Madrid España 1860. 14 AÑOS DESPUÉS.Pia y Esteban, jugaban en el jardín con sus primas Ximena y Belinda Ferrer. Elena y yo charlábamos mientras vigilábamos a los niños. —Es bueno ver que todo marcha bien contigo y los gemelos, mi hermano ha estado algo ausente por sus asuntos de negocios.—Sí, la verdad me preocupa que se esté forzando demasiado, necesita tenerlo en casa. Los niños lo extrañan.—Sobre todo tú —sonreí.—No lo negaré, extraño a mi esposo. Además, hay una noticia que él tiene que saber.— ¿Qué sería esa exactamente? —Estoy embarazada. —Elena me miró sorprendida.— ¿Segura? Después de tanto tiempo...—Sí, me enteré hace unas noches y quiero que él lo sepa. —Se sorprenderá, eso sí. Míralos —dijo señalando a los niños, ya casi estaban entrando en su adolescencia. Esteban era más alto que las muchachas, él era alegre, carismático y socializaba bastante rápido con todos los que lo rodeaban. . Mi linda Pia tenía una belleza peculiar, pero era más taciturna, seria, alej
DIARIO DE PIANo es que sea una niña insensible, como dicen la mayoría de mis compañeras en la escuela de señoritas, pero no creo en esas historias de amor a primera vista. Si no viera la forma en la que se miran mis padres, no creería en el amor. Porque lo que ellos poseen es lo más bello que he visto en mucho tiempo. Mi hermano es un idiota, dice que para enamorarse algún día, esa mujer tendría que ser la mujer más bella del mundo, porque jamás se casaría con un esperpento. La verdad me resulta sorprendente lo superficial que puede llegar a ser Esteban, espero que un día reciba una lección. No es que no quiera enamorarme, en el fondo anhelo amar un día de esa manera tan intensa como madre y padre lo hacen, espero encontrar al indicado. Solo quiero una cosa, una única condición para casarme con ese hombre, sus ojos deben ser hermosos y sinceros. DIARIO DE ESTEBAN.Adoro los deportes, ser sociable. Mi hermana Pia por otro lado siempre ha sido una reservada romántica empedernida, au
ESPAÑA, MADRID. 1836. RESIDENCIA DE LOS BELMONTEJesús Castelo, estaba pensativo, su hermana lo sacaba de quicio pero su padre lo ponía de peor humor. El viejo solo sabía dar órdenes, cuando quiso que fuera a la casa de la familia Belmonte en su nombre, quiso negarse. Pero amenazó con suspender su viaje a América y recortar su mensualidad. Ahora estaba prácticamente oculto en el gran jardín de la casa para escapar de las exageradas atenciones y amabilidades de la señora Belmonte. Hasta que escuchó uno torpes pasos acercándose, la persona debía creer que en serio era silencioso y que no lo notaba. Rodó los ojos, volteó, encontrándose con aquellos grandes y curiosos ojos marrones.—Largo de aquí niña. —ordenó con brusquedad. Y la pequeña sintió un poco de temor.—Yo... Lamento interrumpirlo Milord.—Tu padre te debe estar buscando. —No lo creo. —respondió con seguridad. Jesús ya estaba lo suficientemente irritado para aguantar ahora los ataques de rebeldía de una mocosa.—Deseo esta
NICOLLE, "17 años".Pasaba mis dedos por la fina tela de la camisa, la acerqué a mi nariz, el aroma que desprendía era un perfume suave pero notable, muy masculino y que me hacía anhelar muchas cosas. — ¿¡Nicolle qué haces!? —me vi sorprendida por Esmee, mi hermana mayor. — ¡Nada!— ¿Cómo que nada? Escondes algo, ¡déjame verlo!— ¡No!— ¡Nicolle! —Mi hermana logró quitarme la camisa — ¡Oh, por dios! ¿Esta es una de las camisas del señor Castelo?— ¡Por supuesto que no! Dámela, es una...—Eres muy joven para pensar en hombres como él.— ¿Hombres como él? ¿Qué quieres decir?—Experimentado, él no parece de los que quieran atarse a una sola mujer. —Eso lo sé —dije decepcionada.— ¿Entonces por qué robas su ropa?—No la robé, la tomé prestada. Pensaba volver a ponerla en su sitio.—Me gustaría saber cómo lo harás, puedo apostar que será un gran espectáculo —dijo Esmee divertida.—Ya encontraré una manera, deja de molestarme.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Ya muy
