Te miraba con admiración, mi corazón siempre latía al tenerte cerca, era una fantasía idílica de una adolescente que no pensó jamás que voltearías a verla. Me miras pero no como yo deseo, en tus ojos veo frialdad, algunas veces comprensión. A tus ojos sigo siendo una niña, detesto que me veas de esa forma, mírame como miras a las demás, mírame como la mirabas a ella. Con deseo, anhelo, afinidad. Estréchame entre tus brazos, y no me sueltes nunca más. Me enamoré de ti sabiendo cual era tu reputación, tus defectos y tus imperfecciones, no me arrepiento de entregarte mi amor. Nicolle Belmonte, una refinada y soñadora muchacha española con raíces francesas. A sus veintidós años está comprometida para casarse con un hombre que aborrece y solo le produce desagrado. Pero lo peor de todo es que su corazón pertenece al desgraciado Conde que no la ve más que como una niña. Jesús Castelo, soberbio, cínico, antipático. Un Conde Español que regresó a su hogar aceptando con molestia haber perdido en manos de otro a la mujer que ansiaba para él, a sus ojos solo ella era digna de llevar su apellido, su título, no imaginaba a ninguna otra ocupando ese lugar.
Leer másDIARIO DE PIANo es que sea una niña insensible, como dicen la mayoría de mis compañeras en la escuela de señoritas, pero no creo en esas historias de amor a primera vista. Si no viera la forma en la que se miran mis padres, no creería en el amor. Porque lo que ellos poseen es lo más bello que he visto en mucho tiempo. Mi hermano es un idiota, dice que para enamorarse algún día, esa mujer tendría que ser la mujer más bella del mundo, porque jamás se casaría con un esperpento. La verdad me resulta sorprendente lo superficial que puede llegar a ser Esteban, espero que un día reciba una lección. No es que no quiera enamorarme, en el fondo anhelo amar un día de esa manera tan intensa como madre y padre lo hacen, espero encontrar al indicado. Solo quiero una cosa, una única condición para casarme con ese hombre, sus ojos deben ser hermosos y sinceros. DIARIO DE ESTEBAN.Adoro los deportes, ser sociable. Mi hermana Pia por otro lado siempre ha sido una reservada romántica empedernida, au
Madrid España 1860. 14 AÑOS DESPUÉS.Pia y Esteban, jugaban en el jardín con sus primas Ximena y Belinda Ferrer. Elena y yo charlábamos mientras vigilábamos a los niños. —Es bueno ver que todo marcha bien contigo y los gemelos, mi hermano ha estado algo ausente por sus asuntos de negocios.—Sí, la verdad me preocupa que se esté forzando demasiado, necesita tenerlo en casa. Los niños lo extrañan.—Sobre todo tú —sonreí.—No lo negaré, extraño a mi esposo. Además, hay una noticia que él tiene que saber.— ¿Qué sería esa exactamente? —Estoy embarazada. —Elena me miró sorprendida.— ¿Segura? Después de tanto tiempo...—Sí, me enteré hace unas noches y quiero que él lo sepa. —Se sorprenderá, eso sí. Míralos —dijo señalando a los niños, ya casi estaban entrando en su adolescencia. Esteban era más alto que las muchachas, él era alegre, carismático y socializaba bastante rápido con todos los que lo rodeaban. . Mi linda Pia tenía una belleza peculiar, pero era más taciturna, seria, alej
ESMEELa fuerte brisa de la playa, alborotaba mi peinado, el olor de agua salada era tan refrescante. — ¡Ah!—grité al verme atrapada por unos fuertes brazos.—Te atrapé, mi bella flor. —sonreí al ver los ojos de mi prometido, Andrés me dejó en el suelo y voltee a mirarle, enredando mis brazos alrededor de su cuello. —Luces más hermosa con tus mejillas bronceadas, como una exótica princesa.—Sabes cómo enamorar a las mujeres con frases bonitas, Andrés Ferrer.—Pero no busco enamorar a más mujeres, solo a ti, mi Esmee. Solo tú. —se inclinó y dejó un dulce beso en mis labios. Luego se separó y puso un mechón rebelde de mi pelo detrás de mí oreja. Los ojos de Andrés siempre eran tan expresivos, y ahora esos mismos orbes oscuros me decían que algo lo atormentaba.— ¿Qué sucede Andrés?— ¿Sigues enamorada de mi hermano? —esa pregunta me tomó desprevenida y no pude responder de inmediato. —Esmee he tratado olvidarlo, pero siempre me atormenta no saber si tu corazón sigue albergando algún se
NICOLLELos días pasaron y poco a poco había recordado algunos fragmentos de mi pasado, tenía una hermana mayor, unos padres. Ivan se había comportado muy bien conmigo, mi cuerpo ya estaba casi sanado, mis cosquillas ya no dolían, los rapones y moretones iban desapareciendo.—Déjame ayudarte con eso Ivan —dije al verle extender la ropa húmeda.—No, Nicolle vuelve acostarte.—Ya estoy casi recuperada, quiero ser útil. Tú me alimentas y consigues ropa para mí, por favor déjame ayudar aunque sea con eso. —el sonrió.—Está bien, iré a terminar el almuerzo. Ubaldo no debe tardar en llegar y ese viejo es más fastidioso cuando tiene hambre —reí y el entró a la casa, mientras yo me acerqué a la cesta de ropa húmeda y limpia. En la cuerda habían unas sábanas que se lavaron ayer ya estaban secas. Recogía las sábanas de la cuerda de tender para tener espacio, de verdad quería recordar todo mi pasado y por más que lo hacía nada venía a mi memoria, solo el bello rostro de aquel hombre que se sup
