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──────⊰·☆·⊱──────Tres días después…Arthur caminaba de un lado a otro, como un león enjaulado. Había pasado la noche entera sin dormir, su juicio era día a las nueve de la mañana. Su amigo, hermano y abogado defensor, Micah no le había dado muchas esperanzas de salir victorioso. Ya que él se negaba rotundamente a usar como testigo a Jennifer. Él pensó que la conocía, y después de lo que le había dicho Charles, había quedado atónito. Siempre la vio como una mujer indefensa, pero en ese momento abrió los ojos y se dio cuenta de que eran tal para cual.Charles lo hizo su títere, necesitaba un tonto que si algo salía mal. «¡¿Qué idiota fue todos esos años?!» Estaba más que listo para salir de una vez por todas de aquella incertidumbre, de cuanto sería su condena. Lo que más le dolía de aquello era, el engaño de Morgana. Le mintió a la cara, le dijo que lo amaba, y al final lo había abandonado. —Graham… —le llamó el guardia—. Apura, estás sobre la hora. No dijo nada, solo caminó hacia
──────⊰·☆·⊱────── Charles miraba a su alrededor como si estuviera buscando una tabla de salvación, porque no tenía palabras, para contestar aquello. Además, que nadie en la sala le dio tregua. Pues se hizo una serie de murmullos. —Orden… —El juez dio tres golpes al estrado con su mazo—. No se puede ir amedrentando a la gente, y abusando de la autoridad congresista Anderson. Así que le pido amablemente que conteste las preguntas del abogado Sabag. —Muy bien, soy de los políticos que resguardan la privacidad de su hogar —Charles comenzó a decir manera pausada—. No fui al DC el día de hoy, porque mi esposa tiene problemas de salud, y en estos momentos está internada en el hospital, y como comprenderán esa situación no me permitió marcharme de la ciudad. —Pero debería estar con su esposa y no aquí —manifestó con tono tajante Micah. —Como dije, también quería estar presente cuando el juez diera la condena máxima a Graham.—¿Y qué le hizo estar tan seguro de su condena, señor Anderson?
──────⊰·☆·⊱──────Dos días después…Era bueno regresar a casa, después de aquella mala experiencia. Aunque lo más extraño fue dormir en su propia cama, ya que la noche se le hizo larga, porque no pudo conciliar el sueño. Ese periodo de encierro, le había servido para meditar acerca de lo que era prioridad en su vida. Gracias a Dios teína otros negocios, en sociedad con Micah, eso lo había salvado de la banca rota. Aunque su amigo le había asegurado, que los bienes adquiridos después de la revisión de procedencia de los mismos, le iba a ser entregado. A él solo le importaba una, la casa de su madre. Por los demás no sentía tanto apego, por esa razón decidió vender su ático. Mientras había salido a correr, no tenía idea de lo mucho que necesitaba hacerlo. Le gustaba un montón, pero había sido un regalo de Jennifer. Su memoria fue bombardeada por recuerdos. —¿Por qué estamos aquí, Jen? —preguntó Arthur confundido. —Es tú cumpleaños número treinta y uno —besó sus labios—. Y solos los c
──────⊰·☆·⊱──────Dos meses después…Morgana se encontraba saliendo de su consulta, esa vez era el chequeo morfológico, y el obstetra le había ofrecido su ecografía en 3D. En donde ella vería como sería su carita. Ya tenía casi veintidós semanas. Sintió un nudo en la garganta al ver la imagen en la pantalla, estaba tan cerca, pero todavía no era la hora de tenerlo en sus brazos. Como se lo decía, su instinto era un niño. En la consulta anterior se lo habían confirmado.—Por tu cara sonriente se nota que todo está saliendo bien —Hope le dijo con voz alegre.—Todo está perfecto —respondió Morgana. Hope se había vuelto su pilar, sabía qué decirle, como darla ánimos cuando se sentía sola. Siempre con una dulce sonrisa, y un trato amable. Aunque ya hacía un mes que su contrato con MacRaes Distillery Inc. finalizó, Morgana continuaba siendo parte de su equipo. Ya que no podía viajar por lo avanzado del embarazo, se quedaría en Escocia hasta que el niño naciera. La familia MacRaes le ofrec
