Septiembre 10, Año 2025. Braga. Dhumas quería una casa más grande y yo quise complacerle, nuestro apartamento se nos hacía pequeño.Ese hombre talentoso y guapo rompió las barreras altas y gruesas que construí alrededor de mí. Tuvimos una boda rápida, sospechosa para mi familia y amigos, con solo dos testigos, él y yo. Desde que decidí separar mi corazón y mi cabeza de los recuerdos que construí junto a Maël, me abrí. Y llegó él, Dhumas, un buen director de teatro y cine, look sencillo repleto de buena vibra, seis años mayor que yo, precioso físico, sonrisa de infarto, cabello castaño, alocado, y una personalidad aplastante. Un hombre, por Dios, otro hombre, otro cuerpo, algo nuevo. No me importó nada, me lancé sin frenos por esa colina. Me casé el 15 de febrero de 2025, a las 16:00 horas de un sábado en Braga. Me vestí, me maquillé, fui testigo de sus nervios y su sonrisa, alcé la mano para recibir el anillo, firmé, di el beso, hice todo eso sin poder sacarme de la cabeza, ni un s
Me alcanzó rápido, justo cuando abrí la puerta de mi coche y la cerró de golpe sosteniendo su agarre y penetrándome otra vez con sus ojos de acero.—¡No te vas a ir! —zanjó con premura.—¡¿Perdón?! —Me solté de un tirón.Empuñó sus manos y vi que las abrió y cerró varias veces, como intentando calmarse. Luego habló más suave.—No te vayas. —¿Por qué? ¿No querías la casa? Cómprala, allí la tienes. Debo irme pronto, deberías quedarte para que arregles hoy mismo la documentación. —No. —Se acercó a mí y tuve que pegarme a la carrocería.Maël respiraba acelerado y no era el único. Adelantó unos pasos y de repente su exquisito olor entró por mi nariz drogando mis neuronas, aquellas que creía desintoxicadas de él. Usaba el mismo perfume, se atrevió a conservar ese aroma juvenil y salvaje de antaño.—Dios, Delu… —exhaló en un susurro. —Te busqué tanto, tantas veces… Me dieron ganas de llorar, pero no lo haría delante de él.—Déjame ir —pedí en un hilo de voz. Qué amargos recuerdos me trajo
Es sorprendente lo mucho que el tiempo puede reducirse a nada cuando dos personas vuelven a encontrarse. Estaba segura que habrían pasado cincuenta años y de volvernos a ver, con aspectos nuevos y envejecidos, todo habría sucedido de la misma manera. Me lo hubiese encontrado en esa casa, tal vez. O quizás en plena calle del centro comiéndose un helado con sus nietos. Y de la misma forma habríamos puesto un alto a nuestras vidas para sentarnos en un café cualquiera y actualizarnos, como si el tiempo, ese que tantas cosas buenas y malas nos ha dado, no hubiese existido nunca.Una discusión antes de aceptar también existiría, por supuesto, del mismo modo que sucedió esa mañana, porque entre nosotros, las edades aunque fastidiosas, ya no eran un problema. La madurez tenía un límite y una puerta.Maël seguía viviendo en Londres, por lo que se hospedaba en un hotel. Por ese hecho me convidó al restaurante de aquel recinto y allí nos sentamos, en una de las mesas más alejadas del sitio.El me
—Solo Marcel. —Asentí a su respuesta—. Mi padre sospechó que ocurrió algo muy malo cuando vio que Nikko y yo no podíamos ni acercarnos y que, luego de contarle que estábamos juntos, habíamos roto, pero no le dijimos nada. Ni a él ni a mamá.—Entiendo. —Hizo un asentimiento—. Por favor, le envías saludos a Marcel de mi parte. No tengo su número y no supe de la boda, qué pena. Habría sido un elixir ver a esa chica vestida de novia. ¡Creo es la mujer más hermosa que he visto en mi vida! Loco Marcel con la suerte que lleva —opiné, riendo.—Sí, es hermosa, pero no me pasa igual que a ti. No creo que ella sea la mujer más hermosa que haya visto. —Mi sonrisa se ralentizó y sentí un poco de calor en las mejillas—. ¿Tu amiga Sandra vive con Galev? No lo he vuelto a ver.—Oh, sí. Aún son novios. Se quieren un montón. Aún viven aquí. —Maël sonrió lindísimo—. Tú en cambio te mudaste... Y Dios, lograste tantas cosas. Cuéntame sobre ello.—A ver, a ver, qué te cuento, a ver… Ok. —Se acomodó en su s
