Año 2020, Braga.Mis dedos entrelazados bien en alto, brazos estirados, movimientos sensuales. La música, desde hace horas pintaba mi piel de sensaciones álgidas, cada punto más despierto que el otro. Las potentes notas de Mike Mago con Dog Collective y su impresionante canción titulada Always On My Mind retumbaban en los parlantes del lugar. Aquellas notas, esa melodía espectacular provocaba todos mis movimientos, que elevara mis hombros, llevara mis manos a la cabeza junto a mi bolso clutch bien sujeto en mi mano y atado a la muñeca.Seguía moviendo las caderas con ese compás sabroso, enérgico, que me volvía loca, que borraba cualquier rastro de pensamiento coherente. Mi minifalda bien corta de color blanco junto a la blusa tejida de tiras ocre y perla, se alzaban y se removían mostrando pedazos de mi sudado cuerpo cada vez que mis caderas rotaban, cada vez que mis piernas danzaban. Mis sandalias de tacón alto y grueso resistiéndose a mis constantes saltos y el licor… Bueno, el lico
Mis sentidos entraron en alerta, aunque algo descoordinados.—¿Con quién hablas? —Hasta allí mis risas. Mis sospechas me catapultaron a la realidad y no quería que eso sucediera—. ¿Es Maël? ¿Estabas con él? ¡Fran! —Toqué su brazo.Guardó su celular dentro del bolsillo de su chaqueta, la cual apenas notaba que era blanca y parecía costosa. ¿Me había metido en una disco temática que todos vestíamos de blanco? ¿O tan solo era la luz al final del túnel?—¿Crees que si él estuviese allí estarías a esta hora en mi carro?—¿Entonces a quien le informaste que era yo?—A una amiga.Arrugué la cara.—¿Y cómo es que esa amiga me conoce?—No sabía que te conocía hasta hace un segundo que me preguntó si tú eras Delu.Dejé caer mi cabeza en el respaldo del asiento.—Joder —bufé, barriendo las palmas contra mi cara—. ¿Cómo es eso posible?—¿Qué te preocupa?—Si me conoce, de seguro conoce a Maël. Porque te conoce a ti y tú lo conoces a él… —Arrugó su cara—. Me preocupa que le diga que me vio.—¿Y es
Febrero 01, año 2020, Braga. Quinta da Mafalaia.—Aquí está el café que me pediste. —Sandra se sentó de nuevo frente a mí y le di los primeros sorbos. Primero cerveza, luego café. Una buena combinación.—¿Y el tuyo? —pregunté.—Aún tengo cerveza. —Sandra seguía molesta.Hicimos silencio y le vi negar.—¿Qué?—Es… No me creo por qué no me contaste todo esto antes.Otro sorbo al café y un asentimiento.—Si te incluía en mis escondidas, te haría daño, porque serías cómplice. Y una de las mejores cosas que tengo en este mundo es la amistad contigo.—Pero incluiste a tu hermano.—Lo de él no fue planeado, ya te lo dije.—Ay Delu… —Arrugó el rostro con pesar—. No te veo bien. Luces delgada, pálida, ¿dónde estuviste desde lo que sucedió? ¿Qué hiciste? ¿Dónde pasaste las navidades? Ni siquiera me respondiste los mensajes. Danilo tampoco quiso decirme nada y ya sospechaba que algo había sucedido.Mis ojos se humedecieron y el desgraciado nudo de garganta quiso hacer de las suyas.—No recuerdo
MAËL 4. Año 2025, Braga.Ese agosto acabaría conmigo, demasiado trabajo para una sola tarima. Lo que me emocionaba de seguir en ese rollo no solo era la música o los euros, sino que esa vez se presentarían con nosotros un número de artistas de reconocida trayectoria mundial, como pocas veces sucedía en tal magnitud y gracias a un festival de electrónica dentro de mi país. ¡Dentro de mi país! Lo que convertía a nuestra empresa en precursora de ese tipo de eventos en Braga, como dije, así de grandes.Lo mejor de todo era el regresar. Pasé un año terrible yendo de Portugal a Londres y viceversa. En 2020, el proyecto con ID&T se retrasó demasiados meses y Joao y yo tuvimos que seguir buscando patrocinio, obligándonos a regresar en lo de siempre: yo en el término de mi carrera de Administración de Empresas, y Joao con su trabajo junto a su padre en la política, haciendo colaboraciones con mi hermano en Lisboa. Necesitábamos mucha pasta que no poseíamos. El estrés y un poco la decepción po