MADRID, ESPAÑA. AÑO 1846JESÚS CASTELO "37 años".Tuve que salir de Londres lo más rápido que pude, con la sola idea de venir al rescate de Elena, pero al llegar a la gran casa familiar. La sorpresa que me llevé al ver llegar a Elena con una radiante sonrisa y vestida con las ropas más finas, me dejó furioso y estupefacto.— ¡Oh, Jesús! Llegaste. —dijo muy alegre.— ¡Podrías explicar cómo es que estás a punto de quedar en la ruina y te paseas tan feliz y campante con ropas caras! —pregunté con una ceja levantada.—Ah, eso... Sabía que si te lo pedía amablemente no regresarías a España, así que tuve que mentir un poquito al escribir dicha carta. —quería matarla, viajé contra todo para buscar "salvarla" y me encuentro con esta mentira, le dejé el camino libre a Cambell.—Elena, ¿tienes idea de las ganas que tengo de estrangularte? —ella se acercó y me dio un beso en la mejilla.—Yo también te extrañé Jesús. Además nadie puede dejarme en la calle, moví muy bien mis hilos cuando ese asque
JESÚS CASTELO.Después de un baño y ponerme ropa limpia, bajé al comedor para acompañar a Elena, en cuanto la cena fue servida, ella comió con regocijo. Mientras yo solo daba pequeños bocados, lo menos que me apetecía era comer.— ¿No tienes hambre hermano? ¿O es que algo te aflige? —preguntó con una ceja levantada.—Pienso en que al venir aquí por tu mentira le dejé el camino libre a un idiota que rondaba a mi futura condesa.— ¡Ja! Entonces debo celebrar por eso. —se burló, y contuve un gruñido. —Vamos Jesús, un día me lo agradecerás, ¿todavía no aceptarás mi propuesta?—No me casaré con esa mocosa puritana.— ¿Cómo sabes que sigue siendo puritana si ni siquiera la has visto?, puede que siga vistiendo un poco recatada pero su belleza está bien acentuada. —Elena no sé lo que te propones pero busca a otro. —ella rodó los ojos.—Eres tan obstinado y soberbio, pero puedo apostar mi hermoso collar de rubíes que en cuanto veas a Nicolle te sentirás profundamente atraído. —Mejor termina
JESÚS CASTELOLa familia Belmonte siempre ha sido una familia tradicional que respeta las buenas costumbres, pero a la que también la domina el estatus y la ambición de poseer más, conozco muy bien al señor Belmonte y no será difícil convencerlo de darme a Nicolle.Cabalgue hasta la entrada de la casa y dejo al caballo amarrado, me acerqué y golpeé la puerta, la abrió una sirvienta. — ¿Sí milord? ¿Qué desea?—preguntó con respeto.—Busco al señor Belmonte. —la muchacha me dejó pasar y después de anunciarme con el señor Belmonte, pasé a la sala. Fran Belmonte seguía igual que hace unos años, lo que lo diferenciaba ahora, era su pelo casi canoso. —Conde Castelo, que placer verlo. —nos estrechamos la mano y tomamos asiento.—Señor Belmonte, estoy consciente que debe suponer que mi visita tiene un motivo oculto. —él sonrió. —Así me temo, usted es igual que su padre, nunca ofrece sin recibir algo a cambio y tengo curiosidad por saberlo. Soy todo oídos milord. —sonreí con cinismo. —Quier
NICOLLE—Esto es demasiado entretenido —se burló mi hermana, mientras veíamos a escondidas como mi padre le informaba a Pierre Lemoine la decisión de anular el compromiso.— ¡No puede hacer eso! —Gritó Lemoine como todo un malcriado— ¡Prometió la mano de su hija a mí y no...!—He cambiado de opinión, Nicolle estará mucho mejor en las manos del Conde Castelo.— ¡Usted...!—Señor Lemoine, acepté el compromiso por el respeto que tiene su familia en la sociedad francesa pero aquí Jesús Castelo es mucho mejor partido para mi hija. Así que le pediré con amabilidad que busque otra candidata a esposa, después de todo su compromiso nunca fue anunciado, su noviazgo pocos lo conocen y no será difícil para el Conde callar cualquier habladuría. —Esmee y yo re&iac