Manizales- Colombia. Días después. Desde muy temprano, Angélica, en compañía de Alondra, después de desayunar con sus familias se acercaron a la organizadora que contrataron para supervisar que todo estuviera listo a las 12:00 del día.Un gran despliegue de seguridad acordonó la zona, se pidió que en la finca se quedara tan solo el personal de confianza. Varios agentes infiltrados como meseros, ayudantes de servicio, estaban atentos a cualquier novedad, agentes con equipos satelitales de alta tecnología, verificaban que vehículos extraños no se acercaran al sitio del evento.Horas más tarde la maquilladora gran amiga de Angélica, terminaba de colocar en el rostro de Sam, el spray fijador de maquillaje, el cabello de la novia estaba adornado con una trenza tipo corona; el moño que le realizó el estilista hacía que varios mechones de rizos cayeran sobre la espalda de la joven.Luego de eso Sam, se miró al espejo, sonriendo al ver como el azul de su mirada destacaba al estar enmarcados
Juan Miguel caminaba de la mano de Irma su novia, quien iba enfundada en un enterizo de seda azul marino, resaltando su esbelta figura; de uno de sus hombros, caía una especie de capa en la espalda, deslizaba sus pasos en unas sandalias de tacón alto plateadas. Las ondas de su oscuro cabello, enmarcaban su rostro. Mike le iba indicando la hacienda, pues era la primera visita de la chica a su casa en Manizales. —Es más hermosa tu hacienda viniendo en persona —comentó observando maravillada el lugar—, y tus papás, me cayeron super bien —expresó y lo abrazó. Mike correspondió el gesto de ella, y la estrechó entre sus brazos, y así abrazados prosiguieron recorriendo el lugar. Juan Andrés llevó a una de sus amigas a la fiesta, andaba de la mano de la hermosa chica, quién llegó luciendo un atrevido y corto vestido borgoña, se paseaba con Andrew de un lado a otro. —Cuando quieras nos podemos escapar de esta aburrida celebración —expuso ladeando los labios—, y hacer cosas más divertidas —
Mientras las mujeres conversaban y reían entre ellas mirando a sus esposos, se reunió con ellos Arnulfo, acompañado de Farah, y minutos más tarde se adhirió a la amena charla Edmundo y su compañera: Silvia.Los caballeros se pusieron de pie, para saludar a la esposa Arnulfo, quien minutos después se retiró hacia el lugar donde estaban las chicas conversando. También llegaron a la boda Alba y Santiago, pues eran los mejores amigos de Angie, Santy se quedó con los hombres y su esposa fue con Farah a saludar a las chicas. —Bueno pues, creo que el único joven y bello, sigo siendo yo —habló orgulloso Joaquín, bebiendo un poco de limonada—. A todos ustedes ya se les nota la cara de abuelos, y hasta las canas les han salido. — Carcajeó, observándolos—. Le pediré a mi esposa, que les recomiende un buen tinte —bromeó.—Que no sea del mismo que vos te colocas —habló Carlos, ladeando los labios—. Vos debes tinturártelo muy seguido, que conoces bien del tema. ¿Cierto? —dirigió su mirada a los o
El sacerdote se aclaró la garganta, por lo que la pareja dejó los murmullos y enseguida se colocaron en sus respectivos lugares. —Hermanos, estamos reunidos esta mañana de sol radiante para celebrar la unión ante Dios, de Óscar y Samantha, quienes han afirmado venir libre y voluntariamente este día para unir sus vidas —expuso observando a los jóvenes con una cálida mirada, entonces solicitó a los presentes tomar asiento. Sam inhaló profundo, observó a su marido con la mirada iluminada, entonces tomó asiento junto a él, en las sillas vestidas de blanco para escuchar la ceremonia. Luego que el sacerdote empezó a hablar, los novios y los invitados escuchaban atentos las palabras del clérigo. Samantha presionó con delicadeza los dedos de su novio, giró su rostro para mirar a Óscar, entonces dejó que sus azules ojos hablaran por ella: «Nada, ni nadie, podrá separarnos, lo juro» sentenció en su mente. El sacerdote procedió con las preguntas de rigor, hasta que el momento esperado por l