──────⊰·☆·⊱──────Dos años después…Las luces y los reflectores le hacían sudar, aunque no era la primera vez que estaba frente al público, sentía un poco de ansiedad. Miraba a los presentes detrás de la cortina roja. Luego de haber ido a la cárcel de manera injusta, pensó que su sueño de hacer un inversionista en el área de la construcción se había ido al caño. No esperó que los de la junta directiva de la empresa que tenía en con el matrimonio Anderson lo respaldaran, puesto que se había comprobado que era un hombre honesto y responsable.Dos meses después fue por Morgana a Escocia, se había tardado todo ese tiempo realizado los trámites necesarios para limpiar su nombre, y hacer una auditoria en todos sus negocios. Sin embargo; se había casado con Morgana, porque en el momento que la vio con un embarazo avanzado la propuesta salió de sus labios de manera natural, puesto que la quería en su vida, y en su cama. Además, que lo había convertido en padre. Cosa que fue para él como un mil
──────⊰·☆·⊱──────—No puedo creer que mi vida se haya vuelto tan miserable, todo está patas arriba —se quejaba Morgana por la videollamada con su amiga Lorena, mientras estaba varada en el tráfico a las cinco de la tarde en la ciudad.La fila de vehículos era interminable, el sol implacable eran finales de julio. A pesar de que tenía encendido el aire acondicionado, sentía como su camisa de seda se adhería a su espalda por sudor. —Solo porque así lo quieres —le contestó esta—. Tú lo único que tienes que hacer es mirarlo a la cara y decirle de una vez por todas que se puede ir al mismo infierno. Que solo ha sido el peor error de tu vida.«¡Suena tan fácil decirlo!»—No es tan sencillo como piensas —le dio dos golpecitos al volante para hacer sonar el claxon, y negando con la cabeza agregó: —Acabo de intentarlo, y el muy idiota me ha amenazado. ¿Puedes suponer tal cosa? ¡Esto es estúpido!—¡¿Cómo que te ha amenazado?!
──────⊰·☆·⊱──────Morgana se encontraba abriendo la puerta de su modesta oficina, le provocaba quitarse los zapatos de tacón aguja y caminar descalza por aquel suelo cómodo de madera, su escritorio moderno y liviano de aluminio pintado en negro y gris plomo, resaltaba en medio de las paredes de color blancas. A través del gran ventanal la luz del día se hacía presente para iluminar y darle la energía que necesitaba para trabajar. Al mismo tiempo que activaba su creatividad, mientras que por las noches las luces de la ciudad le daban el toque mágico. Su sillón completamente moderno, y ergonómico, le daba comodidad. Dos sillones de dos puestos, con tapizado de rayas de colores cítricos, le daban vida y color a la oficina. Eso sin contar la calidez, por eso muchas de las presentaciones las hacía ahí. Lograba que el cliente se relajara, y podía bombardearlo con su lluvia de ideas. Dio una respiración profunda, y cerró lo
──────⊰·☆·⊱──────La impresión que se llevó fue tan fuerte, que en silencio fue hasta su habitación y llamó a su tío. Que al notarla en aquel estado le propuso ir a estudiar en una escuela de negocios en Miami. Morgana no se lo pensó mucho y lo aceptó casi de manera inmediata. Ninguno le dijo una palabra al día siguiente, sintió que en ese instante les estorbaba. Así que preparó su pequeño equipaje y esa misma mañana se marchó. Durante los primeros días, su madre le había llamado constantemente. Aún no se disculpaba, simplemente se justificaba diciéndole que el corazón no decide de quien se enamora, y que por más que la lucha sea fuerte, si el amor es verdadero, cederá. Morgana decidió pasar la página con aquella experiencia, a ningún hijo le gustaba saber con detalles lo que ocurría con sus padres a la hora de tener sexo. El beneficio de aquello fue que la relación entre los tres mejoró mucho. En el fondo se ale