Valeria lo perdió todo en un trágico accidente que le arrebató a sus padres y la condenó a vivir bajo la cruel tutela de su tía, convertida en una simple sirvienta. Ahora, debe casarse con Alejandro, el hombre que cree responsable de su sufrimiento y de la muerte de sus padres. Alejandro, paralizado en el mismo accidente, ha pasado cinco años planeando su venganza contra Valeria Monroe, decidido a hacerla pagar por los crímenes de sus padres de la forma más despiadada posible: haciéndola su esposa. Unidos por un matrimonio forzado y atrapados en una red de engaños y secretos, ambos descubrirán que sus enemigos son más cercanos de lo que imaginan. ¿Podrán superar el odio y el rencor que los une para enfrentar juntos las sombras del pasado?
Leer másEs un domingo como cualquier otro. Estoy con Valeria en el patio trasero de la casa, ella está leyendo uno de esos libros sobre bebeés que la tiene obsesionada y yo estoy adelantando algo de trabajo. Esta ha sido nuestra dinamica en los pultimos 2 meses desde que su barriga se puso demasiado grande, me he venido a trabajar desde acá, porque no quiero perderme cuándo esté por dar a luz. Veo a mi lado como Valeria lentamente se pone de pie y un pequeño jadeo sale de ella y yo de inmediato la miro. Está parada frente a mí , mirándome con los ojos bien abiertos y con una expresión que mezcla miedo y emoción. —¿Qué ocurre, mocosa? Ella tragando en seco me dice:—Alessandro no vayas a alarmarte... pero creo que acabo de romper fuente.Mis ojos bajan lentamente a sus piernas y veo el liquido saliendo de su vestido.Un instante. Me toma un instante entender lo que acaba de decir. La miro, parpadeo y… el pánico se apodera de mí.—¿Qué?
Hoy la casa está llena de movimiento y risas, un bullicio alegre que reverbera en las paredes. Camino por la sala, dando instrucciones mientras revisa cada detalle. Los globos están en su lugar, la decoración luce perfecta y las flores frescas llenan el aire con un aroma suave y dulce. Rosa, nuestra querida ama de llaves, me ayuda a poner todo en orden, asegurándose de que cada rincón esté impecable y que los arreglos en las mesas luzcan preciosos.— ¿Dónde está el pastel? —pregunto, recorriendo el lugar con la mirada, aún preocupada de que falte algo.—Ya está en la cocina, niña Valeria —responde Rosa con una sonrisa tranquilizadora—. De verdad, todo está perfecto.Sonrío, aunque mi corazón late rápido con una mezcla de nervios y emoción. Este día es especial, más de lo que las palabras pueden expresar. Todo tiene que salir bien, perfecto, porque hoy celebramos un año de vida de alguien que significa el mundo para mí. Respiro hondo, sintiendo la calidez de ese pensamiento, y mi man
AlessandroHan pasado unos días desde que rescaté a Valeria. Desde que la tengo de vuelta, mi vida parece haber retomado su sentido, y el hecho de que todo finalmente esté cayendo sobre su peso es un alivio.Emilia y Ramón fueron juzgados y condenados. Ramón 25 años de carcel por asesinato y desfalco y Emilia a 35, pues se le suma el maltrato y el secuestro.Por otro lado Lucas ha empezado un tratamiento para su problema de bebida y si consigue mantenerse, entonces cumpliré la voluntad de mi padre y lo llevaré conmigo a la empresa.Sin embargo, hay algo que me tiene totalmente avergonzado y es la culpa que siento por no haber ido a ver al abuelo al hospital, él ingresó justo cuándo pasó lo de Valeria y yo no pude soportar la idea de enfrentarme a él y decirle que no sabía dónde estaba la mocosa o si la encontraría, si ella y nuestro hijo estaban a salvo. Hoy, finalmente, tomo la decisión de visitarlo. De algún modo, sé que el viejo entenderá.Al llegar a la habitación del hospital, r
ValeriaDespierto con un sobresalto, mi mente desorientada y mi cuerpo dolorido. Parpadeo, intentando enfocar, y lo primero que noto es la luz tenue de una lámpara que ilumina las paredes de un cuarto extraño. La cama en la que estoy es suave, casi reconfortante, pero al moverme, un dolor agudo recorre mi cabeza, y de inmediato siento que algo anda mal.Por un segundo, un escalofrío me recorre de pies a cabeza, y mi mente me lleva de vuelta a ese sótano oscuro, a los ojos llenos de odio de Emilia y al terror por mi bebé. Mi bebéUn estremecimiento me recorre y mis manos van a mi vientre, temerosa, y la pregunta me sale como un susurro tembloroso:—¿Mi bebé…? —misurra mi voz, quebrada por la ansiedad.Antes de que el pánico se apodere de mí, una mano cálida cubre la mía, antes de que esa voz profunda, cargada de preocupación, me atriga como un imán hacia él. Giro lentamente y ahí está Alessandro, sentado junto a mí, con una expresión de puro alivio y el rostro visiblemente agotado. S
