MAËL 4. Año 2025, Braga.Ese agosto acabaría conmigo, demasiado trabajo para una sola tarima. Lo que me emocionaba de seguir en ese rollo no solo era la música o los euros, sino que esa vez se presentarían con nosotros un número de artistas de reconocida trayectoria mundial, como pocas veces sucedía en tal magnitud y gracias a un festival de electrónica dentro de mi país. ¡Dentro de mi país! Lo que convertía a nuestra empresa en precursora de ese tipo de eventos en Braga, como dije, así de grandes.Lo mejor de todo era el regresar. Pasé un año terrible yendo de Portugal a Londres y viceversa. En 2020, el proyecto con ID&T se retrasó demasiados meses y Joao y yo tuvimos que seguir buscando patrocinio, obligándonos a regresar en lo de siempre: yo en el término de mi carrera de Administración de Empresas, y Joao con su trabajo junto a su padre en la política, haciendo colaboraciones con mi hermano en Lisboa. Necesitábamos mucha pasta que no poseíamos. El estrés y un poco la decepción po
Entrecerré los ojos por el haz de luz que cayó sobre nosotros, mientras sentados en un área VIP contemplábamos el espectáculo. Me estaba gustando mucho la versión de Paralyzed, original de The Cardigans que Shura estaba desarrollando sobre el escenario; excelente versión.El champagne en mi boca sabía bien y a través de cada trago podía ver al moreno analizar a los artistas mientras movía su cabeza al ritmo de los beats, así como también a varios miembros del equipo intentando detener sus tareas para acompañarnos.El gran jefe, Duncan Stutterheim, estaba presente como no solía estarlo y suponía todo un privilegio. Además, los directivos de Spinning Records, Size Records, Monstercat, Revealed Recordings, el famoso Skrillex con su poderosa Owsla, entre otras productoras y disqueras, también hicieron acto de presencia y no podía estar más orgulloso. Fuegos artificiales, performance entre el público y sobre la tarima, un sistema de luces de alta gama y una perfecta coordinación entre los
Septiembre 10, Año 2025. Braga. Dhumas quería una casa más grande y yo quise complacerle, nuestro apartamento se nos hacía pequeño.Ese hombre talentoso y guapo rompió las barreras altas y gruesas que construí alrededor de mí. Tuvimos una boda rápida, sospechosa para mi familia y amigos, con solo dos testigos, él y yo. Desde que decidí separar mi corazón y mi cabeza de los recuerdos que construí junto a Maël, me abrí. Y llegó él, Dhumas, un buen director de teatro y cine, look sencillo repleto de buena vibra, seis años mayor que yo, precioso físico, sonrisa de infarto, cabello castaño, alocado, y una personalidad aplastante. Un hombre, por Dios, otro hombre, otro cuerpo, algo nuevo. No me importó nada, me lancé sin frenos por esa colina. Me casé el 15 de febrero de 2025, a las 16:00 horas de un sábado en Braga. Me vestí, me maquillé, fui testigo de sus nervios y su sonrisa, alcé la mano para recibir el anillo, firmé, di el beso, hice todo eso sin poder sacarme de la cabeza, ni un s
Me alcanzó rápido, justo cuando abrí la puerta de mi coche y la cerró de golpe sosteniendo su agarre y penetrándome otra vez con sus ojos de acero.—¡No te vas a ir! —zanjó con premura.—¡¿Perdón?! —Me solté de un tirón.Empuñó sus manos y vi que las abrió y cerró varias veces, como intentando calmarse. Luego habló más suave.—No te vayas. —¿Por qué? ¿No querías la casa? Cómprala, allí la tienes. Debo irme pronto, deberías quedarte para que arregles hoy mismo la documentación. —No. —Se acercó a mí y tuve que pegarme a la carrocería.Maël respiraba acelerado y no era el único. Adelantó unos pasos y de repente su exquisito olor entró por mi nariz drogando mis neuronas, aquellas que creía desintoxicadas de él. Usaba el mismo perfume, se atrevió a conservar ese aroma juvenil y salvaje de antaño.—Dios, Delu… —exhaló en un susurro. —Te busqué tanto, tantas veces… Me dieron ganas de llorar, pero no lo haría delante de él.—Déjame ir —pedí en un hilo de voz. Qué amargos recuerdos me trajo
