NICOLLE, "17 años".
Pasaba mis dedos por la fina tela de la camisa, la acerqué a mi nariz, el aroma que desprendía era un perfume suave pero notable, muy masculino y que me hacía anhelar muchas cosas.
— ¿¡Nicolle qué haces!? —me vi sorprendida por Esmee, mi hermana mayor.
— ¡Nada!
— ¿Cómo que nada? Escondes algo, ¡déjame verlo!
— ¡No!
— ¡Nicolle! —Mi hermana logró quitarme la camisa — ¡Oh, por dios! ¿Esta es una de las camisas del señor Castelo?
— ¡Por supuesto que no! Dámela, es una...
—Eres muy joven para pensar en hombres como él.
— ¿Hombres como él? ¿Qué quieres decir?
—Experimentado, él no parece de los que quieran atarse a una sola mujer.
—Eso lo sé —dije decepcionada.
— ¿Entonces por qué robas su ropa?
—No la robé, la tomé prestada. Pensaba volver a ponerla en su sitio.
—Me gustaría saber cómo lo harás, puedo apostar que será un gran espectáculo —dijo Esmee divertida.
—Ya encontraré una manera, deja de molestarme.
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Ya muy entrada la noche, después de asegurarme que todos estuvieran dormidos, hasta mi fastidiosa hermana. Me salí a hurtadillas de mi dormitorio en dirección a la habitación que ocupaba el señor Castelo, él no se encontraba, había salido y esperaba que regresara más tarde.
Todos estos años, mi padre y el conde han hecho tratos juntos, negocios y cuando el Lord Castelo no tiene tiempo, viene su hijo Jesús en representación, casi siempre era el Lord Jesús quien venía, y eso me alegraba. Soy una adolescente estúpida por estar prendada de semejante hombre, pero era mi decisión, mi cruz y mi pena, nadie debía meterse a opinar si no era invitado.
Iba a dejar la camisa en su lugar y vi que la puerta se empezaba abrir. Miré rápidamente un lugar donde esconderme, no tuve opción, me metí bajo la cama. La puerta se abrió, todo el dormitorio se iluminó, vi las finas botas del señor Castelo un poco sucias, parecía tambalearse.
— ¡Que dolor de m****a! —exclamó. Y se tiró sobre la cama, se hundió un poco el colchón, tapé mi boca con mi mano para no hacer ningún ruido. Él se empezó a quitar las botas y las lanzó.
"Por favor, ya duérmase. —rogué en silencio". Esperé unos minutos hasta que él subió sus piernas a la cama y escuché un ligero ronquido, conté hasta veinte en francés y tomé el valor de salir por debajo de la cama.
Salí y lo vi en la cama, acostado y con la ropa puesta. Nunca podré verlo dormir de nuevo, una sonrisa aparecía en mis labios, era tan bonito, su respiración calmada, era una tonta y tal vez una imbécil por lo que haría a continuación, pero no lo resistí, me acerqué a él y a su rostro, olía un poco a brandy y aún tenía rastros de su fina colonia.
Me incliné, rocé sus labios con los míos muy rápido y luego me separé, él no despertó. Sentí mis mejillas demasiado calientes. No pasó nada, solo una vez más, un poco insegura y nerviosa volví hacerlo, besé sus labios pero no los aparté rápidamente. Me separé y no volvió a pasar nada.
Solo una última vez, solo una más y me voy. Aparté mi cabello, volví a inclinarme y pegar esos carnosos labios con los míos, me quedé un momento, la idea era separarme pero me tomó por sorpresa cuando él movió sus labios y puso su mano en mi nuca acercándome más a su cuerpo, me puse en alerta, el corazón me dio un vuelco en el pecho.
Cerré los ojos sintiendo como esa boca devoraba la mía sin una pizca de ternura, no pude detenerlo y terminé con él encima de mí, separó nuestras bocas y miré esos ojos oscurecidos. Tragué saliva y sentí como ardían mis labios
—Esperaba que fuera algún sueño o alucinación. ¿Qué planeabas lograr con este jueguito estúpido, niña? —preguntó severidad.
— ¡Yo, lo siento! Pensé que estaba dormido...
—Lo estaba hasta que sentí ese roce, luego otro, hasta que a mi nariz llegó un exquisito perfume. —mi piel ardía por encima de la ropa. Me sentía completamente dominada por él, pero no sabía que sentimiento era más fuerte. ¿El temor o la extrañada sensación de anhelar más que solo un beso?
