Marina, Lexy, Khloe, Samantha, Anna, Leticia, Ángela, y Jennifer son algunos de los tantos nombres en la lista de amigas especiales, que comparten la cama los últimos días de cada mes de Arthur Graham y a las cuales tiene que agradecer su estilo de vida. Es un hombre inteligente, sexy como el demonio. Manipulador, y controlador que se aprovecha de su buena apariencia física para lograr lo que quiere. Muchas afirman que en el sexo es insaciable, es el sueño húmedo de una mujer. Por eso, está acostumbrado a salirse siempre con la suya, con solo una sonrisa y palabras bonitas. Morgana Wilson tuvo una infancia un poco difícil, y una adolescencia dura después del divorcio de sus padres. Es de las pocas chicas que sueña con el vestido, el velo blanco, y la casa rosada con la cerca de madera pintada de blanco. Para ella el amor existe, porque la primera vez que lo experimentó fue un completo desastre. Tampoco es que lo anda buscando en cada hombre que conoce. De la manera más casual, Arthur y Morgana se encuentran. Y aunque ninguno se siente atraído por el otro desde el primer momento, ya que ambos están sumergidos en sus asuntos, surge en ellos una bonita amistad. Juntos son una explosión de carisma e irradian algo más, que no pasa por desapercibido y causa curiosidad a quienes los observan. Hasta la noche en que Arthur acepta que siente algo más que una fuerte atracción por la joven que le repite, una y otra vez, que solo son amigos, que el amor no está en sus planes futuros, y que mucho menos quiere ser un nombre más en su lista. Para ambos sus vidas estaban perfectas, hasta que la cercanía los convirtió en AMANTES. Derechos reservados, código de registro: 2303103769712©
Leer más──────⊰·☆·⊱──────Dos años después…Las luces y los reflectores le hacían sudar, aunque no era la primera vez que estaba frente al público, sentía un poco de ansiedad. Miraba a los presentes detrás de la cortina roja. Luego de haber ido a la cárcel de manera injusta, pensó que su sueño de hacer un inversionista en el área de la construcción se había ido al caño. No esperó que los de la junta directiva de la empresa que tenía en con el matrimonio Anderson lo respaldaran, puesto que se había comprobado que era un hombre honesto y responsable.Dos meses después fue por Morgana a Escocia, se había tardado todo ese tiempo realizado los trámites necesarios para limpiar su nombre, y hacer una auditoria en todos sus negocios. Sin embargo; se había casado con Morgana, porque en el momento que la vio con un embarazo avanzado la propuesta salió de sus labios de manera natural, puesto que la quería en su vida, y en su cama. Además, que lo había convertido en padre. Cosa que fue para él como un mil
──────⊰·☆·⊱──────Dos meses después…Morgana se encontraba saliendo de su consulta, esa vez era el chequeo morfológico, y el obstetra le había ofrecido su ecografía en 3D. En donde ella vería como sería su carita. Ya tenía casi veintidós semanas. Sintió un nudo en la garganta al ver la imagen en la pantalla, estaba tan cerca, pero todavía no era la hora de tenerlo en sus brazos. Como se lo decía, su instinto era un niño. En la consulta anterior se lo habían confirmado.—Por tu cara sonriente se nota que todo está saliendo bien —Hope le dijo con voz alegre.—Todo está perfecto —respondió Morgana. Hope se había vuelto su pilar, sabía qué decirle, como darla ánimos cuando se sentía sola. Siempre con una dulce sonrisa, y un trato amable. Aunque ya hacía un mes que su contrato con MacRaes Distillery Inc. finalizó, Morgana continuaba siendo parte de su equipo. Ya que no podía viajar por lo avanzado del embarazo, se quedaría en Escocia hasta que el niño naciera. La familia MacRaes le ofrec
──────⊰·☆·⊱──────Dos días después…Era bueno regresar a casa, después de aquella mala experiencia. Aunque lo más extraño fue dormir en su propia cama, ya que la noche se le hizo larga, porque no pudo conciliar el sueño. Ese periodo de encierro, le había servido para meditar acerca de lo que era prioridad en su vida. Gracias a Dios teína otros negocios, en sociedad con Micah, eso lo había salvado de la banca rota. Aunque su amigo le había asegurado, que los bienes adquiridos después de la revisión de procedencia de los mismos, le iba a ser entregado. A él solo le importaba una, la casa de su madre. Por los demás no sentía tanto apego, por esa razón decidió vender su ático. Mientras había salido a correr, no tenía idea de lo mucho que necesitaba hacerlo. Le gustaba un montón, pero había sido un regalo de Jennifer. Su memoria fue bombardeada por recuerdos. —¿Por qué estamos aquí, Jen? —preguntó Arthur confundido. —Es tú cumpleaños número treinta y uno —besó sus labios—. Y solos los c
──────⊰·☆·⊱────── Charles miraba a su alrededor como si estuviera buscando una tabla de salvación, porque no tenía palabras, para contestar aquello. Además, que nadie en la sala le dio tregua. Pues se hizo una serie de murmullos. —Orden… —El juez dio tres golpes al estrado con su mazo—. No se puede ir amedrentando a la gente, y abusando de la autoridad congresista Anderson. Así que le pido amablemente que conteste las preguntas del abogado Sabag. —Muy bien, soy de los políticos que resguardan la privacidad de su hogar —Charles comenzó a decir manera pausada—. No fui al DC el día de hoy, porque mi esposa tiene problemas de salud, y en estos momentos está internada en el hospital, y como comprenderán esa situación no me permitió marcharme de la ciudad. —Pero debería estar con su esposa y no aquí —manifestó con tono tajante Micah. —Como dije, también quería estar presente cuando el juez diera la condena máxima a Graham.—¿Y qué le hizo estar tan seguro de su condena, señor Anderson?