Es sorprendente lo mucho que el tiempo puede reducirse a nada cuando dos personas vuelven a encontrarse. Estaba segura que habrían pasado cincuenta años y de volvernos a ver, con aspectos nuevos y envejecidos, todo habría sucedido de la misma manera. Me lo hubiese encontrado en esa casa, tal vez. O quizás en plena calle del centro comiéndose un helado con sus nietos. Y de la misma forma habríamos puesto un alto a nuestras vidas para sentarnos en un café cualquiera y actualizarnos, como si el tiempo, ese que tantas cosas buenas y malas nos ha dado, no hubiese existido nunca.Una discusión antes de aceptar también existiría, por supuesto, del mismo modo que sucedió esa mañana, porque entre nosotros, las edades aunque fastidiosas, ya no eran un problema. La madurez tenía un límite y una puerta.Maël seguía viviendo en Londres, por lo que se hospedaba en un hotel. Por ese hecho me convidó al restaurante de aquel recinto y allí nos sentamos, en una de las mesas más alejadas del sitio.El me
—Solo Marcel. —Asentí a su respuesta—. Mi padre sospechó que ocurrió algo muy malo cuando vio que Nikko y yo no podíamos ni acercarnos y que, luego de contarle que estábamos juntos, habíamos roto, pero no le dijimos nada. Ni a él ni a mamá.—Entiendo. —Hizo un asentimiento—. Por favor, le envías saludos a Marcel de mi parte. No tengo su número y no supe de la boda, qué pena. Habría sido un elixir ver a esa chica vestida de novia. ¡Creo es la mujer más hermosa que he visto en mi vida! Loco Marcel con la suerte que lleva —opiné, riendo.—Sí, es hermosa, pero no me pasa igual que a ti. No creo que ella sea la mujer más hermosa que haya visto. —Mi sonrisa se ralentizó y sentí un poco de calor en las mejillas—. ¿Tu amiga Sandra vive con Galev? No lo he vuelto a ver.—Oh, sí. Aún son novios. Se quieren un montón. Aún viven aquí. —Maël sonrió lindísimo—. Tú en cambio te mudaste... Y Dios, lograste tantas cosas. Cuéntame sobre ello.—A ver, a ver, qué te cuento, a ver… Ok. —Se acomodó en su s
Nos volvimos a sentar y Maël pidió un poco más de agua para luego poner el vaso frente a mí.—Toma. La necesitas —me dijo serio, pero luego se echó a reír.—Deja el cachondeo, Maël. Ya te veré cuando te persiga todo el mundo y no puedas asomarte ni al frente de tu casa.Él seguía riendo.—No exageres, esto fue pura casualidad. Tú tienes tus propios fans y no es que te atosiguen, ¿o sí? —Él no paraba de reír, pero luego se calmó—. Por cierto, hablando de otras cosaa, no seme olvida que gracias a ti ya no tengo casa. Me jodiste la compra, Delu Vaz. Creo que la mujer de bienes raíces quedó traumada.Intenté no reírme.—Esa casa la teníamos pillada desde hace rato y vienes tú a quitárnosla.—¡¿Yo?!—¡Claro que sí! —Liberé mi risa—. Pero ya no le demos importancia al asunto de la casa, que luego terminamos argumentando. —Fingí quitar una pelusa de mi ropa—. De eso mismo te comentaba anteriormente —señalé la mesa de los chicos sin que se notara—, me cuido mucho de que jamás nada ni nadie bi
Llegué al apartamento. Dhumas despegó su cara de la laptop, vio mi cara y de inmediato notó que algo malo me había sucedido. Pero en vez de decirme algo, siguió observando su computadora. No bastó con las mil respiraciones que hice para calmarme después de aquel encuentro, y después de la conversación con Sandra. Ni siquiera fue suficiente el kilo de maquillaje que me eché para ocultar el enrojecimiento.Dejé mi bolso encima de la pequeña mesa al lado de la puerta y caminé lento hasta la sala, bañándome con la calidez de la calefacción y el olor a comida recién hecha. Mi esposo estaba sentado en medio del sofá de tres plazas, inclinado hacia delante dejando caer mechones de su cabello negro sobre la frente, serio. No apartó la mirada de allí ni siquiera estando de pie frente él. Ya era de tarde, casi de noche. Di vueltas sin sentido antes de llegar allí. La llamada con Sandra fue larga, eso también provocó que las horas se me fueran.Me senté a su lado y cuando vi el contenido de su