Nos volvimos a sentar y Maël pidió un poco más de agua para luego poner el vaso frente a mí.—Toma. La necesitas —me dijo serio, pero luego se echó a reír.—Deja el cachondeo, Maël. Ya te veré cuando te persiga todo el mundo y no puedas asomarte ni al frente de tu casa.Él seguía riendo.—No exageres, esto fue pura casualidad. Tú tienes tus propios fans y no es que te atosiguen, ¿o sí? —Él no paraba de reír, pero luego se calmó—. Por cierto, hablando de otras cosaa, no seme olvida que gracias a ti ya no tengo casa. Me jodiste la compra, Delu Vaz. Creo que la mujer de bienes raíces quedó traumada.Intenté no reírme.—Esa casa la teníamos pillada desde hace rato y vienes tú a quitárnosla.—¡¿Yo?!—¡Claro que sí! —Liberé mi risa—. Pero ya no le demos importancia al asunto de la casa, que luego terminamos argumentando. —Fingí quitar una pelusa de mi ropa—. De eso mismo te comentaba anteriormente —señalé la mesa de los chicos sin que se notara—, me cuido mucho de que jamás nada ni nadie bi
Llegué al apartamento. Dhumas despegó su cara de la laptop, vio mi cara y de inmediato notó que algo malo me había sucedido. Pero en vez de decirme algo, siguió observando su computadora. No bastó con las mil respiraciones que hice para calmarme después de aquel encuentro, y después de la conversación con Sandra. Ni siquiera fue suficiente el kilo de maquillaje que me eché para ocultar el enrojecimiento.Dejé mi bolso encima de la pequeña mesa al lado de la puerta y caminé lento hasta la sala, bañándome con la calidez de la calefacción y el olor a comida recién hecha. Mi esposo estaba sentado en medio del sofá de tres plazas, inclinado hacia delante dejando caer mechones de su cabello negro sobre la frente, serio. No apartó la mirada de allí ni siquiera estando de pie frente él. Ya era de tarde, casi de noche. Di vueltas sin sentido antes de llegar allí. La llamada con Sandra fue larga, eso también provocó que las horas se me fueran.Me senté a su lado y cuando vi el contenido de su
MAËL 6.Me costaba admitirlo, pero Delu tenía razón: esa falta de privacidad no era buena. Sin ella, hubiese disfrutado leer sobre mí en esa cuenta de Instagram con un enlace en la biografía que dirigía hacia una página web bastante conocida. Pero ella estuvo presente en aquella publicación, cabe destacar (debo saborearlo) conmigo y su eterna precaución encajando su punto con todas sus piezas.La chica no se trataba de una simple fanática, eso quedó claro. Y estuve haciendo varias llamadas para que me ayudaran a investigarle, recibiendo recomendaciones de que no me acercara a ella. Nos engañó con esa tez juvenil de escuela. Luego fui informado de que abandonó el hotel. No, tonta no era. —¿Pero de donde salió esa mujer? —le pregunté a Joao a través de una llamada.Escucharle suspirar me puso en alerta.—Te vas a molestar, pero no armes un show.—¿Qué sucede?—Al parecer esa chica fue pareja de tu primo. De Nikko.Hice silencio.—No me jodas. —Reaparecía como Delu, pero para mí ya Nikk
MAËL 7.—Dios mío, entonces… ¿allí fue que Delu y tú…?—No. Lo de Delu fue después de que le pidiera matrimonio el muy cabrón. —Sonreí ahora sin un gramo de diversión—. Él nunca me lo dijo, pero estoy seguro que ese mal nacido le pidió matrimonio únicamente por joderme el paso con ella.—Y por lo de Belinda, supongo.—Yeap. Resultó que entre los dos yo no era el único que odiaba allí. Nikko también me profesaba tales cariños. Lo que jamás supo mi primo fue que antes de regalarle el anillo a Delu en una cena familiar decembrina, ella y yo nos habíamos besado.—What?!—¿De verdad que nunca te conté eso?—No, jamás. Solo mencionabas a Delu como una ex que dejó huella, pero fuck… ella es mucho más.Moví las cejas y asentí, recostando mi espalda nuevamente en la silla.—Luego de eso todo se puso… todo fue…—¿Cuándo fue exactamente?—¿Qué cosa?—Que tú y Delu comenzaron.La melancolía haciendo huecos en mi psiquis.—El mismo día que Delu por fin dejó a Nikko.Se creó un silencio y me dejé l