CAPÍTULO 96

Pestañé ante aquella absurdez y comencé a negar, sin parar de escucharle.

—Al principio no le creí. ¿Que aquello fuese una confesión? ¡Ni de coña! De seguro estaba rejodiéndome la vida diciendo estupideces. Pero fueron pasando los meses y empezó a hacer cosas que me confirmaron que sí habló en serio. Primero, el pedirle a Carlos que le alquilara la casa donde yo me estaba quedando a vivir. Segundo, varias veces me engañó pidiéndome que le buscara cualquier cosa en mi habitación y justo después, se encerraba contigo para hacerte el amor en la habitación de al lado, para que los escuchara. Tercero, me restregaba que estaban mejor que nunca, pero a la vez me empujaba a que te viera, a que estuviera presente en tu vida. Comenzó a jugar, Delu, a jugar duro, y no me di cuenta de inmediato.

Se restregó la cara desesperado.

—Entonces, comenzamos las discusiones, pero nunca delante de ti. Delante de ti éramos los mejores primos de la familia. Y confieso que yo sí colaboré en eso, porque no que
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