—Lo siento. — susurré y él se quitó de encima de mí.
—Levántate Nicolle. —Mi corazón latía tan fuerte que podía escucharlo, me levanté como pude de la cama, las piernas me temblaban —Márchate antes de que te descubran.
Me ordenó con severidad, no lo pensé, ni respondí, solo salí de sus aposentos y corrí por el pasillo hasta llegar a la seguridad de mi dormitorio. Cerré la puerta y me apoyé en ella, deslizándome hasta el piso.
Toqué mi boca hinchada y cerré los ojos, volviendo a revivir la escena de aquél furioso beso y mi corazón seguía igual de acelerado. Una sonrisa surgió en mis labios, acabo de saborear un verdadero beso de parte de Jesús Castelo.
Al día siguiente no pude salir de mi dormitorio, no me atrevía a darle la cara al señor Castelo.
— ¡Pero vamos Nicolle! —me seguía insistiendo Esmee, yo no saldría.
—No pierdas energía hermana, no saldré, no puedes obligarme
—De acuerdo, quédate aquí cobarde. —ella se marchó del dormitorio, me levanté de la cama, aún no estaba vestida, todavía usaba mi camisón. Me acerqué a la ventana de mi balcón y por ahí pude ver como él se marchaba, en un momento dado giró y me vio. No me moví, quedé estática, él me miró y luego volteó para subirse a la diligencia.
Me dolía el pecho, pero... ¿Qué esperaba? Él nunca me miraría de otra manera.
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Los días y los meses fueron pasando, cumplí dieciocho años. No sabía mucho sobre el señor Castelo, pero el día menos pensado papá nos informó una noticia.
—El conde Castelo ha muerto —dijo él.
— ¿El padre del señor Jesús? —preguntó mi hermana.
—Sí, el funeral se hará mañana. Acaban de invitarnos.
—No, que espanto. Detesto los funerales —respondió mi madre un poco quisquillosa.
—Iremos, debemos presentar nuestros respetos al difunto y al nuevo conde Castelo. —sentenció con severidad mi padre.
Yo no dejaba de pensar ¿cómo se sentirá ahora Jesús Castelo? ¿Estará muy triste? Perder a un padre siempre duele para un hijo. Se hizo de mañana y fuimos todos a la gran mansión de los Castelo, en el salón se haría la pequeña ceremonia para luego trasladar al difunto.
Vi a Jesús, él no parecía muy afectado por la muerte de su padre. Estaba demasiado distante, casi frío e indiferente.
—Nicolle deja de mirarlo.
—Esmee, no puedo evitarlo, si lo que más deseo es estar a su lado.
— ¿Quieres ir a consolarlo? —No la miré porque mis mejillas se sonrojaron —Mi dulce hermana, deja que te ayude un poquito.
— ¿¡Qué dices!?
—Mira bien. —Señaló a Jesús y él se estaba escapando del salón—Distraeré a papá y tú ve detrás del nuevo conde Castelo, pero si él te hace daño lo castro.
— ¡Esmee!
—Ve. —ella se fue tras papá, aproveché el despiste de todos y fui por donde el señor Castelo había tomado.
Caminé por el pasillo y vi una puerta entre abierta, tomé mucho valor y entré. Al ver bien, la habitación era un despacho.
— ¿¡Qué haces aquí!?—me sobresalté por el reclamo del señor Castelo.
—Yo... Yo...
—Olvídalo, no sé por qué me sorprende, siempre te apareces en los momentos que deseo estar completamente solo. —mordí mi labio en señal de nerviosismo, cerré con suavidad la puerta.
—Solo quería saber si estaba bien, es la muerte de su padre y... —se levantó de su silla.
—Mi padre era un hijo de puta, no se sorprenda señorita Belmonte, así es la verdad. Él me enseñó a ser como soy, algunas cosas me son de utilidad creo que es lo único bueno que pudo aprender de él. —mi pecho se estrujaba al escucharlo hablar de esa manera.
—Aunque... Aunque su padre no haya sido el mejor de los hombres, usted debió guardarle un poco de cariño. —él se fue acercando poco a poco.
—Tal vez tenga la razón o tal vez no Nicolle, ¿pero mi dolor de qué servirá? —Mi corazón se aceleró al tenerlo a tan pocos centímetros de mí persona —El resultado es el mismo, él ya murió.
— ¿Cómo puede hablar de esa manera? ¡Él era su padre!
—Y un hombre que le hizo la vida miserable a mi hermana, obligándola a casarse con tremendo espécimen que se encuentra en el salón, le gustaba manipular a todos a su antojo. Yo no soy tan diferente a él.