──────⊰·☆·⊱──────Tres días después…Arthur caminaba de un lado a otro, como un león enjaulado. Había pasado la noche entera sin dormir, su juicio era día a las nueve de la mañana. Su amigo, hermano y abogado defensor, Micah no le había dado muchas esperanzas de salir victorioso. Ya que él se negaba rotundamente a usar como testigo a Jennifer. Él pensó que la conocía, y después de lo que le había dicho Charles, había quedado atónito. Siempre la vio como una mujer indefensa, pero en ese momento abrió los ojos y se dio cuenta de que eran tal para cual.Charles lo hizo su títere, necesitaba un tonto que si algo salía mal. «¡¿Qué idiota fue todos esos años?!» Estaba más que listo para salir de una vez por todas de aquella incertidumbre, de cuanto sería su condena. Lo que más le dolía de aquello era, el engaño de Morgana. Le mintió a la cara, le dijo que lo amaba, y al final lo había abandonado. —Graham… —le llamó el guardia—. Apura, estás sobre la hora. No dijo nada, solo caminó hacia
──────⊰·☆·⊱──────Morgana, venía saliendo de la consulta médica. Todo estaba saliendo bien, su embarazo avanzaba, ya estaba cerca de los cuatro meses. En la consulta siguiente le dirían el sexo del bebé, aunque su instinto maternal le decía que era niño. Antes de salir de Miami, había hecho todo lo necesario para adquirir una línea telefónica que no fuera rastreada, de esa manera iba a tener noticias de vez en cuando de Jennifer. También lo usaba para hablar con Lorena, y sus padres. Quienes habían quedado un poco triste con la noticia de que se iba del país. A nadie le había dicho en donde estaría, solo para que la esposa del congresista no se enterara de su paradero. —¿Todo bien? —le preguntó Hope. Ella era quien la había contactado, y que sin lugar a dudas le había tendido la mano. Cuando aceptó el trabajo, que era por seis meses, no le mintió. Le dijo que estaba embarazada, y que estaba saliendo de una relación que no era buena para ella. Aunque Bryson MacRaes, el dueño de la d
──────⊰·☆·⊱──────Dos meses después…La recuperación de Arthur había sido lenta, todavía estaba delicado de salud. El ataque del cual fue víctima, se estaba averiguando. Ya que se manejaba la hipótesis de que fue un intento de homicidio. Tanto él como Micah sabían que había sido un encargo de Charles Anderson, lo difícil de eso era probarlo. Ese día era su primera audiencia, Micah buscaba que le dieran una fianza y se basaba en lo ocurrido en la cárcel. Pero la ausencia de Morgana, dolía más que las siete puñaladas que le habían dado. Sentía un vacío muy grande, no la había visto más desde aquel día que fue visitarlo al hospital. Le había preguntado a Micah sobre su paradero, y este afirmaba que no sabía. Puesto que Lorena tampoco, ella se fue sin dejar rastro, cosa que Arthur no creía. Si todo salía como Micah lo había planeado, entonces la buscaría y le pediría una explicación. Porque estaba muy seguro de que también lo amaba, se lo había dicho. Incluso esas fueron las últimas pa
──────⊰·☆·⊱──────Morgana se despertó al siguiente día con la garganta seca, y un terrible dolor de cabeza. Puesto había pasado lo que restaba del día llorando. Lorena estaba tan mortificada que llamó a Micah y le dijo que se quedaría con ella, con lo que él estuvo de acuerdo. Pero cuando ya casi eran las diez de la noche, le dijo a su amiga que se fuera, que estaría bien. Lo cierto era que no había podido pegar un ojo aquella noche, estaba preocupada tanto por Arthur, como por el bebé que esperaba. En el instante en que se fue a cepillar los dientes, sintió unas terribles náuseas que lo impidieron. Aunque no se alarmó, puesto que sabía que era parte del proceso de gestación. Lo había vivido cuando su madre estaba embarazada de su hermano menor.—¡Joder! —exclamó Morgana, cuando la fatiga se sumó a su malestar y casi llegó gateando hasta su cama— ¡¿Qué diablos le diré a mis padres?!Aunque no era una adolescente, era toda una mujer independiente a la mitad de su veintena. Consideraba
──────⊰·☆·⊱──────Morgana y su amiga iban caminando por el largo pasillo en el momento en que Micah se acercó a ellas. —¿Te encuentras mejor? —preguntó con amabilidad.—Sí, lo estoy. —He logrado que el guardia te permita pasar a ver a Arthur.—No sabes cuanto te lo agradezco. Micah solo asintió con la cabeza, y le hizo señas a Lorena para que lo acompañara un momento. —¿No te importa? —inquirió su amiga. —¡Claro que no! —sonrió—. Además, creo que solo una persona puede entrar a verlo. —Sí, es cierto lo que dice Morgana. —De acuerdo, vamos —Lorena le puso la mano en el hombro y agregó: —Regresaré en un momento. Micah se despidió de ella con un fuerte abrazo y un beso, le dijo que podía contar con él para lo que fuese, lo que Morgana agradeció enormemente. Vio a la pareja macharse, y suspiró. Al menos para ellos las cosas iban sobre rueda. Continuó su camino, hasta que encontró al guardia resguardando la puerta. —¿Qué se le ofrece? —indagó el oficial con voz seria. —Vengo a