Me desperté al día siguiente con Maël entre mis piernas. Estiré los brazos por encima de mi cabeza arqueándome toda, sintiendo la exquisita sensación de aquellos labios apoteósicos y experimentados, lamiendo y robándose cada uno de mis jadeos, como si mis labios inferiores fuesen a decir algo y él no les dejara.Empuñé su cabello castaño al sentir su lengua dentro, atrayéndole más a mi centro, anhelándolo, pero sin querer que retirara su boca. Por un momento imaginé tener ambas cosas allí y el pensamiento casi me hizo llegar.Me doblé para agarrarle y él, comprendiendo mis planes, se colocó de rodillas sin separarse mucho de mí, dejando que le hiciera cariño allí. Sus jadeos me enervaron.Eso era lo que más me gustaba de él, esa entrega y devoción, la comunicación que nuestros cuerpos se encargaban de manifestar.—Buenos días —pude decirle.Despegó su boca de mis labios inferiores, se subió sobre mí, separó mis piernas y entró. ¡Qué fácil puso el terreno! Mantequilla con frambuesa y m
Llegamos a Algarve Oriental en el mediodía y luego de dejar nuestras maletas en la posada, decidimos salir a caminar, recorriendo las hermosas y pintorescas calles de aquel fantástico pueblo.Si antes pensé haber sorprendido a Maël con la idea de liberarnos del oscuro yugo del miedo, me había quedado corta. Le pillé anonadado cuando me aferré a su mano mientras hacíamos el recorrido. Ir agarrados de esa forma en plena calle… ¡Vamos! Un gesto normal de novios y algo que nunca habíamos hecho desde que estábamos juntos. No así de abiertos y desentendidos.Su felicidad me envalentonó, me llenó de dicha. “Mi niño” estaba feliz y yo era la razón de aquello. Además, que brutalidad de mi parte fue el haber creído que nos mirarían feo o algo por el estilo. Nuestras o muestras de cariño en público fueron bien recibidas, hasta el grupo se sentía pletórico por todo lo que veían. Aún yo estaba llena de prejuicios, de la noche a la mañana las cosas no cambiarían de súbito, pero cuando me vi a travé
Salimos con los bolsos un poco más cargados que al principio, ahora que ya estábamos de regreso a nuestra vida en Braga. Tomamos las mismas paradas en los mismos hoteles y posadas, con la excepción de cortitas caminatas en las localidades que no pudimos visitar de ida. Cuatros días de viaje hasta Oporto solo manejando y deteniéndonos, comiendo y bebiendo, sonriendo y descansando, nada de paseos largos.Llegamos a Serra de Estela Norte el día tres de regreso, siendo ya el séptimo día en todo el viaje, específicamente el 10 de agosto. Nos hospedamos en el mismo lugar y el clima provocó que regresáramos a las ropas para el frío.En el almuerzo, Maël y Joao volvieron a mencionar “por encima” sus proyectos, como si prepararan a modo de sorpresa aquello que tanto se proponían lograr. La cena fue demasiado agradable, llenándome de buenas expectativas para el futuro mientras Maël y yo nos demostrábamos el mutuo y adorado sentimiento delante de los presentes, con libertad y mucho gozo.Ya en l
Rosa quedó ronca por el grito que pegó al ver la escena, y comentó junto a Alfredo haber visto cómo la moto de Joao y de mi hermano rodó sobre el engramado. Según ellos y sin explicarse muy bien, la máquina se les removió haciendo que uno de los camiones les golpeara, lanzándolos a poca distancia. Aún no me podía creer cómo era que después de haber llegado perfectamente bien a cada destino, el regreso se nos ensombreció de esa manera.—Ahí viene Danilo —informó Maël, levantándose y dirigiéndose a mi hermano, al igual que yo—. ¿Estás bien? ¿Qué te dicen?Con parches en el rostro, no grande en la barbilla, Danilo asintió respondiendo la primera pregunta y dejó que yo me colara en su cintura y me aferrara a él. —Milagrosamente no tiene ninguna fractura, pero su cabeza… —Exhaló bastante aire—. Joao tiene una contusión y tuvieron que sedarle. Solo será por unas horas para ver cómo evoluciona al golpe. —Se le quebró la voz—. Antes de llegar acá ya estaba inconsciente.Pegué mi cara al pe
