31. La única

Quiere creer María Teresa que eso mismo que escucha tiene que ver con el mismo pasado frágil. El doctor Escalonte la mira con atención, esperando una respuesta.

—Su propuesta es un milagro caído del cielo —comienza María Teresa, capaz de pronunciar las palabras con detenimiento—, pero por los momentos tengo que permanecer aquí.

No estaba ilusionado a esperar una respuesta positiva pero no es que está a la espera de un consentimiento tampoco. Aún así, Pablo parece estar calmado, hasta tiene un gesto amigable en su rostro.

—Lo entiendo, pero me cuesta creer que esto suceda. Tiene que confiar en mí, recuerde que debe de estar cerca de su niño.

—Lo estoy, gracias por esto, doctor. Estaré inmensamente agradecida —sonríe María Teresa con sinceridad.

—No, María Teresa, no me agradezca —el doctor toma su mano con delicadeza y la aprieta—. Estaré para lo que necesite. La acompaño hasta la entrada.

María Teresa sigue sonriendo. El doctor es una gran persona, de eso no lo duda. Estar rodeada de
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