CAPÍTULO 86
Me alejé un poco con la clara intención de torturarle. Ese infante aprendería por las buenas o las malas que lo importante no se retrasa.

—No te acerques —le canturrié negándole con un dedo y con ese mismo, le señalé un punto en la cama: el lugar donde ya se encontraba para que se quedara quietecito allí.

Sin tardar demasiado, apilé las almohadas contra el espaldar y me coloqué sobre ellas, abriendo bien las piernas.

De ese modo, demandé:

—Tócate.

Él entrecerró sus ojos y apretó la mandíbula, pero obedeció y casi me pongo a aplaudir por haber logrado que cediera, siendo él demasiado dominante. La imagen que quedó después de complacerse no se borrará de mi cabeza, ambos sucumbimos a lo mismo.

Sonreímos luego, cayendo como plomo boca arriba. Tras calmarnos, vi que Maël seguía en la misma posición, con la cara enterrada en su antebrazo.

—¿Maël?, ¿estás bien?

Asintió sin descubrir su cara y se quedó así por unos segundos más. Me fui a levantar con la intención de agarrar una toalla y limpi
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