Placer.

Kerr entró, le sudaban las manos y cuando dejó a Vanya sobre la cama delicadamente se puso de pie para observarla, se veía sedada, como un poco drogada y eso lo hizo sentir mal, como si estuviera abusando de ella. Se agachó y le acarició la pálida piel del rostro.

—¿Estás segura de esto? —le preguntó por milésima vez y ella asintió.

—Es solo sexo a cambio de sobrevivir —le dijo ella medio en broma y Kerr sonrió —no pasa nada, además, así calmarás esas ganas que tienes —Kerr se puso de pie y le dio la espalda.

—¿De qué hablas? —sintió que se le enrojeció la cara, pero sabía que externamente lucía tan frío como siempre, era un don que ya había dominado muy bien para esconder sus emociones. Vanya estiró la mano hacia él y le habló para que la mirara.

—Solo tienes que hacer una cosa, pero eso no significa que no podamos disfrutar el resto —Kerr la miró, la muchacha tenía una enorme perforación en el abdomen y estaba medio drogada, y aun así quería tener sexo con él.

—No, solo, lo haré dentro de ti para que estés mejor y ya —le dijo Kerr, no quería lastimarla, pero ella siguió con la mano estirada y él se vio obligado a tomarla.

Ella lo jaló hasta que logró convencerlo de que se tumbara sobre ella, y abrió las piernas para que él encajara perfectamente entre su cuerpo.

Estaban cerca, sus narices casi se rozaban y podían percibir el aliento del otro y Kerr de nuevo se sintió mal, odiaba esa sensación, pero la orden era correrse dentro, nada más, solo por su salud. Pero ahí estaba, sobre ella como si fueran dos amantes a punto de hacer el amor, y aunque trató de alejar sus sentimientos y separarlos de la situación le fue imposible, así que juntó sus labios con los de ella y una corriente eléctrica le atravesó la columna.

Pudo haberse negado, únicamente hacer lo necesario para garantizar la salud de la mujer y ya, pero no pudo hacerlo, no pudo aguantar la tentación de tenerla, y esa situación era la excusa perfecta para fingir que sus sentimientos no interferían con la situación, así que la besó profundamente.

Vanya enredó los dedos en el cabello rubio de Kerr y lo atrajo más a ella, se dejó llevar por esa sensación embriagante de la morfina en sus venas y movió las caderas para sentir el bulto que comenzaba a crecer entre las piernas del hombre.

No pudo negar que sí disfrutó de los carnosos labios de él, de la sedosa lengua acariciando la suya y de la barba áspera que le hacía cosquillas en la lengua.

Vanya no supo si creer o no aquella extraña manera que tenían los lobos de curarse los unos a otros con su esperma, hasta donde alcanzó a escuchar ni el mismo Kerr sabía y parecía ser algo que llevaban con modestia, pero no le importó sinceramente si era real o no. Si sí lo era, pues se sanaría, si no, sería un paso más cerca de que su plan llegará a buen término.

Cuando Kerr liberó su boca y acarició su cuello con la lengua dejando un surco húmedo sobre la piel Vanya dejó de pensar, los estímulos y la droga le pusieron el cuerpo caliente y el duro bulto de Kerr presionando en su entrada le estimulaba el punto exacto y nervioso que tanto ansiaba placer, así que movió las caderas maximizando ese contacto.

Kerr se alejó, se quitó la camisa y Vanya le acarició con la palma de las manos los firmes pectorales cubiertos por una fina capa de vellos que le hicieron cosquillas, y se irguió con dificultad para succionar uno de los rosados pezones del hombre y él dejó caer la cabeza hacia atrás disfrutando de la sensación.

La mano ávida de ella se coló dentro de los pantalones y agarró el duro miembro que palpitó ante su contacto, y le tomó menos de lo que esperaba quitar los botones del pantalón y liberar la pálida erección, con la cabeza rosada, hinchada y húmeda que le hizo relamer los labios.

Él seguía sobre ella, sin estar del todo apoyado y se miraron a los ojos cuando Vanya pasó la mano acariciándolo, luego aumentó el ritmo y Kerr dejó caer de nuevo la cabeza hacia atrás.

Vanya acercó la boca, y con la punta de la lengua rozó la enrojecida cabeza y él dio un brinco, luego lo metió a la boca y succionó la suave piel que se resbaló entre el paladar y la lengua, cada vez más resbalosa y húmeda y deseó estar menos drogada para sentir al cien cada uno de los estímulos, desde el sexy movimiento de cadera del hombre que lo llevaba cada vez más profundo, hasta sus graves y masculinos gemidos que le humedecieron la entrada. Los sentía todos como un sueño, un sueño muy realista y le echó la culpa a la morfina el estarlo disfrutando tanto.