Alessandro Vamos por Valeria. Finalmente voy a traerla de vuelta.El auto avanza rápido por el camino que lleva a la cabaña, sin sirenas, en completo silencio. El detective va delante, y mi auto, con Matteo y dos patrullas más, le sigue. Aunque trato de contenerme, no puedo evitar que mis piernas se tiemblen de impaciencia. Valeria está allí, en algún lugar dentro de esa cabaña m*****a, y la ansiedad me consume.Matteo me observa de reojo, con una preocupación evidente.—Tranquilo, Alessandro —me dice en voz baja—. Emilia no es estúpida, no va a hacerle daño hasta asegurarse de tener el dinero. Todo esto para ella es un juego.Asiento apenas, pero sus palabras no me sirven de nada. Emilia es un monstruo, y Valeria... No puedo evitar imaginarla herida, sufriendo, aterrada. Solo pienso en lo que podría estarle haciendo mientras nosotros nos acercamos, pero no lo suficientemente rápido.Llegamos finalmente a una zona despejada desde donde se ve la cabaña, y, apenas el auto se detiene,
ValeriaEl segundo día de esta pesadilla empieza con un dolor agudo en mi vientre. Temo que todo pueda terminar antes de que alguien me rescate. Las paredes del sótano parecen cerrarse sobre mí, cada vez más estrechas. La humedad y el frío son abrumadores, y siento que apenas puedo respirar.Mi mano se desliza instintivamente hacia mi abdomen, donde yace la esperanza que me mantiene luchando. Mi bebé. Debe estar bien. Debemos salir de aquí, los dos. Cierro los ojos y trato de no pensar en lo peor, trato de no dejarme llevar por el pánico que amenaza con ahogarme. Por favor, Alessandro, llega pronto.Un ruido en las escaleras me saca de mis pensamientos. Me siento y miro hacia la puerta, esperando ver a Emilia con su sonrisa cruel, pero no es ella. Es Clara, y se la ve diferente hoy. Está nervioso, sus ojos no son los mismos de los primeros días. Hay algo en ellos... ¿Duda? ¿Arrepentimiento?— ¿Qué haces aquí? —le pregunto, con la voz apenas un susurro. Mi garganta está seca, y me esf
AlessandroHan pasado casi treinta y seis horas desde que Valeria desapareció. Desde la última llamada de Emilia, cada minuto que pasa siento que estoy perdiendo la batalla contra el tiempo, se supone que hoy debo entregarle el dinero de la herencia, pero no puedo hacer eso sin tener un plan de rescate organizado, pues sé que ella no va a cumplir su parte.La desesperación es un animal que me mata las entrañas, pero debo mantenerme enfocado. No puedo permitirme fallar. No cuando ella y nuestro bebé dependen de mí.Matteo, el detective y yo nos reunimos en la sala de operaciones improvisada en la mansión. Las paredes están llenas de mapas, planos y esquemas del área en la que creemos que está la cabaña. Lucas está con nosotros, sentado en un rincón, más delgado y pálido que nunca. Su mirada está perdida, como si no estuviera realmente ahí. Sabe que todo esto es culpa de su padre y, a pesar de lo que hizo en el pasado, parece dispuesto a ayudar.—¿Estás seguro de que es la cabaña? —le
ValeriaMi corazón late a un ritmo frenético, pese al tiempo pasado sigo sintiendo que la voz de Alessandro todavía resuena en mi mente. Su desesperación, el miedo que percibí, todo puedo sentirlo como un puñal en mi corazón, porque sé que él se debe estar culpando de todo. Emilia se llevó mi teléfono apenas terminó la llamada, con esa expresión de suficiencia que me pone enferma. Y es que, aunque la conversación con Alessandro me ha dado una chispa de esperanza, no me engaño: Emilia no me dejará ir tan fácilmente, no es una mujer que cumpla sus promesas sin obtener algo a cambio.Miro a mi alrededor. Sigo en el sótano, con la misma humedad y oscuridad que me rodea desde que me trajeron aquí. No se cuánto tiempo ha pasado, pero estoy segura de que al menos una noches ya ha pasado, o eso calculo por las escasas raciones de comida que me han dado.He tratado de mantener la calma, de no dejarme vencer por el miedo, pero cada minuto parece una eternidad, cada segundo es una cuenta atrás
AlessandroEstoy sentado en mi despacho, tamborileando los dedos contra el escritorio, con la mente al borde del colapso. Ha amanecido jorder, es la m*****a madrugada. Pasan ya casi 12 horas desde que Valeria desapareció y cada minuto sin saber de ella me está matando. Matteo tiene a todo su equipo analizando las cámaras de la ciudad, buscando el rastro del maldito coche que se llevó a Emilia de la mansión, pero el tiempo pasa y no hay noticias. Ni una sola pista. Y yo me siento impotente, atrapado en mi propia rabia y desesperación.El teléfono en mi mano no ha dejado de sonar; llamadas de los socios, del detective, pero ninguna de la única persona a la que quiero escuchar. Valeria. Mi pecho se siente como si fuera a explotar, y la presión en mi cabeza es constante, casi insoportable. La voz del detective resuena en mi cabeza: “Haremos lo posible, pero estas cosas llevan tiempo”. Tiempo que Valeria y mi bebé no tienen.Matteo me llamó más temprano para informarme que mi abuelo se h