Disfrutando de su vida de soltero, Grenor Constantine se quedó mudo la enterarse que tenía un hijo. Una aventura con su secretaria de aquel entonces Dara Prescok, una americana efusiva, ardiente y de cuerpo escultural, dio como resultado ese pequeño que ahora necesita un padre. Él, CEO de Melandros Construction y ella, una asistente muy dispuesta a complacer. Ahora, Grenor tenía una sola tarea: que su hijo no creciera sin un padre. Nala Prescok, hermana de Dara es quien tiene la custodia de él pequeño Peter, jamás se imaginó que su hermana mayor la dejaría a cargo de un pequeño tan hermoso e inteligente, para irse a disfrutar la vida que ella creía merecer. Dara siempre tuvo la costumbre de desaparecer, pero al pasar un año y no saber nada de ella, Nala comenzó a creer que su hermana jamás volvería por su hijo. Ella hará lo que sea con tal de mantenerlo en su vida.
Leer másEl día estaba soleado. Las olas del mar vibraban con fuerza, chocándose unas con otras llegando hasta la orilla y arrastrando los pequeños caracoles que se quedaban en la arena. Como el sol, afuera, las nubes despejadas, el cielo tan azul como el color de los ojos de su pequeña hija, Greg supo que era un hombre afortunado.Todo comenzó con el recibimiento de una carta sin nombre, sin postal, sin nada que pudiera significar que su vida cambiaría en un abrir y cerrar de ojos.Cuando recibió aquella carta, lo cierto es que hizo hasta lo imposible por alejar a su esposa. De su vida en aquel entonces. Para él, ella solo era un incordio, era lo que tenía que él estuviera en la vida de su hijo de una vez y por todas. Aún conociendo a la her
EpílogoUn año después.—Te ves hermosa. — le dijo Ghita mientras le hacía dar una vuelta sobre sí misma para que la toga danzara a su alrededor. — Estoy tan orgullosa de ti. Es como si yo misma me estuviera graduando otra vez.— No exageres. — le dijo aunque estaba sonrojada y ella también se sentía pletórica.—¿Exageración? ¡Nala, te estás graduando hoy de la universidad! ¡Finalmente has cumplido tu sueño! —chilló Ghita super emocionada. —¡Es que no puedo creer que lo lograras!—Vaya, gracias por el voto de confianza y honestidad.—No me jodas, Nala. Sabes muy bien porque lo digo. — su voz se tornó amargada y triste.—No te pongas así. Lo que me ha sucedido, lo que nos sucedió a todos e
Nala miró por el cristal de la ventana del restaurante del Greek Montaine. Un hotel de cuatro estrellas de color blanco colonial, cuatro pisos de lujo y cristal. EL lugar se veía hermoso desde fuera. Grenor le había hecho el favor de llamar a Dara y decirle que se verían en el restaurante a las cuatro de la tarde. Nala estaba allí, aunque no veía a su hermana.Quiso ir sola, aunque Frank, por órdenes de Grenor le había acompañado y esperaba por ella en el auto.Nala volvió a mirar por el cristal y creyó reconocer a su hermana mayor sentada en una esquina.—Aquí voy. —dijo soltando un suspiro y entrando al lugar.Sin cartera, sin móvil, todo lo dejó en el vehículo, lo único que deseaba era entrar y escuchar lo que su hermana tenía para decirle.—Hermanita. — escuchó la voz de su hermana llamarle.<
Los días pasaron deprisa. Ella sintió que con mariposas en el estómago y dolor de cabeza las cosas iban fluyendo demasiado rápido. Se sentía ametrallada por pensamientos que involucraban perdonar a su hermana. Las cosas que su suegra le había dicho en el restaurante se repetían en su cabeza una y otra vez. Ella sabía que tarde o temprano terminaría perdonándole. Sabía que lo correcto por el bien de Peter era que llevaran una buena relación. Pero su hermana había hecho tantas cosas que por más que lo analizaba no veía una forma en la que su relación quedara bien.—Te noto triste. — dijo Sanda el domingo al mediodía, luego de haber almorzado pizza a leña con Peter.—Estoy bien. — Se tomó el último sorbo de café que había en su taza de porcelana y colocó la misma en la bandeja. —Deben