Kerr se alejó de ella, tenía las mejillas enrojecidas hasta un punto casi antinatural y a Vanya le pareció muchísimo más sexy así, o vio como era realmente, un muchacho grandote y musculoso que trataba de esconder siempre lo que sentía en una fachada de mal genio y aislamiento, pero ahí, en ese momento y libre de todo prejuicio y miedo, lo vio fresco, sexy, humilde, y eso le produjo un calor en el pecho que le trajo un poco de paz,

Él le levantó la blusa despacio para no lastimar su herida, y succionó con fuerza uno de los pezones endurecidos de la mujer y ella no hizo más que arquear la espalda y lanzar un gemido suave cuando sintió que los hábiles dedos del hombre se colaban dentro de su pantalón y le acariciaron el punto exacto entre la húmeda entrada y la piel.

Un dedo se unió festivo hundiéndose en su cálida cavidad y jugueteando en su entrañas y Vania se preguntó cómo es que él podía hacer tantas cosas al mismo tiempo.

Kerr trazó una línea con la lengua de pezón a pezón, mordió, succionó y lamió la aureola endurecida de ella disfrutando de las sensaciones, y cuando bajó para quitar los pantalones Vanya lo agarró del cabello.

Kerr trazó con la lengua todo la superficie de su humedecido sexo y Vanya perdió el control de sus pensamientos, y se convirtió únicamente en un ser de placer que disfrutó de la lengua hábil sobre su clítoris, de los dedos revoltosos dentro de ella y del sedoso cabello entre sus dedos.

Enredó con los pies la espalda del hombre y para atraerlo más a sí misma, quería sentirlo todo, quería tener pegada a su piel cada parte del cuerpo del hombre, pero cuando su excitación estaba llegando al punto de no retorno, Kerr se alejó de repente dejando un frío profundo que le llenó el cuerpo.

Vanya lo miró luchando con sus pantalones y no pudo evitar pensar que se veía tierno, un hombre alto y fuerte, de rostro firme y endurecido siendo realmente él mismo en ese momento, con la lengua afuera por la concentración, un poco de lado, y la frente húmeda.

Cuando estuvo completamente desnudo avanzó hacia ella con el rostro firme, se subió y Vanya abrió las piernas gustosa y le subió un escalofrío por las espalda cuando sintió la cálida punta de su miembro presionando suavemente sobre su entrada.

Vanya no supo recordar en ese momento cuando había sido la última vez que había tenido sexo, pero no le importó, por que toda la capacidad de pensar que aun tenía se borró cuando de una sola estocada Kerr se hundió profundo dentro de ella y ambos soltaron un quejido al unísono.

Kerr se hundió hasta el fondo, dejando dentro toda su envergadura dentro de la mujer y Vanya se sintió llena, sintiendo que el miembro le cabía perfectamente dentro del cuerpo, y cuando él comenzó a mover las caderas con rapidez le fue imposible no apretarle la espalda y hasta arañarla.

El cuerpo se le llenó de una energía que crecía con cada estocada que el hombre le daba, y el movimiento de la cadera en círculos le arrancó uno que otro pequeño grito.

Kerr no quiso improvisar nada más que aquella posición para no lastimarla, pero les fue suficiente para en un rato más alcanzar el orgasmo. Cuando Vanya sintió que dentro de ella explotó aquella sensación inconfundible, mordió el hombro de Kerr mientras sus contracciones apretaban el endurecido miembro que aumentaba su velocidad hasta una última estocada muy profunda que le arrancó un sexy y profundo gemido al hombre que llevó hasta la última gota de orgasmo a Vanya, y lo sintió palpitar dentro de ella llenándola de todo el resultado de su placer y por alguna extraña razón Vanya se sintió fresca, como su hubiera bebido un largo y placentero trago de agua que le refrescó el cuerpo.

Kerr se quedó dentro un momento más, intentando que su acelerado corazón se calmara, y cuando salió de dentro de Vanya la miró a los ojos, tenía los párpados entrecerrados y una leve sonrisa en el rostro que le alegró el momento.

Se acostó a su lado, la noche comenzaba a caer y el frío entró por la ventana que daba al bosque, así que tomó la cobija que estaba ahí y la tendió sobre ellos.

—¿Te molesta que me quede contigo?  —le preguntó y Vanya negó con la cabeza, acercándose más a Kerr para agarrar de su calor, y él recostó la cabeza en la almohada y se dejó llevar por ese cansancio cómodo hasta que se quedó dormido.

Cuando Kerr despertó, lo primero que notó era que la mujer no estaba a su lado, la cama estaba vacía y Víctor estaba de pie a un par de metros con los brazos cruzados mirándolo fijamente. A Kerr no le importó cubrir su desnudez, ya estaba acostumbrado a que lo viera desnudo cada vez que regresaba a su forma humana, pero la expresión en el rostro del Alpha lo hizo tragar saliva.

—Huyó —le dijo y Kerr cayó sentado en la cama —mientras dormías tu noviecita huyó, y te aconsejo que la traigas antes de que Rak le ponga las manos encima. Kerr no lo dudó, de un salto cayó completamente transformado y atravesó la estrecha puerta dejando parte del pelaje en ella. Víctor negó con la cabeza y se apretó el puente de la nariz —Estos dos van a matarme de un disgusto.      

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