—Tu nombre es hermoso, así se llamaba mi mamá —mencionó con cariño y luego pensó que era mucha coincidencia que el padre de aquella niña, se llamara como él—. Debes tener un gran papá. —Suspiró con nostalgia. — Y tu mamá ¿Cuál es su nombre? —indagó con curiosidad. La pequeña negó con la cabeza, inclinó sus párpados. —No conozco a mi papá —confesó—, solo sé su nombre, mi madre me habla de él —declaró con sinceridad—. Mi mamá se llama Samantha, es muy bonita y buena, vine con ella por su trabajo —expresó y sus ojos se iluminaron al mencionarla—. Le ando buscando un novio, es que anda muy solita, y triste. —Miró al hombre y recordó las palabras del ángel, además que notó que el color de los ojos de aquel caballero, era como el que solicitó su madre. —¿Te gustaría ser el pretendiente de ella? —indagó sin dudarlo un segundo. Óscar sintió que le faltaba el aire, por lo que se giró y colocó ambas manos en su fino escritorio, apoyándose con fuerza para no dejarse caer ante la impresión. —¿Tu mamá no tiene pareja? —indagó sintiendo un escalofrío recorrerlo, entonces su mente se llenó de confusión. —No, siempre hemos vivido ella y yo, bueno, ahora nos acompaña Gabriela y Angelito. —Frunció los labios haciendo un puchero—, él está muy enfermo, ambas trabajan mucho para pagar su tratamiento —confesó. —¿Será ella? —indagó en su mente, entonces miró con atención a la niña, y notó que era una mini copia de la mujer que fue su esposa en el pasado. Código de Registro: Safe Creative: 2203140712040 Registrada en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador: Angellyna Merida en coautoría con Xinova Escritora.
Leer másTres años después. Cabo de la Vela, Guajira, Colombia. Luego de aterrizar en Valledupar, Samantha y Óscar acompañados de sus hijos: Norita y Oscarito, de ocho y tres años respectivamente, subieron al auto que rentaron para llegar a las mágicas playas. En el camino los pequeños miraban el paisaje, y entonaban junto a su madre las notas de: «Qué bonita es esta vida by Jorge Celedón» «Ay, qué bonita es esta vida. Aunque a veces duela tanto y a pesar de los pesares. Siempre hay alguien que nos quiere. Siempre hay alguien que nos cuida…» Canturreaban a todo pulmón, mientras Óscar sonreía y conducía. Un par de minutos después llegaron a su destino, ingresaron al lujoso hotel. Los pequeños observaron maravillados la amplia piscina. Samantha agarró con fuerza la mano de Oscarito para que no fuera a correr y lanzarse al agua. —Primero debemos dejar el equipaje y luego comer. ¿Tienen hambre? —cuestionó. —Sí —respondieron los niños a la vez. Enseguida luego de dejar sus respecti
Óscar frunció el ceño con extrañeza al seguirla con la mirada, observó a Sam. —Espero que todo esté bien, gracias por venir a despedirnos —mencionó con cariño—, te invocaremos cuando estemos estrenando tu cama —bromeó. —¿Estás de acuerdo amor? —preguntó a Sam. —Y que pasen otros seis años y no siga reclamando, mejor no —bromeó divertida, y luego se quedó pensativa—, aunque siempre tuve dudas de la resistencia de esa cama, creo que habrá que probarla otra vez. —Carcajeó. —Ni se les ocurra, porque esa cama es sagrada —los señaló a ambos—, ya me tengo que ir —mencionó—, sean felices —expresó con alegría—, no se atrevan a poner sus cuerpos en mi cama —dijo y agitó su mano—, diviértanse mucho y repartan tapones a los huéspedes —carcajeó. Luego de despedirse de doña Ofe se acercaron a Norita quién jugaba con Angelito, Emma y Alexa. —Es hora de despedirnos, cariño —dijo Sam colocándose a su misma altura—, pórtate bien, cuida a tu hermanito. —Besó su frente. Norita parpadeó al escuch
—Ya somos consuegras —gritó Sam, sonriente a Pau y Lolita—. Debemos festejar otra vez —propuso bromeando. Pau sonrió divertida y miró a Carlos Gabriel recordando lo que le había ocurrido con uno de los bebés de Lolita.—Pero esta vez, habrá que entrenar bien a Gabo —refirió bromeando.Alex carcajeó recordando lo sucedido giró su rostro y observó a sus amigos. —No habrá próxima vez, Lolita juró que no volvería a beber —expresó. María Dolores presionó los labios y sonrió. —Hice el juramento de Norita. —Guiñó un ojo a sus amigas, y cruzó sus dedos. —Prefiero aplicar la de más vale pedir perdón, que pedir permiso —Pau bromeó.Óscar se aclaró la garganta.—Tendrá que ser después de la reunión que tendremos nosotros —mencionó—, ahora nos vamos a ir de jarra nosotros —puntualizó.—Lo mismo iba a proponer yo —expuso Gabo y se puso de pie—. Es nuestro turno. —Ya tendremos tiempo de organizarlo —Óscar dijo—, voy a preparar algo muy bueno —mencionó.Sam se aproximó a él. —Me parece que ho
El sacerdote se aclaró la garganta, por lo que la pareja dejó los murmullos y enseguida se colocaron en sus respectivos lugares. —Hermanos, estamos reunidos esta mañana de sol radiante para celebrar la unión ante Dios, de Óscar y Samantha, quienes han afirmado venir libre y voluntariamente este día para unir sus vidas —expuso observando a los jóvenes con una cálida mirada, entonces solicitó a los presentes tomar asiento. Sam inhaló profundo, observó a su marido con la mirada iluminada, entonces tomó asiento junto a él, en las sillas vestidas de blanco para escuchar la ceremonia. Luego que el sacerdote empezó a hablar, los novios y los invitados escuchaban atentos las palabras del clérigo. Samantha presionó con delicadeza los dedos de su novio, giró su rostro para mirar a Óscar, entonces dejó que sus azules ojos hablaran por ella: «Nada, ni nadie, podrá separarnos, lo juro» sentenció en su mente. El sacerdote procedió con las preguntas de rigor, hasta que el momento esperado por l