—Ya somos consuegras —gritó Sam, sonriente a Pau y Lolita—. Debemos festejar otra vez —propuso bromeando. Pau sonrió divertida y miró a Carlos Gabriel recordando lo que le había ocurrido con uno de los bebés de Lolita.—Pero esta vez, habrá que entrenar bien a Gabo —refirió bromeando.Alex carcajeó recordando lo sucedido giró su rostro y observó a sus amigos. —No habrá próxima vez, Lolita juró que no volvería a beber —expresó. María Dolores presionó los labios y sonrió. —Hice el juramento de Norita. —Guiñó un ojo a sus amigas, y cruzó sus dedos. —Prefiero aplicar la de más vale pedir perdón, que pedir permiso —Pau bromeó.Óscar se aclaró la garganta.—Tendrá que ser después de la reunión que tendremos nosotros —mencionó—, ahora nos vamos a ir de jarra nosotros —puntualizó.—Lo mismo iba a proponer yo —expuso Gabo y se puso de pie—. Es nuestro turno. —Ya tendremos tiempo de organizarlo —Óscar dijo—, voy a preparar algo muy bueno —mencionó.Sam se aproximó a él. —Me parece que ho
Óscar frunció el ceño con extrañeza al seguirla con la mirada, observó a Sam. —Espero que todo esté bien, gracias por venir a despedirnos —mencionó con cariño—, te invocaremos cuando estemos estrenando tu cama —bromeó. —¿Estás de acuerdo amor? —preguntó a Sam. —Y que pasen otros seis años y no siga reclamando, mejor no —bromeó divertida, y luego se quedó pensativa—, aunque siempre tuve dudas de la resistencia de esa cama, creo que habrá que probarla otra vez. —Carcajeó. —Ni se les ocurra, porque esa cama es sagrada —los señaló a ambos—, ya me tengo que ir —mencionó—, sean felices —expresó con alegría—, no se atrevan a poner sus cuerpos en mi cama —dijo y agitó su mano—, diviértanse mucho y repartan tapones a los huéspedes —carcajeó. Luego de despedirse de doña Ofe se acercaron a Norita quién jugaba con Angelito, Emma y Alexa. —Es hora de despedirnos, cariño —dijo Sam colocándose a su misma altura—, pórtate bien, cuida a tu hermanito. —Besó su frente. Norita parpadeó al escuch
Tres años después. Cabo de la Vela, Guajira, Colombia. Luego de aterrizar en Valledupar, Samantha y Óscar acompañados de sus hijos: Norita y Oscarito, de ocho y tres años respectivamente, subieron al auto que rentaron para llegar a las mágicas playas. En el camino los pequeños miraban el paisaje, y entonaban junto a su madre las notas de: «Qué bonita es esta vida by Jorge Celedón» «Ay, qué bonita es esta vida. Aunque a veces duela tanto y a pesar de los pesares. Siempre hay alguien que nos quiere. Siempre hay alguien que nos cuida…» Canturreaban a todo pulmón, mientras Óscar sonreía y conducía. Un par de minutos después llegaron a su destino, ingresaron al lujoso hotel. Los pequeños observaron maravillados la amplia piscina. Samantha agarró con fuerza la mano de Oscarito para que no fuera a correr y lanzarse al agua. —Primero debemos dejar el equipaje y luego comer. ¿Tienen hambre? —cuestionó. —Sí —respondieron los niños a la vez. Enseguida luego de dejar sus respecti
Oaxaca- Oaxaca, México.Oaxaca- Oaxaca, México.Samantha Mondragón se miró de pies a cabeza en el gran espejo que reposaba en una esquina de su habitación, inhaló profundo al verse enfundada en un vestido sastre borgoña. Sacudió su cabeza y ladeó los labios, recordando que hacía años atrás, cuando era una joven irreverente, no usaba ese tipo de atuendos; sin embargo, su vida había dado grandes giros. Su mirada azulada se cubrió de tristeza al recordar los motivos por los que tuvo que abandonar su natal Colombia, y sobre todo la razón por la cual no regresaba a su país, atribuía el haber perdido al hombre que amaba en cierta parte a la intervención de su padre, en ese entonces el presidente de su país.Una grieta se abrió en el corazón de la