—No lo creo, usted no es...
— ¿No soy qué Nicolle? Dime niña, ¿qué piensas realmente de mí?—las palabras no salían de mi boca. Cuando él tocó mi mejilla, mis piernas temblaron.
Un frío me invadió cuando decidió separarse.
—Lárgate. —dijo con frialdad. —Ahora no estoy para crear más habladurías.
Temblaba y mi pecho dolía por su rechazo, como pude salí de ahí. Jesús Castelo sería solo un amor platónico, solo eso. Fui siempre una estúpida por pensar que lograría algo acercándome a él.
MADRID, ESPAÑA. AÑO 1846JESÚS CASTELO "37 años".Tuve que salir de Londres lo más rápido que pude, con la sola idea de venir al rescate de Elena, pero al llegar a la gran casa familiar. La sorpresa que me llevé al ver llegar a Elena con una radiante sonrisa y vestida con las ropas más finas, me dejó furioso y estupefacto.— ¡Oh, Jesús! Llegaste. —dijo muy alegre.— ¡Podrías explicar cómo es que estás a punto de quedar en la ruina y te paseas tan feliz y campante con ropas caras! —pregunté con una ceja levantada.—Ah, eso... Sabía que si te lo pedía amablemente no regresarías a España, así que tuve que mentir un poquito al escribir dicha carta. —quería matarla, viajé contra todo para buscar "salvarla" y me encuentro con esta mentira, le dejé el camino libre a Cambell.—Elena, ¿tienes idea de las ganas que tengo de estrangularte? —ella se acercó y me dio un beso en la mejilla.—Yo también te extrañé Jesús. Además nadie puede dejarme en la calle, moví muy bien mis hilos cuando ese asque
JESÚS CASTELO.Después de un baño y ponerme ropa limpia, bajé al comedor para acompañar a Elena, en cuanto la cena fue servida, ella comió con regocijo. Mientras yo solo daba pequeños bocados, lo menos que me apetecía era comer.— ¿No tienes hambre hermano? ¿O es que algo te aflige? —preguntó con una ceja levantada.—Pienso en que al venir aquí por tu mentira le dejé el camino libre a un idiota que rondaba a mi futura condesa.— ¡Ja! Entonces debo celebrar por eso. —se burló, y contuve un gruñido. —Vamos Jesús, un día me lo agradecerás, ¿todavía no aceptarás mi propuesta?—No me casaré con esa mocosa puritana.— ¿Cómo sabes que sigue siendo puritana si ni siquiera la has visto?, puede que siga vistiendo un poco recatada pero su belleza está bien acentuada. —Elena no sé lo que te propones pero busca a otro. —ella rodó los ojos.—Eres tan obstinado y soberbio, pero puedo apostar mi hermoso collar de rubíes que en cuanto veas a Nicolle te sentirás profundamente atraído. —Mejor termina
JESÚS CASTELOLa familia Belmonte siempre ha sido una familia tradicional que respeta las buenas costumbres, pero a la que también la domina el estatus y la ambición de poseer más, conozco muy bien al señor Belmonte y no será difícil convencerlo de darme a Nicolle.Cabalgue hasta la entrada de la casa y dejo al caballo amarrado, me acerqué y golpeé la puerta, la abrió una sirvienta. — ¿Sí milord? ¿Qué desea?—preguntó con respeto.—Busco al señor Belmonte. —la muchacha me dejó pasar y después de anunciarme con el señor Belmonte, pasé a la sala. Fran Belmonte seguía igual que hace unos años, lo que lo diferenciaba ahora, era su pelo casi canoso. —Conde Castelo, que placer verlo. —nos estrechamos la mano y tomamos asiento.—Señor Belmonte, estoy consciente que debe suponer que mi visita tiene un motivo oculto. —él sonrió. —Así me temo, usted es igual que su padre, nunca ofrece sin recibir algo a cambio y tengo curiosidad por saberlo. Soy todo oídos milord. —sonreí con cinismo. —Quier
NICOLLE—Esto es demasiado entretenido —se burló mi hermana, mientras veíamos a escondidas como mi padre le informaba a Pierre Lemoine la decisión de anular el compromiso.— ¡No puede hacer eso! —Gritó Lemoine como todo un malcriado— ¡Prometió la mano de su hija a mí y no...!—He cambiado de opinión, Nicolle estará mucho mejor en las manos del Conde Castelo.— ¡Usted...!—Señor Lemoine, acepté el compromiso por el respeto que tiene su familia en la sociedad francesa pero aquí Jesús Castelo es mucho mejor partido para mi hija. Así que le pediré con amabilidad que busque otra candidata a esposa, después de todo su compromiso nunca fue anunciado, su noviazgo pocos lo conocen y no será difícil para el Conde callar cualquier habladuría. —Esmee y yo re&iac
