CAPÍTULO 92

En casa todo es mejor, siempre es mejor; o eso pensaba. Podía asistir a cualquier evento, compartir mi relación con Maël ante el mundo entero, pero estar en nuestro hogar significaba tranquilidad, serenidad, paz, comodidad y compañía; esta última la mejor de todas.

Pensando en eso, al día siguiente del encuentro con mis padres, y luego de pasear a Torto por los alrededores, me dirigí al apartamento a esperar a Maël. De camino compré cosas para organizarle una cena, algo que quise darle de sorpresa. Adquirí desde comida hasta lencería, porque deseaba volver a ver aquel rostro sexy e impresionado de cuando me encontró acostada en el mesón de la cocina. Pero claro, en vista de que cuadramos encontrarnos a las 18:00 horas del 22, debía convertir la cena en un almuerzo tardío.

Limpié, arreglé la sala, instalé velas en varios rincones de nuestro piso para encenderlas cercanas a la hora de su llegada, aumenté un poco la calefacción y cerré las persianas del gran ventanal para darle un toque
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