Samantha sintió como su estómago se hacía nudos al escucharlo, presionó sus ojos con fuerza. Meses atrás había descubierto cosas que su padre le ocultó, y ya no confiaba en él; sin embargo, lo amaba, y no podía creer que hubiera sido él.
—¿Mi papá? —cuestionó al momento que giró y encaró al chico—, él no es capaz de amenazar a nadie.
Óscar liberó un par de lágrimas, entonces posó su limpia mirada en los azules ojos de aquella chica que lo desestabilizaba y comenzó a recordar aquellas crueles palabras que utilizó haciéndolo sentir un ser insignificante, además que la forma en la que se refirió a su tía y a su abuela lo hirieron.
—No fui considerado un hombre digno de ti, ante los ojos de tu papá. Recuerda c
Samantha parpadeó al sentir los primeros rayos de sol acariciando su rostro, estiró sus brazos y cuando abrió sus ojos se dio cuenta de que no traía la pulsera que Óscar le regaló hace años.Se incorporó para buscarla en su habitación, pero no tuvo resultado, entonces recordó que la tenía puesta cuando Óscar la sacó de la discoteca. Suspiró profundo recordando al joven, y rememoró aquel viaje que hicieron juntos al parque del café, cuando abrieron sus almas, y se entregaron al amor que sentían.(...)Después de regresar de la habitación de Paula María acudiendo a auxiliarla como solicitó Carlos Gabriel, debido a la fuerte fiebre que presentó Óscar y Sam se dirigieron a descansar ante la larga madrugada que pasaron.
Sam volvió al presente, y se apresuró a ducharse. Enseguida se colocó unos shorts de mezclilla beige, una blusa de seda lila, se calzó unas sandalias de plataforma blancas, tomó su bolso y salió en dirección a la habitación del joven. Inhaló profundo al sentir que su estómago revoloteaba, entonces tocó la puerta.El joven salió de la bañera, envuelto de la cintura para abajo en una toalla, escuchó cuando tocaban a la puerta pensando que se trataba del traje que solicitó a uno de sus colaboradores, abrió, entonces sus ojos se abrieron de par en par al tener frente a él a la joven que le robaba la razón, tomó aire de manera pausada.—¿Todo en orden? —cuestionó sorprendido.Samantha al verlo sintió un corrientazo recorrerla, con
Sam arrugó el ceño, carcajeó al escucharlo.—¿Vos me pensás llevar con él? —se mofó riendo—. Soy mayor de edad, y mi papá no puede disponer de mi vida como se le antoja —gruñó y sus mejillas enrojecieron de ira.Renato la tomó del brazo y la obligó a ponerse de pie. Samantha forcejeó con aquel hombre.—¡Suéltame! —gritó, y lo mordió en la mano, enseguida elevó su rodilla y lo golpeó en la entrepierna, el joven cayó al suelo gruñendo adolorido, de inmediato dio la orden a sus escoltas de atrapar a la chica.Óscar se levantó, sintiendo como la adrenalina lo recorrió al observar cómo aquel hombre por el que no sentía ni un poco de simpatía tocó a Sam. Lade&oa
San Francisco, Temezontla, TlaxcalaÓscar sostenía las bolsas con ropa que Sam compró, cedió el paso a su acompañante e ingresaron a su casa, encendió la luz, ya que anocheció en el trayecto. Entonces, ya que aclaró los sencillos muebles del interior de su hogar, se distinguieron.—Aquí es donde crecí. —Señaló, y sonrió con sencillez—. Bienvenida.Sam observó todo a su alrededor. Los muebles estaban cubiertos con tapetes tejidos a mano. En la mesa de centro se observaban carpetas de otro diseño. Los muros colgaban algunos pequeños cuadros, así como varios abanicos, cuadros de santos. Luego la mirada de la chica se clavó en una especia de altar. Contempló a la mujer del cuadro, y notó que la expresión de su mirada era muy similar a la de Óscar.
Óscar se encontraba en el jardín de la casa encendiendo el asador, sonreía sin poder evitarlo, al tener la presencia de Sam en su humilde morada. Su corazón latía con bravura, ante este nuevo capítulo en su vida que estaba comenzando. El sonido de las brasas ardiendo lo hizo salir de sus cavilaciones, para colocar la parrilla y empezar a cocinar la carne y el chorizo.Después de poner en el fuego los alimentos, se movió a la hamaca que tenían mientras esperaba a que Sam saliera de cambiarse. Su mirada se dirigió hacia
La respiración de Samantha se cortó por segundos, su corazón bombeó desenfrenado, miró a Óscar a los ojos.—Si me juras que esta vez será para siempre —solicitó parpadeando, mientras su pecho subía y bajaba agitado.—Nada más deseo que sea una eternidad completa —indicó con aquella limpia mirada que tenía—. Te amo con todo mi ser —confesó.Sam suspiró profundo y sus brazos rodearon el cuello de Óscar, enseguida sus labios se posaron en los del joven, y lo besó, demostrando en aquella caricia que ella sentía lo mismo por él.Sin pérdida de tiempo se puso de pie, y ayudó a su chica, entonces la sostuvo entre sus brazos y la llevó hasta su alcoba, la colocó sobre el lecho, a continuación, sus ojos la contemplaron. Se inclin&oacut
Puerto Escondido, Oaxaca.Paula María, la hermana adoptiva de Óscar, se encontraba en su casa, había recibido la visita de su antiguo amigo: Carlos Gabriel Duque, un joven colombiano, muy atractivo. Llevó hasta la pérgola donde charlaban una charola con fresas con chocolate y un vino espumoso, para poder conversar con él.Luego de colocar las cosas sobre la mesa, acomodó el corto vestido en tono azul cielo a los hombros, que lucía y se sentó frente a él, sonrió con calidez.Enseguida, ambos chicos intentaron ponerse al tanto de sus vidas, pues habían pasado años sin verse.—No pensé que te volvería a ver —expresó—, te alejaste sin dar explicaciones, jamás entendí el motivo —reclamó y bebió un sorbo de vino—, me va a dar m
Paula María y Carlos Gabriel estaban sentados en la cocina comiendo algunos mariscos; sin embargo, después de lo que ocurrió se encontraban un poco tensos al saber que Óscar tenía que viajar hacia allá. Sin poder evitarlo, la joven observaba a cada rato su móvil, esperando algún mensaje de él, pero luego de que le respondió la última vez, ya no se había contactado con ella.No podía evitar sentir un hueco en su interior al imaginarse que lo fueran a detener sin estar su papá o su tío presentes y que lo pudieran auxiliar. Se dirigió a la nevera para sacar un poco de hielo cuando el fuerte ruido de la puerta que conectaba al helipuerto rechinó, por lo que brincó asustada.Carlos Gabriel enfocó su mirada en aquel portón que se abrió de manera imprevista, observó al par de jóvenes que ap