78. Esperanza pérdida

—Nada le sucederá. Nuestro hijo está bien, amor mío. Estará bien y estará junto a nosotros.

Cualquier palabra dicha por Luis Ángel en estos momentos no es suficiente, porque dentro de su corazón la esperanza yace al borde del colapso, y ninguna fuerza es capaz de tranquilizarla. Pero su corazón se envuelven con el de Luis Ángel, porque también lo nota tenso, rígido y con facciones preocupadas.

Se separan. Una mano de Luis Ángel se acurruca en su mandíbula y cuello.

—Escúchame, María Teresa —Luis Ángel le dedica una mirada fija—. Me encargaré de buscar a nuestro hijo y de mandar a ese imbécil a la cárcel. Me parte el corazón verte así pero te pediré que confíes en mí. ¿De acuerdo? Amor.

María Teresa descansa su mirada en él, y acaricia su mano. Asiente.

—Lo hago —murmura—, confío en ti más que a nadie.

Y acerca a María Teresa para besar su frente.

—Estoy aquí, cariño. Traeré a nuestro hijo de vuelta.

—¡María Teresa! —exclama Eva una vez se dirige hacia los dos—. Por Dios, me diste un
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