—¿Segura que no recuerda nada señora Nicolle? — pregunto el señor Ubaldo. Yo misma me presionaba a recordar, buscar entre mis memorias perdidas. Buscaba y buscaba, la cabeza comenzó a dolerme y vinieron unas punzadas pero había algo, unos ojos azules tan bellos pero no podía ver el rostro del hombre al cual le pertenecía. —Hay un hombre pero su rostro luce distorsionado, no logro verlo con claridad pero.... —los recuerdo aflojaron. “—No se te ocurra alejarte ahora Nicolle. Tú tienes dudas de mi afecto y no te culpo, pero pienso demostrártelo, haré lo que sea por verte feliz todos los días, repetiré sin cesar "te amo". Para probar que tan unido estoy a ti. ¿Qué te gusta más? ¿"Mon Ange" o "Mon Amour"?”— ¡Mon Amour!—exclamé sobresaltando al señor Ubaldo. —Mon Amour, así era como él me decía. ¡Lo recuerdo, dios me acordé! Mi esposo siempre me decía Mon Amour.— ¿Mon Amour?—Significa “mi amor” en francés, entonces si me ama y si mi esposo me ama, yo debo… —la puerta de la casa s
IVANMe mantuve oculto entre las sombras, no debían verme. Esos hombres eran peligrosos.—¡Encuentren a esa zorra! —se escuchó por todo lo alto y lo que hice fue alejarme lo más rápido de ahí. Corrí a mi choza como alma que lleva el diablo. Golpee la puerta varias veces.—¡Ubaldo soy Ivan, abre la puerta! —la puerta de madera se abrió y entré apresurado. — ¿cómo sigue ella?Miré a la pequeña moribunda en la cama, estaba muy herida y había rapones en su bello rostro. — ¡Mis hijos! Mis hijos. No, Jesús. —murmuraba removiéndose entre las sábanas, como un pobre animalito herido.—Ivan, esta mujer no parece que vaya a pasar la noche. —dijo con resignación el viejo. —No, ella va a vivir. —Muchacho imbécil, escuchaste por un instante y piensa en lo que dices. Allá afuera hay hombres buscándola, la quieren muerta. ¡Harás que nos maten a ambos! —me reprochó con furia. —No dejaré que le hagan daño a esta pobre muchacha, no podemos dejarla morir. —me acerqué a la cama, la muchacha se veía
Mi nariz picaba, una pequeña luz me molestaba en los ojos. Desperté y noté de inmediato que me encontraba en nuestro dormitorio. No había nadie, intenté levantarme pero el dolor entre mis piernas lo hizo difícil, mi garganta estaba seca a mi lado en la mesita de noche había una jarra de agua, me serví un poco para quitar la sensación rasposa. En la otra mesita cerca del ventanal, estaba una bandeja de desayuno.— ¿Jesús? ¿Mon coeur? —mi gran panza ya no estaba, recordé todo el parto, después de escuchar el llanto de mi Esteban solo… me dormí, no pude me mantener consiente. ¿Dónde estaba mi esposo? ¿En dónde estaban mis hijos?Escuché un ruido y vi como la puerta del dormitorio era abierta por mi esposo.—Mon Amour. —se acercó con rapidez al lecho. Al verlo de cerca podía notar en su rostro lo cansado y ojeroso que estaba. Acaricié su mejilla y él cerró los ojos ante mi tacto.— ¿Qué sucedió Mon coeur? ¿Dónde están mis hijos? ¿Cuánto tiempo estuve…?—Tranquila, tranquila Mon Amour. So
— ¡Duele mucho! —logré acomodarme pero las punzadas comenzaron a llegar. —Respira mi amor. Por favor respira, mandare a buscar a un doctor —de celoso y colérico, mi Antonio pasó a estar alterado y preocupado. —perdóname. Perdón por exponerlos de esta manera por una estúpida discusión.Besó mi frente y salió del dormitorio, escuchaba desde aquí los gritos de mi esposo a los sirvientes. Rápidamente dos sirvientas vinieron al dormitorio a atenderme. —Respire mi señora, el señor fue por ayuda. —dijo una de las muchachas, ayudándome acomodar sobre la cama. — ¡Aaaaahhhh! —grité al sentir la primera contracción. Abrí mis piernas y las doncellas me quitaron el incómodo vestido dejándome en camisón, Antonio tardó un poco en volver pero trajo consigo a un doctor, el cual tomó el control de la situación, pidiendo toalla limpias, agua y alcohol. El dormitorio comenzó hacer un infierno por el calor que sentía.Aun no estaba lista para pujar, pero las contracciones era cada vez más corridas y e
Me levanté del lecho y me cubrí con la camisa de Antonio. Me senté frente a mi tocador, mi boca estaba roja y mi cabello hecho un nido. Peiné mi cabello y lo perfumé echando unas cuantas gotas de mi perfume, miraba a Antonio por el reflejo del espejo y tenía una ligera expresión distante y pensativa. Volteé a mirarle, algo le molestaba y quería saber que era. — ¿Qué sucede Antoni? Es por la visita de Andrés ¿cierto? —Creo ya sabía cuál era el motivo de su expresión —No me vengas de nuevo con ideas erradas sobre mi amistad con Andrés.—No es nada de eso Elena —levanté una ceja, no le creía, ¿Por qué mas estaría de ese modo?— ¿Y entonces por qué…?—Siento celos de la complicidad que comparten, quiero que tengas conmigo la misma confianza que tienes con Andrés, quiero me digas cuando te sientas afligida, que la primera persona a la que debas decirle que algo te afecta sea a mí. —sonreí.—Que tierno saliste Antonio Ferrer. Te has vuelto bastante codicioso, quieres todo de mí, pero no t