—Debes estar super nerviosa. —le dijo su suegra. —Una boda en camino. ¡Estoy tan emocionada!Anielly, finalmente era su familia, la madre de su prometido. No pudo creer la suerte que tenía de finalmente compartir con la persona con la que amaba. Grey finalmente estaba aceptando sus sentimientos por ella. Las semanas posteriores a la pedida de matrimonio habían sido magníficas, extremadamente llenas de amor, aunque él había estado en Grecia, no había parado de enviarle flores todos los días, un ramo de 12 rosas blancas, diciéndole cuánto esperaba y añoraba verla de nuevo.—Estoy que me muero de los nervios. —Murmuró sentándose frente a su suegra y tomándose un trago de su copa de vino tinto.—Creí que jamás regresarías a Grecia. —Confesó ella, tomando también del vino. —Me
Varias semanas después.—¿Está segura de no querer irte conmigo a Grecia? — preguntó mientras la marcha Nupcial comenzaba.—Creo que lo mejor es quedarme aquí.—Allá también hay universidades donde puedes terminar la carrera. —Refutó Grenor sin convencerse y le dio un beso en el cuello. —Conozco a muchas personas, allá puedo ayudarte a…—No necesito tu ayuda. —Le interrumpió. —Quiero terminar la carrera aquí. Además, sabes muy bien que tengo mi trabajo, aun me estoy acoplando.—Es un capricho. — murmuró. —El trabajo es lo de menos.—¿Capricho? ¿Cómo le llamas al apartamento pent-house que compraste en la mejor zona de Chicago?Él se quedó callado. No tenía forma de refutar eso.—¡
La noche anterior había sido perfecta. Él la había amado como nunca nadie lo había hecho. Hicieron el amor hasta el cansancio, hasta que sus cuerpos pidieron dormirse, hasta que no pudo más con los ojos que estaban locos por cerrarse, por descansar.Miró sus uñas recién pintadas de los pies mientras el agua tocaba sus dedos. El día anterior había estado allí, pero con el corazón completamente roto. Ahora, entendiendo y atando todos los cabos, se dio cuenta que había malinterpretado la salida rápida de Greg de la habitación cuando se enteró de que ella era virgen.No se fue porque quisiera escaparse, fue porque se dio cuenta que quería pasar el resto de su vida con ella y eso le encantaba. Lo amó aún más por haber tomado la determinación de no correr ni de escapar de lo que sentían.Él había escapa
¿Por qué lo hizo? No lo sabía.Pero de repente, cada una de las palabras comenzaron a salir de su boca, como si éstas tuvieran vida propia, como si estuviera angustiada por dejarla salir. Sabía que no debía, ninguno de los dos debía hablar sobre cómo se conocieron, sobre sus cosas privadas, lo que sucediera detrás de las paredes de la mansión, de la habitación, de donde sea que se encontraran, no tenían por qué contarlo, pero ella no sabía por qué lo había hecho.—Nala. —Y su tono de voz le indicó que estaba cabreado.Ella no tuvo que mirarlo, no tuvo que ver sus ojos azules tan oscuros como el mar turbulento, para darse cuenta de que ella la había cagado.Sus manos temblaban, sudorosas, su garganta se había cerrado. Le di otro sorbo a su vino y terminó la copa por completo. Su copa era la &u
Grenor se observó junto al espejo de la entrada del restaurante, mientras la joven de la puerta revisaba la reservación. Estaba junto a Nala y su mujer lucía tan nerviosa como un pequeño pollito fuera del cascaron. Ellos se veían bien juntos. Incluso con las diferencias en su color de cabello, estatura y color de ojos, todo tan diferente, pero a la vez, lucían una conexión y química, imposible de no notar.Era suya. Su mujer. La mujer que quería y deseaba como a nadie. Esa que era capaz de volverlo loco y darle tantas alegrías con solo mirarla.Pretendía proponerle matrimonio esa noche, si todo iba bien, lo haría.Ella no deseaba ir a la cena, pero su orgullo y educación no le permitieron negarse. Ella fue porque se sentía en deuda con Tom.Su mandíbula se apretó con solo pensar en él. Tom era el hombre perfecto para Nala.Para cua