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~La mañana siguiente fue un ajetreo en la casa, mi madre y una doncella me arreglaban, jalaban mi cabello, maquillaban mi rostro y me mantuve callada dejando que hicieran su trabajo, cuando al fin pude ponerme el vestido.Ellas quedaron maravilladas por su obra de arte, me miré en el espejo. Adoraba verme, el vestido era precioso.—Te ves hermosa Nicolle. —me dijo Esmee con sinceridad.Un carruaje nos esperaba fuera para llevarme a la iglesia, mamá y Esmee irían en una diligencia aparte para llegar antes, en todo el camino evité mirar a papá. Hasta que él mismo tomó la iniciativa de hablarme—Luces hermosa Nicolle —sonreí.—Gracias padre—. Él sostuvo mi mano.—Nunca he sido el más afectivo contigo o tu hermana, estas muestras de cariño me son muy
NICOLLE.Elena me tranquilizó, solo será un segundo de dolor, luego se volverá ¿placentero? Aún sudaba y las manos me temblaban. El camino a la mansión se me hizo muy corto, trataba de no demostrar mis nervios, apenas entramos a la lujosa casa, el conde me presentó con los empleados como la nueva señora. Luego de eso, le pidió a una doncella que me llevara a mi habitación. Entré a la recámara nupcial, estaba preparada y limpia para mí, con un toque muy femenino y a parte de la puerta de entrada, tenía otra puerta que conectaba a la habitación del Conde. ¿Algún día podré cruzar esa puerta? Imaginarme solo durmiendo a su lado me hacía sonreír. Sabía que en cuanto nos casáramos él querría cumplir su deber como esposo, y para mi vergüenza yo deseaba que lo hiciera pero tenía miedo a sentir un horrible dolor y salir lastimada, me calmé todo lo que pude y me quité el vestido de novia. Me puse el fino camisón que Elena me había dado como regalo de bodas y la bata, la cual amarré en un
ANDRÉS*—De acuerdo, dime qué tengo que saber. —preguntó con tranquilidad. —Mi hermano...—rodó los ojos y no me dejó terminar la frase. —Sé que tu hermano está enamorado de mí, ya me ha abordado en todas partes de manera descarada para decírmelo sin morderse la lengua. —mi hermano siempre tan pasional, actuaba conforme a sus instintos pedían. —Él me lo dijo hace unas semanas, pero ya lo sabía desde la primera vez que él te vio a lo lejos, anhelando que te dignaras a mirarlo por eso quiero hablar contigo para que me digas que no lo lastimaras. —Pocas veces he cruzado con tu hermano, no sabría decir por qué siente lo que siente hacia mí, tal vez sea por... No importa, Andrés no lastimaré a nadie, ya lo he rechazado de todas las maneras posibles, tu hermano debe de entender que una relación entre nosotros así sea clandestina no llevará a nada bueno. —Él está muy enamorado. —Dije seriamente —No se rendirá y no deseo verlo despechado por tu culpa. —El amor juvenil siempre es así,
JESÚS. Regresé a la mansión muy entrada la noche, todos ya deberían estar dormidos pero vi una luz provenir de la sala. Fui hasta allá y encontré a una dormida Nicolle en el gran mueble con un libro tirado en el suelo. Me acerqué para observarla, traía el mismo vestido de hoy en la mañana, su cabello estaba totalmente suelto y libre, con mis dedos sostuve un pequeño mechón, su pelo era suave y ondulado, con un buen aroma. —Muchacha tonta, mañana seguro te dolerá todo por dormir ahí. —ella solo arrugó un poco su nariz respingona, la cargué en mis brazos con cuidado de no despertarla, recostó su cabeza sobre mi hombro y subí con ella hacia arriba.Nicolle era demasiado esbelta y muy ligera, no era un problema llevarla en brazos, entré a su dormitorio y la acosté en la cama con cuidado, quité sus zapatos y fui a mi habitación para cambiarme y dormir. Tuve que salir todo el día para no estar en compañía de mí ahora esposa, y evitar la incomodidad que ella provocaba a nuestro alrededor.