sonriendo mientras sostengo una canasta— ¿Le gustaría tomar un descanso?

***

Después de tomar el refrigerio Ery sigue muy perdido en sus pensamientos, normalmente me diría algo como “Solo comes esto” o criticaría que solo traiga té y magdalenas para mí.

Incluso extraño sus comentarios atrevidos, tal vez esté enfermo.

—Gracias por traer comida, Cady. Ahora debo regresar…—Le tomo del brazo antes de que decida enclaustrarse de nuevo.

— ¿Alfa, puede entrenarme a mí también?

— ¿Para qué quieres eso, lobita?

—Quiero aprender a pelear.

— ¿No crees que se puede vencer guerras con empatía y amor?

— ¿Por qué habría de creer eso, Alfa? La empatía no sirve como escudo y el amor es un sentimiento molesto e inútil. ¿No es eso lo que cree?

—….Es lo que solía pensar, pero…

—Además por ser paciente y no defenderme acabó mi vida siendo un caos que no pude controlar—Me levanto del pasto y me sacudo la ropa.

Por ejemplo, si fuera fuerte no me habrían capturado esa vez.

Por eso he decidido que sin importar qué quiero ser fuerte.

— ¿Me enseñarás o puedo preguntarle a Jerome y Milo que...?

— ¡Solo puedes confiar en tu esposo! ¡Si me pides que te dé la Luna buscaré como bajarla para que puedas tomarla! —Me toma por la muñeca—Así que yo te entrenaré, sin embargo he de advertirte que soy muy estricto.

—Por favor no tengas piedad en el entrenamiento ni siquiera porque soy tu esposa.

—Para empezar no puedes entrenar con un vestido, necesitas ropa adecuada. Pediré a la modista que te haga algo acorde y estará listo para la próxima semana...

SHAAA SHAAA

¡Qué haces!

—En el campo de batalla no darán tiempo de cambiar la ropa ¿O sí?

Mientras me ve sorprendido por mi determinación levanto el puño con el pedazo de tela y con este me ato el cabello en una coleta alta.

— ¡Enséñame a pelear sin más escusas!

—Bien. Entonces comencemos por ver qué tanto sabes de combatir.

— ¿Puedes pegarle a este saco?

—Ya lo hice una vez.

—Ese fue un juego para desquitar una molestia. No un entrenamiento serio. Antes de comenzar con algo pesado intenta golpearme.

— ¿Seguro que quieres que haga eso?

—Sí, vamos. Muéstrame la fuerza que tienes. Esa vez pude detectar cierta fuerza pero no es suficiente.

—Bien.

—No me des bofetadas. Dame con todas tus fuerzas con los puños.

— ¿No me castigaras por pegarte?

—No si tienes mi permiso de hacerlo. Vamos.

—Bien...

Tomo impulso y lo golpeo con un puño y después otro.

—Ni siquiera se parece a la fuerza de antes. Vamos, sé que puedes hacer algo menos patético.

Al menos no me llamó mediocre.

Vuelvo a usar un puño tras otro. Ni siquiera parece hacerle aire a su cabello.

—Creo saber por qué no tienes fuerza en tus golpes.

Toma mis manos entre las suyas y besa el dorso de mi mano, ese si es el Ery de siempre.

—No quieres hacerme daño ni rasguñar mi preciosa cara.

—Por el contrario ¡lo que más quisiera es pegarte un buen puñetazo que te deforme esa cara bonita que me enerva!

— ¡Esa es la actitud! Pero no es suficiente. Creo que en lugar de pelear podrías ganarte mi favor poniéndote de rodillas y abriendo mi pantalón...

SWISH

Mi puño casi alcanza su cara.

—Definitivamente solo necesitas ganarte mi protección ofreciéndome tu cuerpo posicionándote frente a mí con el vientre abajo hasta el suelo y levantando el trasero para que te---

SWISH

— ¡Sucio degenerado!

—Bien, con esa fuerza ya puedes tener el equilibrio para aguantar que te embista por detrás---

— ¡Esto no es entrenamiento, es acoso, enfermo mental!

—Si no puedes pelear solo puedes usar tu cara bonita para tomar mi miembro en tu boca justo de rodillas debajo de---

SHAAA

'Cady, acabas de usar tu fuerza de lobo ¡sin fuego!"

—Nada mal. Ahora pégale al saco.

Justo antes de que empiece me levanta el vuelo del vestido roto con gran velocidad.

—Si no le mueves siquiera un poco puedo tocarte el trasero.

— ¡Sucio, vulgar, rabo verde...!

Golpeo el saco y este se mece levemente.

—Que mal, yo quería tocarte... Ahora sí no lo golpeas y se mueve cinco centímetros, debes quitarte el vestido.

— ¡¿Qué?!

Está vez mi golpe se desvía.

PLAP

El Alfa me palmea el trasero.

— ¿Qué te pasa, animal?

—Concéntrate. Si fallas de nuevo debes quitarte el vestido y si fallas de nuevo tendrás que subirte a mis piernas.

—¡....!

Y nuevamente fallo el movimiento.

¡PLAP!

—Esta vez lo pasaré, pero te daré la penalización de una palmada en el trasero por fallar.

—Qué tiene de entrenamiento tus métodos cochinos...

—En la batalla puedes estar rodeado por enemigos uno justo detrás

Se pega a mí y siento su dura erección contra mi trasero.

—Incluso podría estarte sometiendo así

Me abraza por detrás y me agarra de los pechos.

—Y justo enfrente de ti otro enemigo listo para atacar.

‘¡Uy, me encanta este entrenamiento!’

Mientras Chiara se alborota en mi cabeza, la respiración de Ery en mi nuca me causa que se me erice los vellos en la piel, no por miedo sino por el delicioso aroma que emana y el calor que se está generando en mi parte baja humedeciéndose como si hubieran abierto a cuenta gotas un grifo.

Maika Maese

Y esto terminará con resultados sensuales...

| Gosto
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