Mientras las mujeres conversaban y reían entre ellas mirando a sus esposos, se reunió con ellos Arnulfo, acompañado de Farah, y minutos más tarde se adhirió a la amena charla Edmundo y su compañera: Silvia.Los caballeros se pusieron de pie, para saludar a la esposa Arnulfo, quien minutos después se retiró hacia el lugar donde estaban las chicas conversando. También llegaron a la boda Alba y Santiago, pues eran los mejores amigos de Angie, Santy se quedó con los hombres y su esposa fue con Farah a saludar a las chicas. —Bueno pues, creo que el único joven y bello, sigo siendo yo —habló orgulloso Joaquín, bebiendo un poco de limonada—. A todos ustedes ya se les nota la cara de abuelos, y hasta las canas les han salido. — Carcajeó, observándolos—. Le pediré a mi esposa, que les recomiende un buen tinte —bromeó.—Que no sea del mismo que vos te colocas —habló Carlos, ladeando los labios—. Vos debes tinturártelo muy seguido, que conoces bien del tema. ¿Cierto? —dirigió su mirada a los o
Juan Miguel caminaba de la mano de Irma su novia, quien iba enfundada en un enterizo de seda azul marino, resaltando su esbelta figura; de uno de sus hombros, caía una especie de capa en la espalda, deslizaba sus pasos en unas sandalias de tacón alto plateadas. Las ondas de su oscuro cabello, enmarcaban su rostro. Mike le iba indicando la hacienda, pues era la primera visita de la chica a su casa en Manizales. —Es más hermosa tu hacienda viniendo en persona —comentó observando maravillada el lugar—, y tus papás, me cayeron super bien —expresó y lo abrazó. Mike correspondió el gesto de ella, y la estrechó entre sus brazos, y así abrazados prosiguieron recorriendo el lugar. Juan Andrés llevó a una de sus amigas a la fiesta, andaba de la mano de la hermosa chica, quién llegó luciendo un atrevido y corto vestido borgoña, se paseaba con Andrew de un lado a otro. —Cuando quieras nos podemos escapar de esta aburrida celebración —expuso ladeando los labios—, y hacer cosas más divertidas —
Manizales- Colombia. Días después. Desde muy temprano, Angélica, en compañía de Alondra, después de desayunar con sus familias se acercaron a la organizadora que contrataron para supervisar que todo estuviera listo a las 12:00 del día.Un gran despliegue de seguridad acordonó la zona, se pidió que en la finca se quedara tan solo el personal de confianza. Varios agentes infiltrados como meseros, ayudantes de servicio, estaban atentos a cualquier novedad, agentes con equipos satelitales de alta tecnología, verificaban que vehículos extraños no se acercaran al sitio del evento.Horas más tarde la maquilladora gran amiga de Angélica, terminaba de colocar en el rostro de Sam, el spray fijador de maquillaje, el cabello de la novia estaba adornado con una trenza tipo corona; el moño que le realizó el estilista hacía que varios mechones de rizos cayeran sobre la espalda de la joven.Luego de eso Sam, se miró al espejo, sonriendo al ver como el azul de su mirada destacaba al estar enmarcados
Samantha en la habitación parpadeó un par de veces, y luego recordó a sus hijos, entonces se sentó de golpe y frunció los labios tocándose la cabeza.—AUH —Se quejó y sintió que la alcoba giraba con ella, cerró los ojos con fuerza—, no volveré a beber —susurró. Esperó un par de segundos y luego como pudo encontró su móvil y observó la hora. Entonces tal y como estaba, con la ropa del día anterior, la blusa mal abrochada, el cabello enmarañado y el rímel corrido salió de la habitación, y agarrándose de las paredes logró llegar al pasillo. —¿Mis niños? —cuestionó desde arriba. Óscar ladeó sus labios.—Baja para que averigües —mencionó—, desde anoche no sabes nada de ellos —respondió.—No puedo bajar —expuso—, las escaleras se mueven —comentó presionando los párpados. Óscar carcajeó y se puso de pie, le entregó a Oscarito a Gabo.—Te lo encargo, voy por mi mujer —explicó y subió las escaleras. — ¿Necesitas ayuda? —indagó.—Por favor —aseveró—, pero antes llévame al baño urgente —soli
Carlos Gabriel dibujó una mueca en sus labios. —Qué gracioso, pero ahora voy a ver cómo atiendes al bebé y cocinas a la vez. —Cruzó sus brazos. —Las mujeres de mi país, se colocan a los niños en sus rebozos y siguen con sus actividades —refirió con orgullo—, eso hago con mi chilpayate y continuo con mis actividades, lo único que me falta es amamantarlo. —Carcajeó. —No es cierto, patrón —intervino Lupita—, si se la pasa encerrado con la señora Samantha, haciendo ruidos extraños en la habitación, cuando Norita va a la escuela —declaró recargándose en una pared. —Yo no soy el que tiene seis chamacos —expresó ladeando los labios—, no te proyectes, soy un padre responsable —indicó—, ya deberías irte a acostar que te ves fatal —indicó. Lupita soltó una risotada. —Pero mi Agapito y yo somos silenciosos, no queremos que todo el mundo nos escuche como a ustedes —mencionó divertida—. Si hasta los vecinos se quejan —bromeó. —Porque quieren —manifestó riendo—, el país es libre —dijo, y