Entrecerré los ojos por el haz de luz que cayó sobre nosotros, mientras sentados en un área VIP contemplábamos el espectáculo. Me estaba gustando mucho la versión de Paralyzed, original de The Cardigans que Shura estaba desarrollando sobre el escenario; excelente versión.El champagne en mi boca sabía bien y a través de cada trago podía ver al moreno analizar a los artistas mientras movía su cabeza al ritmo de los beats, así como también a varios miembros del equipo intentando detener sus tareas para acompañarnos.El gran jefe, Duncan Stutterheim, estaba presente como no solía estarlo y suponía todo un privilegio. Además, los directivos de Spinning Records, Size Records, Monstercat, Revealed Recordings, el famoso Skrillex con su poderosa Owsla, entre otras productoras y disqueras, también hicieron acto de presencia y no podía estar más orgulloso. Fuegos artificiales, performance entre el público y sobre la tarima, un sistema de luces de alta gama y una perfecta coordinación entre los
Septiembre 10, Año 2025. Braga. Dhumas quería una casa más grande y yo quise complacerle, nuestro apartamento se nos hacía pequeño.Ese hombre talentoso y guapo rompió las barreras altas y gruesas que construí alrededor de mí. Tuvimos una boda rápida, sospechosa para mi familia y amigos, con solo dos testigos, él y yo. Desde que decidí separar mi corazón y mi cabeza de los recuerdos que construí junto a Maël, me abrí. Y llegó él, Dhumas, un buen director de teatro y cine, look sencillo repleto de buena vibra, seis años mayor que yo, precioso físico, sonrisa de infarto, cabello castaño, alocado, y una personalidad aplastante. Un hombre, por Dios, otro hombre, otro cuerpo, algo nuevo. No me importó nada, me lancé sin frenos por esa colina. Me casé el 15 de febrero de 2025, a las 16:00 horas de un sábado en Braga. Me vestí, me maquillé, fui testigo de sus nervios y su sonrisa, alcé la mano para recibir el anillo, firmé, di el beso, hice todo eso sin poder sacarme de la cabeza, ni un s
Me alcanzó rápido, justo cuando abrí la puerta de mi coche y la cerró de golpe sosteniendo su agarre y penetrándome otra vez con sus ojos de acero.—¡No te vas a ir! —zanjó con premura.—¡¿Perdón?! —Me solté de un tirón.Empuñó sus manos y vi que las abrió y cerró varias veces, como intentando calmarse. Luego habló más suave.—No te vayas. —¿Por qué? ¿No querías la casa? Cómprala, allí la tienes. Debo irme pronto, deberías quedarte para que arregles hoy mismo la documentación. —No. —Se acercó a mí y tuve que pegarme a la carrocería.Maël respiraba acelerado y no era el único. Adelantó unos pasos y de repente su exquisito olor entró por mi nariz drogando mis neuronas, aquellas que creía desintoxicadas de él. Usaba el mismo perfume, se atrevió a conservar ese aroma juvenil y salvaje de antaño.—Dios, Delu… —exhaló en un susurro. —Te busqué tanto, tantas veces… Me dieron ganas de llorar, pero no lo haría delante de él.—Déjame ir —pedí en un hilo de voz. Qué amargos recuerdos me trajo
Es sorprendente lo mucho que el tiempo puede reducirse a nada cuando dos personas vuelven a encontrarse. Estaba segura que habrían pasado cincuenta años y de volvernos a ver, con aspectos nuevos y envejecidos, todo habría sucedido de la misma manera. Me lo hubiese encontrado en esa casa, tal vez. O quizás en plena calle del centro comiéndose un helado con sus nietos. Y de la misma forma habríamos puesto un alto a nuestras vidas para sentarnos en un café cualquiera y actualizarnos, como si el tiempo, ese que tantas cosas buenas y malas nos ha dado, no hubiese existido nunca.Una discusión antes de aceptar también existiría, por supuesto, del mismo modo que sucedió esa mañana, porque entre nosotros, las edades aunque fastidiosas, ya no eran un problema. La madurez tenía un límite y una puerta.Maël seguía viviendo en Londres, por lo que se hospedaba en un hotel. Por ese hecho me convidó al restaurante de aquel recinto y allí nos sentamos, en una de las mesas más alejadas del sitio.El me