—Mi hermano estaba con Nikko cuando los padres de Joao le contactaron.—Pero pensé que estaban en Lisboa, tanto Marcel como Nikko.Maël negó.—Ambos llevan días en Viana.Los latidos de mi corazón se aceleraron mientras pensaba en qué hacer, en cómo escapar. Sentí el techo acercarse a mí, las paredes encerrarme.—Pero…—Delu. —Maël posó sus manos en mis hombros—. Recuerda nuestra conversación en el hotel, lo que decidimos…—Pero así no, ¡así no! No bajo estas circunstancias, ¡no! —Él exhaló con pesadez mientras mi mente corría veloz. Allí me acordé de alguien más y abrí los ojos de par en par—. ¡Joder! ¿Dónde está mi hermano? —Se escondió por un pasillo —explicó con los dientes apretados y tuvo que bufar para calmarse. Hablábamos bajo, el moreno estaba herido allí. Quise hablar en otro lado, pero no se podía—. Delu, no hay forma de que no se enteren que estés aquí. Los padres de Joao se quedaron en la sala de espera junto al doctor, pero Marcel se vino directo a la habitación y Nikko
—Marcel —apenas logré decir.Él se acercó con lentitud. Me superaba en altura, casi como su hermano. Alzó un brazo y me sorprendió bastante cuando con uno de sus pulgares limpió las lágrimas de una de mis mejillas. Dejé de respirar. Luego, miró más allá de mí.—¿Cómo estás, Danilo? Estás herido.—Hola, Marcel. No es nada.—¿Nos dejas a Delu y a mí a solas un momento, por favor?Danilo caminó hasta ponerse de espaldas a mí y en mi oído susurró:—¿Está bien que me vaya?Asentí resignada y tardó en retirarse, estaba preocupado.La mirada de Marcel llevaba desconocidas intenciones, algo que me hizo temblar y atravesó sus retinas.—Entonces mi hermano y tú están juntos. —Me quedé sin aliento—. ¿Ya es oficial?Cerré la boca e intenté tragar.—Sí —respondí en un hilo de voz.Él lanzó una sonrisa ladina, pero fue un ligerísimo movimiento de labios el cual no duró más de un segundo.—Me lo acabas de confirmar. —Mierd@—. Solo lo sospechaba.Apreté los ojos más asustada que nunca, con la pena
El martes 13 de agosto Joao fue dado de alta. Junto a sus padres, él y Maël se trasladaron a la casa del moreno en Braga, datos que supe gracias a los mensajes de texto que Maël me envió, siempre manteniéndome informada.No supe nada de Nikko y hasta entonces él no supo nada de mí. No nos vimos, no nos topamos y no sé cómo hicieron tanto Alfredo como Maël para que el doctor o alguna enfermera no dijera algo al respecto, o no nos mencionara tan siquiera por encima. Mis faltas comprometieron tanto a Danilo como a la pobre Rosa, y agradecía que a ellos no les importara. Al menos, eso es lo que siempre decían.A pesar de que por momentos me sentía bien conmigo misma gracias a la defensa que mostré ante Marcelino, la debilidad podía conmigo, me atrapaba, y varias veces me vi en la desesperación de apurar a Maël para que conversáramos y decidir qué hacer. Y sobre todo que me aclarara todas las cosas que su hermano me había dicho.Pero no fue hasta el viernes 16 que pude verlo.Cuando en ple
Me alejé un poco con la clara intención de torturarle. Ese infante aprendería por las buenas o las malas que lo importante no se retrasa.—No te acerques —le canturrié negándole con un dedo y con ese mismo, le señalé un punto en la cama: el lugar donde ya se encontraba para que se quedara quietecito allí.Sin tardar demasiado, apilé las almohadas contra el espaldar y me coloqué sobre ellas, abriendo bien las piernas.De ese modo, demandé:—Tócate.Él entrecerró sus ojos y apretó la mandíbula, pero obedeció y casi me pongo a aplaudir por haber logrado que cediera, siendo él demasiado dominante. La imagen que quedó después de complacerse no se borrará de mi cabeza, ambos sucumbimos a lo mismo.Sonreímos luego, cayendo como plomo boca arriba. Tras calmarnos, vi que Maël seguía en la misma posición, con la cara enterrada en su antebrazo.—¿Maël?, ¿estás bien?Asintió sin descubrir su cara y se quedó así por unos segundos más. Me fui a levantar con la intención de agarrar una toalla y limpi