Óscar frunció el ceño con extrañeza al seguirla con la mirada, observó a Sam. —Espero que todo esté bien, gracias por venir a despedirnos —mencionó con cariño—, te invocaremos cuando estemos estrenando tu cama —bromeó. —¿Estás de acuerdo amor? —preguntó a Sam. —Y que pasen otros seis años y no siga reclamando, mejor no —bromeó divertida, y luego se quedó pensativa—, aunque siempre tuve dudas de la resistencia de esa cama, creo que habrá que probarla otra vez. —Carcajeó. —Ni se les ocurra, porque esa cama es sagrada —los señaló a ambos—, ya me tengo que ir —mencionó—, sean felices —expresó con alegría—, no se atrevan a poner sus cuerpos en mi cama —dijo y agitó su mano—, diviértanse mucho y repartan tapones a los huéspedes —carcajeó. Luego de despedirse de doña Ofe se acercaron a Norita quién jugaba con Angelito, Emma y Alexa. —Es hora de despedirnos, cariño —dijo Sam colocándose a su misma altura—, pórtate bien, cuida a tu hermanito. —Besó su frente. Norita parpadeó al escuch
Tres años después. Cabo de la Vela, Guajira, Colombia. Luego de aterrizar en Valledupar, Samantha y Óscar acompañados de sus hijos: Norita y Oscarito, de ocho y tres años respectivamente, subieron al auto que rentaron para llegar a las mágicas playas. En el camino los pequeños miraban el paisaje, y entonaban junto a su madre las notas de: «Qué bonita es esta vida by Jorge Celedón» «Ay, qué bonita es esta vida. Aunque a veces duela tanto y a pesar de los pesares. Siempre hay alguien que nos quiere. Siempre hay alguien que nos cuida…» Canturreaban a todo pulmón, mientras Óscar sonreía y conducía. Un par de minutos después llegaron a su destino, ingresaron al lujoso hotel. Los pequeños observaron maravillados la amplia piscina. Samantha agarró con fuerza la mano de Oscarito para que no fuera a correr y lanzarse al agua. —Primero debemos dejar el equipaje y luego comer. ¿Tienen hambre? —cuestionó. —Sí —respondieron los niños a la vez. Enseguida luego de dejar sus respecti
Oaxaca- Oaxaca, México.Oaxaca- Oaxaca, México.Samantha Mondragón se miró de pies a cabeza en el gran espejo que reposaba en una esquina de su habitación, inhaló profundo al verse enfundada en un vestido sastre borgoña. Sacudió su cabeza y ladeó los labios, recordando que hacía años atrás, cuando era una joven irreverente, no usaba ese tipo de atuendos; sin embargo, su vida había dado grandes giros. Su mirada azulada se cubrió de tristeza al recordar los motivos por los que tuvo que abandonar su natal Colombia, y sobre todo la razón por la cual no regresaba a su país, atribuía el haber perdido al hombre que amaba en cierta parte a la intervención de su padre, en ese entonces el presidente de su país.Una grieta se abrió en el corazón de la
Óscar se encontraba revisando unos papeles para firmar el contrato de compra-venta de una nueva cadena hotelera de la que ya habían comenzado a hacer cambios, al ser el antiguo dueño un viejo amigo de su abuela, Doña Ofelia.Buscó en uno de los cajones del escritorio un bolígrafo y su agenda para anotar algunos puntos que deseaba aclarar, entonces encontró una antigua fotografía, que de inmediato llamó su atención. La tomó entre sus dedos y sonrió con ternura al ver la inocencia que denotaba cuando era más joven y deseaba comerse al mundo, cuando su corazón palpitaba con fuerza al sentirse amado por aquella mujer que le robó la razón. Aun siendo un humilde chico de pueblo, a ella no le importó y lo dejó todo con tal de vivir su propia historia de amor. El corazón de Óscar dolió luego de recordarla.<
Matatlán - Oaxaca, México.Samantha llegó al lujoso complejo hotelero, estacionó su jeep en el parqueadero, de inmediato se dio a la tarea de despertar a su hija, pues se había dormido en el camino.—Cariño, ya llegamos —murmuró Sam, y acarició su mejilla.La pequeña Norita parpadeó, abrió sus ojos aún adomercida, estiró sus brazos, y observó por la ventana algo confundida el lugar al que habían llegado.—Es enorme —comentó tallando sus ojos.—Vamos Norita, ven conmigo, tengo el tiempo justo para entrevistarme con el licenciado Espinoza —mencionó y tomó de la mano a la niña, ingresaron al hotel y averiguaron por el gerente general.La recepcionista
Samantha, recorría el sitio donde se iba a construir el palenque, le iba explicando de su proyecto al licenciado Espinoza, cuando de pronto la charla se fue interrumpida por el sonido del móvil de ella.Al responder, la joven sintió que la sangre se le fue al piso, y el corazón se le iba a salir del pecho, de inmediato se puso a temblar y gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas.—¡Mi hija se extravió! —exclamó sollozando—, me dicen que la están buscando por todo el hotel —comentó con la voz llena de desesperación.—Regresemos —sugirió el licenciado y de inmediato subieron al vehículo para volver.Sam en su mente oraba porque su hija estuviera bien, no concebía la vida sin la pequeña, minutos después cuando llegaron a las instala
Seis años antes.Puerto – Escondido- Oaxaca, México.«Dance for you by Beyonce» se reproducía en las bocinas de aquella discoteca. La chica de largo cabello castaño, y azulada mirada, bebió de golpe un shot de tequila, observó la reluciente barra del bar y bufó.«Es hora del show» dijo en su mente, elevó una de sus cejas, decidida a protagonizar otro escándalo, y así seguir fastidiando a su padre, y dejar por el piso su impecable imagen.—Preparen sus cámaras chicos —solicitó guiñando un ojo, sonriendo con su particular coquetería, entonces pidió ayuda a uno de los jóvenes y subió a la barra.Los silbidos de los chicos no se hicieron esperar al instante que ella empezó a contonear sus caderas con sensualida
Samantha sintió como su estómago se hacía nudos al escucharlo, presionó sus ojos con fuerza. Meses atrás había descubierto cosas que su padre le ocultó, y ya no confiaba en él; sin embargo, lo amaba, y no podía creer que hubiera sido él.—¿Mi papá? —cuestionó al momento que giró y encaró al chico—, él no es capaz de amenazar a nadie.Óscar liberó un par de lágrimas, entonces posó su limpia mirada en los azules ojos de aquella chica que lo desestabilizaba y comenzó a recordar aquellas crueles palabras que utilizó haciéndolo sentir un ser insignificante, además que la forma en la que se refirió a su tía y a su abuela lo hirieron.—No fui considerado un hombre digno de ti, ante los ojos de tu papá. Recuerda c